María Reichel

Tengo un libro que de pronto ha aparecido entre mis manos con una tarjeta de embarque a modo de separador, en la que pone un número de vuelo, una compañía “Aero Condor”, y una fecha, 07/12, del año 2006.
El libro está escrito en varios idiomas, a saber español, francés, inglés, alemán e italiano.
Cualquiera que se haya movido un poco por este mundo traidor llegará a la conclusión de que sea cual sea el contenido del libro, está presentado de forma que se pueda vender a gente de todo el mundo que seguro pasa por la tal librería.
Llama la atención que el idioma mandarín no aparezca, pero es que seguro que en el año en que lo compré China aún no se movía a los niveles que lo hace hoy.
Hay un pequeño prólogo a modo de presentación de un político, D. Marcial Rubio Correa, Ministro de Educación del Perú, en donde agradece a María Reiche su esfuerzo y su trabajo por intentar desentrañar los misterios que se ocultan, y por mucho tiempo aún me temo, en las líneas de Nazca.
La sobrevolada del campo de Nazca con el avioncillo de Aero Condor, dejando a un lado una cierta sensación de inseguridad que me daban ambos, avión y piloto, fue una experiencia inolvidable, entre otras cosas por la cantidad de tiempo que había soñado con aquel vuelo de menos de una hora.
Y allí estaban, una tras otra las claras imágenes de la araña, del cóndor, del astronauta, del mono….y las infinitas (exagerando, claro), bandas que asemejan pistas de aterrizajes para avionorros de esos que cruzan océanos.
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No voy a marear con los detalles de las figuras de Nazca, que están todas, una a una y por su orden en cualquier página de internet dedicada al tema que se precie, y seguro con explicaciones mucho más afinadas que las que yo pueda dar.
María Reiche, una de esas europeas nacidas a principio del siglo pasado en Alemania, que no se conformaba con ser damisela al uso, si no que escogió la parte dura de la vida, dedicó casi cincuenta años al estudio de las líneas, y desgraciadamente poco pudo aportar acerca de su origen, aunque si consiguió que fueran reconocidas en todo el mundo como lo que son, un misterio maravilloso que se muestra a nuestros ojos….siempre que las observemos desde el aire.
Sus mediciones y descripciones constituyen un material realmente muy útil para aquellos que siguen su camino en el empeño de descifrar el significado de esta curiosa obra.
Su trabajo lo realizó desde su formación como matemática y geógrafa, así que siempre tuvo un espíritu científico, aunque la tarea que se impuso superó con mucho las expectativas que ella misma tenía al respecto, ya que al final no pudo dar la explicación de su origen y funcionalidad, y eso le hubiera encantado.
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No quiero contar lo que ha dado de sí el enigma a los amantes del misterio, que al final tampoco han podido aportar nada a su origen, pero baste acercarse a las revistas del ramo, a los vídeos de Jiménez del Oso, de Iker Jimenez, o de Miguel Blanco, entre otros, por no hablar de los infinitos reportajes de las cadenas especializadas en estos temas en todo el mundo..
Desde pistas de aterrizaje para extraterrestres hasta ofrendas a los dioses de los habitantes del lugar, pasando por todos los yoqueseses posibles, que cuando hay un agujero que se quiere rellenar, todo vale..
El lugar, por cierto es un área de lo más desolada que he visto, un pedregal, donde no crece una flor ni trashuma un pastor que diría Serrat, comparable a todos los desiertos que hay entre los Andes y el mar, es más es parte del mismo desierto, que con pequeñas excepciones se extiende a lo largo de toda la cadena montañosa del occidente americano.
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Maria Reiche, quedó fascinada por el reto, y tuvo que pelear, (perdiendo, obviamente), con la administración peruana que le colocó el paso de la carretera Panamericana, en medio de la zona, machacando alguna de la líneas.
Hay fotos en el libro, en donde se ve a María con una pequeña escoba barriendo literalmente el desierto, para conseguir que aflorase alguna de las líneas que por la razón que sea quedaron ocultas a través de los siglos, y aunque ella no fue la descubridora para nuestra cultura del fenómeno Nazca, si que ha sido quien las ha puesto en el mundo, generando una cantidad notable de riqueza, que no sé hasta qué punto, el gobierno peruano ha reconocido.
Siempre he admirado el tesón de estas personas, que han sido capaces de entregar su vida a un sueño, aunque fuera imposible, ya que el poder discernir quién hizo esa obra monumental, y con qué fin, es algo que creo nunca sabremos.
Entre las cosas que me admiraron al sobrevolar Nazca, una destaca, y es el tamaño de las figuras y la proporción que guardan los dibujos, o las figuras que a veces no sé como llamarlas, e incluso la perfección de las mismas cuando las ves desde arriba, ya que en tierra no se pueden percibir.
Cuando viajas a la zona, te das cuenta de lo difícil que debe ser la vida por esos pagos, y digo esto por la famosa historia de las piedras de Ica, que también han dado que hablar a los J.J.Benítez, Von Daniken, y discípulos, entretenidos en convencer a la peña de que nuestras civilizaciones son consecuencia de la visita de seres del espacio, y que rellenar los huecos que la ciencia no ha podido utilizando los métodos aceptados por la comunidad científica con imaginarias teorías cogidas con pinzas es algo rentable.
Junto al trabajo de María Reiche, en la zona, a pocos kilómetros del campo de Nazca, empezaron a surgir unas piedras con grabados de dinosaurios junto a seres humanos….con escenas en las que se apreciaban intervenciones quirúrgicas supuestamente realizadas hace millones de años.
Era una forma, creo yo, de que algún avispado habitante de la zona, hiciese unos pocos duros para ir tirando, y al grupo de los “Antiguos astronautas”, poder vender la historia en diferentes formatos.
Los objetos fuera de su tiempo, tienen su gracia, desde luego, ahora bien que realmente sean algo maravilloso por la procedencia supuesta de la mochila de un extraterrestre, hay un tranco notable.
Yo vi reproducciones de esas que se venden para turistas, y tienen su gracia, ahora, las mezclas naif que se han grabado (ahora o vaya usted a saber cuando), te hacen, como poco sonreir, y ver lo divertido que es montarse una película de extraterrestres aprovechando que por la zona una científico estaba estudiando algo muy real, y no podía explicar ni su funcionalidad ni su origen.
Valga pues esta entradilla para dejar plasmada mi admiración por el trabajo de María Reiche, que me permitió disfrutar, como turista de una experiencia inexplicable, y a la vez maravillosa.
Buenas noches, y buena suerte

4 comentarios sobre “María Reichel”

  1. Muy interesante….aún me acuerdo de nuestra avioneta, con ese grito del piloto… «the monkeeeeey»…. giro a la dcha y todos ladeaos rezando para ver si llegábamos sanos de vuelta a tierra jaja…

    1. Yo en aquel vuelo comprendí a Juan Pablo II cuando llegaba a un país, se bajaba del avión y besaba la tierra….ahora que volvería a subirme otra vez, como hay Dios.

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