La inagotable Córdoba, me ofreció un segundo cartel, infinitamente más interesante y positivo que el de ayer.
Casa seria donde las haya, cristianos viejos de toda la vida, seguro.
Profundos conocedores de la fisiología humana, que además no se andan con tonterías, nada de visitas a la hora sexta, vengan a la nona, como poco.
¡Coño!, los muchachos se piden tres horas, sin despeinarse, y encomendándose a Dios y al Espíritu Santo, para mayor seguridad, colijo.
Esta, seguro que es la fuente de Cela, para lo de «siesta de pijama, padrenuestro y orinal.
Así debe ser para la familia cristiana, que otra cosa es liberalidad, y desagradecimiento, al no ofrecer a los alimentos que Él nos ha dado, el trato respetuoso que merecen.
Yo, esto de la siesta, lo aprendí de mis mayores, que como cristianos viejos, sin mácula judaizante, la practicaron siempre, incluso, si las circunstancias eran adversas, podía posponerse el tal agradecimiento a la hora nona, y las visitas que esperen, que siempre quedan vísperas.
Yo la practico, con la misma devoción y respeto que a tal acto de gratitud con el Altísimo hay que dar.
Debo reconocer, que en aquellas, ya casi olvidadas épocas en que mi trabajo era para un señorito calvinistón, hubo días que me lo pusieron difícil. Las opciones eran pequeñas siestas de quince minutos….(echar un quince), o directamente esperar a la hora nona, para el asunto.
También reconozco, que muchas de mis siestas, incluso teniendo cama a mano, han sido en sillón vergonzante, y se, que cuando llegue mi hora el Juez Supremo, me lo demandará.
En mi descargo, las pocas veces que me la he saltado.
La he dormido en bancos del parque, en aviones, en hoteles de mala muerte, o en los más lujosos del mundo. (en estos últimos pedía en recepción que no molestaran, que ni era calvinista ni luterano, y que ni estaba malito, ni leches en vinagre…» siesta time»).
Recibía una mirada conmiserativa por parte del pollo de turno, y yo a dormir.
En mi despacho, en trenes, en autobuses de línea, cruzando pantanos, desiertos, la mar océana, en todas partes.
Reconozco que en esto de la siesta, soy de los que cumplen con todo el protocolo, es decir, bizqueo, babeo, ronco, y al contrario de muchos, que deben ser pecadores empedernidos, me despierto siempre de un humor excelente.
En esta foto me pillaron en medio de mi siesta persa, después de una terrible comida, regada con agua del grifo, que los hijos del Ayatolá, son muy suyos, y claro hay que olvidar la tal comida en vez de dar gracias. Al final todos los caminos llevan al Señor.
Como acto de acción de gracias, siempre he pensado, que la siesta es sagrada. Es para dormir, nada de yacer con hembra placentera, aunque la circunstancia pueda parecer propicia, quedan veintiuna horas en el día, para tales menesteres.
No quisiera dejar de mencionar las alabanzas que los galenos (hispanos) han hecho desde tiempos inmemoriales; que si alarga la vida, que son tres horas sin fumar, que si te permite volver a leer el periódico con la mente renovada, en fin una maravilla.
Claro que además para una cosa buena, de las que gustan, va y al galeno le parece bien…. pues a honrarla.
Recuerdo algunas siestas de las de disculpe usted, pero yo no puse la conferencia a sobre la inmortalidad del alma del cangrejo a las tres y cuarto, y claro, frito en primera fila, con el bizqueo, babeo, y ronquido correspondiente, que alguna vez interfirió con la traducción simultánea del centro de congresos de Ginebra , tan calvinistas ellos.
Ya he dicho, en casa, cristianos viejos, ni marranos, ni moriscos, ni judaizantes, pero con eso de las modernidades y los curros en multinacionales, te enfrentas con gentes ignorantes y descreídas .
Tanto, que no son capaces de enfrentar un buen cocido de tres vuelcos en el refectorio, con dos buenas jarras de vino manchego para que puedan los creyentes tomar fuerzas, que a esas horas, aún queda mucho día por delante. Estos bárbaros del Norte después de haber trasegado un café aguado, y un vaso de agua, para tragar un crôque Monsieur, o un vegetal, sin mahonesa, como todo yantar, ni podrán tener la necesidad de dar gracias al Señor, y mucho menos comprender como los cristianos viejos, debemos honrar a nuestro Creador.
Yo creo que las guerras que nuestros reyes libraron por toda Europa, fueron para que la peor parte de las doctrinas protestantes, no arraigara en la sagrada tierra española.
Y me refiero, evidentemente a cambiar el puchero, por el tentempié , y la siesta por la productividad, a mayor gloria del capital circulante, eso sí, llegando a las cinco a casa. ¡Pringaos!.
Que aquí nuestro funcionariado, la gente de bien, a las dos en casa, y, así, el proceso puede realizarse sin ningún sobresalto.
Bien, ladran, luego cabalgamos, defendamos nuestra fe, nuestras buenas costumbres,y si los mercados se ponen pesados que venga el Santo Oficio a defendernos, que lo que hacemos es a mayor gloria de Dios.
Buena siesta, y buena suerte