La ley y la justicia II

Espero que no se cumpla aquello de días de mucho, vísperas de nada, y lo digo porque ayer me tocó de nuevo revisitar el tema del Mercader de Venecia, y me remito al título de esta página, pero en versión Calderón, a la española, y como no a las bravas.
Yendo por partes, debo reconocer, que el primer placer me lo llevé cuando crucé el atrio del templo del teatro clásico en que se había convertido el viejo teatro de La Comedia en Madrid, ese de la calle del Príncipe, que llevaba cerrado 13 años.
Me enfrenté pues a un Alcalde de Zalamea, bien traído, mejor llevado, y con todas sus letras que de un tiempo a esta parte ya es mérito por si solo.
Disfruté con los enfrentamientos del plebeyo y el noble, Pedro Crespo y Don Lope de Figueroa, el poder de la tozudez y de las ideas claras en uno, y el poder de la nobleza y la ley en el otro.
El primer punto que se nos aparece es el de la ley que obliga a dar hospedaje a las tropas del rey, con el punto de injusticia que pueda derivarse de ello, no tanto con su espíritu, sino con su ejecución.
Mucho saben de esto los catalanes durante la guerra dels segadors en el XVIII, cuando les pareció excesivo el requerimiento de Felipe IV para con sus tropas, y se dieron cuenta luego que los franceses que les salvaron fueron mucho peores….pero eso es harina de otro costal.
Se transige con la injusta ley, pero cuando llega el abuso, se echa mano casi de la ley natural, y de la justicia plebeya, esa que da vida al tribunal de las aguas valenciano, o a los descerrajamientos de Puerto Hurraco, que lo mismo da, ya que es justicia fuera de la ley, pero aceptada de alguna manera, o al menos entendida por el pueblo.
Así que Pedro Crespo, soporta la injusticia, hasta un límite, y acaba utilizando la ley para su venganza. Aquí no hay jurisdicciones, hay garrote a uno que se considera culpable, y punto.
Calderón , creo se arroga el papel del rey, y da por buena la sentencia y su ejecución, con el famoso ¿qué importa errar en lo menos quién ha acertado lo más?.
El errar lo menos, es saltarse la jurisdicción ante la que debería responder el capitán, realizar un juicio sumarísimo, eso sí documentado, pero sin derecho a defensa, y una ejecución casi sin dar tiempo al viático.
Acertar en lo más, parece que es salvar el honor mancillado, aparentemente por el tal capitán, y la ejecución sumaria. Vamos la aplicación de la que luego, un siglo más tarde, se llamaría ley de Lynch.
Cosas del Siglo de Oro, que había que llenar teatros, y el honor mancillado de una mujer se tomaba muy en serio, sobre todo cuando no se quería restituir. Y es que la justicia va por un lado, y la ley por otro.
Entiendo el cabreo de Don Lope de Figueroa, al ver como la ley que defiende, es quebrada por la justicia del alcalde. Y no es que en manos de Don Lope al tal capitán le hubiera ido mucho mejor, pero era el camino.
Todo esto me ha llevado a repensar en la situación de Catalunya, en donde parte de la población quiere creer que pueden ejercer una forma de justicia, saltándose la ley, en una suerte de linchamiento calderoniano para resarcir un honor o unos deseos supuestamente mancillados. Pero es difícil que los hechos consumados puedan presentarse, ya que hay un impedimento demasiado importante para que se puedan llevar a cabo, y sobre todo una enorme falta de poder.
En el momento que la reacción ha sido la de poner nombres y apellidos a aquellos que creen que la masa popular les protege, se intenta recoger velas, y es lo que estamos viendo en la respuesta al Tribunal Constitucional por aquellos que consideraban como posición más plausible, ignorarlo.
Debo reconocer que esta semana de clásicos, ha sido realmente interesante desde el punto de vista de lo que nos quieren (creo) transmitir los dramaturgos a través de sus historias, con respecto al uso de la ley y de la justicia.
El judío Shylock, busca venganza en la justicia sin tener en cuenta la ley, y se encuentra con que la interpretación de la ley por parte de quien la conoce a fondo, le da una justicia con la que no contaba. Es decir, el sentimiento de revancha ciega a Shylock, y se encuentra en un charco en el que nunca hubiera querido meterse. Tampoco quiere aceptar la ventajosa salida que se le ofrece de cobrar varias veces el importe de la deuda. Quién derrota a Shylock, dejando a un lado su ceguera, es el procedimiento legal, el juicio que sobre los hechos se lleva a cabo con toda la ley aplicándose.
Pedro Crespo busca también venganza, pero tiene una importante posición de poder, la fuerza. Cierto que al capitán Don Álvaro de Ataide, de extracción noble, se le ofrece resarcir el daño, con notables ventajas, que no acepta. Es en ese momento en el que en vez de la ley, lo que aparece es la justicia, sumarísima, eso sí, que acaba con la vida del ultrajador.
No sé si la ley ha sido burlada, creo que sí, en ambas situaciones, pero el espectador sale con la sensación de que se ha hecho justicia, y se alaba tanto a Don William como a Don Calderón a la salida del Globo, o del Príncipe, con lo que la asistencia a la próxima obra está garantizada.
Ahora, en mi Catalunya, donde se está escribiendo un mal sainete, ni se va a hacer la justicia que esperan los separatistas, ni se va a burlar la ley. En este caso la ley se está anteponiendo claramente a los intentos de clamar por una justicia tan torticera como pedir una libra de carne de un hombre cortada lo más cerca posible del corazón.
Confío en que esta situación acabe con la justicia y la ley de la mano, pero no con la justicia que piden los injustos, que como Shylock solo piensan en su odio y en su venganza contra el resto de España, que es lo único que puede justificar su inoperancia secular, sino con la justicia que debe emanar de la ley que nos hemos dado todos, y en Catalunya los que más y se llama Constitución Española.
La desgracia que hemos tenido los catalanes es que el franquismo no dejó nuestra tierra a la muerte del dictador, siguió encarnado en el pujolismo, con su patriarca a la cabeza. La democracia ha sido débil en mi tierra estos últimos cuarenta años, en los que se ha reprimido de muchas formas por parte del poder local a buena parte de la población. Confío en que salga pronto una asociación de esas que se llame Junts pel Seny lo antes posible, y sobre todo que los no catalanistas se quiten pronto los complejos y miedos que les han impedido ser libres cuando al sur del Ebro lo éramos.
Buenas noches, y buena suerte

La ley y la justicia

Como ya no hay crisis, cogí ayer el metro y me fui al teatro. Claro, había sitio por todas partes, y me dí el gusto de rememorar al Bardo, en una de esas obras que para mí, significaron el primer contacto, no solo con la diferencia entre ley y justicia, sino con el buen teatro. Si, claro, hablo del Mercader de Venecia.
Valga como reseña breve, que aunque mutilaron la obra los adaptadores, tanto el texto que dejaron, como la ambientación, y las interpretaciones, me hicieron pasar un rato agradable, sin tirar cohetes, pero agradable, que para los tiempos que corren es más que suficiente.
Todos recordamos el argumento que desarrolla la obra, que aunque peca de maniqueísta, al exagerar las posiciones de los personajes llevándolos a posiciones de blanco o negro, que allá por mis tiernos doce o trece años me dieron que pensar como no solo las cosas no son siempre como parece que son, y no a todo el mundo se le da la razón, aunque la lleve, sobre todo porque nunca, nadie, lleva “toda” la razón.
Aprendí, que los matices, la letra pequeña son a veces mucho más importantes que los titulares, y que las fortunas, las relaciones, e incluso los sueños, se pierden en ese marasmo de letras pequeñas, de comunicación poco clara, de sobreentendidos. Es en esos apartados en los que se fundamentan siempre los contratos, los acuerdos, y lo más importante, sus consecuencias.
No me acuerdo si mi profesor de literatura, el Sr. Segarra, en el Instituto, hizo mucho hincapié en estos matices, cuando nos hizo leer en voz alta….tú Porcia, tú Antonio, tú Shylock….la escena que venía del juicio en el suplemento de textos del libro de literatura que hacían los de S.M..
No me acuerdo, pero se me quedó la historia almacenada, en el disco duro, y alguna vez la he podido utilizar en mi favor y provecho, que tal y como están las cosas, no está nada mal.
La primera es el papelón que le sueltan al judío. Vive de la usura dice el texto, ya que cobraba por prestar dinero a quien se lo pedía. (No pedirlo, ¡coño!, y se le acabó el negocio). Mala cosa, ya que en aquella época, el recibir intereses por la cesión temporal de capitales, era motivo de excomunión, y fuera de la comunidad no hay vida o hace demasiado frío. Así que los cristianos, a pedir dinero al “call” de turno, que pedir si se puede.
La segunda parte de la historia es el bobo de Antonio, que firma, protegido por su soberbia, un documento que no puede, en lógica, aceptarse de ninguna manera, a no ser que tuvieras previamente y por tu conocimiento de las leyes, todo bien planificado para quitarte de en medio a un duro competidor financiero, que peores se han visto.
La tercera, es el mal uso que del dinero se hace, y no es más que ayudar a su amigo a entrar en el sorteo de una dama, (doncella de gran fortuna , cierto). Las boborronas feministas que había en el teatro, en el día contra el maltrato femenino se merendaron el hecho del sorteo con papeletas de la buena Porcia….., o no se atrevieron a patear a don William, que a lo mejor es eso. No me gustan los istas, no piensan, solo creen lo que les dicen que tienen que creer.
Cuando se cumple el efímero plazo de tres meses y se reclama la deuda, que es de justicia, ya que se ha firmado, tras un cúmulo de estupideces por una y otra parte, Shylock reclama su pago incumpliendo una de las leyes más básicas del comercio, y de cualquier empresa, que es ignorar los beneficios.
Shylock utiliza los activos de su empresa para fines particulares, es decir, para su venganza, y claro, paga por su deshonestidad financiera. Cuánto más fácil hubiese sido poner como garantía ante el impago una participación mayoritaria en las empresas de Antonio, pero no, una libra de carne cortada cerca del corazón. ¡Qué malos son los sentimientos en el business!.
Cuando el prestamista andaba exigiendo su libra de carne, no sé por qué me vino a la cabeza la historia de las hipotecas esas que devienen en el corte de la correspondiente libra de carne del hipotecado. Ya sé que no es lo mismo, pero no pude evitarlo, así que cada cuyo, busque los paralelismos que les plazca, si los hubiere, o encontrare.
Hasta aquí, la ley, que como todos sabemos, puede ser justa o injusta, bien provenga del poder de un dictador o del poder del pueblo, cosa, esta última, bastante difícil, por cierto. Aquí, Aquino fue muy hábil al definir la ley….ya se acuerdan ustedes aquello de “la ordenación de la razón, dirigida hacia el bien común y promulgada por quien tiene a su cargo la sociedad……”, pero la justicia puede encontrarse en la interpretación de la norma, que al fin y al cabo, es lo que el Bardo hace en su obra.
Nos lleva a la letra pequeña, aquella que solo está al alcance de especialistas, e intenta impartir justicia, eso sí quitándose la venda, e inclinándose a un lado de la balanza de forma descarada que al fin y al cabo, es lo que día tras día ocurre en todos los tribunales del mundo.
En la obra, escrita para cristianos, Shakespeare literalmente se echa en brazos del público, y las sonrisas y el amorcito inundan la escena, cuando la letra pequeña se echa encima del judío, que no contrató un abogado al establecer los términos del contrato, ni tampoco lo hizo a la hora de defender sus intereses. Evidentemente Antonio merecía perder todos sus negocios, por inepto, que esas cosas no se firman, ¡coño!.
Mi final “justo” para ese juicio, hubiese sido la condena a ambos por ineptos, no por otra cosa, y los hubiera declarado no adecuados (usando lenguaje de auditor), para gestionar negocios en la República de Venecia, así que los hubiese enviado a una escuela de reconversión profesional de esas de los cocos o de los ugetes, a estudiar para gondolero de cercanías.
En definitiva, mi punto de vista, es que la justicia es una utopía, ya que no se obtiene de la aplicación de la ley, pues esta puede tener múltiples facetas que deben interpretarse, y cada interpretación puede llevarte a diferentes finales. Que hay que tender a ella es una necesidad poco discutible, que la figura de un juez imparcial es necesaria, tampoco debe discutirse, incluso de un jurado, pero lo que es muy difícil, es que esas personas sean realmente imparciales, ya que su formación, su extracción social, su nivel económico, su religión, o sus tendencias polí ticas por mencionar solo alguno de los aspectos que conforman su personalidad, les harán valorar de una u otra forma la importancia de la gota de sangre cristiana vertida.
Con todo, espero que se me permita, valorar tanto un tribunal supremo de cualquier estado de los que llamamos libres y democráticos, como un tribunal popular como el “De les Aigües”, o un tribunal eclesiástico (de cualquier credo). Todos sentenciaran con arreglo a la ley vigente, pero con su punto de vista personal de la justicia.
Buenas noches y buena suerte

Doña Clinton, Don Trump y la “Viagra”

Menudo cabreo que han cogido la señora Clinton y el señor Trump, con eso de que la “Viagra” se va a jugar al golf a Adare Manor, y a tomarse unas Murphys o unas Guiness en el Johnny Fox’s.
Y yo que me creía que doña Clinton era una señora. ¡Dios mío!, ¡Qué gritos!, una verdulera cuando le han tocado allá donde más duele.
Del inmigrante alemán, ni hablo, ya que dejando a un lado la estupenda suite que me puso una vez en su hotelito de Columbus Circus, dando a Central Park, todo lo que de él sé, directamente no me gusta, empezando por su estilo, siguiendo por su mensaje miserable, y acabando por su tupé de paleto del medio oeste.
Al principio, cuando les oí gritar, pensé que el problema se ceñía a posibles problemas de erecciones, que sin la blue pill, a gente tan estresada, y a sus edades, ya se sabe. Y ni don Trump, ni don Clinton andan bien, me temo, sin muletas.
Es el caso del segundo, el que me ha dado que pensar, ya que doña Clinton debería alegrarse, el Dick de Bill, ya no le molestaría….pero seguro que desde lo de Mónica, ya no le molesta, así que ¡claro!, si no anda por ahí dándole a la blue pill, en casa todo el día. Todo un reto fastidioso para la buena de Hillary en plena campaña.
Pero no, las cosas no van por ahí. Una de las mejores definiciones que he escuchado nunca acerca de los gobernantes, sean del color que sean, es que son depredadores de rentas ajenas. Y como buenos depredadores son insaciables, creando castas aquí y allá de gentes que viven de meter mano en los presupuestos de los países tanto como puedan.
Y no digo que lo estén haciendo de forma ilegal, esa es otra historia.Simplemente mientras haya más recursos que gestionar, más se queda entre las uñas. No es otra cosa, y todo muy legal, que las leyes las redactan ellos, y el que parte y bien reparte, ya se sabe qué parte se queda.
Cuando miramos los impuestos que se pagan, en general, en las democracias llamadas occidentales, aunque algunas sean orientales, la impresión es que son muy altos, un poquito más cada año, llegándose niveles confiscatorios como los que M. Holland ha conseguido en Francia, al superar el 75% para ciertos niveles de renta o de patrimonio.
Al final, el patriotismo no compensa, seiscientos mil ricachones se han largado de Francia para que no les roben, o para no repartir lo que consideran suyo, y como Depardieu, se te hacen rusos, el Ducasse se lleva sus patés y sus Borgoñas a Montecarlo, o como Pfizer, se te hacen irlandeses. Es lo que tienen estas cosas, al fin y al cabo los irlandeses cruzaron primero el Atlántico, y llegaron a presidentes, ¿verdad señores Kennedy?, que no todos se quedaron en taxistas de Nueva York o en el NYPD. Quid pro quo.
Nadie como los políticos para echar las culpas de las consecuencias de sus actos a otros, y es lo que doña Clinton, y don Trump, están haciendo, como en su momento hizo el tío Paco gabacho.
Se marchan porque no sienten los colores patrios…¡Anda no me jodas!. Se largan porque los servicios que les ofreces, no están compensados por el precio que pagan, ni más ni menos, y además pueden hacerlo.
Lo mismo hay que aplicar a la “fuga” de empresas de mi estimada Catalunya.
Los que se largan de la “Catalana Terra”, es porque es económicamente provechoso, dejar un ámbito territorial que deja de ser equilibrado. Lo de la estelada, o lo de roja y gualda se les da una higa, es la economía ¡imbécil!.
En Cataluña, en este momento, y la tendencia es muy mala, las posibilidades de que se abandone la zona euro, de que se creen fronteras comerciales con los principales mercados en los que se vende, y como no, que los costes en impuestos suban de forma desorbitada, siendo ya muy altos, animan a tomar decisiones a las que responden los políticos con un envoltorio de bandera, y un grito al patriotismo. (Dolor de bolsillo se llama esa figura)
Puedo garantizaros, como directivo que he sido, que a la hora de mirar los gastos en una cuenta de resultados, los impuestos se analizan con el mismo cuidado que el precio de las fotocopias, y los gestores están para que las fotocopias valgan un poquito menos de su precio justo.
Porque, y hay que recordar lo obvio, las empresas son entidades con ánimo de lucro, además deben ser de máximo lucro, ya que en caso contrario, simplemente desaparecen. Por lo tanto, es su obligación tomar decisiones como las de Aguas de Barcelona, o Pfizer, o incluso de la Sánchez Vicario, Alonsito premio Príncipe de Asturias o el mismo Depardieu, y un buen gobernante en vez de ponerse a gritar como si estuviera en un debate de Telecinco, debería analizar no solo el por qué ocurre eso, si no las formas de atajarlo, y si es posible atraer a personas físicas o jurídicas a sus territorios.
En alguno de los escritos de esta bitácora, he comentado que el mundo, desde mi punto de vista está eliminando las fronteras comerciales, en aras del progreso de la humanidad, teniendo ese hecho un montón de connotaciones diferentes de las que podemos algunas podemos citarr.
La primera es que el proteccionismo, al bloquear los intercambios comerciales, va directamente contra el progreso de las sociedades que lo implantan.
La segunda, es que la eliminación de esas barreras, desde luego beneficia claramente al más fuerte de los vecinos, con lo que ello conlleva.
La tercera es que nuestros políticos deberían darse cuenta de algunas cosas muy importantes a la hora de fijar los costes de los servicios que ofrecen a los ciudadanos, y es que en el país de al lado lo mismo son más competitivos.
Para el modesto pollo de a pié tomar las decisiones de Pfizer, o de Depardieu son cosas difíciles, de las que ningún gobernante debería aprovecharse. En Europa, la primera barrera con la que nos enfrentamos, es la idiomática, la segunda cultural, nos pongamos como nos pongamos, y la tercera es que si un belga se va a vivir a Sevilla, se dará cuenta de lo difícil que es encontrar una buena choucroute. Así que como no podemos deslocalizarnos en masa, pues otra vuelta de tuerca a nuestros bolsillos.
Ahora, dile eso a los de Aguas de Barcelona, a los de Grifols, o a los de Pfizer, por ejemplo. No hacen más que estudiar la localización idónea, y quién haya hecho en su empresa algún estudio de buscar el emplazamiento ideal de una compañía, verá la enorme lista de variables que se estudian, desde la cercanía de Universidades de calidad, a la logística que las rodea, al precio de la energía, a los impuestos, a la seguridad jurídica, y así hasta trastopecientos apartados, por lo menos.
El asuntillo este de Internet, facilita todos estos movimientos, ya que entre videoconferencias, transacciones electrónicas en microsegundos, y servicios parecidos entre los veinte o treinta países más desarrollados, el tema de lo que cuesta tener la sede, cuenta y cuenta mucho.
Así que animo a los gobiernos de todos los países, autonomías, y hasta pueblones, a considerar si son competitivos a la hora de atraer impuestos con el maldito ratio servicios/costos, y dejan de cabrearse como monas si una empresa se les abre para pagar menos por lo mismo, que en su derecho están.
Supongo, que tarde o temprano se irán dando cuenta y aplicarán las fórmulas que impidan, no solo las deslocalizaciones de las sedes sociales, si no las deslocalizaciones de producciones que tanto daño han hecho al mundo durante la crisis que estamos viviendo.
Y recuerden, no se trata de bajar salarios, se trata de ofrecer paquetes completos que sean competitivos en el mundo global en el que vivimos.
Buenas noches, y buena suerte

Tolerancia

¿Somos tolerantes?
Estos días, con todas las historias, los acontecimientos, e incluso las reacciones, no solo de los medios de comunicación sino de las redes sociales a las que accedo, me he planteado cuál es el nivel de tolerancia de nuestra sociedad y me he dado cuenta de algunas cosas que pienso compartir.
La primera en la frente, y ese es el contexto en el que la tolerancia debe considerarse, y como decía un buen amigo mío, la tolerancia debe entenderse siempre dentro de la ley imperante.
No vamos mal, pero también debemos pensar acerca del sentido que tiene la ley según de quien emane Quiero decir que en un país democrático en el que las leyes surjan de un Parlamento escogido por los ciudadanos, con todas sus deficiencias, los límites están claramente definidos. Así que a la hora de verme como tolerante o no, analizaré mis comportamientos dentro de ese marco en el que vivo. Quizás no me guste este o aquel aspecto de mi sociedad, pero si sus comportamientos están dentro de la ley, mi nivel de tolerancia estará en relación directa con mi capacidad de entender otras posturas, incluso de llegar a asumirlas.
La famosa frase que supuestamente le dijo Churchill al nazi de turno, en relación a la diferencia básica de un tolerante y un intolerante, (demócrata y nazi debe leerse), era que el nazi sería capaz de matarte por tu forma de pensar, y el demócrata lucharía hasta la muerte por preservar el derecho del nazi a pensar como quisiera. En cualquier caso, nótese el matiz, en ambos casos la palabra clave es “pensar”. Bien.
Rápidamente podría salir el argumento de que buenos esfuerzos gastó el que fue premier británico, en hacer que desaparecieran los nazis. Ya hablaremos.
Otro amigo mío, piensa, y no sin razón en ese aspecto de la tolerancia que está más cerca de la conmiseración que de la aceptación intelectual de la postura que se nos enfrenta. Es decir, que como no piensa como yo en este o en aquel aspecto de la vida o de la sociedad, siento pena por su error, que seguro le llevará al lado malo del valle de Josafat.
La conmiseración, pues, no deja de ser una defensa del “falso tolerante”, que como está perfectamente convencido de su postura, no trata de entender los postulados y las ideas que tiene enfrente. Las califica, y las elimina de su trayectoria para siempre, no sea que contaminen su pureza de criterio. Eso sí, no se lanza contra su, digamos oponente, con ánimo avieso. Le da pena, y se ahorra varias cosas incómodas de golpe. La primera escuchar para entender, no solo para responder. La segunda, se ahorra el análisis que le llevaría a encontrar el “ying” del otro argumento, con lo que no corre peligro de ver socavados sus inmutables creencias basadas siempre en una experiencia de vida, en una educación, o en un deseo de llegar a algo.
Y la tercera, se ahorra el empatizar, tarea siempre ardua, ya que al ponerte en los zapatos de otro, nunca sabes si te va a quedar para siempre un olor a pies ajenos de los que no se quitan ni con disolvente ni con Eau Sauvage, que vale una pasta, por cierto.
Todo esto, bien entendido dentro del marco legal democrático, y entre personas sacadas de una de esas pelis canadienses de Denys Arcand* de las que tanto aprendió Woody Allen, en donde puedes aceptar orientaciones sexuales diferentes a la tuya, la eutanasia siempre que lo requiera el guión, orientaciones políticas, religiosas, comportamientos de pareja, o incluso sitios en donde pasar el verano, colgado de tu Galaxy, o de tu iPad, que lo mismo me da.
Pero eso se puede desarrollar en esos entornos idílicos de cabaña a pié de lago, con amigos de la universidad carísima, durante un fin de semana que se dedica a esa especie de gimnasia mental. Ahí es fácil ser tolerante, aunque muchas veces la feromona saca a un cristiano de estos de madre, y la lía parda. Esos entornos idílicos, de alguna manera son nuestros confortables países occidentales, en donde nos asombramos que una ciudad no huela a Miss Dior, y suba un pestazo cloaquero de esos que te hace replantearte el voto para las próximas municipales. En estos entornos, como digo, es fácil, y que cada uno mire hacia su ombligo, y se califique a si mismo, en cuanto a la nota de su nivel de tolerancia.
Hay un segundo plano, que me gustaría traer a esta merienda, y es la tolerancia intelectual con culturas diferentes, entre países diferentes, que obviamente comparten infinitamente menos leyes y solo algunas costumbres.
Creo en principio que es fácil ser tolerante con el sintoísmo practicado en Japón, incluso acercarse a esa filosofía religiosa, por ejemplo, es algo que no repugna ni mucho menos a ningún personaje de Arcand o de Allen, tampoco creo que acercarse a los sufíes turcos en Konya, represente un rechazo, y adaptar muchas de sus creencias y sus prácticas es algo que no se hace, por mero desconocimiento.
Ahora, si en Nueva Guinea, me proponen comer chichas de cristiano, para asi respetarlo, y adquirir alguna de sus cualidades, a lo mejor no soy tolerante al cien por cien, y me quedo en la fase de conmiseración, pensando lo de ¿qué coño hago yo aquí?.
Hay marcos legales universales o casi, algunos, directamente creados por consenso aparente de muchos gobernantes, y es la Declaración Universal de Derechos Humanos, otros como la Ley Natural, cubierta por alguno de los famosos Diez Mandamientos.
Pero movernos a ese nivel, empieza a ser más difícil, ya que en esos textos caben demasiadas cosas que a los occidentales judeo-cristianos nos ponen los pelos como escarpias. Cierto que no es eso de peregrinar a lugares sagrados, que son prácticas de Indúes, Budistas, Mahometanos o Cristianos, y siempre han ido bien para la mezcla de genes, sin embargo ya empezamos a ponernos estupendos si hay que discutir sobre la poligamia, o sobre la emasculación femenina, o sobre el uso del burka, o sobre la exclusión por razones de creencias de personas. También se ponen estupendos en el otro lado, cuando ven bikinis, y menos incluso, en las playas. O cuando se utilizan signos o imágenes religiosas de esta o aquella manera.
Formas de organización social, distribución del poder y forma de ejercitarlo….Ahí la tolerancia desaparece, porque ciertamente nadie quiere uno u otro de esos usos en sus sociedades. La solución es no invadir y no tratar de imponer. Hablar y razonar, «ad nauseam», o establecer barreras sanitarias, ya que si no el enfrentamiento violento comienza a ser posible.
Es posible que yo no crea en paraísos de huríes “sensu estricto”, pero si puedo, y de hecho creo, en la continuación de esta vida una vez desencarnados, y puestos a creer, por qué no en un lugar mejor.
Ya me cuesta más lo del premio y el castigo, por parte de un tercero, pero asumo perfectamente, que esas ideas se presentan de formas diferentes según las culturas, aunque estemos hablando de lo mismo.
Muchas veces nuestra falta de tolerancia, directamente nuestra ignorancia, o nuestra repulsión cultural, nos impide descubrir lo bueno que pueda haber tras alguna de estas prácticas que a nuestros ojos son execrables, de la misma forma que a otras culturas nuestros usos puedan ser igual de nefastos. No somos capaces de analizarlos en el contexto en el que se desarrollan.
Esa actitud nos ha llevado a cometer muchos errores, y uno de los más terribles ha sido el querer colonizar de democracia a gentes en contextos muy diferentes al nuestro, o imponer nuestras formas religiosas, de nuevo, en entornos sociales y culturales que no se corresponden.
Mi reflexión me lleva a considerar mis límites de tolerancia en la muerte ajena, por ejemplo, al enfrentarme a otras culturas, dada mi formación cultural judeo-cristiana, que le da a la vida un valor determinado. Pero el valor de la vida no es el mismo en todas partes. Hay gentes que piensan en la muerte como una liberación, o la vida como un camino de perfeccionamiento para una nueva etapa. En esos casos respeto su derecho, lo comprendo, y lo comparto en su entorno que no es el mío, y pido respeto para mi derecho a estimar la vida como un don a preservar.
También mi intolerancia se manifiesta contra el sufrimiento, pero no dejo de pensar en el concepto que mi cultura da al sufrimiento, y no es otro que ofrecerlo a mayor gloria de Dios.
Yo intentaré evitar sufrimiento y muerte, con todas mis fuerzas, y siento mi intolerancia en estos aspectos, de la misma forma que siempre entenderé que todos y cada uno de los seres humanos tienen derecho a desarrollar su vida y su sociedad como quieran, sin interferencias ajenas, y pediré de forma intolerante que se me conceda lo mismo. Ni más ni menos.
Buenas noches, y buena suerte
*Recomiendo revisitar “El declive del Imperio Americano”, y “Las invasiones bárbaras”

Himnos, banderas, sentimientos nacionales.

Tengo que reconocer que los gabachos nunca me han caído bien, los he tenido de patrones, de amigos, nunca de novias. Conozco bien el país, el idioma, la cultura, en fin, que cuando hablo de ellos se un poco de lo que hablo. Hoy sin embargo quiero expresar mi admiración por la mayoría de las reacciones que ha tenido el país, tras la masacre de Paris del pasado viernes.
Estos días, los acontecimientos de Paris, me han hecho reflexionar sobre la importancia de los símbolos que pueden unir a un pueblo, cortando cualquier tipo de fisuras de esas que yo llamo temporales, es decir, las de familia, exceptuando, claro al innoble Sarkozy.
En España somos tan imbéciles, que cuando nos han atacado, y han sido muchas veces, nos encontramos con que nuestro himno no se puede cantar, y nuestra bandera es denostada por nosotros mismos. Parece que si no sacamos esa cosa a la que le cuelga el morado de Castilla, o ese remedo verde de la Union Jack que parieron los hermanos Arana después de haberse pasado de chiquitos en 1894, y que en su origen apenas quería representar a Vizcaya, o las barras de Wilfredo el Velloso prostituidas a primeros del siglo XX con la estrella cubana, por una panda que alucinaba en aquel momento histórico, pero que le venía muy bien para tocar los huevos aprovechando la pérdida de Cuba, aunque no se pongan de acuerdo, que si la estrella en azul, o en rojo, o en verde, somos nosequeses dignos de habitar cuevas ignotas con bigotillo del fascio y camisa azul, como la que lleva el Iglesias, aunque la llame Denin que es mucho más modelnno.
Plácido Domingo me emocionó en el Met de Nueva York, interpretando La Marsellesa, con el público puesto en pie. ¿Habría abucheado algún gilipollas hispano si se hubiera interpretado el himno español por circunstancias similares?, ¿Y si la Tour Eiffel llevase los colores de nuestra bandera como forma de solidaridad?, seguro que el embaixador de Catalunya habría puesto el grito en el cielo, y algún nuevo Atutxa o Ibarretxe habría salido diciendo que por qué no hicieron lo mismo cuando lo de Yoyes.
Si con alguien comulgo en estas cosas es con el murciano Pérez Reverte, que los tiene pelados de enfrentarse por ahí con situaciones de sangre inocente, de ver masacres, y sobre todo de usar la cabeza a la hora de analizar toda esta porquería que nos cae encima día tras otro.
El mensaje que quisiera dar a todos estos que no se sienten españoles, derecho tienen, es que actúen en consecuencia, pero en consecuencia con lo que un hombre que se viste por los pies hace. Renuncia a tu nacionalidad española, chaval, hazte apátrida, porque tu terruño, mal que te pese, es España, y aquí estamos para defender un modelo de convivencia que nos hemos dado en su momento, cuando salimos de la barbarie franquista, y si todos lo decidimos, necesitamos a todos para revertirlo. Pero fuera hace frío, y de apátrida se vive fatal.
El mismo mensaje va para ese mundo islámico que se nos ha ido colando de rondón, aprovechándose claro de nuestra ambición desmedida de tener mano de obra barata. Ahora resulta que en Francia tienen 5 millones entre los que llegaron de Argelia, los que se han reproducido, y los que han cruzado en esa ilegalidad admitida las fronteras para malvivir en los banlieu.
En España, en el Reino Unido, en Bélgica, Alemania, vamos en media Europa nos ha llegado esta invasión que creímos pacífica, desde nuestra comodidad de europeos blanditos y discutidores, de europeos que no sabemos defender nuestras libertades confiados en ese buenismo estúpido que no nos permite reconocer que los bárbaros del este están aquí, y se cargarán todos los logros de nuestra sociedad que ha costado siglos de lucha conseguir.
Como dice Don Arturo, ¡Estamos en guerra, imbéciles!, y sí, paramos las oleadas del este primero en Termópilas y Salamina, luego en Poitiers, pero ahora andamos discutiendo si son galgos o podencos, y han entrado con sus armas hasta la cocina.
Hoy se suspende un acto deportivo, ayer la gente no se atrevía a salir por Paris, y las autoridades están acojonadas por el partido del sábado en la Castellana, o el concierto de año nuevo, o tomar el sol en el Retiro.
He escuchado estos días las más peregrinas ideas, como por ejemplo convencer amablemente a los mulás de que no anden enmerdando, o al pollo de las barbas quejarse ante la corte internacional de que en España la Semana Santa le viene muy mal a él y a los de su religión que habitan la piel de toro. También he escuchado lo de que hay que educarlos, supongo que se refieren a enseñarles la historia del pensamiento occidental de los últimos catorce siglos que se la han perdido en sus soflamas y en sus guerras de abbasies contra omeyas, o de sunníes contra chiíes.
Yo no quiero que todas estas fuerzas retrógradas ser hagan con nuestra civilización, yo no quiero ver a mi nieta con un velo, a no ser que haya una tormenta de arena cuando pasee por Maspalomas, y no quiero que le corten el clítoris. No quiero verla sometida a un macho por mor de una cultura que no es la mía, ni la suya, y que la hará peor de lo que será con estas gentes de por medio.
Francia ha dicho que está en guerra, y como español y europeo, yo estoy en guerra también, así que de comprar la fruta al paquis de turno nada de nada, y si me tengo que bajar de un taxi porque el conductor me huele demasiado a lanaza de cordero lo haré y diré porque.
Aquí en España, andamos con las medias tintas, que sí, pero déjame ver el presupuesto de escopetas, en vez de decir aquí está mi ejército y ¿Cuándo salimos, que nos atacan?. Mientras voy a ver si financio a la mezquita de la esquina, o cualquier otra vaina que se me pueda ocurrir.
Han venido ellos solitos, no les hemos llamado, así que si necesitamos a Don Juan de Austria de nuevo, le pediremos a Felipe que lo reviva y lo mande a las Alpujarras, pero no quiero al enemigo en casa, y al enemigo potencial menos. ¡Ah!, y si no les gusta esto, muy fácil, puerta y a Medina, o a Qatar, que seguro les esperan con los brazos abiertos.
Cuando la matanza de Atocha, la reacción de nuestro gobierno fue ponerse un crespón negro, crear dos asociaciones de víctimas, la de derechas y la de izquierdas, y seguir permitiendo que camparan por sus respetos. Los que lo organizaron, que como dice Don Arturo los tienen bien puestos, deben estar aun rompiéndose el culo de la risa, y desde luego animados a seguir haciendo lo que les da la gana, mucho más cuando el presidente de todos los españoles decidió crear eso de la alianza de civilizaciones. Difícil tener menos visión de lo que son las cosas.
Así que pediré a las autoridades de mi país, que defiendan la Constitución sin fisuras ni conveniencias, que defiendan los símbolos nacionales, y que quien los denueste pague por ello, y no pueda ejercer cargos públicos, como ,por ejemplo esa alcaldesa de Barcelona, nada de poner caritas largas en los palcos, porque eso es de gilipollas. La policía los tribunales y el ejército me cuestan una pasta, así que actúen que la ley ha salido del Parlamento.
Por supuesto, quién no quiera ser español, o no admita nuestra cultura y nuestra forma de vida con todo lo bueno y malo que conlleva, es muy fácil, que renuncie, que no sufra, si es de cultura islámica, a su tierra, y si es de los nuestros, ya sabe,m apátrida, que otra cosa no se puede, a no ser, claro que le acepten en otro país, y con su pan se lo coman, y a mí que no me toquen los cojones que estoy ya muy mayor para estas cosas.
Buenas noches, y buena suerte

Guatemala y Birmania

Estos días se han celebrado elecciones en estos dos países, que durante las últimas décadas, han estado en manos de auténticos sátrapas.
En varias revistas se han publicado artículos que han hecho alguna referencia a esos dos hechos, ya que la prensa cotidiana, dejando a un lado la anécdota del curriculum del nuevo presidente guatemalteco, poco o nada más han dicho.
He visitado, en su momento ambos países, y encontré ese tremendo doble mundo de la riqueza insultante, y la miseria más insultante aún.
Hay una gran cantidad de paralelismos durante los últimos cincuenta años, ya que en ambos el Estado aparentemente se diseñó con el objetivo de masacrar a sus ciudadanos, y de enriquecer a unas minorías, que obviamente ostentaban el poder a través de los más burdos sistemas de corrupción imaginables.
En Birmania, (me duele llamarla Myanmar, ya que fueron los militares los que le dieron ese nombre) nunca se estuvieron quietos, ya que obviamente es un territorio donde se asientan multitud de etnias, que anduvieron a la greña históricamente, a través de sátrapas más o menos sanguinarios, hasta que el Imperio Británico, puso su zapato en la zona, y tras tres guerras con los ingleses entre 1826 y 1887, finalmente se transformó en una provincia mayor del Imperio.
La situación dura hasta 1948, cuando obtiene finalmente su estatus de reino soberano, debido entre otros a la acción de líderes como Aung San y Ko Yu. Es la consecuencia que para el Imperio Británico tuvo el final de la segunda guerra mundial, que acabó con su presencia directa en esa parte del mundo. La India se había independizado un año antes.
Birmania llegó a ser considerado uno de los países con más potencial del subcontinente asiático, entre otros motivos por la alta calidad que tuvo la Universidad de Rangún, que recogió las experiencias que en décadas anteriores trajeron birmanos que estudiaron en las universidades inglesas.
Los ingleses no dejaron más que esa herencia, las infraestructuras son inexistentes, y moverse entre Rangún y Mandalai, a no ser que navegues por el río Irawati, es algo más que un suplicio, pero un suplicio enormemente ilustrativo.
El régimen militar que surgió en los albores de los años sesenta del siglo pasado, 1962, creo, estableció todos los mecanismos para el enriquecimiento de la casta militar y desde los ochenta, se vivó en un estado de guerra civil contra las diferentes guerrillas que operaban en este territorio multiétnico.
El país digamos que ha tenido como fuente de riqueza la droga, siendo uno de los mayores productores de opio, heroína y metanfetaminas del mundo.
De la misma forma, las violaciones de los derechos humanos unidos a batallones de violadores (literal) que para aterrorizar a la población campesina violaron a millares de mujeres, o asesinaron por cantar canciones no del gusto de la soldadesca, a ciudadanos normales, han sido habituales estos más de cincuenta años.
Muy parecido a lo que en Guatemala ocurrió desde los años sesenta. Asumió la presidencia Julio César Montenegro, y apoyado por el ejército, masacró a la población campesina, en cifras que amedrentan. Se habla de más de doscientas mil personas en un país de alrededor de 16 millones de personas, aunque considerar cifras cuatro o cinco veces mayores, no son una exageración.
Como no lo es que en Birmania con sesenta millones más o menos de habitantes haya más de dos millones de desplazados por los conflictos entre el poder, la guerrilla, y los ciudadanos en medio.
En ambos casos la corrupción llegó a límites inasumibles, y las oligarquías dominantes, militares/droga en Birmania, y militares/empresarios millonarios en Guatemala, han sido las que han marcado la vida de los ciudadanos.
En ambos países, la población es en más del setenta y cinco por ciento dependiente del campo, con añadidos de minería, y pesca a niveles artesanales.
Recuerdo haber pasado delante de la casa de Aung Saan Suu Kyi, donde de una forma u otra ha estado retenida por más de 20 años por el régimen militar. Se le impidió recoger el Premio Nobel, se le impidió a su marido volver a Birmania afectado de un cáncer terminal, y se le impide ahora acceder a la presidencia del país, por una de las normas que se dictaron por la junta militar, por la que no se podía acceder a la más alta magistratura si tenías algún familiar no birmano. (Su marido era británico).
Sin embargo su partido NLD (liga nacional para la democracia) ha arrasado en las elecciones, incluso contando con que el 25% del parlamento está reservado a los milicos.
Los resultados han sido admitidos por los militares, y los observadores internacionales, los han considerado limpios.
De cualquier forma, la nueva composición del parlamento, abre una vía de esperanza democrática a Birmania, pero los retos que deberán acometer son enormes, no solo por la ausencia de infraestructuras, sino por la presencia de cárteles de la droga, y unos niveles de educación muy bajos.
En Guatemala, Efraín Rios Montt, militarote de los de golpe de estado y tentetieso, fue responsable de una de las mayores matanzas de campesinos, tanto, que ahora está siendo juzgado por crímenes contra la Humanidad.
Llegaron a desaparecer más de 50.000 personas, se estableció un régimen policial que se llegó a comparar con el de la Stasi de la República democrática alemana. Los movimientos de las etnias locales contra el genocidio, acabaron con la concesión del Premio Nobel a Rigoberta Menchú, hija de uno de los encerrados en la embajada española en 1980, que fue quemada y sus ocupantes masacrados.
La violencia ha sido una constante en la región. Recuerdo ver en ciudad de Guatemala, barrios literalmente amurallados donde vivían los millonarios, con torretas de vigilancia y guardias con armas automáticas. El estado en 2001, cuando lo visité, era inseguro, y con una sensación de impunidad a todos los niveles realmente espeluznante.
En 2008, comenzó a funcionar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, encabezada por un fiscal español, Carlos Castresana. Se ha actuado contra la violencia de los Zetas, contra la corrupción política, contra los desmanes de los millonarios, o los cárteles de la droga, consiguiendo bajar las cifras de asesinatos desde 48 por 100.000 a 31 en seis años. Sigue siendo unja cifra escandalosa, (el punto de seguridad se marca en seis), pero al lado en Salvador andan por los 100, y en México por los 23 y pico.
Las elecciones de octubre han dado como presidente a Jimmy Morales, que ha sido rápidamente tachado de cómico, por tener un programa de televisión, pero según su curriculum, tiene una licenciatura en economía, y ya se había presentado a unas elecciones locales.
También se le ha tachado de posible ultraderechista, pero al fin y al cabo ha sido elegido en elecciones limpias, igual que las birmanas, y tiene un mandato constitucional por delante, y un reto enorme de manejar un pequeño pero muy complejo país donde, como en Birmania, la población está poco formada con niveles altísimos de violencia.
El impacto de los poderes religiosos es también una similitud entre los dos países, en Birmania los monjes budistas fuero repetidamente represaliados por la Junta Militar, como en Guatemala, el asesinato del obispo Juan José Gerardi Conedera, cuando denunció las violaciones del ejército y los paramilitares. No fue el único, a él deben unirse multitud de sacerdotes, catequistas y religiosas.
Pero al fin, y con todas las dificultades, parece que se abren nuevas vías al optimismo y a una cierta democratización de estos dos masacrados países.
Buenas noches, y buena suerte.
Recomiendo leer como yo he hecho, los trabajos del periodista guatemalteco Martín Rodríguez Pellicer, y de Hugo Cuello, sobre Birmania. También recomiendo ver la película sobre Aung San Suu Kyi, La dama, de Luc Besson, (2011), y el fantástico libro de Miguel Angel Asturias «Señor Presidente».

El peor viaje de este mundo.

Cuando me pongo a considerar lo que realmente es un mal viaje, se me vienen a la cabeza varios ejemplos, que aunque de alguna forma se rodearon de cierta aura romántica, no dejaron de ser chapuzas mal diseñadas por personas que en su desmedido orgullo y arrogancia, consiguieron resultados baldíos, y lo que es peor daños a terceros.
Las expediciones españolas en el continente americano, fueron, en general, duras, pero de alguna forma la mayoría consiguieron aportes importantes al tesoro de la corona, a su interacción con otras culturas, a descubrimientos geográficos, y a la apertura de vías comerciales que justificaron las penalidades que sus protagonistas padecieron.
Ahí están los éxitos de Cristóbal Colón, o Juan Sebastián Elcano, sin ir más lejos, que las pasaron canutas, pero que fueron decisivas para el posterior esfuerzo de la corona española en su expansión por el mundo.
En estas epopeyas, algunas fueron como menciono en el primer párrafo, monumentales fiascos de sangre y pérdidas para todos, como la famosa expedición por el Amazonas del loco Lope de Aguirre. En este punto recomiendo releer “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre” de Ramón J. Sénder, y ver la película, “Aguirre, la cólera de Dios”, un tanto histriónica y con exceso de leyenda negra antiespañola de la creada por el calvinismo centroeuropeo, dirigida por Wener Herzog, con un Klaus Kinski algo pasado de rosca.
El tal Lope un oriundo del valle de Oñate, que cegado por el oro marcha a Perú, y más cegado aún, quizás por “la caló” o las leyendas locales, se hace a sangre y fuego con una expedición por la Amazonia, se empeña en buscar El Dorado, se rebela contra la corona española, y claro, lo acaban apiolando en Barquisimeto, mayormente para que dejase de dar la lata, pero una vez hubo destruido todo lo estaba a su alcance. Todos perdieron.
Sir Richard Burton, escribió un libro “Viaje a las fuentes del Nilo”, donde narra su expedición al lago Tanganika y al lago Victoria, llegando a ser el primer blanco que lo avistó y lo contó.
Curiosamente nunca se habla de quién fue el primer africano que meó en el Thames river, a la altura del Parliament, pero eso es harina de otro costal.
A Burton no le venían bien las normas, así que después de un comportamiento inadecuado, dio portazo al Trinity College de Oxford, aunque hay que reconocerle su cultura amplísima debido a sus viajes, (creo que hablaba más de 20 idiomas), sus libros, sus traducciones de Os Lusiadas, o de las Mil y una Noche.
No le iban nada las normas, así que se coló en La Meca, convenientemente disfrazado, o mantuvo opiniones atrevidas para la época victoriana en temas como el de las relaciones sexuales.
Quiero decir con esto que fue un ilustrado provocador, ya que eso de revolucionario, tampoco le iba demasiado.
Su gran viaje, la búsqueda de las fuentes del Nilo, fue un fiasco, entre otras cosas porque el objetivo del viaje era analizar las posibilidades de comercio en el centro de Africa, para el Imperio Británico.
Los errores de planificación, junto con la inadecuada selección del teniente Speke como compañero de viaje, hicieron que la expedición fuera de alguna forma un fracaso.
No fueron capaces tras infinitas penalidades de cartografiar adecuadamente el lago, y no les quedó claro si habían llegado a las fuentes del Nilo o no. Disputas posteriores por acaparar la fama, una vez en Inglaterra, con traiciones entre ellos, hicieron que ni se encontraran vías de comercio ni las fuentes del Nilo.
Así que las afirmaciones de Speke, de que el lago Victoria era el origen del gran río, no pudo demostrarlas, y ni siquiera Livingstone lo consiguió, que se equivocó de río y se metió en la cuenca del Congo. Finalmente Stanley, el de “Dr. Livingstone, I presume”, más o menos pudo decir algo coherente y demostrable.
Hace unos años, ya en este siglo, una expedición neozelandesa, llegó a un manantialillo ugandés que parece ser la verdadera fuente.
Lo importante para mí en ese momento, es la cantidad de vidas que Burton y Speke se llevaron por delante, gastando una fortuna, para presentar, a sabiendas una mentira a la gran Real Sociedad Geográfica Británica.
Viaje a ninguna parte, vamos. Pero eso sí, quedó un precioso libro de aventuras y penalidades
Robert Falcon Scott, dio origen con su expedición a la Antártida a un libro premiado en 2001 por la National Geographic Adventure, y escrito por Apsley Cherry-Garrad, compañero de expedición de Scott, y uno de los que encontró su cadáver, a pocas millas del depósito de alimentos que hubiera sido su salvación. “El peor viaje del mundo”.
Se trataba de llegar al Polo Austral antes que nadie, y Scott un oficial británico que desarrolló su carrera militar presionado por problemas económicos familiares, unidos a las pocas posibilidades de promoción en la armada victoriana, cometió en una especie de huida hacia adelante, un error tras otro, que culminaron en el fracaso del objetivo marcado que no era otro que llegar el primero al Polo Sur, y volver para contarlo.
De nuevo la arrogancia fue un motor importante en la expedición del Discovery, arrogancia al no utilizar perros en la expedición, y hacerlo con ponys, que pronto se demostraron inútiles para la conquista del Polo. Las disputas con Shackleton por los derechos de expedición, en vez de unir esfuerzos para la empresa, no hizo más que dificultar la consecución de los objetivos.
Así que el noruego Amundsen llegó unas semanas antes, con sus perros bien entrenados, y volvió para contarlo, ya que tenía experiencia, planificación correcta, y el único impulso de conseguir la hazaña.
La consecuencia fue que murieron los que siguieron a Scott, que acabaron como mártires valientes, y poco preparados, claro, siguiendo a un medio iluminado ambicioso. El premio de la Real Sociedad Geográfica Británica fue rechazado por Amundsen, ya que fue medio acusado de escaso “fair play”, y tuvo que escuchar que quién realmente fueron los conseguidores de la gesta fueron sus perros. El orgullo y la arrogancia británica en todo su esplendor.
Los ingleses, que no ganaban para disgustos, permitieron a Shckleton, realizar una expedición que consistía en cruzar el continente antártico, y que por razones similares, acabó también en fracaso. El barco se quedó atascado en una bancada de hielo, y acabó hecho astillas.
La épica británica consideró, lo que no fue más que un tremendo error de planificación, un caso de mala suerte, como en el tema de Scott. Menos mal que Shackleton se jugó la vida y consiguió ayuda para que ninguno de los expedicionarios perdiera la suya.
Y el penúltimo de todos estos viajes de iluminados locos, lo están haciendo en mi tierra, gente de la calaña de los Aguirre, Burton, Speke, Scott, Shackleton…que envueltos en una locura infame, y solo mirando su propio beneficio, intentan arrastrar a gentes que creen en ellos a ese viaje a ninguna parte que producirá, de concluirse daños irreparables a los “istas”/masa, a inmolaciones en nombre de una iluminación interesada, o de un interés espúreo, con riña incluída.
El viaje de los políticos independentistas catalanes, tiene incluso menos de hermoso que estas aventuras fallidas, ya que lo único que persiguen es poder y dinero sin que nadie les controle, así que esperaremos su regreso de tierras ignotas.
Buenas noches, y buena suerte

La pena de muerte

Hablando el otro día con unos amigos me enteré que entre 1940 y 1975 se ajusticiaron en España la friolera de 126 personas, casi cuatro al año, de las cuales 14 fueron fusilamientos, y 112 por garrote vil. Más de tres al año como media. No está mal.
En 2010 en Estados Unidos 39 personas fueron ajusticiadas, más o menos la cifra franquista por millón de habitantes. Lo de China es una barbaridad, entre 10 y 80 veces esas cifras, según las fuentes.
Según Amnistía Internacional, hay sesenta países que mantienen y aplican la pena de muerte, once la mantienen para crímenes cometidos en circunstancias excepcionales, como crímenes en tiempos de guerra, y treinta y cinco mantienen leyes que permiten la aplicación de la pena de muerte para crímenes ordinarios, pero no la usan hace más de diez años.
El panorama es tremendo. Tanto que en la pulcra Europa, aún queda Bielorusia con la tal práctica, así que estamos con que más o menos, en la mitad de los países del mundo, hay leyes que permiten matar a sus propios ciudadanos, y entre ellos, de forma destacada las dos grandes potencias económicas, China, y USA.
Charlando con estos amigos, comentaban que cuando ETA estaba en su apogeo, por ejemplo tras el atentado de Hipercor en Barcelona, si le preguntabas a la gente todos pensaban que la aplicación de la pena de muerte era algo más que conveniente, incluso necesario, porque seguro que así se paraban tantos desmanes.
Claro que era en caliente, y en caliente esas cosas no se preguntan, que luego de las respuestas la gente se arrepiente.
Uno de mis contertulios, comentaba que mataría a los pedófilos; en caliente a lo mejor yo también, otro que si le hacían daño a su familia, ¡y yo!, claro que desearía cobrarme en sangre cualquiera de estos desmanes, y quizás algunos otros, pero claro, no se trata de eso.
Esa es la justicia de la masa desbocada, la ley de Lynch, ajusticiar sin juicio, sin dar garantías al reo, y de hecho, creo que es la que aún se aplica en China y en USA.
Estábamos de acuerdo en dos cosas fundamentales, la primera es que la cercanía del juicio al hecho delictivo, de alguna forma predisponía a ese tipo de sentencias, y posteriormente, cuando al final de los, generalmente eternos en el tiempo, recursos y contra-recursos, se ajusticiaba al reo, se encontraban con que ese ser humano nada tenía que ver consigo mismo, es decir, con quien cometió el delito, diez, quince o veinte años atrás.
Por tanto, o se procedía al linchamiento, con su ejecución sumarísima, o la pena de muerte no sirve ni para hacer justicia, ni como vía de venganza, (aunque se tome muy fría en estos casos), es decir, que su utilidad para la sociedad no tiene sentido.
Lo de los chinos, parece que se acerca más a la ley de Lynch. No los tienen veinte años de recursos judiciales, hasta que llegue una administración republicana y meta mano a todos estos casos pendientes, tiñendo de rojo y de mierda las salas de ejecución para ponerse al día. Claro que les pasan la factura de la bala a la familia.
Una de las características del ser humano, es que continuamente se está equivocando en sus actos, en sus percepciones, por no hablar de sus deseos, y al final una sentencia de muerte es una consecuencia de todas esas equivocaciones, por parte del ejecutor y del ejecutado.
Creo que son las sociedades menos evolucionadas culturalmente las que mantienen esa práctica, bien por la decisión de un dictador, o lo que es peor, por el pueblo votando libremente. También creo que las creencias religiosas fundamentalistas llevan fácilmente a contemplar esa solución para una serie de delitos. Así que si nos fijamos en esos treinta y un estados americanos que la mantienen hay mucho tufo de bajo nivel cultural, y/o mucho fundamentalismo religioso, quizás ligado al fundamentalismo del calvinismo europeo que regó con sus sobras poblacionales a lo que hoy es el gran país americano.
La ausencia de moralidad que supone, desde mi punto de vista la aplicación de la pena capital, quizás entronque con dos execrables hechos que caracterizan a la sociedad americana.
Uno es la no superación por partes importantes de la población de lo que supuso el fin del esclavismo, y lo que hoy significa el tener que convivir con unas razas diferentes a la “aria”, con culturas diferentes, y que de alguna forma han alcanzado derechos que sin lucha jamás habrían podido obtener de los antiguos amos esclavistas. Hay una clara relación según Amnistía Internacional entre la raza y la aplicación de la pena de muerte.
Blancos y negros son víctimas de asesinato casi en igual número, de la misma forma que los asesinos son también a partes iguales blancos y negros, sin embargo, 200 negros han sido ejecutados por asesinar a blancos, una cifra quince veces superior al número de blancos ejecutados por matar a negros, casi el doble que la de negros ejecutados por asesinar a otros negros.
Siendo los negros el 12% de la población, constituyen el 40% de los condenados a muerte, y uno de cada tres ejecutados es negro. Las cifras de latinos, no las he visto, pero me temo que incidirían en el posible racismo de la sociedad anglosajona americana.
Posiblemente la discriminación social que aún existe de forma clara en la sociedad americana, aunque sea políticamente incorrecto manifestarlo públicamente, a no ser que te llames Donald Trump, pueda explicar parte de las cifras relativas a las ejecuciones de negros en esas proporciones, sin embargo creo que esos homicidios judiciales, responden a situaciones en las que el poder se siente muy cómodo, ya que creen es una forma efectiva de luchar contra el crimen, y consideran poseer en sus manos una herramienta disuasoria de primer nivel, cuando de hecho no es así en mi opinión.
No creo que alguien dispuesto a matar levante el dedo del gatillo por temor a que le ejecuten, y sin embargo sí creo que en esos paquetes demasiada gente ha sido ejecutada de forma injusta, bien por la percepción de los jurados, o por los intereses de la policía en cerrar positivamente un delito haciendo que pague quien menos pueda defenderse.
Los sistemas políticos/judiciales tienen, en mi opinión una debilidad notable a la hora de evaluar pruebas, y de resolver delitos. Los intereses que siempre hay alrededor de estos procesos, pueden favorecer o destruir carreras políticas o profesionales, y es, desgraciadamente demasiado humano, mirar hacia otro lado y cimentar tu vida en la muerte de otro ser humano.
No diré mucho más, creo que sociedades como la americana, deberían replantearse muchas cosas, y entre otras el tema de la pena de muerte, eliminando esa venganza que en nombre de los afectados por el delito, la sociedad ejecuta.
Pienso que siempre habrá hechos execrables, personas execrables, y situaciones que se descontrolan produciendo daños irreparables, pero deberíamos trabajar más desde el punto de vista de la creación de una conciencia moral más elevada, de facilitar a los ciudadanos una mayor carga cultural creando los frenos que eviten estos hechos.
También creo que cuando hay un crimen, la sociedad entera tiene un porcentaje de culpabilidad, y debe asumirlo, corregirlo, sin buscar una cabeza expiatoria que colgar de una pica en lo alto de la muralla, ignorando todas y cada una de las causas que lo han producido.
Buenas noches, y buena suerte.

El progreso, cualidad de Dios

Shem Shemaforash, (la palabra que abarca el nombre de dios y la
creación) Baal Shemaforash…guardian de la palabra

Cuando estás tan tranquilamente escuchando las variaciones Goldberg, en tu “celda” como si del profesor Lecter se tratara, añadiendo algo de lluvia ahí fuera y con los pies fríos, porque las zapatillas que te has puesto son aún las del verano, te apetece pensar aunque sea en una de esas playas que ya casi no recuerdas de las Antillas Menores, o de las Islas Vírgenes caribeñas.
No se me puede pasar el recuerdo de patear el agua de la playa coralina de Saint John, y quedarme una vez más extasiado viendo los fondos multicolores a cincuenta pasos de la orilla. No se necesitaba más. En la playa polvo blanco de coral, algunos cocoteros asomando de entre la vegetación tropical.
No fue menor el recuerdo que aún tengo en mi retina, del Mont Peleé de la Martinique (las fotos seguro murieron de hambre en un cajón, o huyeron como el Conde de Montecristo).
Las historias de la explosión Peleana, que me contaban en segundo de bachillerato, y que desencarnó, a cerca de treinta mil personas, a pesar de los avisos de la montaña, ignorados por las autoridades locales que solo pensaban, como no, en el vil metal.
Se salvó un preso y un zapatero, según me dijeron. Hasta los barcos anclados en la bahía se transformaron en verdaderas piras primero, y osarios después. Eso de ver las cosas que me han contado, siempre me ha gustado. De alguna forma el niño que soy estaba tranquilo, conocía el final.
Pero tengo los pies fríos, voy a tener que ponerme unas zapatillas calentitas, a ver si me pongo a pensar en el Cervino, por aquello de la teoría de la opinión contraria.
No sé si me gustaría ahora andar por aquellos parajes, desgraciadamente para mí, en estas cosas soy culo de mal asiento, y además la experiencia me ha demostrado que volver, siempre ha sido un error. Las cosas tienen siempre su momento, como las personas, y volver significa que lo que vas a encontrar es diferente a lo que ya conocías, y no siempre te apetece la sorpresa que te ofrece la evolución. Sin embargo la de lo nuevo, es para mí siempre bienvenida.
Leí una vez la razón del por qué a los niños les gusta tanto ver la misma película cientos de veces, hasta que casi, (y sin el casi) se la aprenden de memoria. Al parecer, sostenía el autor, era una razón de seguridad. Se sabían confortables con un final que ya tienen perfectamente asimilado, y no les apetece nada que al final Blancanieves sea la usurpadora del trono del país del cuento, y que la bruja, sea una pobre emigrante sufriendo injusticias por parte de los padres de la tal princesita.
La zona de confort, criticada por parte de aquellos que laconsideran no adecuada para el progreso.
El progreso, al que se acepta como un dios nuevo de nuestra sociedad, una nueva palabra que se incluye en el ”Shem Semaforash”, con su correspondiente Baal Semaforash en que se ha erigido la sociedad occidental.
Los nombres de dios, los 21 de la tradición judaica, los 99 del Islam recogen cualidades que a dios le otorgan los humanos, y aunque en ambas tradiciones se cree que el verdadero nombre, es la Palabra, la que contiene el poder de la creación y que en el Islam es el desconocido número cien, las sociedades modernas nos han traído más calidades de dios a las que adorar.
Es de la sorpresa del progreso de lo que quiero hablar hoy. Nunca sé si la realidad es la del príncipe Salinas, (que todo cambie para que todo siga igual), o si realmente estamos evolucionando como especie y las cosas no son iguales, es decir, que realmente hay una evolución continua del ser humano considerado en su conjunto.
A principios del siglo XX, la población mundial era de unos 1700 millones, que pasa a mitad de siglo, cuando yo nazco a unos 2650 millones, a pesar de las dos guerras que asolaron el mundo, más la revolución rusa, más la guerra de Manchuria, y alguna más que recordar no quiero. Hoy hemos sobrepasado los siete mil millones. Tremendo.
Analizando estas cifras vemos que el mundo occidental donde el “progreso” se ha asentado, es decir, donde la tecnología se ha aplicado de forma generalizada, la población no ha aumentado demasiado, de forma que ya se empieza a discutir el tema del envejecimiento de la población, y todas esas cosas que sirven para que los más jóvenes de nuestra sociedad contraten deprisita fondos de pensiones. Porque duramos más, pero procreamos menos.
Ese es un trabajo que dejamos al casi 70% de la población mundial que vive con menos de dos euros diarios, por utilizar el lenguaje de la ONU.
Cuando visitas esos países, te das cuenta que el progreso para ellos no ha significado siquiera un teléfono móvil. Siguen sin acceso al agua saludable, a una sanidad acorde con los estándares que rigen en el Occidente rico, se mueren como media a los 40 años, no muy lejos de cuando la población se moría a principios del siglo XX.
Su nivel de educación, se circunscribe a aquello que necesitan para comer cada día, y para comunicarse con el vecino. Su movilidad es extremadamente reducida, lo que da en el mejor de los casos, una bicicleta vieja.
Si pretenden salir de sus comunidades y rozar el mundo occidental, lo más probable es que acaben como esclavos de nosotros los ricos, fabricando nuestros caprichos consumistas, así que esa nueva calidad del dios, que es el progreso, solo afecta al mundo desarrollado, y muchas veces pienso que no de una forma positiva.
Nuestra capacidad de matar se ha multiplicado por infinito, pero matamos a otros, a los de esos países a los que el progreso les llega en forma de los desechos del primer mundo, nuestros coches viejos, nuestros teléfonos viejos, nuestras armas viejas…
Así que quizás haya que tener un carnet especial para beneficiarse del progreso de verdad, porque me temo que a los habitantes de Bombay, Lagos, o Daca, les llegan migajas, o lo que es peor, les llegan los deshechos del progreso.

Si al hablar de progreso, nos alejamos de todo aquello que suene a material, quizás las cosas deban verse de otra manera. Honestamente, sigo pensando que el desarrollo de la Humanidad no es demasiado boyante en lo que se refiere a la evolución espiritual, al conocimiento íntimo, y a la misión que el ser humano tiene como primordial en el planeta. Fuera de los slogans consumistas, nuestra esencia es la misma en Manhattan que en Calcuta, y la minoría que desarrolla verdaderamente su espíritu en lo que llamamos cúspide de la civilización y en el culo del mundo, creo que porcentualmente son parecidas.
Recordaremos aquello de que el hombre feliz no tenía camisa, y el desarrollado emir, no tendrá consecuentemente una cura a sus males.
Dejemos, o no, que el dios, o la cualidad de dios que llamamos progreso, no nos confunda, y sigamos buscando en nosotros mismos, aquello que nos haga felices, y olvidemos (dentro de un orden) los escaparates del Corte Inglés.
Buenas noches, y buena suerte
.

La protección de Don Peppino

Hoy en el caralibro he leído uno de esos aforismos que abundan, y que me ha provocado esta reflexión.
“El problema de lo público es que los ciudadanos piensan que es gratis, y los políticos piensan que es suyo”.
Viendo las cosas de esta forma, lo que me apetece es resucitar aquel grito de la FAI, que de rebote escuchaba en el claustro de la vieja Universidad neogótica de mi Barcelona natal.
¡El único estado válido es el que no existe!
Que eso lo proclamen seres humanos, que de individualistas tenemos lo que los lobos o las ovejas, que nos sacan de un clan con sus jerarquías y devenimos en algo inservible, tiene su gracia, pero no deja de ser α y Ω del anarquismo como forma de entender la sociedad humana. Inservible desde luego, pero que puede usarse en determinados momentos para provocar al gregarismo genético del ser humano.
Los gobernantes que dicen ejercer el poder en nombre de los ciudadanos, no toman realmente responsabilidades detalladas delante de ellos, como bien sabemos, y acaban haciendo de su capa un sayo, lo que les da la gana, y nunca por huebos de sus empleadores, los ciudadanos.
También nosotros, los ciudadanos tenemos lo nuestro. En términos generales, cuando vamos con nuestro papelito doblado en el sobre a introducirlo en la urna de los sufragios, lo que hacemos es creer que la interpretación que de nuestro voto haga el futuro gobernante coincide con lo que nuestro corazón cree que hará. Ilusos, a la par que ignorantes, o peor aún vagos.
Para algo tan importante como nuestra gobernación, no exigimos lo que le exigimos al fabricante de mayonesas, por ejemplo, y es que cumpla a cambio de mis dos euros por el tarro, lo que pone en la etiqueta.
Reconozco que no es fácil obtener un programa electoral de cualquier partido que se precie, así que de ahí a leerlo de forma generalizada, de hacer consultas sobre sus detalles a los partidos a través de un correo o de una 902 de esas que atienden quechuas o aymaras, pues un abismo ¡oye! Que diría un vascón.
Pasamos la vida quejandonos amargamente de la letra pequeña del contrato de la luz, de la cláusula suelo, o de las preferentes que nos vendió Pepe, el tendero de la sucursal bancaria de toda la vida, y no exigimos contrato a los gobernantes….Neneeeessss…¿de qué vamos?.
Esta mañana me sorprendo, y es solo un ejemplo, que Doña Colau, quiere darle una pastizara a cosas como asociaciones de gays paraguayos a través de no sé qué oenegeses de esas, entre otros repartos millonarios, teniendo diferentes colectivos en su propio barrio que andan en la cola de Cáritas. Lo más divertido, si la cosa es cierta, sería poner un mapa en blanco del mundo y contar de cien personas cuántas marcan Paraguay en su sitio, de los que van a mandar parte de sus impuestos a esa asociación, por ejemplo.
Me suena a letra pequeña de contrato de hipoteca, o a no mencionar en la etiqueta del solomillo, lo de “comer carne mata”, junto a una foto de un colon como un bebedero de patos.
Para mí los impuestos han tenido siempre una relación directa con los súbditos, e indirecta con los ciudadanos. Me explico.
Aprovechando la naturaleza depredadora del ser humano, que no distingue especies, y menos la propia, alguien tenía que proteger a la tribu, y si me estoy dando de bofetadas para que la tribu de al lado no te apiole a ti y se lleve a las mujeres, necesito parte de tu trigo, o de tu mamut, así que págame algo, ande usted…..y si no recuerde que o se lo quitan los malos, o se lo quito yo que para eso tengo esta tranca tan gorda.
Ese de hecho es el origen de los impuestos, protección. Protección como la que daban los nobles a los siervos de la gleba, o los reyes a sus nobles. Que si venía el sarraceno te mandaban las tropas reales, y a otra cosa, o si venían los malotes del pueblo de al lado, se abrían las puertas del castillo, y a ver cómo nos los quitamos de encima.
La protección está ligada a la necesidad de ser protegido, claro, es decir ligada al miedo de que te pase algo que te han dicho no solo que es muy malo para ti, sino que percibes como algo plausible.
Si hoy nos ponemos a listar los miedos que en las sociedades tienen los ciudadanos la cosa es interminable.
Los miedos a los ataques militares a tu país, a que te atraquen en la calle, a la enfermedad, al desamparo, a no poder trabajar, a la ignorancia (bueno, este no tanto, que los hay muy felices viviendo en ella), al hambre, a los alimentos inadecuados, a la falta de alojamiento, al aburrimiento, a tu pareja, a Dios, al Diablo, al amor, al desamor, a la soledad, a la vida, a la muerte.
No soy un experto en miedos, pero fácilmente se reconocen en estos someros ejemplos, su correspondiente impuesto, al menos en las sociedades que llamamos adelantadas.
Sale pues el noble, el rey, el estado, vamos quien esa semana esté de turno, y como un capo mafioso de la Sicilia profunda, te propone por un poco de dinero protegerte, siempre que le trates con respeto. “Baccio le mani Don Peppino”.
¿Qué le vamos a hacer?, pues pagar, que ese Don Peppino, o ese estado tiene la tranca más grande que la tuya.
Una vez empezado el negocio es difícil pararlo, que Don Peppino se encarga con todos los medios a su alcance de que no te falten miedos para que sientas la necesidad de que te protejan de las posibles consecuencias de los mismos,
Vuelvo pues al argumento expresado un poco más arriba del posible contrato con nuestro Estado, que, ya sé, en titulares está en las constituciones vigentes en todos los países. Pro yo no firmo una hipoteca con el banco sobre el anuncio de la “tele”, sino con el detalle de la letra pequeña bien leído y releído, y la letra pequeña no me la ofrecen ninguno de los que optan a ser administradores de los poderes que como ciudadano he transferido a ese ente que se llama estado.
Alguna vez he podido leer programas electorales, que independientemente de ser un cúmulo de vaguedades, en caso de ser elegida esa opción por el ciudadano, difícilmente se cumple en algo más del 15 o 20%, incumpliéndose además en aquello que más duele a los ciudadanos.
Creo que, con una reflexión seria y documentada, nunca habríamos dado el poder a la mayoría de los partidos que nos han gobernado desde la implantación de la democracia en nuestro país, una vez conocido el fruto de su gestión.
González, Aznar, Zapatero y ahora Rajoy, han sido verdaderos estafadores del capital político que se depositó en ellos. Y lo peor de todo, es que al no existir un contrato detallado con los ciudadanos, nada se les puede demandar, y ellos siguen en sus batallas mafiosas contra la familia rival a la que por cierto necesitan para que el miedo nos haga sentir que los necesitamos, porque sino, ¿quién nos va a defender de la derechona, o de la izquierda, o de los nacionalismos, de la Merkel, o del cometa Halley?.
Ningún trabajador hubiera votado a un dirigente que nos metió en la OTAN, o que nos llevó a la guerra de Irak en coalición con el Imperio, o que siendo un verdadero botarate arruinó el país, o al que redujo la Sanidad a niveles inaceptables o eliminó derechos de los trabajadores con su ley laboral. Todos nos defraudaron de una u otra forma, sin mencionar el hecho de que metieron la mano en la caja, además.
¿O si?
Voy a tener que leer más historias de viajeros a ver si se me quita el cabreo que todas estas reflexiones me producen continuamente.
Buenas noche, y buena suerte