Desde Boadas

No había más remedio, la noche en el Liceu había sido un fiasco, de esos que te hacen recordar lo que vale la entrada, lo incómoda que es la butaca de patio y lo insoportable de un espectáculo operístico cuando no se respeta al autor.
No había más remedio, un Otello verdiano deplorable, mal cantado, con los personajes venecianos vestidos con uniforme de regulares, de esos que venían desde Ceuta y desde Melilla a Cerro Muriano a pegarse unos tripazos, que les parecían vacaciones a los muchachos.
No había más remedio, el Liceu encanallado, vulgarizado al nivel de teatro de provincias, menos mal que el coro no soltó ningún gallo, y claro, como con esto del nacionalismo hay que promocionar los caldos locales, en el salón de los espejos, ya no te dan ni una miserable copa de champagne, una pena, o cava tipo rondelillo semi seco o una estrella a precio de oro. Provinciano, cutre, triste, encanallado.
No había más remedio, salí después de no haber aplaudido, eso sí, ni el pateo me apeteció, que el mayor desprecio es no hacer aprecio, y subí la Rambla hacia Plaza Cataluña, abriéndome paso entre los pakis que se empeñaban en que les comprara unas cervezas de cloaca.
Me metí en Boadas, era la esperanza de la noche. Estaba como casi siempre, hasta los topes, y lo que es peor, era esa canallesca británica que nos mandan los primos del Imperio, que parece se han creído somos Australia o Nueva Zelanda de hace siglo y medio, y nos aterrizan aquí quien llenaba las tres partes del local.
Mi sitio estaba ocupado, ¡mala noche!, pensé, me puse al pie de la escalera, casi debajo del reloj. Ya no dominaba la entrada, quedaba a mi izquierda. ¡Lástima!. El camarero vió que estaba al menos tan jodido como él. Olía a Lloret de Mar, pero estaba lleno y eso es estabilidad laboral.
Yo no sabía que pedir, y dejé mi suerte en sus manos…
-Le preparo un “beso de cosaco”, y verá usted como ve el mundo de otra manera. Si me pone un Machaquito seco de esos de setenta grados me hubiese parecido una blandurriez comparado con el tal beso.
A media copa, me dio por pensar en esos detectives barceloneses que por alguna causa sus autores insistieron siempre en putearlos todo lo que pudieron.
Me acordaba de Pepe Carvalho, y siempre me pareció enternecedor que usara en su cocina económica libros para preparar su escudella amb pilota. Me pareció siempre enternecedor el honor que creo le hacía Montalbán al “Raval”, al emparejar a Pepe con una rabiza de la zona. Me pareció enternecedor el aroma de lumpen que siempre rodeó a Pepe, era ese aroma de ciudad mediterránea con puerto importante, olorcillo dulzón de ese que salía del Villa Rosa, mezcla de sol y sombra de anís del Mono y Soberano, con Maja de Myrurgia, canuto de grifa, y vómito del excusado.
Mascarell, es otro detective que vino a mi memoria, en el segundo tercio mi “beso de cosaco”, tan puteado como Pepe, tan ennoviado con una iza del “eixample” como Pepe, aunque este arrastró la posguerra, y siempre con los dueños de la ciudad como los malos de la película. Que parece que el Sierra y Fabra tuviera algo contra los de San Gervasi.
Pienso hoy desde mi rincón de Boadas, que la ciudad se me ha encanallado, que un detective, todo lo que haría sería buscar políticos trincones, que no sé si ha salido ya de la pluma de algún escritor, pero creo que no, que el premio de novela negra Pepe Carvalho, se lo han dado a una dama italiana, la de Brunetti, el inspector veneciano. Pero eso no me sirve, que ese gana un sueldo oficial.
Seguí con mi “beso del cosaco”, esperando que pasara algo por mi cabeza que trajese algo que cambiase mi visión de pueblo encanallado que se me está quedando de mi Barcelona, y nada, no pasaba nada, una imagen pasajera de nuestra alcaldesa, con su eterno disfraz de pollera de la Calle Córcega, es como si el pastiche arquitectónico de nuestro ayuntamiento quisiera recordar porque está en el “call” de la ciudad, que somos mercaderes gremiales, tirando a puteros, y soñando siempre en ser París o Milán, que los ingleses nunca nos vinieron bien.
Tengo que reconocer que esa panda indiscriminada de visitantes de la ciudad, esos que nos acarrean Easy Jet, Ryannair, que antes iban a Reus y a Girona, nos la ha encanallado. Una mezcla de proletariado europeo con chinos medio ricos o jubilados de crucero, han tomado el Paseo de Gracia, el “Raval”, y la mitad del “Eixample”, cada vez queda menos sitio para los locales, que al menos están cobrando su magro peaje de esta avalancha.
Mi rincón de Boadas ha sido tomado, no creo que aparezca ningún viejo amigo por la puerta, estarán intentando esquiar por La Molina, o recomponiendo el corazón del último desengaño amoroso, o del último éxito amatorio, que al final todo acaba poniendo tu alma “blue”, que si te han abandonado, se te rompe el corazón, y que si has tenido éxito, se acabó la caza, aunque sea por pocos días. En cualquier caso dan ganas de pedir otro “beso de cosaco”, que no engaña, que sabes te va a decapar la mucosa.
-Tráeme unos cacahuetes, que tengo el estómago vacío, y no voy a saber decirle al pakis del taxi como llegar a casa, y seguro que me deja en Can Tunis. Hasta el gremio del taxi se me ha encanallado, no puedo hablar con el pakis, ni de política, ni de sociología, quizás en catalán, eso sí, con acento de Karachi, pero ya no hay forma de tomar el pulso de la ciudad con los conductores, y La Vanguardia no me vale.
Lo dicho, se me está encanallando, o yo me hago viejo, quisquilloso, puñetero y cascarrabias, lo que también es una posibilidad. Acabaré mi “beso del cosaco”, le pediré a mi teléfono que me busque un taxi, que me ponga en manos del pakis, y le preguntaré por el Puigdemont, a ver que dice, o le diré que la Colau vela por la seguridad de sus compatriotas que venden Estrellas de cloaca en La Rambla. A lo mejor me contesta, y me presenta a su primo el frutero, siempre es un principio.
Mañana iré a ver si algún MSC vomita dos o tres mil turistas, y suben los precios de las tapas de las cadenas de mesones vascos de Santa María del Mar, y no olvidaré lo que vea cuando sea yo el que me baje de algún barco de esos en algún puerto de este mundo de Dios.
Buenas noches, y buena suerte

El traje nuevo del Emperador

Es el número 168 de los Cuentos de Andersen, y seguro que conocéis la historia. Más o menos, y en un apresurado e interesado resumen es la vieja estafa de que quién no vea lo que yo digo, es tonto.

Como es evidente, la estafa empieza por arriba, por convencer al más bobo de todos, es decir, al Emperador, que aislado en su poder piensa, y muchas veces con razón, que todo se puede hacer, que los súbditos están para adorarle y para seguir a pies juntillas sus designios, que no son otra cosa que la expresión de sus caprichos de por la mañana antes del zumo de naranja y la tostada.

Muchas veces se me hace difícil discernir cuando me asomo al mundo que me rodea, si lo que estoy viendo no es más que la engañifa de los sastres que estaban día y noche trabajando (a ojos del pueblo, claro), en el magnífico traje mágico del Emperador que solo podrían ver las personas inteligentes, o las que fueran leales al Emperador y a sus ciudadanos.

Pienso en el traje mágico del Emperador, cuando veo los intentos de los gobernantes por crear esos trajes, que unos llaman nacionalismos, y quien no lo ve es un “botifler”, que otros llaman libertad económica, y quien no lo ve es un enemigo del progreso económico, o al revés, quien cree que las nacionalizaciones de cualquier actividad es la panacea, intenta convencernos de que quien no lo ve es un enemigo de las clases obreras.
Así, que vamos dividiendo el mundo entre sastres estafadores y los que vemos la maravillosa vestimenta del Emperador.

En estas páginas he hablado no sé cuántas veces de las veces que aceptamos las cosas que nos presentan, con entusiasmo incluso, sin saber qué es lo que hay detrás, si realmente estamos viendo las vergüenzas del emperador aunque neguemos la mayor y afirmemos que el Universo se acaba en Messi, en Ronaldo o en el Papa de Roma. Creo que ya ni siquiera vemos la imagen que nos ofrecen, que bastaría para derribarlos de su pedestal, sino que la hemos idealizado para rellenar no sé qué frustraciones internas, o simplemente el deseo de seguir siendo parte de una manada, sea cual sea esta, que fuera hace mucho frío.

Una de las últimas cosas que se me ocurrirían, es intentar comentar en la tribuna de Can Barça, o mejor aún en la general del piso cincuenta y cinco, que ese que anda metiendo goles no es más que un chorizo que ha engañado a nuestras arcas públicas, estafando al resto de los ciudadanos unos impuestos que nos servirían para una mejor cobertura de nuestras pensiones, de nuestra sanidad, de lo que queráis.
Sería el tonto del cuento, el desmandado, el traidor, (botifler en Can Barça), pero lo mismo en la Castellana, en San Mamés o en el viejo Heliópolis, y eso hablando de fútbol, que es un mal menor.

¿Alguien se puede imaginar a la grada de Nervión, abucheando al delantero centro que acaba de meterle el tercero al Betis, al grito de ¡ladrón, paga los impuestos que nos debes!?. Impensable, y pobre del que lo intente, se los comen los biris, seguro.

Sin embargo, y gracias al “soma” que ingerimos a través de nuestras tabletas….”tabletas de soma”, suena coherente, hemos decidido dejarnos robar por esas tiendas ”on line” en las que encuentras de todo, sobre todo lo que no necesitas, y que exportan nuestra riqueza a las Islas Caimán, a Jersey, a Gibraltar, o a la concha de su madre. Los beneficios que por su actividad generan compañías como Google, Amazon, Apple, no generan impuestos locales, y si lo hacen son en porcentajes mucho menores de los que paga el más humilde de nuestros trabajadores.

Ese dinero, lo tenemos que sufragar al final entre los ciudadanos que vemos ese precioso traje que le han hecho al Emperador, que es mucho más chulo decir que le has comprado un libro “on line” a Amazon, que salir de La Casa del libro con un paquete de cinco kilos de libros, o comprarle a ellos el fichero, que también se puede. ¡Ah!, no estoy poniendo la mano en el fuego por La Casa del Libro, ¡Dios me libre!.
Probablemente dos de los profetas más nefastos que ha tenido la Humanidad, Ronald Reagan y Margaret Thatcher dieron en la coetaneidad, y fueron los que apoyados en otros dos nefastos seres, Milton Friedman y Friedrch von Hayek, pusieron en marcha una política de eliminación de controles al comercio, al mundo financiero, reducciones fiscales de las grandes fortunas, con la excusa de evitar a toda costa otra recesión como al de 1929.

El traje que tejieron fue hecho con el hilo invisible de los yuppies de Wall Street, que se hacían ricos de la noche a la mañana montados en su OPA hostil, en sus opciones putt, o en su rapidez de procesar, sin que nadie se diera cuenta información confidencial sensible a variaciones en los precios de los activos financieros.

Caro nos ha salido el experimento de esta gente, ya que año tras año hemos ido perdiendo valor en nuestros patrimonios, y sobre todo elementos que son, creo yo, muy importantes para el desarrollo da las sociedades, es decir, una cierta estabilidad a la hora de obtener medios de subsistencia adaptados a los estándares de la sociedad en la que vivimos.

Este ultraliberalismo, no ha evitado la mayor, que era la no repetición del desastre de 1929, ya que las ausencias de controles financieros provocaron la famosa crisis de las subprime, con Salomon Brothers a la cabeza allá por 2006-2007. Y en ella estamos, con los grandes patrimonios, esos de más de 10 dígitos en dólares, retrayendo la riqueza que sistemas gubernamentales adecuados a la gente de a pié deberían haber evitado. Pero no, nuestros gobernantes son parte de esa maquinaria de la economía sin fronteras, sin barreras, sin impuestos para los amos, y sin ética ni respeto hacia las clases trabajadoras, que al fin y al cabo somos sus clientes.

Esta crisis en la que aún estamos, y que va a acabar con los estados democráticos, simplemente por la desaparición de las clases medias, quieren arreglarla con fórmulas directamente emanadas de esos siniestros economistas de los setenta del año pasado, como intentar provocar aumentos ficticios de la inflación poniendo a trabajar la máquina de imprimir billetes, que por cierto no filtran como afirma el sociólogo Bauman, a la población.

Los salarios medios percibidos por los trabajadores desde los setenta del siglo pasado hasta nuestros días, en términos desinflacionados han caído en más del cuarenta por ciento, siendo cada vez más el tiempo necesario de trabajo para adquirir, por ejemplo una vivienda, en el área de tu ámbito laboral. Las cifras están ahí, solo hay que mirarlas, y actuar en consecuencia.

Las últimas vueltas de tuerca que faltan son los famosos TTIP, que a espaldas de todos nosotros están negociando en nuestro nombre, y que de llevarse a cabo permitirán que las grandes corporaciones literalmente hagan lo que les dé la gana con nuestras vidas y haciendas, y queda muy poco.
Estoy muy mayor para levantar la bandera de la “Libertè, egalitè et fraternité”, y las generaciones que me siguen me temo que han sido perfectamente adoctrinadas, para afirmar que el traje del Emperador es maravilloso.
Solo falta que un niño grite un día en la plaza del pueblo eso de que ¡El Emperador está desnudo!, a ver si hay suerte y detenemos a los sastres impíos.
Buenas noches y buena suerte
P.S.
Esta columna la he escrito tras visionar un documental británico del mismo nombre disponible en Yomvi, y que recomiendo

Las cosas de las que se deja de hablar

Muchas veces me paro a pensar en esas cosas que parecen que van a acabar con nuestra existencia de un momento a otro, que aparecen en todos los medios de comunicación, en términos cuasi apocalípticos, y una vez obtenida una reacción de parte de la población produciendo beneficios a unos pocos, desaparecen como por arte de encantamiento.
La lista es interminable, que si la independencia de Catalunya es para mañana, que si la guerra entre rusos y turcos está a punto de comenzar, y la OTAN anda limpiando los cañones.
Si la gripe aviar se va a extender “urbi et orbe”, y si no es la gripe será el Ébola o el Aedes egiptium transportando chicuncunias, dengues y cualquier porquería que al malvado de “Spectra” se le haya ocurrido el domingo a la salida del oficio, después de haber escuchado al pastor de turno, y cantar unos cuantos gori-goris.
Las de los últimos días es que si los países dependientes del precio del crudo para salvar sus presupuestos andan lloriqueando al FMI para que les deje unas perras y pagar el salario de sus políticos, y que los que aún no lo han hecho andan vendiendo sus “Matildes”, que cambiar el Rolls del jeque vale una pasta.
La cadena interminable de refugiados que llega, no solo a nuestra puteada Europa, cada vez tiene menos espacio en las teles a la hora de comer, la de los espaldas mojadas del Río Grande, ni nos enteramos, y ni falta que nos hace…¿y los palestinos?, bien gracias, como siempre, un poquito peor cada día.
A golpe de noticias para que la opinión pública se entere, y se dé por bien informada, los dirigentes van al rebufo haciendo públicas las decisiones que seguramente estaban tomadas de antemano y únicamente requerían el pequeño impulso de la aquiescencia de las redes sociales, de las encuestas de los organismos públicos como el CIS o privados como Gallup, (si aún existe) y si me apuras de los mosenes en los púlpitos, que para ganar perras extras toda ayuda es poca.
Estoy recordando hace un año, cuando nos decían que venía el coco, que la guerra entre Rusia y Ucrania iba no solo a estallar, sino que arrastraría a los demás países a una especie de cataclismo finalista, como los del malhadado 2012, donde al final no pasó nada, porque Florentino siguió siendo el “Presi” del Madrit (que ens roba), by the way.
La guerra de Siria, que iba a terminar en un conflicto global, con las intervenciones de todas las potencias, sigue enquistado como un conflicto, más o menos local, en el que ya no sé si están los aviones de M. Hollande soltando bombas apoyados por la R.A.F., o han decidido comprar petróleo al estado islámico. Ya del pollo coreano, ni se habla.
Que no hay forma que salga la cosa en el telediario, que andamos encanallados con nuestra cutre clase política, que gracias a Dios nos está dando el respiro del desgobierno, que van mejor las cosas si no se anda todo el día jodiendo con nuevas leyes para que el predio del señor conde valga un poquito más, que las letras del Tesoro están últimamente peor que las Matildes.
La Organización Mundial de la Salud, como todas estas cosas dependientes más o menos de la ONU sirve para poco o para nada, después del fiasco que les supuso anunciar a bombo y platillo que no había más Ébola, apareciendo otro caso ¡al día siguiente!, andan ahora en un intento de apechusque global con eso del Zikia, ese otro bisho malo que anda en pico de mosquitos jorobando las futuras fiestas de Carnaval, o los Juegos de Río, o lo que queda de las playas tunecinas o los cruceritos por el Nilo.
A lo mejor es que andan por las playas del mar del Norte escasos de turistas, y les vendrían bien unos cuantos millones de esos que se van a Magalluf, a morir de ginebra barata. No lo sé.
Pero a cada científico que pregunto, me dice lo mismo, que no es para tanto, que si quiero ir de vacaciones a Salvador de Bahía, o a Mogadiscio, que no me corte, y que si estoy embarazado tampoco demasiado, que las correlaciones entre las microcefalias y el tal Zika no están claras. Lo que si está claro es que la alarma la ha lanzado la OMS ¡A nivel mundial!. Hay que hacer las cosas a lo grande, y los que viven en Ulan Bator, descojonándose, seguro.
Y sigo pensando que hay gente que con esto gana un montón de pasta, que saben en qué sectores noticias como esta, o como la de Ucrania, o si se me apura la puñetera inestabilidad gubernamental española, van a tener influencias positivas o negativas, y actuar en consecuencia está chupado para ellos, al fin y al cabo son los que inventan el futuro.
Los fabricantes de condones de El Salvador se van a hacer de oro, el gobierno ha pedido a las muchachas de esa parte de Tierra Caliente, que no se queden preñadas. Supongo que dado el nivel brutal de violaciones en esa parte del mundo, se estará aleccionando a los violadores oficiales a fin de evitar que la ciudadana quede en estado de buena esperanza, ya que el crío puede salir perjudicado.
Casi prefiero que en vez de Zika, salga Zico, que metía muchos goles con la canarinha, o Zoco, que daba al Madrit (que ens roba), parte de aquel señorío que hoy ha perdido de forma tan miserable.
De los casos que abrieron portadas hace uno o dos años, poco queda, poco hay, seguimos sin saber qué pasó con el avión Malayo que se perdió en el Índico (o no). Nadie nos habla de la felicidad o desventura de los Crimeos, ni siquiera del Talgo a La Meca, que no sabemos si anda o no anda.
Lo que sí sabemos es que nuestra vieja Europa, sigue poco a poco pudriéndose, que las estadísticas que nos enseñan, tienen más trampas que una película de Jackie Chan, que la vida es cada vez más difícil, que las grandes corporaciones, han decidido no pagar impuestos, que con unas pocas y miserables comisiones a nuestros políticos (y no hablo solo de los españoles), permiten todos los desatinos vía legislación que sean necesarios, que paga menos impuestos un Amazon, un Google, un Apple, que el obrero que limpia las fachadas de sus sedes sociales.
Lo peor es que el resto de nosotros seguimos siendo clientes fieles, y cada vez más, de todos estos terribles nuevos amos del Universo. Al final, nos venden el “soma” que necesitamos, y sin esa droga de la felicidad, creemos que no sabemos vivir.
No sé cuál será el próximo intento de apechusque que alguno de estos pollos que saben, y pueden comunicar estará preparando para los próximos meses, (que de las conclusiones de Davos, bien poquito se dijo), pero seguro que nos tienen pendientes de la tele unos pocos días, conjeturando en el bar o en el club, o en el bar del club, que viene a ser lo mismo. Tomaremos decisiones erróneas con nuestros patrimonios, porque no sabremos ni de lejos toda la verdad, y seremos, como siempre un poco más pobres, un poco menos críticos y un poco más esclavos.
Malos tiempos para las clases medias, y consecuentemente para las democracias, que como todo el mundo sabe, sin esas clases, es imposible la libertad y la democracia.
Buenas noches, y buena suerte.