L’ou com balla

Hay veces que descubres que los caminos del Señor son no solo inevitables, sino inescrutables, así que el otro día me vi en vuelto por esa sensación de lo predestinado.
Andaba yo por mi Barcelona, y como siempre me he considerado menos que nadie, jamás se me ocurriría eso de ir a comprar el pan y el periódico con tal de empezar un artículo, así que yo, en mi modestia, pongo la radio, y las más de las veces, esa que pago con mis impuestos.
Y me sale un alguien que suelta, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, afirmando de la forma más rotunda, que lo que más le gusta es no hacer nada, y disponer de todo el tiempo para hacerlo.
Como “boutade” no está mal, pero cuando te viene de nuevo la frase al cacumen y te pilla en el patio del Archivo de la Corona de Aragón, y frente a ti se alza sobre el chorro de la fuentecilla del rincón, un huevo en baile eterno, sin hacer nada, y con todo el tiempo para hacerlo, “L’ou com balla”, te pones en eso de lo inescrutrable.
Porque ciertamente, “l’ou”, no hace nada, y tiene todo el tiempo para hacerlo, y mira hacia abajo, a su cohorte de admiradores que le sacan fotos con el móvil.
No voy a entrar en los simbolismos que hay tras el huevo de Pascua, que desde que google y la wilkipedia están al alcance de nuestro ratón, ahí lo encontráis todo. Pero ese “ou” seguirá allí, solo hasta que cierren el chorro y se convierta en verdadera materia prima para una buena tortilla.
Y la reflexión me vino al considerar cuantos “ous” tenemos en nuestra España, bailando encima de un chorro, que no controlan y que un día cuando no se lo esperen, que el Corpus habrá terminado, vendrá un empleado del Archivo de la Corona, y cerrará el grifo.
Se me ocurrió contar los “ous” caídos esa misma noche bajando por el Paseo de Gracia, que ya era domingo y hasta el Portal del Angel, me salieron quince, la mayoría de menos de cuarenta años, encogidos detrás de harapos, con cartel contando historias de que querían volver a casa, o que era para un bocadillo, o que ¡yo que sé!.
Demasiada gente me pareció a mí, que pensaron que lo mejor era no tener nada que hacer, y todo el tiempo del mundo para hacerlo. Mientras el chorro de agua les hizo bailar, supongo yo, pensaron que ese equilibrio podría ser eterno, pero no, el domingo por la noche, un empleado, cuando se ha ido el último turista, cierra el grifo, y el huevo trastoca en tortilla, o en juguete roto.
Me temo que en esta sociedad en la que vivimos hay demasiados huevos bailando, no se mueven del vértice del chorro que aparentemente les mantiene en un movimiento falso, y además precario, ya que es el capricho o el protocolo de una mano poderosa quien en un momento hará que se rompa ese movimiento.
Pienso también, demasiadas veces, que nuestra sociedad es también, en si misma, como uno de esos huevos, que van saltando una y otra vez, siempre con ese horizonte inalcanzable y con una sensación de movimiento constante que no es tal, pero no lo sabe.
Y así estamos, sin nada que hacer, subidos en un movimiento generado por algo extraño a nosotros, y nuestra fragilidad moviéndose en una carrera sin sentido para no salir del sitio en el que estamos hasta que no haya turistas con la máquina de fotos y se corte el chorro.
Cuántos de nosotros hemos pasado al final nuestra vida a lomos de ese chorro, sin hacer nada, y con todo el tiempo del mundo para hacerlo. Subidos en una profesión que te da de comer, pero que la mayoría de las veces no es más que el chorro que te mueve y te mueve hasta que se cierra el grifo.
Una profesión que en millones de seres humanos es algo externo a ellos, que han aparecido ahí arriba, bailando descontrolados en un patio gótico de una casa judía del Raval barcelonés, sin saber qué hacen allá arriba, o peor aún sin darse cuenta de que están ahí, que creen que están corriendo y haciendo cosas importantes, que la gente te hace fotos.
Estos días mi querida Ciudad Condal estaba sufriendo algaradas callejeras por un quítame allá ese local. Se cabrearon los anti-desahucios que les desahuciaron de un banco okupado, se cabrearon los ex legionarios, que les quitaron el Casal, se cabrearon los legisladores porque las leyes que ellos gestaban no eran legales. Y el espectáculo era patético, estaban todos saltando encima del chorro de la fuente, sin avanzar, solo arriba y abajo en su perpendicularidad, haciendo ruido para que les oyeran, para que siguieran los turistas haciendo fotos, y el empleado de la mano inexorable, no cortase el chorro.
Ya hace algunos días hablaba del inmovilismo al que está sometido el mundo, y es como si estuviésemos en ese ojo de huracán en el que hasta la mar se pone como en un plato, preparándose para saltar. Espero que sea solamente una pobre impresión mía y mi falta de visión hace que vea a nuestro mundo alejado hasta de su traslación, que parece nos han subido al chorro del “ou”, quedándonos en esta rotación errática.
Seguiré escuchando las variaciones Goldberg en esa versión para clave de Trevor Pinnock, vieja como yo, y serena como yo quisiera ser, aunque debo reconocer que cuando a mí me cerraron el grifo de la fuente en la que cabalgaba, alguien, seguro que uno de esos equipos de limpieza de patios góticos de casas judías del Raval barcelonés, me depositó en un suelo inclinado, y ahí estoy rodando, rodando, hasta la próxima etapa, que tampoco podré controlar, porque soy un huevo. Al menos no manché ese patio.
Debo, sin embargo reconocer, que una de las cosas que más admiro en los seres humanos, es cuando muestran un desarrollo personal fuera del chorro de esa fuente engañosa, y ese desarrollo es fruto de un deseo y una necesidad interior que te fuerza a ser algo diferente al “ou com balla”.
Y acabaré este aparentemente pesimista escrito, con la fantástica impresión que me ha dejado esa primatóloga, la Señora Goodall que da la receta en una reciente entrevista de como conseguir un sueño, una receta por otra parte bien conocida por todos, pero muy poco puesta en práctica.
Saber a donde se quiere ir, luchar siempre, y no cejar en la lucha nunca. Si haces eso, dejarás de bailar encima del chorro, y caminarás.
¡Pero qué difícil es hacerlo, cuando ves a los turistas desde ese falso pedestal haciéndote fotos!.
Buenas noches, y buena suerte

¡Auuuuuu!

Autómatas, autónomos, ese es el futuro, y no se sabe qué es mejor, si sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna, o por el contrario, tomar las armas contra un piélago de adversidades y haciéndoles frente terminar con ellas.
¡Auuuuuu!, el grito de aquel catalán universal, que con su narizota roja, una silla y una guitarra, hacía magia. Charlie Rivel, el genio de la Costa Dorada, también hoy habría empezado su espectáculo con el mismo aullido. ¡Auuuuu!.
Como decía un tertuliano esta mañana, muy serio él, y con todas la razones de este mundo, el magro futuro que ya está aquí, va a transformar en muy poquito tiempo, eso que llamamos clase media productiva en autómatas, y el resto de los mortales serán autónomos.
La noticia que saltaba a los periódicos, digitales ellos, claro, esta mañana, es que la empresa china Hon Hai precisión industry, Co.Ltd., fabricante de componentes para Apple y para Samsung, entre otras, parece que ha decidido sustituir a sesenta mil de sus empleados por autómatas, casi la mitad de su plantilla.
Dice el “Señorito” máximo de la compañía, que no hay que preocuparse, (el no, desde luego), que lo que se pretende es eliminar las labores automatizables y así dedicar al ser humano a labores creativas. ¡Bueno!, si él lo dice será así, que otras compañías ya lo han hecho, como las de automóviles, y la cosa ha acabado en trampas aquí, allá, y acullá, que nadie dice la verdad en eso de las emisiones, o los Bancos, que ahora con el tiempo de creatividad, se dedican a la ingeniería financiera, y la lían parda. Pregunten, en caso de que no me crean, como se siente un accionista del Popular, o de Abengoa, después de las últimas “creaciones”.
Ciertamente, las grandes corporaciones que quizás gobiernan el mundo, tienden a una máxima que es tan vieja como la existencia del Pueblo Elegido, y que dice más o menos aquello de:
Comprarás, venderás, pero jamás, jamás fabricaras, y eso es lo que hace el de la manzana mordida, que si deja de vender sus cacharrines, seguro que se monta un negocio financiero, o lidera la venta de participaciones en la extracción de minerales en Marte, por ejemplo.
El problema se lo deja al chino de la fábrica enorme, que se tiene que comer inversión, empleados, maquinaria, y como se descuide autómatas.
Ahora bien, que esos sesenta mil chinos que van a ser sustituidos por eficientísimos autómatas, van a dejar de hacer una cosa que está en la base económica de nuestra sociedad, y es ¡consumir!
Es el precio que esos líderes reunidos en Japón van a tener que pagar como se descuiden, y es que la competencia llevada hasta sus últimas consecuencias, va a cargarse la gallina de los huevos de oro, que van a fabricar el cachivache más pelotudo que pueda uno imaginar, peeero, los autómatas no usan esos cachivaches, y quien quiera comprarlos deberá pertenecer a esa parte de la población, cada vez más pequeña, que tiene trabajo. Reducción de base de mercado, se llama esa figura.
Así, que si no eres autómata, tendrás que ser autónomo, deberás tener tu propio camino, que ya las nuevas empresas, o las que se regeneran desde sus cenizas, no quieren personas en sus barcos, ellos compran servicios a plataformas digitales, y poco más. Cada vez es más frecuente lo de:
-Deje por favor su curriculum a la Empresa de Trabajo Temporal que es quien nos suministra el servicio de mano de obra. Gracias.
Shinto Abe, parece que está avisando. Esto no se ha acabado, quizás nos enfrentemos a otra crisis más profunda que la destapada por Goldman Sachs, y no le quito la razón, salvo que estamos hablando de la misma crisis, que solo es capaz de consumir, quien se siente seguro en sus posibilidades de generar riqueza personal de forma consistente, y en China hay sesenta mil menos que verán las cosas claras. En nuestro país parece que las expectativas son que el empleo temporal crezca tres veces más que el empleo fijo, con lo que la tendencia está clara.
Se compra un servicio que se llama trabajo, a través de plataformas digitales para cubrir necesidades de servicios diversos en aquellas organizaciones que lo necesiten. A partir de aquí cada uno se posicionará como crea conveniente, y el autónomo, no autómata, deberá buscar o crear plataformas, clientes, servicios, necesidades….dinero.
En esta reestructuración del mundo económico, lo que intuyo, es que los conceptos malthusianos cobran una inesperada vigencia, aunque no basados en los principios de producción de alimentos o recursos básicos que él propugnaba, si no en las necesidades de consumo superfluo que vayan apareciendo, o ya existan.
No voy a ponerme a calcular los límites poblacionales que Don Malthus puso en marcha y que gracias a Dios se quedaron como una curiosidad malsana en un rincón de la Historia, pero no estaría mal en este mundo de hojas Excel, que algún iluminado empezara a trabajar sobre proyecciones poblacionales ligadas a la capacidad de consumo, a la capacidad de creación de necesidades y a la transformación de todo eso en recursos y su reparto. Valdría quizás para una tesis doctoral. Quizás se lo proponga a alguno de mis amigos cátedros de esas cosas, que son muy resultones.
Al final, y como vengo manteniendo día tras día, estamos en una nueva era, una era que deberá destruir el mundo del pasado, para construir sobre sus cenizas el Futuro.
Lo que necesitamos ahora, es que las nuevas generaciones tiendan a ser ese autónomo que sueña con ser Leonardo, y no se centren en ser el autómata especializado para una tarea única, aunque le hayan formado para ello.
El mundo de la creatividad, no lo olvide nadie, no está en la programación correcta de sistemas informáticos, está en la cultura y en el humanismo, que humanos son los clientes sus necesidades y sus sueños, y siempre son más rentables si se sienten libres y satisfechos, que si están esclavizados.
A partir de ahí todo lo demás son servicios disponibles en plataformas digitales o en Empresas de trabajo Temporal.
Parece que nos hemos olvidado de una de las máximas de cualquier empresa con éxito, que consiste en ofrecer aquello que el consumidor demanda, y consumidor es no solo quién lo desea, si no quien puede pagarlo.
Y la gente compra menos “telefoninos”, porque no puede pagarlos tan caros, y no pide créditos para consumir, porque no tiene unas perspectivas económicas en el tiempo que le permitan afrontar la devolución de lo prestado.
¿Quién se atreve a firmar un compromiso económico por veinte o treinta años?. No lo olvidas, dependes de un trabajo que vale lo que vale el horizonte temporal del mismo. Luego, ya se verá.
El autónomo, tendrá que diseñar algo que no le haga depender de un solo cliente, deberá buscar la famosa ecuación de que el veinte por ciento de tus clientes representen el ochenta por ciento de tus beneficios, y aun así irás justito.
Buenas noches, y buena suerte

Tres días hay en el año……

…que relucen más que el sol, dicen, Jueves Santo, Corpus Christie y día de la Ascensión, y va hoy y sale la cosa nubladona, con cirros en el cielo, y a lo mejor en algún sitio les llueve y en otro lo más seguro es que quién sabe.
Pero al final, y no siendo esta una bitácora meteorológica ni devota del santoral, me veo en que quizás la astrología, esa ciencia o pseudociencia, que tampoco es una bitácora que busque la polémica gratuita, tenga la explicación de que ni siquiera las más asentadas de las tradiciones religioso paganas parece que arranquen.
Es como diría el Pitoniso Pito, cosas de las ondas hertzianas de los espacios encontraos, que seguro andamos en uno de esos tránsitos con la influencia de uno de esos planetorros lentos y que hacen que Chuchita no se decida a guiñarte el ojo, y lo posponga para otro rato, o que el mundo se aplane.
Del mundo aplanado me parece que ya hablé hace unos meses, y la cosa sigue igual, que ni el sol se decide a salir en Corpus Christi, claro, que tampoco a ocultarse del todo.
Veremos esa procesión de la España nacional católica en Toledo, espero que no se nos moje el Primado, que le destiñe la purpurina y nos deja Zocodover hecha un asco, o con las flores de Sitges, que siendo también dignas de las tres estrellas, ya no son lo que eran, que ya no es un día, que se tiran casi dos semanas, y lo que es peor ya no sale el Tren de las Flores, como si el ir por las «rodalias» le hiciese perder glamour.
Por ahí, en algún álbum familiar, debe guardarse una foto de este que os escribe subido a una Alsthom, serie 7600, la 7620, que aún era de fabricación francesa.
La máquina, engalanada con flores, arrastraba un tren de aquellos con vagones de madera, luciendo guirnaldillas y todo, cruzaba las costas del Garraf, después de haber dejado atrás los pantanales de Gavá y Castelldefels, para rendir viaje a “La blanca Subur”.
La llegada era toda una fiesta, nos recibían como héroes, con flores para las damas, banda municipal de música, pero eso sí, sin “majorettes”, que al tío Paco, allá por los sesenta no le venía nada por faldas cortitas, que Doña Pilar le enviaba a la Sección Femenina para cerrar escotes y alargar falditas.
Pero era muy chulo. Te paseabas por el pueblo, veías como acababan las alfombras, y si quedaban ganas pues te quedabas a la procesión, que el tren de vuelta esperaba un poco.
Mi padre un día compró una botella de malvasía, de esa que casi no queda, y que seguro la cultivan en San Pere de Ribas, unos carquiñolis, y pa casa, que los sueldos no daban para mucho más.
Valga todo esto para constatar que los algoritmos que gobiernan el mundo, están indecisos. No nos hemos dado cuenta que ya le han tomado la mano a este mundo, y por eso el Abe, ese primer ministro japonés que tiene nombre de tren escrito por un alumno de la LOGSE, ha decidido llevar a un templo sintoísta a los líderes del G7, para que se encuentren consigo mismo, antes de que se den cuenta que ya no son un grupo directorio, que son solo una panda de viejos boludos que se creen los amos del universo y que quienes mandan de verdad son los algoritmos conspiranoicos.
Si alguien ha estado en un monasterio sintoísta, sabrá que son verdaderos remansos de paz y de silencio, en donde la meditación no solo es posible, si no deseada. No les vendrá mal, porque además como los sintos no creen en Dios, que son tirando a animistas, que creen en el “alma” de sus antepasados, y su religión no deja de ser un camino hacia una idea difusa de Dios, no habrá problemas de protocolo.
Bueno, a nadie le repugna el culto a los antepasados, y luego ya veremos.
Los chinos no van a la reunión, ni los rusos, y lo que se exigen esta panda de “directores”, es ver como arreglamos eso del crecimiento del mundo, que está hecho unos zorros.
Que lo de China al seis y medio, los occidentales renqueando y los emergentes ahogándose, no hay quien lo aguante, que aquí parece que lo que tenemos es que ni jodemos, ni se muere padre, que nadie se atreve a salir corriendo y apañar un poco la cosa, a ver si por fin el fruto Maduro cae, o el monigote austero del calvinismo centroeuropeo se asfixia, o los brasileiros deciden bailar la Samba económica, que anclados en la Bossa Nova, (que ya anda fondona, por cierto), la cosa no se mueve casi, y van a estar medio añito mirando a ver que hacen con doña Roussef.
Mi iPod lleva más de tres meses en el taller esperando una pieza, el reloj de mi hija por ahí le anda, que nadie toma una decisión, que mientras aquí no sabemos si podemos, y el verano a la vuelta de la esquina, me veo tomando los turrones en un hazlo tú, que a mí me da la risa.
Los bancos están que trinan que con eso del coste cero del dinero, no les salen los márgenes, y además como el personal de las oficinas empieza a estar talludito, pues no va Doña Virtudes a ver a ese apoderado tan mono, ni Don Jacinto a echarle una sonrisa a la cajera, que se lían con eso de Internet, y hasta pillan préstamos en Bitcoins.
Es un sin vivir, que ya no les dejan ni poner letra pequeña en los contratos, ni contar milongas a los clientes, que luego le dicen al señor juez que no han entendido el qué de la cosa, y el pobre banco, ¡venga a hacer provisiones!.
Que ni Doña Colau puede meter en cintura a los de los desahucios ni a los de si Puc no Cup, y tiene a la ciudadanía sin poder tomarse un pintxo indepe en Gracia.
Será cosa de Neptuno, Júpiter y Plutón, que me tienen parados los planes de ampliación de la Castellana, que por cierto se me da una higa, salvo por mi yerno, que le va a costar un ¡ay! ir al curro como levanten Manoteras, pero que no se preocupe, que mientras el tránsito de Júpiter y Neptuno vaya por donde va, tendrá el atasco habitual.
Y sigue sin salir el sol, ni llegar la lluvia, que ni vino el frío, ni llega el calor, que nuestra campaña electoral, que empezará en cualquier momento. Nada hará que el tren de las flores a La blanca Subur vuelva a perder los claveles de la Alsthom serie 7600 en los túneles del Garraf, que ahora se impone la estética de Custo, que es mucho más molona, y tiran de fiestas dos semanas, y el Corpus cae en domingo, y los del G7 en un monasterio sintoísta,con los móviles y los cuerpos de seguridad personales pegaditos a ellos, no sea que un samurái del siglo XIII, devenido en ronin sienta la tentación de usar su katana para descabezar al directorio del mundo.
¡Qué Dios y los antepasados nos protejan…..pero sin prisa, que a lo mejor están descansando del siglo XX, tan movidito él.
Buenas noches, y buena suerte

Los cookies del espíritu

Hay días que uno no está para nada. La puñetera rutina, sin darte cuenta, te arrastra a cometer los pequeños errores cotidianos, que a fuerza de repetirse llegan a ser amigos inseparables, es más desde tu supuesta posición de fuerza, los miras condescendientes mientras ellos a lo suyo, a impedir que uses tu libre albedrío, que para eso están ellos, para indicarte en qué tienes que pensar, cómo tienes que hacerlo, y consecuentemente cuáles son los actos que realizarás a partir de su intervención.

Le llamo los cookies del espíritu, y ya convivía con ellos antes de que los informáticos los desarrollaran de nuevo como herramienta de mercadeo. (a qué queda cursi usar mercadeo en vez de marketing), pero es que hoy no estoy para nada.

Y mi rutina mañanera, me lleva a darle al dedo de la radio, y acostumbro a hacer cambios compulsivos de frecuencia con el dispositivo de control remoto, o sea zapping.

Aún no estoy despierto, y alguien que conozco a fuerza de despertarme con su voz, me recuerda que los túneles del Pardo tienen mogollón de tráfico, que el nudo de Manoteras está hecho unos zorros, y que los coches casi van por la acera en la Cuesta de San Vicente. Bueno, ¿y qué?, pienso yo, solidario como siempre, ese peaje ya lo pagué con creces, cruzando Cibeles día tras día camino del nudo de Manoteras, así que esperaré un rato a que la cosa se aclare, y cuando salgan los notarios a la calle, que son pocos, cogeré el coche y me iré a mi club de golf, o no.

No he acabado aún esa reflexión, que lo mismo me ha llevado media hora en duermevela, cuando una tal Esther, periodista ella, le dice al presentador de las noticias de RNE, que anda escondiéndose de la policía macedonia, creo, disfrazada con su velo y todo en un campo de refugiados que se está desmantelando por las buenas hasta ese momento, junto a la valla griega. Que quiere informar en directo de lo que pasa a las puertas de la solidaria Europa, sin intermediarios.

Buen homenaje, pienso en ese momento, a la memoria de Miguel de la Cuadra, (de la Cabra, le llamaban sus colegas de TVE, por las que liaba cuando andaba de reportero por el mundo que le tocó contar).
Aún quedan personas que se la juegan de forma vocacional, por cuatro duros, como los chicos que secuestraron en Siria, en Libia, o la periodista que ha desaparecido en las selvas colombianas.

Gracias chicos, sois grandes, y yo un cabrón que no solo no compro vuestros periódicos, sino que le doy al botón de “saltar publicidad” cuando me quieren vender unos calzoncillos de colores. Mal rollo eso del “gratis total”, las cosas deben tener su precio, que hay que dar de comer al caballo de Buffalo Bill.

No estoy para nada, ya lo he dicho, pero me parece que voy a ver cuatro o cinco anuncios de esos que te encaloman a traición los que pagan treinta euros por la crónica de alguien que se está jugando la vida, para que yo sepa de primera mano lo que pasa en mi entorno.

Pero esos cookies naturales, que antes llamaban duendecillos, siguen haciendo su labor de zapa, y yo con las defensas bajas, que no estoy para nada, y ni siquiera pienso que a lo mejor esta mañana no voy a ir a jugar al golf, que todos los días es muy cansado, debería escribir algo, aunque solo me lleguen ecos de esos politicastros con los que nuestro fracaso intelectual, una vez desaparecieron los ecos del Siglo de Oro, nos ha castigado hasta la mediocridad de nuestros días. Pero no, de esa panda no quiero ni hablar, ya tengo bastante con sufrirlos, así que utilizo el control remoto de frecuencias, y unos señores muy sesudos me ponen los pelos como escarpias.

Cierto que es sobre cosas de las que he hablado otras veces, pero que están enquistadas desde hace décadas, y en cualquier momento reventarán, pero a nadie le importa, que solo afecta a seres humanos de esos, de los que hay muchos, y consecuentemente desde el punto de vista de una economía liberal cada vez valen menos.

¡Que sí!, que no se puede mantener una población de cuarenta y seis millones de cristianos, con el curro de menos de dieciocho, y además ser competitivo a escala planetaria, tirar del consumo, y alimentar corrupciones varias.

Ya lo sabemos, los sistemas piramidales se consideran una estafa, que si falla el aporte de la base se viene abajo el tinglado, y si te pillan te pagan unas buenas vacaciones en esa colonia de la sierra madrileña tan chula y con tanto glamour que hemos montado en Soto del Real, a no ser que seas de CiU, que si amenazas con tirar de la manta, te dejan en tu pisito de General Mitre, y las vacaciones a Queralb.

Y el mayor sistema piramidal es el del sistema de pensiones español, y la base está fallando, que los dieciocho millones que pagan hoy, tienen muchos de ellos, encima tarifas “low cost”, y no se llega a fin de mes, además hay que pagar la extra. Un drama.

Los malditos cookies del espíritu, haciendo de las suyas, que antes nos decían que el dinero de España, salía por pies hacia Suiza cruzando los Pirineos, pero hoy, con eso de la globalización, la crisis, y no sé cuántas zarandajas más, parece que el dinero se escapa ¡de Europa!.

Tantos gobiernos no controlados después del susto austríaco, que casi se les cuela un nuevo superderechón, y se quedan con un verde, que lleva un canto demagógico diferente e impredecible. Que al Hollande se le suben a las barbas desde el Front National, que los británicos están que no están, y aquí no sabemos si podemos o debemos. La pasta se larga, y yo me descojono, con mis cookies espirituales.

Encima, como el dinero está cada vez en menos manos, supongo que es extremadamente fácil moverlo, como va a hacer, si le dejan, claro, mi buen amigo Marijn Dekkers, desde su despachito en Bayer, comprándo los cromos de Monsanto con estampitas que dice valen sesenta mil millones de dólares. Claro que si la cosa sigue así todo el dinero acabará un manos de uno solo, será el final de la partida de este inmenso “Monopoly” que estamos jugando, y luego ¿qué?, ¿rompemos la baraja y repartimos con una nueva?. ¡Si Don Heraclio Fournier levantara la cabeza!.

Uno que es como Mr. Chance, que parece muy leído, recuerda, que uno de los hombres más ricos que nunca han existido, siéndolo desde luego en su tiempo, ha dejado su apellido como la expresión del más monumental de los errores, “Craso error”, decimos, y los leídos saben que su soberbia y afán de grandeza una vez constatado que tenía más dinero que nadie, llevó a la destrucción de un ingente ejército romano en tierras babilónicas a manos de los partos. Desde luego consiguió la fama, pero por el otro lado. ¡Ah!, que no se me olvide, nuestro Craso venía de resolver a lo bestia un problema sindical notable encabezado por aquel líder de Comisiones Esclavas que se llamaba Espartaco….o era de “Unión General de Esclavos”. No sé, consultaré a Plutarco a ver si me lo aclara.

Así que en ausencia de ejércitos partos, cualquiera de estos “Crasos” o aspirantes a serlo, imaginan entre latrocinio y latrocinio, que realmente son los amos del universo y nos la lían más parda aún de la que tenemos ya liada.

Vosotros mismos, que con el ahorro en impuestos que me llevo por delante, al estar empadronado en Madrid me voy a tomar el aperitivo a Serrano, que siempre ha tenido un plus, y como último remedio para días en los que uno no está para nada, puede servir.
Buenas noches, y buena suerte

La explotación infantil

Surgió ayer, durante una charla escrita de esas que ahora se tienen por el guasás ese, el tema tremendo de la explotación infantil, y yo me comprometí a poner mi grano de arena en este asunto llevando a mi modesta bitácora una reflexión sobre este maldito drama.
Todo surgió cuando uno de mis queridos amigos publicó unas fotos, o un vídeo, no me acuerdo, relativo al hecho de que había en Indonesia niños de cinco años, fumadores compulsivos.
Se redondeaba la noticia con el hecho de que un par de cientos de miles de indonesios trabajaban en la industria del tabaco, y los impuestos que recaudaba el gobierno eran un aliciente suficiente para que no se pusieran medidas que impidieran el uso, o al menos lo dificultaran.
Hasta ahí bien, pero a servidora, que tiene vocación de desnucasapos compulsivo, no se le ocurre más que comentar que eso no es lo peor que puede pasarle a un niño, desgraciadamente.
Hice, para apoyar mi rotundo (por obvio) argumento, mención a la cantidad de veces que he visto con mis ojos, y de forma directa la explotación infantil.
Mencioné Joyakarta, en Indonesia, que había ido yo a ver esos mitos esparcidos por el mundo, y tocaba en esa ocasión el famoso Borobudur, y me llevaron, por aquello de que los turistas debemos conocer la cultura local a un taller donde se preparaba el pan de oro, donde niños famélicos andaban a martillazos para malear las láminas a mayor gloria del buda de turno.
Luego comenté algo aún peor, cuando llegando en tren a Calcuta, un tipejo me ofrecía niñas que había prostituído, y que andaban por las vías. Sin palabras.
Por no hablar del famoso volcán Kawah Ijen de donde se extrae flor de azufre en Indonesia también metiéndote literalmente en el cráter de un volcán activo, para bajar canastos con los kilos que puedas aguantar, desde los casi 2.900 metros de altura.
Uno de mis amigos, en esta espiral del horror, nos pasó un enlace de tu tubo, en donde se cuenta la historia de los niños danzantes de Afghanistán, los Bacha bazi,( https://vimeo.com/11352212), y se te ponen los pelos de punta al ver como hombres con dinero, van a buscar a las casas de los pobres a niños para unas fiestas en las que les visten de mujeres les hacen bailar y los utilizan sexualmente. Todo, claro, con el permiso de los padres que han cobrado su dinero por adelantado.
No olvidaré a las niñas jirafas del norte de Tahilandia, a los niños limpiabotas de cualquier ciudad en Sudamérica, a los talleres textiles de Katmandú en donde me he encontrado a niños que habían perdido parcialmente su sentido de la vista por estar literalmente pegados a una máquina de coser, o niños sembrando arroz en las montañas al norte de Vietnam, o vendedores de siete u ocho años en los mercadillos de Hanoi o Saigón.
Aunque aparentemente tratada como una diosa, el drama de las Kumari nepalíes, que son abandonadas cuando tienen la primera regla, y nadie las quiere porque no saben ni guisar, ni tienen dote.
Sin olvidar los niños mineros en Potosí, o los garimpeiros brasileños, o los que se envenenan con mercurio en Guatemala para extraer el oro de las piedras que lo contienen.
Por no hablar de Africa y lo que te puedes encontrar en las calles de Nairobi, o en los campos de Senegal o Uganda.
Claro que lo de los niños de la guerra, o los utilizados por los cárteles de droga como sicarios, no deja de ser otro aspecto de esta degradación global y secular, así como las niñas casadas a cambio de dinero, o vendidas por sus familias directamente a las mafias de trata de blancas en el sudeste asiático.
Tengamos en cuenta que en el mundo hay 250 millones de niños en situación de producción económica, un brutal 11% según estimaciones del Banco Mundial, en la franja de 5 a 17 años.
No he visto, porque no he podido ver, lo que pasa en las fábricas que abastecen los negocios de las grandes corporaciones que llenan nuestros roperos, o satisfacen nuestras necesidades de comunicación con los cacharrillos móviles, o limpian los platos de algún restaurante en cualquier sitio al que hayamos ido, pero los clientes cerramos los ojos demasiadas veces al origen de las cosas que compramos. Nadie está libre de pecado, o casi nadie. Yo no, desde luego.
Me quedo corto, seguro, porque ahora que lo pienso, en un momento de mi vida, tuve cierto resquemor hacia los niños que tenían catorce años, y entraban en el taller de turno, y cobraban su mísera semanada.
Claro que yo tenía esa edad, y mis padres con el mejor de los criterios, se esforzaron para que no siguiera ese camino, y pudiera desarrollarme de otra manera. Pero fui la excepción, que mis amigos del barrio, del Poble Nou barcelonés donde vivía, uno tras otro se hacían “hombres” delante de mis narices, y a los ojos de las chavalas de la “colla”. En ese momento, yo perdí a mi tribu de niños, que con sus duros de semanada se iban los sábados al “Raval” a gastarlo, y luego contaban sus aventuras. Quiero recordar que hasta la implantación de la LOGSE, que hizo obligatoria la escolarización hasta los dieciséis años, ibas a la fábrica con catorce, si se necesitaba en casa, o alguien decía aquella supina estupidez de que “este niño no vale para estudiar”, y esa ley es de 1990, escasamente hace 25 años, o sea ayer.
Un poco antes de que se desencadenara esta discusión (always in the British meaning of the word), estábamos hablando de lo que significaba la caída de la natalidad en el mundo occidental, y lo que podía significar el envejecimiento de Japón, sin ir más lejos, en la propia supervivencia de su raza, por no hablar de retos que debemos afrontar desde el punto de vista económico, dado que la longevidad nos lleva a unos nuevos escenarios que debemos considerar.
Y en esos escenarios de las sociedades que, como la nuestra, están en franco declive, faltan niños y sobramos viejos. Claro está que los niños que faltan tienen que ser de nuestra tribu, que si son de otras tribus, otras razas, otros colores, ya no nos hace la cosa tanta gracia. Salen los prejuicios que el miedo al definitivo declive de nuestro imperio, y a las invasiones de las tribus bárbaras, nos traen a mal traer, (nótese el homenaje velado al cine canadiense). Que los WASP calvinistas y adláteres, no están muy por la labor de que en la Inc. de turno se siente un nepalí, o un guineano, que eso de la libertad, igualdad, fraternidad, demasiadas veces queda circunscrito a los que huelen como nosotros, y con ello hay que acabar pero yo no sé cómo.
Recordad que el Imperio Romano, aceptó un Emperador bárbaro solo 850 años después de su fundación, pero hoy por hoy si quieres ser el Emperador del Imperio tienes que ser yanqui, siendo como es un país de inmigrantes….así que la cosa viene de lejos, y el prejuicio tribal sigue vivito y coleando, claro que solo son dos siglos y medio desde la independencia.
Por lo tanto mi impresión es que al final, esos niños explotados en el mundo, no son más que excedentes poblacionales a los ojos de la economía mundial, y aunque la OIT, dice que parece que hay un cierto declive en estas prácticas, la actividad de los niños, traducida al final en dinero para los amos del universo, es algo a lo que no creo que se renuncie fácilmente, que para eso están los lobbies.
Buenas noches, y buena suerte

El reparto de la Tierra

Los personajes nunca son de un solo color, y si no, pensemos un poco en el comentario del ahora caído en desgracia por posible corrupción ex presidente brasileiro Señor Lula da Silva.
Izquierdoso él, procedente de un partido de trabajadores, en un contexto del que ahora no dispongo pero que no me importa, soltó algo así como que la justicia social no exige acabar con los ricos, exige acabar con la pobreza.
No puedo estar más de acuerdo, porque también pienso que no hay mejor negocio que acabar con la pobreza en el más amplio sentido de esa palabra.
Yo he tenido la ocasión de visitar muchos de los países de este mundo, y he visto sitios en los que el ser humano que trabajaba duramente más horas de las que incluso un japonés de la posguerra consideraba razonable, no podía comer con el resultado de su esfuerzo, y en eso estoy de acuerdo con el señor Lula da Silva, el que haya ricos o no en la zona, no es relevante, lo que debe solucionarse es la pobreza.
En un estudio publicado hace nada por uno de esos organismos dependientes en alguna medida de Naciones Unidas, la famosa O.I.T. el montante económico necesario para erradicar la pobreza en el mundo, es perfectamente finito, y lo que es más llamativo está al alcance de las sociedades desarrolladas, había que invertir, que no gastar, unos seiscientos mil millones de dólares al año, durante quince años quiero recordar.
El estudio además, recordaba que pocas inversiones son más rentables que aquellas en las que están involucrados los microcréditos, o en las que se dirigen a que los niveles de las comunicaciones bien a través de telefonía móvil o de internet empiezen a ser asequibles.
Desgraciadamente hay demasiados países en los que las guerras, la dejadez, los conceptos religiosos ligados al fanatismo, han dejado el sustrato a nivel de la Edad de Piedra, y que los seres humanos andan, como aquel que dice aún subidos por los árboles.
Pero el mundo moderno está en posición de ofrecer ascensores de última generación para que puedan bajar de ellos, para que puedan acceder a la formación necesaria que les permita, de alguna forma mejorar sus estructuras productivas, algo muy fácil por otra parte, dado el nivel del que proceden. Porque no estamos hablando de hacerles pasar de la arborescencia a la Inteligencia Artificial en un segundo, sino que simplemente sean capaces de producir más de lo que necesiten, y comerciar con los excedentes, siendo, por supuesto, exitosos en ambos objetivos.
Soluciones de este tipo se están desarrollando actualmente en la India y en China, con resultados sorprendentemente positivos, con errores, corrupción mezclada, intransigencias, todo lo que se quiera, pero los niveles de pobreza se van reduciendo, ¡ah! y los de riqueza aumentando, que no creo que sea importante que el rico pase del Mercedes al Bentley, siempre que el pobre deje de vivir en la miseria, que recobre la dignidad de ser humano, y pueda tener esperanzas en el desarrollo personal y familiar, marcando él mismo, por supuesto sus objetivos vitales, que no todos quieren ser Rockefeller, yo mismo sin ir más lejos.
Las formas de llevar a cabo estas tareas, están relacionadas con demasiados factores entre los que se encuentran no solo aquellos relacionados con los sistemas organizativos de los países, sino con creencias religiosas, posibilidades de la tierra, e incluso situación geográfica.
En China, los niveles de desarrollo en los territorios uigures, no tienen parangón en el este, pero tampoco lo tienen la historia de ambos territorios, las concepciones religiosas, las tradiciones o las formas de producción y comercio, y de lo que se trata es que el ciudadano de Kashgar o el de Shangai puedan en ambos casos, y cada uno a su nivel ser parte de una sociedad en la que la pobreza esté erradicada, y las oportunidades de desarrollo individual sean lo más amplias posibles.
En otras latitudes, los incrementos en la productividad de las poblaciones que han supuesto el poder disponer de una bicicleta para sus traslados, o de una infraestructura aceptable de telefonía móvil, suponen saltos importantísimos en la calidad de vida y en la creación de excedentes de producción que pueden invertirse en mejoras de los sistemas educativos, al, por ejemplo, no ser necesario el aporte productivo de los niños a la familia, o la mejora de los aspectos sanitarios que pueden aportar inversiones en la obtención de agua potable lo más cerca posible de las viviendas.
El tener que utilizar parte del aparato productivo en el acarreo de agua, o las pérdidas que suponen para la economía del grupo altas tasas de mortalidad infantil o el impacto de la presencia de enfermedades infecciosas fácilmente erradicables, supone en términos de crecimiento porcentual, cifras posiblemente cercanas a los dos dígitos, como hemos visto en India y en China en los últimos lustros.
Cierto que hay zonas en las que el crecimiento no admite esos niveles de doble dígito, a nivel de país cierto, pero sí a nivel de ciudad, región, o incluso barrio.
¿Son imposibles los planes de recuperación productiva de regiones actualmente deprimidas con niveles de pobreza altos?
Pienso en qué debería hacer el gobierno mexicano, o el español, para recuperar zonas como Chiapas, o áreas de Extremadura o de Andalucía.
Ciertamente estos casos no son comparables entre sí, pero si son exponentes de las diferencias que pueden aparecer dentro incluso de un mismo estado, y seguro que cuando se analizan los niveles de inversión en esas zonas, y se comparan con las llevadas a cabo por el mismo estado en otras zonas, posiblemente esté la explicación en ello de la diferencia, y de eso se trata, de buscar áreas de inversión que aporten la posibilidad de que los niveles productivos de la población puedan ser competitivos.
Cierto que sin datos en las manos, intuyo que el desarrollo, por ejemplo de la provincia de Almería, al convertirse en una suerte de huerta de Europa, hubiese sido aún mejor si les hubiesen llegado más inversiones en comunicaciones que impulsaran el comercio en mejores condiciones.
Pero volviendo al Señor Lula da Silva, convendremos que lo importante es reducir la pobreza a los niveles más bajos posibles, y que las inversiones necesarias, tal y como dice ese estudio de Naciones Unidas son perfectamente asumibles por la economía mundial.
Por último, no quiero pasar de largo por el hecho de que las sociedades occidentales desarrolladas, ya tienen más “smartphones” de los que pueden atender, que los niveles de obesidad debido al sobreconsumo recursos alimenticios empiezan a ser inasumibles, que incluso, y debido a las consecuencias del envejecimiento de la población las necesidades de consumo se van reduciendo poco a poco. Y eso solo representa entre el veinte y el treinta por ciento de la población mundial.
El resto es en términos económicos, un mercado sin crear, y obviamente sin explotar. Así que la inversión para crear nuevos “clientes” del mercado de consumo, puede ser bueno tanto para los nuevos clientes como para los dueños de los mercados.
Es esta, en definitiva una corriente de pensamiento que comparto parcialmente, y a pesar de que intuyo muchas ventajas en su posible desarrollo, nunca se me olvida aquello de que “El hombre feliz, no tenía camisa”, claro que no se comían las moscas delante de sus ojos a su hijo. A saber….
Buenas noches, y buena suerte

La nueva mente del Emperador*

Tengo el libro por ahí, escrito al comienzo de la década de los noventa del siglo pasado, cuando aún se hablaba de computadores.
Aún tendrían que pasar algunos años para que el Deep Blue cabreara a Kasparov, cuando aún IBM era alguien importante. El libro mezcla filosofía y matemáticas, y tiene un título inquietante, “La nueva mente del Emperador”, de un tal Roger Penrose, que se esfuerza, en clave científica, para poder iniciarnos al mundo de la inteligencia artificial.
La primera cosa que siempre me ha gustado de este libro, es que el nivel de matemáticas que muestra para ir deslizando las propuestas me supera en la mayoría de las ocasiones sin que por ello la comprensión general del libro se resintiese de forma irrecuperable.
Y la inquietud que me inspira el título pudiera hoy a hacerse realidad, de forma que ya empezamos a darnos cuenta de que la capacidad de cálculo ligada a los sistemas informáticos ha trascendido ya de una forma que intuimos a un estadio superior y deseamos llamarla “Inteligencia Artificial”.
Porque al fin y al cabo, aunque el señor Kasparov pillara un notable cabreo cuando Deep Blue le ganó por 3 y 1/2+2 y ½, de hecho estaba delante de una máquina de cálculo, que podía siguiendo unos algoritmos más o menos complejos jugar al ajedrez, pero sin ir mucho más lejos que analizar movimientos, coordenadas, en un espacio muy concreto y para un fin muy concreto.
Para el común de los mortales, como yo, una inteligencia extraordinaria como la del señor Kasparov, había sido vencida por una máquina, aunque pensando un poco todos supiésemos que detrás había un equipo de técnicos muy cualificados poniendo sus mentes en común para establecer a través de algoritmos matemáticos unos protocolos que dieran respuesta a unos movimientos destinados a dejar a uno de los elementos en el tablero, (el rey contrario) en una situación irreversible según las reglas del ajedrez.

Mantiene el Profesor Penrose, con toda la razón, un punto primordial al comparar el cerebro humano con una Deep Blue cualquiera, y es que a pesar de ser ambos un objeto material, de uno, del cerebro, fluye algo que reconocemos como consciencia. Es decir, la máquina no era capaz, como Kasparov, de comprender el juego, no era consciente de qué estaba haciendo. Únicamente respondían sus algoritmos matemáticos a los impulsos externos provocados por los movimientos del ajedrecista.
Si pensáramos como algunos defensores de la Inteligencia Artificial pretenden, que nuestro cerebro funciona también solo con algoritmos matemáticos que aún no hemos llegado a comprender, nos enfrentaríamos a que las leyes físicas que gobiernan la materia de la que estamos hechos serían irrelevantes, y habría algoritmos que manejaran nuestras sensaciones.
Sin embargo, la consciencia surge en nuestro cerebro, que no deja de ser un ente físico, con una mecánica que aún es una gran desconocida para la ciencia actual. De esta forma, por el momento lo que si podemos es sustituir por este tipo de algoritmos y su transposición mecánica son las intenciones del cerebro, pero no podemos crear la orden consciente de forma artificial.
Lo que hoy aún nos asombra es constatar que más del cuarenta por ciento de las órdenes que se dan en los mercados bursátiles están realizadas de forma automática por sistemas regidos por los famosos algoritmos matemáticos.
Nos asombramos de que el coche sin conductor es algo que ya está casi disponible, o que los aviones realmente no necesiten pilotos, aunque no nos apetezca mucho volar en un avión sin ellos, pero todos esos mecanismos que rigen las operaciones de bolsa, o la conducción tienen aún la ausencia de consciencia, no son más que un muñeco del Tibidabo más sofisticado.
Creo que el conocimiento profundo de la fisiología de nuestro cerebro es lo único que realmente podría darnos la clave para el desarrollo de la inteligencia artificial, pero hoy por hoy lo más que podemos desarrollar son mecanicismos más o menos sofisticados pero que no son capaces de crear, de tener consciencia de los actos que puedan realizar, y consecuentemente de responsabilizarse de sus acciones.
La ciencia ficción, nos ha traído dos ejemplos fundamentales de lo que podría ser la Inteligencia Artificial, en Asimov, la inteligencia de sus robots estaba controlada por las tres leyes de la robótica, donde lo que se intentaba era evitar que el androide utilizase la supuesta consciencia en dañar al ser humano, y en Philip K.Dick, al no controlar ese aspecto, se introducían elementos de caducidad en la “vida” de los androides.
En ambos casos los autores habían diseñado sus personajes humanoides con todas las posibilidades de superar el test de Turing, que diseñado en los cincuenta del pasado siglo, intentaba que un entrevistador pudiese discernir si enfrente tenía un humano o un humanoide.
Recuerdo que en la película Blade runner sobre la novela de Philip K.Dick, al humanoide se le detectaba por la ausencia de emociones medidas en función de la dilatación o no de las pupilas del entrevistado. En definitiva, es esa emoción, esa consciencia la que aún, por desconocimiento no ha sido trasladada a los equipos mecánicos.
El título del libro de Penrose, me sugiere la posibilidad que intuye el autor de que en un futuro, el Emperador sea un ente mecánico con consciencia creativa, y eso es realmente inquietante.
La posibilidad de que las nuevas máquinas en un momento determinado puedan adquirir esa consciencia es lo realmente aterrador, ya que ignoramos qué tipo de máquinas crearan esas máquinas, o qué tipo de algoritmos diseñarán o para qué fines.
En la trilogía de Matrix, por ejemplo, se sugiere que la Nueva mente del Emperador crea una serie de programas que a través de la realidad virtual esclaviza a casi toda la raza humana como fuente de energía. Bueno, vale, como vale el que creen, como en Terminator, máquinas que intenten acabar con el ser humano.
Pero basándome en la información que manejo, y que es limitada, por el momento, nuestra capacidad creativa no ha sido capaz aún de desentrañar los secretos de la consciencia, de forma que no puede reproducirse en un ente artificial. Lo inquietante es que la consciencia pudiera darse a partir únicamente de la combinación de algoritmos suficientemente sofisticados, y sin la participación consciente del creador humano, simplemente que surgiera por una combinación aleatoria de ecuaciones, es decir como una mutación matemática no controlada.
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La robótica no es más, que el muñeco del Tibidabo pero mucho más sofisticado como ya he dicho, y aún no hemos conseguido el robot que llore con la muerte de Mimí, por tener consciencia de lo que ocurre, al analizar los sentimientos expresados por Puccini, y haciéndolos propios, desencadenar un sentimiento.
El robot podrá llorar porque un algoritmo ha relacionado “producir lágrima y cara de tristeza si te llegan los impulsos relativos al final de La Bohème, en forma de paquetes cuánticos, por ejemplo·.
Y de eso nos libramos, ya que la consciencia de las máquinas será la creación de una nueva especie, posiblemente con vida propia, pero que yo no quiero ver.
Buenas noches, y buena suerte
* Título de una obra de Roger Penrose publicada en 1989 por Mondadori(Ciencia), sobre la inteligencia artificial

Unos zapatos para caminar

Llevo toda mi vida quejándome de que si los políticos esto, que si la información lo otro, que el no se qué lo de más allá, y hoy me da en los hocicos una de esas frases lapidarias digna del mejor caralibro que me ha puesto a pensar, y bastante.
Encima el Callejo, va y cuenta un cuento de un chileno de cuyo nombre no puedo acordarme, en la misma línea de la frasecita.
Así que empezaré por el cuento resumiéndolo buenamente:
Érase que se era un sabio que estaba estudiando en su gabinete, cuando de pronto su hijo pequeño, entró con cara de querer ayudar a padre.
El padre para quitárselo de encima le propuso un juego, cogió un planisferio de una revista, lo recortó en muchos trozos, y le propuso al niño que lo recompusiera, con la esperanza que o bien no pudiera, o al menos le llevase mucho tiempo.
Aunque el niño nunca había visto un planisferio, al rato le dijo a su padre que ya lo había arreglado, enseñándoselo, efectivamente bien concluido.
El padre le preguntó, que como lo había hecho ya que evidentemente no conocía el planisferio.
La respuesta del niño hizo pensar al sabio, ya que la solución la encontró al darse cuenta de que en el dorso había un dibujo de un hombre, así que recompuso al hombre y dejó arreglado el mundo.
La frasecita, es consecuencia de este cuento, y es que es más sencillo encontrar unos zapatos cómodos que alfombrar toda la tierra. Total nada.
Y al final va a ser que es cierto, que a lo mejor debemos dejar ese antropocentrismo, que cuando se individualiza puede dar en egoísmo, que a los humanos nos encanta decir aquello de qué mal está todo, que poco me gusta lo que me rodea, que no viene nadie a resolverme los problemas, que quién fuera San Isidro labrador que venían los ángeles a labrarle la tierra, que no hay forma de pillar la Primitiva. Todo antes que una buena autocrítica, o una auditoría honesta que te diga por dónde andas descarrilado, un asesor que te sugiera un camino, y desde dentro ponerse a currar y procurar adaptarse con unos buenos zapatos al camino que tienes delante, que eso de alfombrarlo es mucho más complicado.
Cuando uno piensa que el problema es el entorno, algo desgraciadamente muy corriente, y que en demasiadas ocasiones es lo que primero se nos descuelga al coleto, intenta soluciones relacionadas con intentar modificarlo, es decir alfombrar la tierra.
Me acuerdo de uno de esos ministros prepotentes que dio el PSOE, (los del PP también dieron los suyos, que no es eso), Don Carlos Solchaga, asombrábase de que los españoles no se hubieran dado cuenta de lo fácil que era dar un pelotazo. Que él veía a muchos de los suyos y de los otros subidos al carro de la fortuna, y no sé cuántas zarandajas sinvergonzonas. Y eso es intentar modificar el entorno, con la consecuencia de que aquello que te llega con facilidad, sin la debida preparación, sin el esfuerzo adecuado, se transforma en una herramienta que normalmente no se sabe manejar correctamente, y las consecuencias no son buenas a medio y largo plazo.
Los zapatos que hay que ponerse son, como todos sabemos, los del esfuerzo y los del conocimiento obtenido solamente con esa herramienta, que la ciencia infusa produce monstruos.
Es entonces cuando el entorno será amigable contigo, cuando dominarás tu mundo, sin cambiarlo.
Nuestro entorno ha cambiado este siglo de forma importante, y los humanos occidentales aún no hemos sido capaces de adaptarnos a los nuevos condicionamientos que os está exigiendo. Ha cambiado la velocidad a la que se desarrollan las cosas, ha cambiado la forma de comunicación entre nosotros, ha cambiado hasta la forma en que nos llega la información.
Y cometemos el error de quejarnos, cuando quizás lo que debamos hacer de forma individual, que la colectiva llega por añadidura, es esforzarnos en entender dónde estamos, y desde ahí intentar buscar esos zapatos que nos permitan andar el camino por los nuevos parajes de este milenio.
Desde luego, yo no soy quien tiene las soluciones, que estas no son globales, que se deben aplicar de forma individual, en función del camino que desee cada uno seguir.
Pero si soy quien para darme cuenta que las líneas marcadas para el más de los ciudadanos son las del poco esfuerzo en el aprendizaje, y en la exigencia de que sea todo inmediato que mientras más se insista en la negación del camino que hay que seguir para obtener aquello que se desea o se necesita para la realización personal.
Y esto ahora es tremendamente importante, ya que los cambios en el entorno que nos está trayendo este milenio, son tremendos, de forma que en la elección de zapatos para caminar esos nuevos caminos estará la clave de la supervivencia, ya que no en la queja y en la llantina.
Ya seguiremos hablando de estas cosas, pero deberemos prepararnos a la irrupción de pérdidas de libertad por la desaparición del dinero contante, de forma que todas, absolutamente todas nuestras acciones relacionadas con transacciones comerciales estarán controladas, ¡buenas noticias para Don Montoro!, pero malas para nuestra intimidad.
Como mala para nuestra intimidad es la violabilidad de nuestra correspondencia, que antes era sagrada, o la desaparición de muchas de las profesiones que habrán de llevarse por delante cosas como la eclosión de la inteligencia artificial, el desarrollo de la robótica, y tantas y tantas otras cosas que tenemos en el alero.
Las formas de vida de las nuevas generaciones deberán pasar por conocimientos que estando hoy disponibles, posiblemente no entren dentro de los considerandos de sacrificio que exigirán a los individuos la adaptación necesaria para caminar la nueva tierra.
La pena es que en este nuevo siglo tenemos una ausencia de líderes morales en occidente, los caminos del pensamiento están hueros de moral constructiva, que a veces pienso que es solo el becerro de oro lo único que nos queda.
Pero seguro que me equivoco, y el Hombre está en algún punto empezando a recomponerse, porque realmente lo necesitamos si queremos reconstruir este mundo que hemos destrozado durante el último siglo y medio.
Buenas noches, y buena suerte

Las fiestas populares.

Que nadie, por favor, piense que soy uno de esos petit-maître, que si la fiesta no es en Versailles, y con Doña Suzzette haciéndote los crêpes, me pongo mohino.
No, ni mucho menos, siempre y cuando, obviamente, se discuta con un buen Borgoña, o un verre de cognac, la conveniencia o no de permitir castrati en la corte. El tema de perseguir en plan fauno ovidiano a la nueva dama de compañía de la Pompadour, puede dejarse para otro momento, una vez los negocios importantes se hayan concluido, que no todo van a ser los anhelos del Compte de Valmont.
Así, que cuando me hablan de fiestas populares, siempre me acuerdo del famoso monólogo de Gila,
-¡Me habéis matao al hijo!, pero, ¡lo que me he reído!.
Y estos días, como casi todos los del año, las fiestas populares de nuestra piel de toro rebosan vasos y bateas, que la cosa entre que estamos a mitad de primavera, entre que llega la cosecha, y que los solsticios, siempre más sugerentes que los equinoccios, sin duda alguna, y como ya se atisban en el horizonte, lo dicho, todo el mundo a la calle, que hay fiestas populares en marcha.
Una de las cosas que son coincidentes, es el protagonismo de los mozos. ¡Ay los mozos!, que los ves tirando de caballos a ver quién sube antes la cuesta de Caravaca, o a ver quién “roba” la Blanca Paloma, llueva, truene o haga viento, que eso no es algo que se discuta.
Hay que enseñar calidad genética a las muchachas, que luego llega la noche, o la amanecida para los más remolones.
Lo que más debe preocupar ahora al mocerío triunfante, es que sus sudores repletos de feromonas, con tanta gente mirando, no llegue a las muchachas, y lo que es peor, si les llega, estén distraídas con el último guasas o caralibro de esos y se pierda el efecto.
No me extraña que la natalidad ande por los suelos, esto es un sin dios.
En la capital del Reino, (por ahora), la cosa es más pacífica, que aquí, la Señá Rita, siempre ha tenido un aquel, y obviamente dos cojones bien puestos, así que bailecito en la Verbena, y cocidito familiar en la Pradera, y lo de los sudores, enseñar músculo, y fertilidad es “pa otro día”, que el San Isidro, es como el pan francés, un “bagette”.
La cosa en Almonte, Caravaca, o la Pradera del Santo, me da, que independientemente de su sentido tradicional, o de herencia de vaya usted a saber qué rito ancestral, tiene hoy un añadido, llamémosle turístico, si el palabro les cuadra, que va todo el mundo desde todo el mundo, a ver los disfraces de los oficiantes, que parece son los guardianes hoy de las tradiciones, y adoptan una actitud pasiva, viendo el espectáculo desde lejos, casi como en un documental de la dos, de esos que vemos todos los que nos sentamos delante del “plasma” tonto.
Como no soy antropólogo, ni un especialista en nada, y mucho menos en esto de las fiestas populares, solo puedo hablar de lo que veo, ora en directo, ora en forma presencial, es así que, alguna vez me he puesto el gorro de turista a ver qué coño es eso de la Procesión de Semana Santa, o de cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir, pero nunca manchándome con el núcleo de la tradición.
Y ahí va el ejemplo. Estando hace ya varios años un otoño tomándome unas gambas con Cruzcampo en el Kiosko de las Flores, oí un piiipa, parapiiiipaa, porrón, porrón, porrón, y claro a la una y media del mediodía de octubre, sin ninguna virgen conocida que fuera a ser paseada, pregunté al mushasho, que qué es lo qué es, y claro me lo explicó, con lo que caí del guindo para siempre.
-Son los de la Hermandad del Cachorro ensayando.
Acabáramos, la tradición de la fiesta popular es mantenida durante todo el año por los que de verdad la sienten, la viven, incluso haciendo de ella una forma de vida.
Y eso me lo confirmó un valenciano, miembro activo desde hacía generaciones de la Falla de su barrio, o cuando esta primavera pude deducir, al ver a niños de pañal en culo, procesionando detrás de un Cristo cualquiera por la calle de la Amargura, camino de Santa Clara hacia la Catedral zamorana.
La fiesta popular es pues cuestión de élites locales, que la mantienen, y de espectadores pasivos que miramos un espectáculo, sin entrar, en la mayoría de los casos en la entraña del asunto.
Desgraciadamente es el signo de nuestros tiempos, que tendemos a tomar las cosas en forma superficial, excepto aquello que nos concierne de verdad, (si algo), ya que demasiadas veces el simbolismo asociado a la fiesta popular nos es negado, o mejor dicho, renunciamos a él por falta de interés y de implicación.
No creo, de todas formas, que debamos pensar siempre en estos términos generalistas que estoy proponiendo, que hay fiestas, que son de reciente invención, como ese desembarque en la playa de Catoira de las hordas vikingas, aunque hagan referencia a hechos que acontecieron alrededor del final del primer milenio. Así que en este caso quizás la fiesta en vez de estar soportada por una tradición es más una atracción turística basada en un hecho histórico relativo a la visita de ancestrales turistas nórdicos a nuestras costas cuando aún no teníamos campos de golf. ¡Vaya usted a saber!.
Las que más me gustan a mí, ver desde lejos, claro, son las de San Apapucio, que con diferentes nombres se dan en todos los pueblos de España, y que coinciden con elementos tan básicamente importantes como la siembra, la cosecha, la fertilidad, y en menor medida, con el comienzo del ocaso o del renacimiento del sol, ya que esas son coincidentes en fechas, que las organizaciones religiosas del cristianismo para eso son muy suyas, que el sincretismo les viene en el DNA, y no se les escapa una sea cual sea el país a considerar dentro, claro, de su ámbito de influencia.
Esas son las del cuento de Gila, y es donde se da rienda suelta a lo que el pagano lleva dentro, aunque pasee a un santo, o salga de misa de una, que si no, el concejal de festejos y fiestas populares te echa el ojo, y Burt Lancaster la cagaste.
Y el pagano no lleva muchas ganas de sentarse a discutir sobre la influencia en Wagner del pensamiento de Schopenhauer, que lo que quiere es hacer el burro de otra forma, y ahí se pone a perseguir con saña al toro, o a tirar a la cabra desde la torre, o cualquier otra barbaridad que se le ocurra, que lo de destrozarse las espinillas en el partido de solteros contra casados se lleva mucho menos. Así, que dentro de poco se llenará nuestra piel de toro de petardos, de sangre de animales, y de algún que otro descalabrado, y es la forma que el pueblo da rienda suelta de la forma menos cruenta posible, (las hay mucho peores, de veras) a los excesos hormonales, a la influencia de la luna, a la sensación de ser dominado, por el poder político, por el laboral, y por el eclesiástico, que todo descansa sobre los mismos hombros.
Buenas noches, y buena suerte

El Impeachment

La señora presidente de Brasil tiene las horas contadas en el puesto, con lo que posiblemente se dé por terminada la presencia de una suerte de izquierda en el gobierno de ese enorme país.
Parece ser que de lo que le empezó a señalar como objetivo, fue lo que se llama la venganza del chino (recuerden el muy recomendable libro del añorado Mankell), ya que entre los senadores que a esta hora están pelando a Doña Rousseff, por mucho que lo niegue, está el recordado Collor de Melo, que tuvo que renunciar a su cargo de presidente en 1992, eso sí, antes de la votación a la que se somete Dilma, y ya muy posteriormente vio su honor restablecido en los tribunales en los que se le absolvió de los delitos de corrupción que se utilizó como excusa para su destitución/renuncia.
La corrupción de Doña Dilma, parece desde esta orilla del Atlántico, al menos confusa, ya que no se le acusa formalmente de haber metido la mano en la caja, si no de falsear las cuentas públicas, en lo referido sobre todo al desplome del Producto Interior Bruto, que parece se les ha ido más de un cuatro por ciento, sin despeinarse. Si es así, es un error básico de cualquier gerente de supermercado.
En estas cosas de la política, la verdad es que nunca se sabe cuál es la razón que subyace en las acciones que se toman, como en la justicia, que es capaz de matar en la cárcel a Capone, no por asesino, mafioso, contrabandista y lo que ustedes quieran, si no por no haber pagado los impuestos al tío Sam.
La señora Rousseff, empezó a ser “acosada”, por un juez que nunca sabremos si lo hizo “motu proprio” o empujado por aquellos, que como Collor de Melo, tenían ganas de liarla, o las fuerzas de la derechona que tras el paso de Lula creían que ya les vale tanto tiempo en el poder, a esos partidos de trabajadores, que tanto joden.
Doña Dilma, además, creo que ha demostrado, al menos cara a la galería, ciertos niveles de torpeza en su intento de intentar bloquear responsabilidades legales de su predecesor en el cargo, y posible mentor, intentando darle un cargo de esos que conllevan la sinecura de la protección contra las leyes de los ciudadanos.
La señora Rousseff parece que se va a perder la presidencia de los juegos olímpicos, en caso de que puedan celebrarse, que cada día que pasa sale una nueva pifia, un nuevo incumplimiento, y un nuevo ya veremos,. Tremendo en términos de imagen.
Y antes de que nos empecemos todos a reír, hace unos pocos años, tres o cuatro, me parece, anduve por esas tierras, y lo primero que desde el punto de vista de riqueza del país que se me vino a la cara fue cuando visité Sao Luis, en la Costa Marañense, cerca de la boca del Amazonas. Desde una muralla que abrazaba la preciosa ciudad, me dijeron y explicaron con bastante detalle, el magnífico proyecto que estaba en marcha para la extracción de petróleo en la costa a unas pocas millas. El dineral invertido en la prospección ha debido repartir entre los políticos, imagino, unos cuantos billetes de esos que se guardan un poco más al norte, en aguas caribeñas, y como en los cuentos de piratas, que si pata de palo parece que lleva más que ojo tapado, o mano de gancho, pues la liamos, que total poco hay que perder.
Mi impresión de Brasil en ese viaje, dejando a un lado los maravillosos paisajes, las bellísimas ciudades que tuve la suerte de conocer, fue bastante mediocre desde el punto de vista sociológico y económico. No sé si será la laxitud que lleva aparejada la latitud sobre la que se extiende el país, o el origen ibérico y africano de su población, pero la impresión no fue buena.
Ya iba, ciertamente, con la escopeta cargada, por la experiencia que había tenido en el ámbito profesional cuando mi compañía intentaba vender su producción en aquellas tierras, y chocaba una y otra vez con unas barreras fronterizas dignas del más sofisticado de los burócratas del Siglo de Oro, siempre con el noble propósito de proteger la industria local, claro, (en el caso que me ocupa, esa industria no existía), pero si una estructura administrativa controlada al final por el poder político.
Quiero decir, que la posibilidad de corrupción, existe con bastante probabilidad, y dejo al lector la consideración de que haga su valoración, que la existencia de una probabilidad no garantiza la existencia de nada.
A pesar de las supuestas riquezas del país, en términos de materias primas, yo volvía a casa con la sensación de haber estado en un gran país lleno de pobreza, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, y obviamente con la inseguridad que lleva aparejada, al intentar no ser atracado, o verse metido en un lío no buscado, y eso que no llegué a Sao Paulo.
Las infraestructuras deficientes, y la pobreza debida a la desigualdad social demasiado evidente, y eso que estamos hablando de casi lo mejor de Sudamérica, que al parecer, lo que han conseguido los gobiernos de Argentina y Venezuela, a caballo de sus opciones populistas va mucho más allá de lo que actualmente está ocurriendo en Brasil.
He escuchado los llantos estos días de presentación de resultados de las compañías españolas que han apostado por Brasil, al ver las caídas en los resultados trimestre tras trimestre, una devaluación importante de la divisa, y una inflación que sin llegar a las cotas de Venezuela o Argentina, están muy por encima de lo razonable en el mundo occidental.
Brasil creo que ha basado su fuerza económica en la explotación de materias primas, y no ha hecho los deberes de invertir los beneficios en el desarrollo de una industria que aportase estabilidad, error por otra parte común en los países del Hemisferio Sur.
Doña Dilma a casa, habrá movimientos en el poder, los ciudadanos seguirán sin saber realmente qué es lo que ha pasado, y mucho menos que es lo que va a pasar, pero lo que es seguro, es que están fuera de todo este movimiento, y lo que acabe ocurriendo, ni les sacará de la pobreza, ni posiblemente les hunda más en las favelas de las grandes ciudades.
Por aquí seguimos sin impeachments, pero tan tranquilos, con nuestra dosis de corrupción diaria, que aprovechando el dos de mayo, llama a la puerta de Móstoles, que seguro es un error, pero otro jueves sin que se acumule el premio.
Iba a decir, aquello de ¡veremos cómo acaba todo esto!, pero, no, esto no acaba, es el sistema, independientemente del color en el poder, del país, o del gobernante de turno.
La ilusión del ciudadano queda muy lejos, pero no sé si ya es eso lo que importa, pero vivimos en universos paralelos, el de la política y el de la ciudadanía, que esto parece aquella serie de “Fringe”.
Buenas noches, y buena suerte