El peor viaje del mundo

A lo mejor entre ellos estaba el de Shakleton con su Endurance hacia la Antártida, o el de Scott al mismo sitio, con final trágico.
Hay muchas posibilidades a la hora de decidir cuál fue el peor porque no se nos pueden olvidar los tripulantes de la Victoria llegando a Cádiz, con el bueno de Elcano al mando de unos casi cadáveres. Vamos, que peores viajes, los que quieran sus gracias, que hay para escoger.
Ya en otras ocasiones he hablado de viajes de esos que pueden ser considerados como los peores del mundo, como el que me contaba mi madre que tuvo que hacer durante la guerra civil, siendo apenas una adolescente desde Pamplona a Sevilla, en un tren que era atacado por tierra y aire, que no sabían los que pegaban los pepinazos, si viajaban de “los buenos” o de “los malos”. Pero llegaron con vida, y con una cierta dosis de humor cuando lo contaban, ya pasado el tiempo. Era un viaje de refugiados, y esos son muy malos, claro, con la familia separada y las incertidumbres que conlleva, pero al final, aquí no ha pasado nada.
No quiero pensar en el viaje a ninguna parte de los que están dejando Siria, huyendo también de una crudelísima guerra civil, de la que no son ni arte ni parte, salvo que se da a la puerta de su casa. Es el viaje del horror y de la frustración.
Shakleton, al fin y al cabo, consiguió tras dos o tres años que todos los miembros de su tripulación que quedaron atrapados en el Endurance pudiesen volver a casa, y, bueno, no pasó nada, al menos en el coste de vidas humanas que está suponiendo esa masa de refugiados que viene del este.
O del sur, que desde Guatemala, desde México, desde todo Centroamérica se juegan la vida a lomos de traficantes para intentar salir de tierras donde hay guerra contra los civiles que no pueden defenderse, que no son de ese o de aquel cártel, o no pertenecen a esta o a la otra mara de turno, que lo único que quieren es cultivar su tierra, criar a sus hijos, y morir en paz en su cabaña.
Como los del otro sur, el africano que además deben subirse en un barco, diseñado para hundirse, que así no quedan testigos, que el dinero ya lo han cobrado esas cosas que han dado en llamar señores de la guerra.
Así que en ese peor viaje, no solo atraviesan desiertos, guerras, sino que deben jugarse la vida, y perderla en demasiadas ocasiones, en pos de una vida que muy posiblemente no alcanzarán nunca, ni ellos ni sus hijos, en ese viaje que seguro es el peor del mundo.
Como lo fue, para el capitán Scott, que se creyó, por el hecho de ser británico, podría obviar las exigencias de la Antártida, y acabó muerto, con los suyos a las puertas de la salvación, arrastrado por la ignorancia que da la soberbia, que esa es mi opinión sobre la expedición de Scott, no la de un héroe con mala suerte.
Porque para héroes con mala suerte, tenemos al bueno de Ulises, al que las compañías aéreas le forzaron a “reroutings” no deseados por aquello de encontrar las mejores tarifas. Se encontró además con cantos de sirenas de los chicos de márketing ofreciendo desde internet mejores asientos, con las huelgas de los franceses, ¡cómo no!, con algún retraso por meteo, que Eolo no estaba para muchas bromas, y un par de averías, que lo de las piezas chinas al final tienen estas cosas.
Pero la sabia utilización de alguna de las salas V.I.P., a las que permitían entrar con invitados, le suavizó la crudeza de su viaje, al que luego le hemos dado todas las cargas de iniciático, y simbológico que ustedes quieran, pero lo que es, es lo que es.
Y hoy, nos damos cuenta de que uno de los países del mundo en los que los ciudadanos tienden más a escaparse, porque dentro no hay quien viva, Inglaterra, se nos pone en plan xenófobo, que no les apetece tener rumanos, polacos, o españoles en su santa isla, que parece no hacemos más que causar accidentes en Londres por mirar a la derecha antes de cruzar.
Parece les cuesta un pico eso de limpiar vísceras de extranjeros, en Oxford Street, y con las cosas como están, no hay presupuesto. Porque los que les han llegado de sus antiguas colonias, ya saben mirar correctamente antes de cruzar, que los entrenaron a cintazos los casacas rojas.
Al calvinismo le sienta fatal eso de cruzarse por la calle con subespecies humanas que no sean altos (seis pies, dicen ellos), rubios, y con los ojos claros, se admite que no sean azules, aunque los verdes les inquietan, y bloquean a los que intentan acabar el peor viaje del mundo en una tierra que esperan pacífica, al menos.
Porque lo de que se cuelan malotes, de esos que ponen bombas, como las de anteayer en Istambul, no es más que una excusa de manifiesta ineficacia, o consecuencia de un afán incontrolado de ganar dinero.
Si el calvinismo imperante quisiera, hace años que no habría guerra en Siria, que Irak seguiría con sus historias intrafronterizas, que Mr. Bush, el del ascensor del Arts, lo único que quería era la salvaguarda de sus intereses relacionados con el petróleo, que si sus soldados palmaban, o la población de aquellas tierras sufría a él se le daba una higa, su interés era su dinero.
Los extremismos en el seno del Islam, al final provienen de esa siembra que empezaron los ingleses trazando líneas a la caída del Imperio Otomano, y continuaron los yanquies queriendo controlar un mundo que no es suyo. Lo fácil ahora es llorar, y llamarlos malotes, pero si piensan que son Satán por aquellas tierras, yo al menos, me lo haría mirar.,
Y si no se hubiera robado de forma continua el tesoro de las materias primas africanas, o no se hubiesen esquilmado los campos de fruta de Centroamérica por cosas como la American Fruit Company, hoy no tendría que salir el cabestro aspirante republicano a decir que hay que poner más muros, y que los paguen los campesinos.
De la misma forma, no existiría la violencia en México, en Colombia, en media Sudamérica, si hubieran sido capaces los del Imperio en educar a sus ciudadanos en el no consumo de droga, o la hubiesen controlado de forma que no significase un negocio sin control. No aprendieron de la ley seca, e intentan alharacas publicitarias para demostrar que les concierne el problema, que están sobre él, pero que los malotes son otros…..ya pero los beneficios económicos son vuestros al final, que los pisos y los deportivos los compran en Miami y en Nueva York.
Como anécdota final, y pagando un poco este pato, que no es mío, me encontré con que el Imperio considera que soy un ser peligroso, una especie de espía malote, al menos en potencia, y me han impedido la entrada a su sagrado territorio….por haber estado hace tres años en Irán, a disfrutar de Persépolis, a ver las plazas de Isphahan, las fortalezas que son los caravasares que quedan, los pueblos del desierto, las tumbas de los grandes Daríos, Ciros, los conceptos de la religión maniquea, y la cultura de una tierra que era el centro del mundo cuando los yanquies y sus ancestros europeos aún no habían ni siquiera aprendido a sacarse los mocos.
La verdad, es que lo siento…por ellos, por ser tan cobardes que se han creído ellos mismo las mentiras para aterrorizar a sus súbditos.
Buenas noches, y buena suerte

El capitán América.

Todos sabemos que nada hay más peligroso que un salvapatrias, que es gente de dudosa estirpe, y a la que te descuidas pues eso, van y te salvan, a no ser que se equivoquen, y por un quítame allá esas pajas, te sacuden en todos los dientes con esos superpoderes que han obtenido de cualquier incidente no deseado, de cualquier guarrada en la que se hayan caído, o últimamente por un quítame allá esa mutación.
Esa mal llamada Gran Nación que se ha tornado el antro más cutre y sanguinario que nadie ha podido nunca crear, más cruel que la Roma de Calígula, ha vuelto a revivir a los superhéroes, desde ya hace tres cuartos de siglo, porque sus súbditos los necesitan.
Y todo porque aquellos héroes homéricos, de Virgilio, o de las tradiciones germánicas no se los explicaron en la “Secondary School”, cosas.
Y así se afanan en salvar a su pueblo, que primero era una Smalville, luego fue Gotham, más adelante el Mundo entero, y ya hoy, el Universo, que para qué nos vamos a andar con zarandajas.
Esto de los Capitanes América, y afines, surgen, como no, de la necesidad de calmar un poco el miedo que la estructura de la sociedad ha creado, normalmente para poder manipular y gobernar a la peña, con el menor índice posible de respuesta, discusión, o creatividad ajena. Así, que cuando no llega el presupuesto municipal de la policía, nos buscamos a un pollo vestido de murciélago, que atrapa al malo, (villano lo llaman erróneamente, ya que villano no es más que el vecino o habitador del estado llano en una villa o aldea, a distinción de noble o hidalgo), pero son cosas de las traducciones portorriqueñas, que más malotes hay en palacio que en la aldea.
Curiosamente, los superhéroes son solo americanos, de la tierra del Tío Sam, porque, al parecer, en el resto del mundo, vivimos maravillosamente sin que el capitán América nos saque las castañas del fuego, que nos bastamos solitos, o como mucho con la ayuda de la Guardia Civil, o el ciento doce. Es decir, que por aquí, no necesitamos que nos salven demasiado, así que, una de dos, o somos la releche valientes, o somos unos inconscientes que no nos hemos dado cuenta de la importancia de que nos salven, aunque se nos caiga la torre de Madrid a cambio del salvamento, que los superhéroes, son unos destrozones de tomo y lomo, y nunca sabes si llevar al malote ante la justicia, o matarlo directamente, que para qué gastar las perras del contribuyente, si ya se ve que es más que malote, justifica los daños.
Claro que una sociedad que a la hora de votar su cámara de representantes, que es el órgano legislativo, y quien teóricamente ostenta el poder, solo asiste al voto en porcentajes cercanos al cuarenta por ciento, es una sociedad que mayoritariamente ni se cree su sistema, ni lo apoya, aunque lo tema.
Pero quiero sobre todo insistir en que las sociedades que crean y admiran a esos personajes, no son más que sociedades miedosas, que no se fían de sus instituciones, y que necesitan a superpolicía, al supersoldado, al superjusticiero, porque saben que no funcionan, que no están ahí para defender sus derechos, y que a la mínima de cambio intentarán hacer en el ciudadano una injusticia, con tal de cubrir un expediente, y demostrar lo imprescindibles que son.
En el ideario de origen de la Nación de los Estados Unidos de América del Norte, había notables intenciones de crear una estructura en la que conceptos como la libertad, la fraternidad, la igualdad entre todos los ciudadanos fueran las bases de la convivencia, pero después de casi tres siglos, a lo que se ha llegado es a metas muy lejanas de esos principios, según mi punto de vista.
Empezaremos por el control que se tiene sobre sus ciudadanos, en lo que es posiblemente el régimen más policial del mundo junto con Corea del Norte. Es la herencia de Edgard Hoower, que en 1924 cambió la agencia policial que dependiendo del Departamento de Justicia intentaba ayudar al fiscal general, por una organización que se especializó en el control del ciudadano, obteniendo de él todos los datos posibles, para poder de esa forma actuar en su contra, si era conveniente a los intereses del poder.
La creación de nuevas agencias con finalidades relacionadas con el control del ciudadano, ha sido una constante, que ayudada por las nuevas tecnologías disponen del más amplio banco de información sobre ciudadanos que pueda existir en el mundo, claro para que el Capitán América les pueda salvar del “villano”, que no se trata de otra cosa.
Es al final una especie de estructura para controlar a las personas inocentes, por si algún día cambia la ley, y dejan de serlo. Vaya, el famoso Minority report, pero en serio.
Si no hubieran ganado la guerra diríamos que estamos frente a la SchutzStaffel, (escuadrones de protección), aquella fuerza política, policial, penitenciaria y de seguridad alemana, la que conocemos como SS, claro.
La segunda parte del fracaso de los fundadores, el tema de la libertad, que para grandes colectivos de la ciudadanía literalmente no existe, hoy está representada por la xenofobia que destilan no solo los discursos de demasiados prohombres, sino por la actitud de la ciudadanía aria y cristiana, de las de pastor dominical.
No hace mucho leía algo sobre Jessy Owens, el atleta que le enseñó la matrícula a los blancos en la Olimpiada de Berlín allá por 1936, corriendo en la pista del estadio olímpico.
Le preguntaban que si había sentido desprecio porque Hitler no le hubiera entregado las medallas que ganó (habitualmente no lo hacía, por cierto), y que si le gustaba su vida en Berlín.
Él dijo sentirse bien, ya que en Berlín podía subirse a cualquier autobús y sentarse tranquilamente al lado de un blanco, cosa que no podía hacer en su pueblo. No se dio cuenta que allí el problema era estudiar la Torá, la Cábala, celebrar una cena ritual los sábados, y andar circuncidado. El final era el mismo, el ciudadano que no le venía bien al ario de turno, a uno y otro lado del Atlántico, pues a letrinas exclusivas.
No voy a hablar del significado de ser negro o latino en esa Gran Nación, donde por ese hecho únicamente, tienes mucho más riesgo de ser abatido por la policía, o sentenciado por un tribunal, que si eres de los blanquitos con ojos azules, y no importa que seas americano de más generaciones y que mees Coca-Cola, el color importa, que no hay que olvidar que el Capitán América es ario.
Que encontrar un superhéroe latino o negro, es imposible, o casi, que los prefieren verdes, o con cara de lagarto si es necesario, pero nunca, nunca de esas razas inferiores que deberíamos haber eliminado cuando dejamos de necesitar esclavos para el algodón, y ahora tenemos que aguantarlos….es que no se puede ser bueno.
Otro de los grandes enemigos que tiene que enfrentar esa Gran Nación, es la caterva de “lefties” que desde la intelectualidad pueden socavar el deseo del pensamiento único que late en el corazón dirigente de su aristocracia (aristos…excelente, kratos….poder), y no hay más que ver el trato que se le ha dado a ese modesto socialdemócrata que ha intentado competir con Hilary Clinton, que hasta el Presidente le ha llamado a capítulo para que parase ya, que una cosa es que parezca que cualquier opción de pensamiento sea aceptable, y otra muy diferente que se acepte.
Hoower no consiguió acabar con los pensadores americanos, pero el sistema consiguió que el pueblo no pudiera leerlos, y mucho menos entenderlos. Quemar libros en la plaza de la Universidad Humboldt en Berlín, y llenar de telebasura la cabeza de los ciudadanos, son dos formas diferentes de conseguir el mismo propósito, que no se pueda discutir ni al poder, ni buscar nuevos caminos para que la gente viva, desarrollando nuevas vías de realización personal. El American way of life, es uno, y no es trino.
Pero el ser humano que cae día tras día en esas trampas, al final, siempre tiene ese segundo de lucidez que puede hacer más difíciles los movimientos de manipulación y los designios del poder, siente miedo del entorno en el que se mueve, y echa mano de los salvadores imaginarios, que le salvan siempre del Spectra, del Lado Oscuro, o de la Hidra de turno, con el mensaje maniqueo, pero esperanzador que obtiene a través de los cuadernillos del cómic, o del telefilm de serie. ¡No te preocupes, que si todo falla, el Capitán América está aquí para salvarte!. Es un espejismo, pero soñar delante de la tele, es gratis, está controlado, y te adoctrina.
Muchas veces, cuando pienso en el final de la Segunda Guerra Mundial, y en sus efectos, veo que la victoria militar fue americana, y ello implica, como único elemento diferenciador, que en vez de hablar todo el mundo alemán, habla inglés, cualquier inglés.
El nazismo no fue derrotado, sigue vivo, y perfectamente reconocible al otro lado del Atlántico. Lo que se consiguió derrotar a medias fue la ideología comunista, que aún sigue viva y evolucionando en buena parte de la población mundial.
Creo que los verdaderos vencedores se quedaron en la vieja y denostada Europa, en la que aún se permiten las peculiaridades, (mal vistas en el Imperio), los aborrecidos nacionalismos, o pueblerinismos, la existencia de lenguas poco útiles, cierto, pero muy gratificantes para amplios sectores de la ciudadanía.
Una Europa, en la que las ideas aún pueden circular con absoluta libertad, en la que aún no hemos desarrollado la policía del pensamiento, de la que tan orgullosa está el poder americano, ya sabéis, FBI, más NSA, más CIA, más DEA, más….y en la que todavía puede uno expresar sus pensamientos libremente, o casi, ha sido al final la vencedora de esa guerra que acabó hace más de setenta años, si por victoria entendemos, al menos, la posibilidad de pensar como se quiera y manifestarlo. Cierto que con todos los problemas e inconvenientes que las fuerzas que intentan dominar el mundo siguen creando.
Una Europa que se pelea, a las que las cosas de la economía aún no le van del todo bien, en las que todo se discute, y que acaba tomando decisiones con errores, pero con muchos aciertos también, y que, sobre todo, no necesita un Capitán América que la salve, que juzgue los hechos desde el maniqueísmo simplista, y aplique sentencias en caliente, de muerte muchas veces en el suelo de cualquier calleja de cualquier ciudad americana, a los pies de un coche de policía que debería protegerte, sobre todo si no eres ario puro.
Buenas noches, y buena suerte

¡Quiero que me devuelvan mi país!

I want my country back, grita Ms. Laurie Penny desde las páginas de una publicación (New Statment) que llegó a mi caralibro, gracias a mi amiga Pepa.
Los que me conocéis sabéis que mi relación con el Reino Unido ha sido muy extensa en el tiempo, unos treinta años de contactos profesionales diarios, y obviamente muchos personales también, entre los que se encontraban desde el más humilde de los obreros de una fábrica, al dueño de una de esas mansiones del siglo XVII, con sus campos sus perros de caza, y su historia familiar, pasando por muchas de las clases intermedias, desde pollos de la City, a trepas empresariales, emprendedores de todo tipo, profesores de las grandes universidades, lo que queráis, y así lo dicho, más de tres décadas, que se dice pronto.
En primer lugar, he querido buscar algo que me indique quién es Laurie Penny, y con alegría veo que es una mujer muy joven, y muy bien formada, posiblemente por dos razones fundamentales, la primera por su ascendencia judía (Wilkipedia), lo que en muchas ocasiones implica un desarrollo intelectual basado en el respeto al estudio, a la cultura, y sobre todo a la discusión para llegar a conclusiones que pueden ser hasta muy válidas, y la segunda por su paso por el Wadham College de la Oxford University, en donde obtiene un título de inglés, y lo refrenda con un curso de periodismo. Bien de nuevo, joven, y bien formada.
Por lo que he visto, y a su edad es lo que se espera, sus puntos de vista tienden hacia el marxismo, que han llegado a llamarla Penny la roja, y ha colaborado en multitud de medios de prestigio, ha escrito libros sobre el escenario político, y mantiene un blog al que intentaré acceder, porque son los puntos de vista de la gente joven los que me harán aprender del mundo en el que vivo, y evitarán que me acabe enrocando en una posición inmovilista que no deseo, y contra la que debo luchar.
Digamos que desde Gordon Brown, la situación del Labour party, no es la ideal, es como si la izquierda británica fuese incapaz de encontrar un leader que aglutinara las fuerzas de los desencantados británicos, que como en España, piensan que tanto nuestro José Luis Rodríguez, como su Gordon Brown, les dejaron en 2011 y 2010, a los pies de los caballos al no poder defender a la parte de la sociedad que teóricamente representan de la masacre económica que nos cayó encima.
Independientemente de los errores de unos o de otros, creo que poco hubieran podido hacer, ya que nos pongamos como nos pongamos, el poder no está en el pueblo, amigos, desde hace demasiado tiempo.
La Gran Bretaña que comenta Penny, como muy bien dice, es una utopía, es el estereotipo bonito, porque la verdad está también en los núcleos desindustrializados del norte y centro de Inglaterra, en las vidas subvencionadas de los escoceses y galeses, por no decir de los ciudadanos norirlandeses, que llevan décadas, como nuestras Andalucías o Extremaduras, sumidas en una situación de la que no saben salir, o no les dejan.
Pero claro, no podemos olvidarnos de los jóvenes bien formados, como ella, o las personas de media y avanzada edad también con formación que permite un cierto análisis de las situaciones, y consecuentemente una toma de decisiones más o menos adecuadas a la rala información de la que dispone el común de los mortales, que basan su futuro en su esfuerzo y en las expectativas que les ofrece la economía global en la que estamos inmersos.
Penny, y yo con ella, estamos de acuerdo en que no todo debería valer en política, pero evidentemente no es así, y eso lo sabemos muchas personas, independientemente de nuestro nivel de formación, y nuestra capacidad de análisis.
El grito, al final, no es si dejar o no la Comunidad Europea, si no a quién le doy el martillazo con el único instrumento que tengo a mi disposición….pues al poder, y el golpe a lomos de Mr. Roper (serie británica de los 70/80, sobre un parado británico), se lo han dado al Señor Cameron aquellos que eran Hooligans en esos años y andaban rompiendo trenes, o matando espectadores en el estadio de Heysel, y claro sus descendientes que tampoco tienen más horizonte vital que trabajos mal pagados, a los que ahora acceden posiblemente emigrantes, o la subvención estatal para tener cubiertas sus más básicas necesidades, que no ven en un gobierno como el del Señor Cameron ninguna posibilidad de que “lo suyo” se solucione,
Si Cameron hubiera hecho campaña por la salida de la Unión Europea, seguro que gana el “Bremain”.
Lo malo es que esa clase obrera sin posibilidades, no se han dado cuenta que su enemigo real no está en el gobierno, (cierto que este no ayuda), ni en la inmigración, que supone un porcentaje mínimo de la fuerza laboral, si no en la deslocalización de las industrias, o de áreas completas de las mismas, a países donde la mano de obra es más barata, y pienso en call centers en países de este, o IT en la India, que lo hacen muy bien, y por una fracción del coste laboral. Así que no, amigo trabajador europeo, (incluyo a los ingleses por el momento) tu “enemigo” no es el indio de la frutería o del taxi, sino el que desde Bombay consolida las cuentas de Mark and Spencer mientras en Europa se está durmiendo, por no hablar de la transferencia de fabricación a China.
Penny, como yo, como muchos de los jóvenes británicos que no son Mr. Roper, y que han salido de sus universidades más o menos elitistas, se han echado las manos a la cabeza, porque se dan cuenta que ha ganado el “Sun”, Telecinco, Murdoch o Berlusconi, y a ellos no les importa nada más que su negocio, aunque haya que pasar por encima de cualquier cosa que se mueva. Han llamado al voto de la víscera, de la falta de análisis porque sus medios no son The Guardian, o The Independent, ni siquiera el Financial Times, y lo que esperan es vender publicidad rápido, para ajustar las cuentas del próximo trimestre.
Ese hooliganismo (vandalismo), es quien ha llevado a la muerte a la Señora Cox, en la calle, por no ser del “equipo” de su asesino, como llevó en España a tantas personas por no ser del equipo del nacionalismo violento, pero eso no puede mover a la reflexión a quienes no han entrenado para reflexionar, y les han dado el martillo que representa un voto.
Como dice al final de su artículo, quiero que me devuelvan mi país, ese que nunca ha existido, ese en el que vive una clase alta que se pone sombreros para ir a Ascott, y que entre turistas toma el té en el Ritz, como no existe el país liberal con el que una persona formada sueña, donde las ideas y el respeto sean lo importante y las decisiones se tomen por una mayoría informada, con la cultura y los datos necesarios para poder hacerlo con el menor margen de error posible.
Ha votado, al final, una masa manipulada, como las que están surgiendo por Europa, y cuyos manipuladores ven a una importante parte de la sociedad con posibilidades de hacerles más ricos aún. (Nadie olvide que en Holanda, en Francia, en el Reino Unido, en Italia, en España, no han sido los trabajadores quienes han urdido las campañas, sino dueños muy ricos de medios de comunicación).
Mañana volverán al trabajo, como ella dice, aquellos que lo tengan, claro, se habrá elevado el nivel de incertidumbre y algo afectará al país, que seguirá flotando sobre el Mar del Norte, pero no dejarán los habitantes de zonas deprimidas de estarlo, ni los brokers de la City de ganar algo de dinero, ni de que tal o cual empresa acabe con la contabilidad en Polonia, la fábrica en China, y los sistemas informáticos en Mumbay, y la próxima vez que un Prime Minister se vea en peligro dentro de su propio partido, liará otra más parda, si cabe, que a él no le va ni le viene.
Buenas noches, y buena suerte

Vancouver

Se está poniendo este mundo de una forma, que si te levantas una mañana después de que te hayan tenido en movimiento una buena e indeterminada cantidad de horas, eso sí con los ojos cerrados, y sin posibilidad de que te orientes, como al abrirlos te dejen en una ciudad de nuestro mundo occidental, no habrá forma de que te convenzan de que la tal ciudad, la tal avenida, es original. Hay cientos de ellas iguales en todo nuestro mundo, no hay forma de discernir en los centros de las ciudades modernas, si estamos en Chicago o en París, si la calle es de Londres o de Berlín, o si el rascacielos que te han puesto delante de las narices es de Copenhagen o de Toronto.
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Las mismas tiendas, los mismos restaurantes, los mismos cafés, los mismos hoteles.
La gente vestida igual, haciéndolo mismo a las mismas horas, los oficinistas, estresaditos a las ocho de la mañana, que hay que empezar a dar lustre a la multinacional, al mediodía tomando su lechuga de tupper en el banco de la esquina, en el medio parque al pie de su rascacielos, y por la tarde al pub, al metro deprisita, deprisita, que hay que llegar a casa, y aún queda una hora de atasco, de transporte público, o de lo que sea. El jubilado en su banco del parque, si el tiempo y la autoridad lo permiten, con su disfraz de “sportman canoso”, todos al mismo paso, como el que llevamos en Madrid, o llevan en Heidelberg. Los pobres arrastrando sus cartones, después de despertar en ese recoveco de la calle principal, con el mismo carrito del mismo supermercado que usan los pobres de Barcelona o Estocolmo y con su aspecto de pobre/rico, (los del tercer mundo son otra cosa que hasta para eso hay clases).
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Las proporciones entre los locales y los que estamos de paso supongo que son casi las mismas que en cualquier otra ciudad, que aquí y allí las diferencias pueden redondearse sin alterar el balance. Eso incluye hasta la proporción de turistas ruidosos de esos que vienen desde España, que te pones a desayunar como si fueras un mochilero cualquiera, en plan world citizen, y se te sienta la lado el grupo del Corte Inglés, que no deja de tener su lado romántico.
Descubres que no has salido de tu ciudad, cuando el taxista que te lleva desde el aeropuerto, con las tarifas bien controladas, confirmas que es paquistaní, y que el camarero que te ofrece café en el desayuno es más de tierra caliente que el P.I.R., y te reconoce como el gachupín que eres, nada más olerte la colonia que te has puesto por la mañana.
El cupo de asiáticos se cumple también de forma rigurosa, incluso teniendo en cuenta el hecho de esa pequeña particularidad americana de los Chinatown. Quizás porque por estas tierras llevan más años vivendo, se les ve muy a la moda y muy monas ellas, tirando de Louis Vuitton, Chanel, o lo que haga falta, que a la hora de calzarse unos “Manolos” lo hacen sin despeinarse.
La exposición que andaba por Milán hace unos meses, ahora está aquí, y el festival de Jazz que pronto irá para nuestras Provincias Vascongadas, calentando motores y afinando las cuerdas y los timbales, que al final el do de pecho se espera en Montreux, lo más canadiense de Europa, como Vancouver es posiblemente de lo más suizo de Canadá.
Los centros comerciales con los escaparates, posiblemente diseñados por el mismo tipo para todo el mundo. Hay que mantener la imagen corporativa, que dice el bróker que atiende al señorito, que así se mantiene el valor de la compañía cuando vienen esos pollos de los fondos de inversión a ver cómo va la cosa, y compran unas acciones, sube la cotización y nuestro querido CEO vende con unas plusvalías sus opciones, que no sabes cómo se han puesto los precios de los puntos de amarre en Jean les Pins.
Esta especie de Singapore americana, ordenadita, limpita, con sus “malls” bien cuidados para que cuando llegue el invierno los que anden por aquí puedan gastarse las perras calentitos, y los jubilatas tengan un sitio para sentarse, da gusto verla. Que ahora no, pero seguro que en invierno se tienen que defender del frío, como todo el año en Singapore andan defendiéndose de “la caló”.
Los otros porcentajes se mantienen con sus iguales en el resto del mundo, más o menos los mismos metros cuadrados de parques por habitante, o por rascacielos, el estadio para que los locales vean los partidos de lo que sea igual de bonito que cualquier otro, y en el centro de la ciudad para mayor gloria del señor alcalde.
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Esta ciudad tiene la particularidad, que tampoco es tanta, de estar muy rodeada de agua y de montañas, algunas de ellas conservando a estas alturas del año restos de nieve en alturas que no parecen muy exageradas, y debe ser más baratito su puerto que el de la vecina Seattle, que aquí vienen las compañías de cruceros del Imperio para hacer los famosos cruceritos por Alaska, razón, entre otras que ande por estas tierras.
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Y por favor, que nadie entienda mal mis palabras, esta es una ciudad tan agradable como pueda ser cualquiera de nuestro mundo occidental, con el mismo estrés en las personas que la habitan, con su forma de vida que ha sido uniformada de forma implacable durante los últimos cincuenta años al del resto del mundo occidental, que lo que nos amenazaron nos haría el nazismo haciendo que todos lleváramos la misma ropa, vistiésemos de la misma manera y hablásemos alemán, ya se ha conseguido, salvo que no hablamos alemán, que hablamos inglés que es el idioma de los vencedores.
La ciudad no me dejará mayor recuerdo que otras que he visitado, ya que como he dicho sus características diferenciadoras son muy pequeñas, hasta en los precios que te encuentras en las tiendas cuando te quieres comprar algo. Todo es lo mismo.
Mañana iré en un ferry a pasear por la bonita (me han dicho) ciudad de Victoria en la isla de Vancouver, que está enfrente de la ciudad, veremos lo que da de sí, y me compro unos mocasines, o un totem de los indios que dicen aún quedan, aunque lo más probable es que estén fabricados en China, como los recuerdos que compran los chinos en Europa, que decía un salado el otro día en el “Caralibro”.
Buenas noches, y buena suerte

Vuelo al Oeste

Hoy, al subirme al avión que me llevará a Londres, he pensado un poco en los peldaños, que en el mismo aeropuerto he tenido que superar, por el hecho de que creemos que el Royaume Uni, (deux points), es miembro de nuestra Comunidad Económica Europea.
Y la verdad, es que tras dos revisiones de pasaporte, un paso de policía, y un veremos qué pasa ahora en Heatrow, cuando quiera cambiar de terminal, que como estoy en un supuesto espacio europeo, seguro que está chupado y lo hago en un ¡plis!.
He cruzado fronteras de países, de esos que llamamos del cuarto mundo, a punto de descender a regional mucho, pero que mucho más cómodos para un ciudadano, que a lo que nos somete esta parafernalia histérica de la normativa de uno y otro lado.
Y si me dijeses que gracias a esa burocracia, que a veces intuyo como inútil, los malotes no se colaban, pues aún estaría dispuesto a soportarla con una sonrisa, pero es que se cuelan hasta la cocina, y cuando la han liado parda, sale de entre las cavernas, un burócrata de tercera a decir que no fue él, que fue el de al lado, el que estaba tomando cañas, que tururururú.
Que total, ya sé que los extranjeros debemos ser controlados, sobre todo desde que “tenim inglés a l’escola”,y según sea el maestro sales con acento de Leeds, y puedes quitarle a un paquis con el sello de la Commonwealth en donde amargan los pepinos, el puesto de bobby en Chichester, con el que había soñado su familia, desde que el virrey de la India, se les vino a vivir a su castle en el Hampshire, o en el Essex, que tanto da. Parece que tengan miedo a lo que no huela a Stilton y a cordero a la menta, o no lleve el sello del viejo imperio victoriano. ¿Qué le vamos a hacer?.
Indefectiblemente, cuando en una aduana, y en estas con tradición calvinista lo hacen siempre, me sueltan el famoso ¿Qué viene usted a hacer a mi país?, mi respuesta es siempre la más veraz y afinada de todas, indiscutible por mucho que quiera el afroamericano o el pecoso de la garita ponerse digno amparándose en el paraguas de su estatus, o de su protocolo, que tanto da.
-Vengo a gastar mi dinero en su país, a pagar por el consumo que realizaré, y soportar así, con el impuesto correspondiente, el trozo de su salario relativo al servicio, que usted y otros de sus compañeros deberán prestarme durante mi estancia, por exigencia de sus leyes.
Los ciudadanos del mundo occidental nos hemos olvidado de que, en teoría, somos los amos del cotarro, es decir, los que pagamos los salarios de los funcionarios que se empeñan en tratarnos como súbditos, porque se creen escudados por un protocolo, o como el otro día comentaba, por un suplico a vuestra excelencia. Así, que cada vez que puedo si la cosa no va a pasar a mayores, y me hacen la preguntita de marras, con tu mejor sonrisa sueltas el discursito y a otra cosa, que a lo mejor lo repite el pollo uno de esos días que decide coger el chárter en Luton para ir a vaya usted a saber dónde, bonita población.
Yo no creo que a la vuelta de mi viaje, los British, hayan intentado decirnos con su voto que se van a no sé dónde, desde donde no están, pero he decidido no pasar por Londres de nuevo, no sea cosa, que hayan puesto en Windsor Castle algún aparato de esos que desvían hacia Irlanda cualquier avión que les parezca europeo. Por si las moscas, volveré por Texas, que es muy chulo, y al menos allí conozco a un tipo que parece que aún corta el bacalao, Bush padre, que hicimos un viaje juntos en el ascensor del Arts, junto con varios gorilas bien trajeados, hace ya algunas lunas, y seguro se acuerda de mí, y hasta me invita a un whisky de Kentucky para pasar media docena de huevos fritos, y un chuletón de buey, si coincidimos en el desayuno. A lo mejor no, que he oído anda el hombre muy mayor ya.
Estos vuelos a Londres son la pera, y no han cambiado en los últimos treinta años, salvo en el acento de los steward, que ahora con eso de que la compañía de bandera española es inglesa, seguro que es un plus a la hora de la jubilación anticipada la posesión de un perfecto inglés con acento de “golf course”….de Cabanillas del Campo, claro.
Si miras a tu alrededor en la clase “negocios”, te encuentras un miembro de la familia real, o alguien que se le parece mucho (hoy don Marichalar), otros días Doña Sofía y sus guardaespaldas, un CEO del IBEX, la pareja exótica, la señora con su dama de compañía, la business lady con tejanos, cara de Premio Casa de agua (Price Waterhose para los puristas) con su Excel abierto, y dos ejecutivos agresivos, que con suerte no acaban como la Mimí de Puccini.
Así, que con resignación, volveré a saludar a esa inolvidable muestra del arte británico, conocida como las alfombras sintéticas de colorines, y que se extienden con profusión entre las tiendas “más baratas que en Marruecos”, que cubren la terminales, evitaré la ingesta de cualquier tipo de producto que se ofrezca y así, espero conseguir que mi tránsito por la pérfida Albión sea algo incruento.
El tránsito por las terminales de Heatrow, eso terminales, que acaban con cualquier ciudadano paciente, de la terminal cinco a la tres, de la tres a la cutre sala de primera, que como máximo lujo tienen abierto un Mersault de mal año, que la crisis no ha terminado y si ponemos un Batard Montrachet, estos se traen el tupper, y se lo llevan a casa. El buffet, parecía la mesa del dómine Cabra:
-Coman, coman vuesas mercedes, pero sin gula, que luego han de comer los criados.
Así que no pasa nada, me ahorro el saludo, y tranquilamente me acerco al avión con una de las first más cutres en las que me he subido, a pesar de que el Airbus 380, es realmente una pasada de aeronave.
No me voy a poner pesado, me enfrentaré a la alta cocina inglesa con mi mejor espíritu, veremos qué tal salen los caldos que ofrecen, y confiaré en llegar a Vancouver con mi mejor sonrisa, intentando convencer a mi cuerpo de que la hora que cree que es, realmente no es.
Me enfrascaré en la última de Jaime Bonet, que me han dicho que es Spectral, mientras me preparan la langosta.
Buenas noches, y buena suerte

Che gelida manina….

La pobre Lucía, que no sabe por qué la llaman Mimí, tiene las manos frías, y lo dijo en público por primera vez justo acabando el siglo XIX, y hoy las sigue teniendo frías.
A pesar de que esta vez, cuando lo dijo desde el escenario del Liceo no nos lo creímos en el patio de butacas, que la soprano del telón de acero que nos lo dijo, estaba la buena mujer con una pinta saludable que puso verdes de envidia a los más de los patriarcas de las familias de “tota la vida”, que asisten a los estrenos del Liceu.
Así, y como no me voy a poner con la crónica operística, que para eso están los que saben, yo solo diré que esta vez no me emocioné, y no se me saltó la lagrimilla de rigor de después del “ahora está tranquila”, y ¡Valor! que le sueltan a un Rodolfo mitad lloroso, mitad aliviado.
Son las cosas de la crisis, hay que quererlos, pero siempre se me queda la imagen de ese personaje inocente, casi analfabeto, que en un mundo en el que no debería estar, es arrollada física y emocionalmente.
Es por una de esas razones por las que el personaje me enternece, no puedo evitarlo, sobre todo porque es un personaje eterno, o que, por lo menos, ha llegado desde su creación hacia la mitad del siglo XIX hasta nuestros días, con la misma fuerza de siempre, y con las manos heladas.
El encuentro de mundos diferentes, siempre produce víctimas y a mí ese encuentro entre lo que se dio en llamar bohemia, que no eran más que los hijos de los ricos pasando una aventura que a veces les hacía rozar la miseria ajena, pero de la que en general salían, volviendo a sus cuarteles burgueses cumplida la experiencia. Este juego siempre me ha dolido un poco.
Claro que nunca sabré si las Lucías de las manos heladas se acercaban de forma casual a estos alegres jóvenes aprendices de poco, o de nada, o era un intento de darse la oportunidad de acceder a mundos que de entrada les negaba la vida, ya que a la postre nunca sabré cuál de los juegos es más peligroso, si el de Mimí, o el de Musetta.
Han pasado ciento setenta y cinco años desde que se escribió el libro que luego dio origen a la obra de Puccini, y honestamente pienso que las cosas no han cambiado demasiado. Los juguetes humanos que se rompen por volar como Ícaro, más allá de lo que puede aguantar la cera de sus alas, son el pan nuestro de cada día, sea en la bohemia, o en cualquier otra actividad del ser humano que pueda uno imaginar.
Y lo que quiero que no se me olvide de ninguna manera, es el hecho, de que una tras otra, las intentonas de las Mimís y las Musettas por cambiar radicalmente sus vidas, han fracasado, desde Espartaco a la Revolución Francesa, y desde ésta hasta la Revolución Bolchevique, y por supuesto desde la definitiva caída del Muro de Berlín, hasta ahora. Al final el denominador común es la muerte de Espartaco, la de Mimí, y de las ilusiones y expectativas que se fueron forjando a su abrigo. Son dos mundos inmiscibles, e indefectiblemente uno ha de servir al otro, en la forma que se decida en cada momento.
En este siglo tremendo que nos está tocando vivir, parece que los amos del universo, piensan que Mimí no tiene derecho siquiera al sombrerito y mucho menos a los guantes de piel, a no ser que realmente esté a las puertas de la muerte, y entonces se le pueden prestar para la foto de “Medicina y Caridad”.
No puedo dejar de pensar en que esa cifra de refugiados que dan hoy las instituciones internacionales, de sesenta millones de Mimís, se traducen en unos cientos de sombreritos y guantes de piel para una foto de las de antes de unas elecciones, o de un referendum, o lo que sea.
La supuesta revolución en Occidente del siglo XXI, representada por grupos, que a un lado u otro del espectro político, con el común denominador del populismo fácil no nos habrá de llevar a ningún sitio, que las legiones de Craso están bien engrasadas, y por ende, nuestros revolucionarios populistas creo que están dispuestos a traicionar cualquier causa, a cambio de un sillón confortable, pero también pienso que no les falta razón, vista la experiencia histórica. La cuestión se reduce al número de soldados engañados que engrosarán las filas, a los que se les pedirá sacrifiquen vida y hacienda en aras de la gran causa superior. Al final acabarán con las manos frías, y con la muerte en los ojos buscando un “me gusta”, en el tal Facebook.
No estamos a salvo, aquella excusa que en el siglo XIX dio lo que se llamó bohemia a los hijos de ciertas clases, que salían a ver el mundo en una suerte de Erasmus poco estructurado, conocían, como hoy a los que luego serían colegas en el club de Oxford Street, pero en su aprendizaje se llevan por delante, como siempre en su vida a cientos de Mimís, que parecen haber sido diseñadas para que esos muchachotes valoren siempre la suerte que tienen de haber salido de las cunas que les mecieron.
Es cierto que en este maldito siglo XXI, estas cosas no son tan diáfanas como hace dos siglos, o quizás si, y yo no me doy cuenta. Las tecnologías que permiten ese intercambio de comunicación, las más de las veces absolutamente inane, diluyen los efectos de la fría buhardilla en las manos de Mimí, ya que con estar conectada por uno de esos engendros que llamamos inteligentes, es más que suficiente, que los hijos de los ricos solo se conectan con los que han admitido en su círculo de amigos, y si lo han hecho, ya encontrarán el momento y la forma de romperte el corazón, no lo dudes.
Seguirá pues todo sin cambiar, aunque no creo que aparezca un nuevo Puccini, y la tuberculosis no sea el hilo conductor. Ahora a lo mejor es el Zika, un video de “tu tubo”, o vaya usted a saber qué cosa nueva se lleve a la muchacha de las manos frías al otro barrio, una vez haya sido convenientemente utilizada para mayor gloria de los miembros del club de exalumnos de Harward mientras se pasean por Europa.
Espero que la próxima vez que me siente en el teatro a disfrutar de una Bohème, se me ocurran cosas un poco más amables, pero tal y como estoy viendo el mundo, lo veo difícil.
Buenas noches, y buena suerte

El bucle emocional

Sea todo por el asesinato de la diputada laborista a manos de un hombre que gritaba eso de Britain first, que me suena a Deutchsland über alles, es más, que es la traducción literal del inicio del himno alemán con letra nazi.
Pues estamos buenos, aunque nos digan que el tal asesino de Jo Cox es un enfermo mental, no deja de ser un asesino, que en ciertos ámbitos de su “tribu”, seguro es considerado hasta una buena persona.
Poca diferencia encuentro con esos “hooligans” rusos, invento inglés por otra parte, como nos recuerda Forges en su tira de hoy, que se dedican, desde su teórica “normalidad” individual a preparar encuentros violentos en aras de la lucha por una supuesta supremacía que alguien no les reconoce.
Ninguna diferencia con esos potenciales asesinos, que hace unas fechas, en Sant Andreu, bonito barrio barcelonés, agredieron a unas chicas que intentaban montar una carpa con televisión gigante y poder seguir los partidos de la selección española.
Me gustaría que mis amigos psicólogos y psiquiatras, me iluminaran un poco acerca de los mecanismos que ocurren en las sociedades humanas y en los individuos que las conforman para llegar a estos bloqueos de la razón que transforman en violentos a grupos tan grandes de ciudadanos.
Cuando en mi vida me he enfrentado a decisiones que consideraba de cierta trascendencia, llegar a un resultado siempre ha sido complicado, ya que he tenido que analizar la mayor parte de los elementos que supuestamente quedarían afectados por el proceso.
El disponer de esos elementos para soportar la decisión, no siempre ha sido una cosa fácil, es más, ha sido tremendamente complicado para mí, y al final, ciertamente el resultado solo algunas veces ha sido el esperado, aunque las desviaciones han sido pequeñas, cuando la recolección de datos y elementos de decisión ha sido la adecuada. Nada que ver con los resultados que habría obtenido actuando de forma emocional.
Creo que cuando revisamos un poco lo que tenemos hoy a nuestro alrededor, nos damos cuenta que de alguna forma, la mayoría de la sociedad ha entrado en ese bucle emocional del que hablo en el título, y que está en principio basado en dos columnas firmemente ancladas en el suelo.
La primera es la falta de una educación adecuada a grandes capas de la sociedad, lo que inutiliza a esas personas para la búsqueda, análisis y comprensión de los elementos que pueden conducir a una decisión o a una toma de posición correcta.
La segunda es una utilización de mantras perfectamente diseñados y difundidos por los medios que se consideren en cada momento más eficaces, con el objetivo de obtener reacciones de las masas de acuerdo con los intereses que en cada momento se busquen.
Como consecuencia de todo esto, nos encontramos que en la actualidad, y frente a la poca capacidad de razonar que nos queda en nuestras sociedades del siglo veintiuno, cuando las cosas toman carices que no son los que nos permiten disfrutar de nuestras zonas de confort, tendemos a quedarnos con los estereotipos más cómodos, a lomos de los líderes más zafios, que saben cómo hacer conectar nuestra parte de tribu gregaria a sus intereses.
Decía el otro día, hablando de debates, lo fácil que era transmitir mantras a gente entrenada en los griteríos de Doña Belén Esteban y similares, y lo fácil que está siendo que un profesor universitario deje a la peña boquiabierta hablando de la “Ética de la razón pura”, cuando la boca abierta se te queda al constatar, que lo mas probable es que sus oyentes no tuviesen ni idea de que les hablaba solo de un apendice de una de las grandes obras de don Manolito.
Esto, que puede ser bien un desliz del orador, que a lo mejor hizo incluso su tesis doctoral sobre la Crítica de la razón pura, y su influencia en la inmortalidad del alma del cangrejo de río americano, puede ser también un intento de epatar a la ignorancia, o de provocar a quienes conocen la obra del tío Manolo, y como yo, tenderemos a rasgarnos las vestiduras.
Que al final es como todo en esta sociedad de la información desinformada, que cuando una campaña publicitaria, no la entiendes, o no te gusta, es que no está diseñada para el nicho del mercado en que estás ubicado.
Los desarrollos de los populismos en este siglo XXI, tienen una relación directa con la forma en que la sociedad ha sido adoctrinada desde la escuela, ya que son muy pero que muy pocos los británicos que han analizado los datos de inversión procedente del resto de Europa, o que han analizado el número de trabajadores comunitarios que hay actualmente en el Reino Unido, y van a tomar decisiones basadas en muchos casos en el titular que algún grupo de políticos les ha lanzado.
Les han hecho “supporters” de los “Reds”, y tiene garantizada la sumisión, el “you’ll never walk alone”, sea cual sea el dato que de forma neutral les ofrezcan desde otros ámbitos, para ser analizado y poder de esa forma utilizar el bucle racional, en vez del emocional.
El maniqueísmo intelectual que ha alcanzado esto que llamamos sociedad de la comunicación, es asombroso. Todo se reduce a utilizar el impulso emocional, el “me gusta”, “no me gusta”. No hay más análisis ni consideraciones, hemos reducido el espectro cromático al blanco y al negro, no hay más opciones.
Así, que los populistas, los creadores de hooligans lo tienen fácil, aplicas recetas sencillas para abordar problemas complejos, pones el titular que espera tu clientela diana…..y ya eres rey de algo, un Trump, un Iglesias, un Beppe Grillo, que en general son líderes, como Hitler, con bases intelectuales al menos discutibles, pero con la capacidad de transmitir esos mensajes sencillos que destruyen más que construyen, y que en ocasiones acaban con el diseñador, con el líder.
Y quiero incluir en todo este marasmo populista que se nos echa encima, fruto de la falta de formación humanista, de la capacidad de análisis de los hechos que puedan afectarnos, y del adoctrinamiento maniqueo del me gusta, no me gusta, la opción de los nacionalismos, y empezaré por el que más puede afectar a un “golfer, as I’m”.
Como salgan los ingleses de Europa, y me importa un carajo lo que hagan, por cierto, vamos a ver cómo reaccionan los escoceses que al final decidieron seguir siendo súbditos de su Graciosa Majestad, o los del País de Gales, por no hablar del Norte de Irlanda donde los hooligans católicos y protestantes ya saben qué es eso de romperse la crisma cuando la Orden de Orange desfila por los barrios católicos de Belfast….”You’ll never walk alone” .
Desde luego, no se me olvida el “Madrit ens roba”, o los gritos de la Liga Norte…napolitani…colerossi.
Al final, todas estas malditas intentonas de conducir a los miembros de las tribus que llamamos mundo occidental, ahora que nos están sacando de nuestro espacio de confort, por la extensión mundial de la competencia, hace que veamos nuestro futuro cada vez con más incertidumbre, nos conducirán a un partido que espero incruento, entre hooligans emocionales, y el racionalismo quedará circunscrito a ciertas elites, que posiblemente acaben ganando al final ya que serán los que les vendan las cervezas, las camisetas…..y las armas, si es necesario.
La libertad de la humanidad seguirá cautiva, y como aparece en la definición de esta bitácora, “Sapientia sola, liberta est”, lo demás es asesinar a una diputada laborista, porque te han dicho que no es de tu equipo.
Buenas noches y buena suerte

Desde el Imperio

Las noticias que nos llegan desde el Imperio deben siempre hacernos meditar, que luego nos quejamos de que no somos capaces de entender esta o aquella pifia que nos hacen en Chamberí, por nombrar un sitio cercano.
Del Imperio, nos ha llegado, que el Secretario de Estado, el señor Kerry, ha conseguido, y ya me gustaría saber cómo, que el mono corroncho venezolano,(que decía el Herrera), diga que está dispuesto a retomar las relaciones con el Imperio, al máximo nivel diplomático.
Esto no tendría nada de interesante, salvo por unos detalles que a mí me han llamado la atención.
El primero es que el Señor Kerry, le ha dicho al ex conductor de autobuses que preside el país, lo de presoak kalera, y deprisita.
Lo segundo que eso de no aceptar que se realice un referéndum para una posible destitución del señor Maduro, no se le tolera, o al menos no le parece bien al representante del Imperio. Cosas.
El tercer punto que lanza el señor Kerry, es que arregle el maldito tema de los suministros básicos a la ciudadanía, que parece, según informaciones no confirmadas por mí, no hay nada en los supermercados, ni dinero para comprar, vamos, que los ciudadanos andan pelín fastidiados.
Por último, el Señor Kerry, le recordó a Venezuela, en la persona de su canciller, la Sra. Rodríguez, que está muy feo que no se permita una mínima libertad de expresión en el país bolivariano.
Ni entro ni salgo de esta historia, que ojalá les salga bien a todos, pero dejando a un lado el cabreo que en público mostró la señora Rodríguez, la reacción ha sido la aceptación de las tesis del Imperio, y de forma inmediata abrir vías de diálogo para establecer intercambio de embajadores.
Claro que por otra parte, el hecho de que el Imperio considere que en Venezuela el cuento de que hay una democracia no se lo crean, puede suponer la salida de Venezuela de la OEA, y es lo que les faltaba, para quedar perfectamente alineados con Corea del Norte y Cuba…(que por cierto da muestras de retorno al redil.
Veremos como acaba esta batalla, que se inició hace poco con la retirada del encargado de negocios venezolano en Estados Unidos, por comentarios mucho menos agresivos que estos últimos del Señor Kerry. ¡La cantidad de cosas que nos perdemos, de esas que se cocinan con la puerta cerrada!.
La siguiente cosa que me ha llamado la atención, procedente del Imperio, es la noticia del tiroteo de una discoteca gay, llena de latinos portorriqueños en su mayoría, por un americano, bien que procedía de Afganistán. ¡Vaya mix, amigos!
No es nada fácil, para mí, entender la sociedad americana, a pesar de que uno de vez en cuando lee libros de Ford, de Chandler, de Steinbeck, y hasta de Faulkner. No lo es, a pesar de que he trabajado para ellos, (nótese que no digo “con ellos”), durante muchos años, y es que eso “del americano”, no existe.
Los portorriqueños, que acaban de declararse en bancarrota, como unos griegos cualquiera, por un quítame allá 426 millones de dólares, vuelven como en los viejos tiempos de West Side Story, a querer vivir cerca del Hudson, pero hoy ya no hay quien pague eso, y tienen que buscarse alternativas en esa América profunda donde parece que solo pueden vivir los que nos son blancos del todo, los que no son protestantes del todo, los que no son calvinistas del todo…y claro, pasa lo que pasa.
Que eso de los Estados Unidos de América, no deja de ser un invento de las clases bien formadas de la Inglaterra del XVIII, y que tuvo un fácil arranque en la ocupación de los territorios que se necesitaron en ese siglo y en el siguiente. Todos con la misma religión, todos con la misma cultura, todos con el mismo idioma (cierto que con matices en cuanto al acento, que no se puede tener todo), hasta que necesitaron mano de obra para que esas elites fundacionales pudieran cultivar el algodón y tener las calles y las casas limpias. Ahí es cuando la cosa se les fue de madre.
Traen eso que hoy se llama afroamericanos, para que cultiven los bolsillos de los blancos en sitios como Maryland, Virginia, Alabama….y los muy desagradecidos, van, se reproducen y empiezan a pedir derechos, y hasta consiguen llegar a la Casa Blanca.
Pero estos chicos, ya no son calvinistas, que sus creencias son otras, que su forma de ver la vida es otra, y el encaje es, digamos dificultoso, hasta hoy.
Ya en el siglo pasado, empiezan las llegadas “latinas”, que tampoco encajan muy bien en los club de golf, ni en los puertos deportivos de Nantucket, a no ser que vayan de caddie, o de marinero, que hay que llevar las bolsas de palos, y baldear las cubiertas. Han servido para cosas tan bonitas como el mencionado West Side Story, y para llenar de color los Grammys, que los afroamericanos les regalaron la Motown y el Jazz, y los latinos la salsa y a Julio Iglesias.
Los paquistaníes se hacen con el taxi de Nueva York, y estirando de familias y familias, se te cuelan hasta los afganos, los integristas de la religión que sea, que los hijos de los chinos que hicieron llegar al Pacífico el ferrocarril, decidieron encerrarse en sus Chinatown, y no dar la lata.
Así que la matanza terrible de la discoteca gay en Orlando no sabemos muy bien a qué se ha debido, porque la mezcla de circunstancias es tremenda.
El afgano, musulmán él, mató infieles, pero infieles con una orientación sexual muy determinada, con un origen étnico muy definido también, y con unos principios religiosos, posiblemente muy cercanos al monoteísmo cristiano. Además lo hizo, utilizando las facilidades que su nacionalidad americana le otorgaban, es decir, un buen entrenamiento en el uso de armas debido a su profesión, y una disponibilidad de ese tipo de material, que gracias a la segunda enmienda, existe en Estados Unidos.
Que nadie olvide que esa segunda enmienda, que parece sagrada para buena parte del pueblo americano, tiene su origen en la falta de recursos del estado naciente que no podía defender adecuadamente a sus ciudadanos, así que les permitía disponer de armamento supuestamente defensivo.
Las consecuencias de esa mezcla, ha sido terrible, y más terrible aún, si cabe el hecho de que nunca sabremos si fueron asesinados por su condición sexual, por su origen étnico, por sus creencias religiosas, o por un acto de guerra de alguien que en un momento determinado se sintió soldado del profeta y actuó contra el Imperio del mal. Ya nos dirán.
La última noticia que quiero comentar, es terrible también, y desde mi punto de vista la peor, ya que creo era muy evitable.
Al parecer un niño ha sido muerto por un cocodrilo en un parque temático de Disney, también en Orlando dos días después de la masacre de la discoteca.
He leído algunas versiones de diferentes medios y al parecer, el crío jugaba en el borde de la laguna cuando fue arrastrado por el cocodrilo, a pesar de los esfuerzos de sus padres y de un socorrista.
Finalmente, el niño apareció ahogado e intacto.
La existencia de estos animales en Florida, y en general en el Caribe, es absolutamente normal, que algún encuentro he tenido en las charcas de los campos de golf de la zona, al ir a recoger la pelotita que se había ido al agua, y encontrarme con un bicharro de estos tomando el sol en la orilla.
Las diferencias bastante claras, era de día y en Orlando era de noche. Soy mayorcito, y sé que significa un caimán, así que con no acercarte es suficiente, y a las mal dadas un palo de golf es un arma muy contundente.
La policía que actuó en el Resort de Disney, encontró y mató otros cinco animales cuando estaban buscando el cuerpo del pequeño, y las autoridades locales y los directivos del complejo comentaron que no son habituales los ataques a personas en el recinto. ¡Faltaría más!
Con todo esto, quiero decir, que desde mi punto de vista, sin haber corrido mucho, parece que presuntamente cierta negligencia hay por parte de quien dio los permisos para la construcción del parque en zona con este tipo de animales, donde además van niños con sus familias a relajarse y esperan cierta seguridad, y por parte de los gestores del complejo.
No parece que hubiera ningún aviso, como en las playas de Recife, de ¡no bañarse, peligro de ataque de tiburones toro!, o ¡cuidado cocodrilos, no acercarse al agua!.
El caso es que un crío ha muerto, en un complejo diseñado para ganar dinero, a la forma calvinista, y poner esas cosas a lo mejor quita clientes, o patrullar el lago para retirar a zonas sin peligro a los caimanes, cuesta una pasta.
Supongo que la justicia actuará, y espero que si ha habido negligencias las paguen los responsables institucionales con lo que más les duele y es con dinero y con restricciones futuras en cuanto a la explotación del parque para evitar este tipo de sucesos, que la familia parece que viene de Nebraska, son rubios y tienen los ojos azules.
Buenas noches, y buena suerte

No paso del asunto

Ayer, a eso de la una de la madrugada, un buen amigo hizo un comentario acerca de la decepción que le produjo cierto programa de televisión que se emitió en eso que se llama “prime time” bloqueando buena parte de las emisiones televisivas, ya que afectó al parecer a varias cadenas, y a algunas emisoras de radio.
Empezó a las diez….y la cosa suena al “parte” de tiempos ¿pasados?, y por lo visto duró la cosa hasta la una. Bueno, con su pan se lo coman.
Mi amigo, a un comentario mío de que preferí la opción Marlowe, que Chandler es más distraído que el “parte de las diez”, me dijo, sin acritud, cierto es, que la mía podía considerarse una situación pasota, y que de lo dicho durante ese espectáculo televisivo iban a depender cosas como la educación de nuestros niños, la calidad de nuestra sanidad, o el recibir un subsidio de jubilación, cuando cumpliese la cosa.
Me temo, que desgraciadamente, es una opinión muy extendida entre la ciudadanía occidental, el que los políticos locales tienen realmente influencia en lo que luego va a pasarles a los ciudadanos, y yo seriamente discrepo de esa posición. Creo que a lo único que aspiran es a un salario público durante cuatro años, y vivir cerca de una caja llena de duros.
Los seres humanos tenemos la tendencia tremenda, de responsabilizar a otros de nuestras carencias, olvidando nuestro protagonismo a la hora de diseñar y realizar nuestro plan vital, así, nuestro futuro depende en buena medida de la calidad de nuestros actos, de las decisiones que tomemos en este o aquel momento de nuestras vidas, no en el movimiento que haga el político o el partido de turno.
La política, no alcanza más que al redondeo de los céntimos, aunque se nos haga creer que su importancia es infinitamente mayor de lo que es.
Como no creo en casualidades, pienso que esos “debates” que protagonizan durante el año todas esas personas gritonas e insultonas que aparecen en las televisiones que se difunden por este nuestro país, no son más que un entrenamiento para que cuando salgan los supuestos líderes sociales no nos alarmemos demasiado, cerremos el plasma tonto, y nos pongamos a leer a Chandler o a ver “À bout de souffle” que siempre ha sido algo muy progre, y lleva aparejado ese aire pesimista que acarrea el destino ya escrito, vamos, que lo que hay, es lo que hay.
Una de las mejores cosas que tiene nuestra situación político-administrativa actual, es el tamaño del boletín oficial del Estado, que se lee en un plis, y que las subvenciones a esto a aquello y a lo otro, no hay forma de sacarlas adelante.
Y los ciudadanos tan felices, que mientras menos se inmiscuye el Estado en nuestra vida, mejor para todos. Lo he dicho muchas veces, tenemos leyes de sobra, solo falta aplicarlas, dejando a los profesionales, a cada uno en su área, sea esta cual sea, un ámbito de actuación que les permita dar lo mejor de si mismos.
Los márgenes de las opciones políticas que se presentan, son tremendamente limitados, ya que nuestro encaje en el mundo occidental tiene unos condicionamientos muy marcados, que se exageran una vez que debes someterte a la estructura de la Unión Europea.
Y nosotros, los de a pie, que hace siglos no somos ciudadanos, por mucho que nos creyésemos que la Revolución Francesa había cambiado el mundo, no tenemos ninguna posibilidad de cambiar las cosas, que las grandes verdades que la literatura nos ha legado, como la del Conde Salinas, de que debe cambiar todo para que todo siga igual no acabamos de creerlas, y así nos va.
Quiero recordar cosas como que el dinero que manejamos, no está controlado por nuestros gobernantes, que la ley financiera, las normas de circulación, las que afectan a nuestros alimentos, a los productos farmacéuticos, al diseño de aeropuertos, control de nuestro espacio aéreo, de nuestras costas, del diseño de nuestro ejército….tampoco, que sobre eso prácticamente nada se puede decidir.
Si, quizás, algo se pueda hacer con la calidad de algunos servicios desde el punto de vista del rendimiento del capital invertido, en áreas como educación o sanidad, pero poco más.
Que no podemos abrir nuestras fronteras de forma indiscriminada a la inmigración, que se nos echan los vecinos encima, que no podemos tener un pepino nuclear por si los portugueses nos chinchan demasiado con lo de Aljubarrota, que no nos dejan, como no les dejan a los catalanes poner una estelada en Montpellier por mucho que lloren.
Así que si a la hora del parte, del adoctrinamiento diario, me niego a disfrutar de la versión de Belén Esteban con barba o con coleta, no estoy pasando de nada, simplemente me estoy defendiendo, que lo que tengo que hacer el día de las elecciones ya lo sé, y para ello, simplemente he tenido que analizar un poco, la historia de los últimos diez años. Es suficiente, incluso teniendo en cuenta lo pobre de la información que manejamos, realmente no necesito conocer el color de la corbata de este o aquel, ni si se ha peinado o no. Mi opinión está formada, y no por sus palabras, sino por sus hechos, o al menos por lo que he percibido de los mismos, que seguro no me enterado del todo, pero mi nivel de percepción y entendimiento es el que es.
Las decisiones importantes, las que realmente nos afectan, se toman muy lejos de nuestras costas, me temo, que a lo mejor no, que estoy equivocado, y que la casa de Alba y Medina Sidonia tienen mucho que decir aún, pero esos no estaban en el debate.
Tampoco estaban las empresas más importantes de nuestro querido IBEX 35, comentando como nos iban a subir la luz, el gas, y el teléfono, a base de liar la factura, inventarse servicios que ni hemos pedido, ni usamos, pero que se cargan de oficio. Tampoco aparecieron nuestros banqueros, a contarnos cuál iba a ser la forma en que nos iban a fundir a comisiones, ahora que es más barato tener los duros en faltriquera que en depósitos.
Y esas son las cosas, que sin darnos cuenta afectan de verdad a nuestras vidas, pero esas no se debaten, no salen en el parte, ya están decididas.
Saldré a lo mejor dentro de un rato a dar una vuelta, pero claro, no podré tomar el metro, ni el tren, ni en Madrid ni en Barcelona, y si quiero ir a Londres o a Munich, tampoco podré coger el avión con normalidad, y eso no se debate, simplemente es un inconveniente para el ciudadano….¡se siente!, que los del debate tienen coche con chófer, y escolta con sirenas… de por vida, al parecer, ¿verdad señor Bono?.
Asi, que si llegas tarde al curro, te aguantas, y rezas para que tu señorito no se cabree y te ponga de patitas en la calle, pero eso no se debate.
Es por eso que prefiero las aventuras de Marlowe, o de Sam Spade, que arrastran ese cinismo de siglos siendo siervo de la gleba harto de ver como sus amos se quedan con la rubia angelical, que al pobre Sam Spade, le dejaron solo a la Flaca.
Buenas noches, y buena suerte

El final de una guerra

Enrique Lister se presentó a unas elecciones en representación del Partido Comunista Obrero Español, tenía unas oficinas en la calle Embajadores de Madrid. No recuerdo si fue la primera o la segunda vez que fuimos llamados a votar en la que hoy llamamos democracia.
Creo que saco entre siete y ocho votos, desde luego nada significativo, y su formación acabó en la que luego se llamó Izquierda Unida, o algo así.
Le oí hablar defendiendo su posición política una o dos veces, y me pareció estar escuchando a un T-Rex, pero fosilizado, y meditando sobre el tema me alegré de que se cerrara de alguna manera aquella época de la Guerra Civil que tanto daño nos hizo.
A mí me pareció en aquel momento, hace casi cuarenta años, que se había cerrado el siniestro libro de aquella guerra fratricida, y desde luego parece que me equivoqué, que salió el peor presidente de los que hemos tenido en España, y resucitó el muerto.
Digo esto, porque ayer cerca de donde tenía su sede el PCOE, en el corazón de Lavapiés, asistí a la representación de un trabajo teatral basado en la obra de Max Aub sobre la guerra española.
En la pieza teatral, hablaron de Lister, de pasada, pero con cierta amargura, bien porque no supo controlar el cuerpo de ejército que mandaba y que fue perdiendo en Madrid y en Aragón, saliendo luego por pies, desde Elda hacia Moscú.
En cualquier caso, Lister me importa muy poco, de hecho, lo que me anima a escribir estas líneas, es que la representación del Laberinto mágico me hizo sentir que el drama de los acontecimientos desde la proclamación de la Segunda República, hasta la huida de los líderes vencidos, de los ciudadanos que sufrieron las consecuencias, y la desaparición de las instituciones republicanas, me parecieron tan lejanas como la Armada Invencible o la caída de los tercios en Rocroi.
Las sensaciones que tuve al ver la obra, por cierto bien estructurada como espectáculo teatral, y mejor interpretada posiblemente fueran las que el autor, tanto del texto original como de la adaptación teatral, perseguían.
Recordar las imágenes de personajes que aparecen una tras otra dibujando las pasiones que en estas situaciones extremas se manifiestan, hizo que aún tomara más distancia del período histórico que se estaba narrando.
Poca diferencia había en el entusiasmo de los revolucionarios fascistas, o en el de los obreros fieles al régimen legal establecido, pero tenían una similitud tremenda con cualquier situación parecida en cualquier parte del mundo y en cualquier momento histórico.
Vender a los amigos por un pasaporte, dar la vida por un ideal, o simplemente encontrarte en medio de una historia que no era la tuya pero que te arrastra hacia cualquier sitio que no conoces, que no esperas.
El amor en las trincheras, el juez que manda fusilar por motivos que jamás consideraría fuera de una guerra.
Y al final el pueblo llano, el que paga el pato, el que defiende su barrio y su vecindario, y claro, la maleta atada con cuerdas, el exilio.
Puede ser algo como fue lo de Eritrea, o los de los hutus y los tutsis, o los que huyen del ISIS, o del dictador sirio o tantos y tantos momentos idénticos en la historia.
Ese ha sido el hecho que ha conseguido que ponga distancia con esa maldita guerra que acabó hace más de tres cuartos de siglo, y que aunque por supuesto ha influido en todos y cada uno de los españoles, no lo ha hecho más que la expulsión de los judíos o la pérdida de Cuba y Filipinas.
Es así que quiero agradecer a esa mirada del teatro, la oportunidad que me ha dado al poder reflexionar de forma diferente sobre lo que significa hoy ese drama del pasado, que manteniendo toda su crueldad, toda su dureza, manteniendo esos comportamientos nobles y mezquinos que hicieron aflorar aquellas circunstancias, es hoy ya historia.
Si por otra parte me paro a pensar que aún queda gente que lo siente como algo vivo, lo que pienso es que deberían intentar superarlo, porque todas, todas las familias de España, sin excepción, perdieron a alguien en esa maldita guerra, y no fueron unos mejores que otros, que cada uno luchó, por lo que creía le favorecería, comportamiento humano, por otra parte.
Los que me conocen, saben que no me ha gustado nunca hablar de esa guerra, que considero haber leído lo necesario, desde la visión de los historiadores ingleses, la de los escritores exiliados como Sender, y hasta las visiones de gente como Gironella.
No me han gustado las películas sobre la guerra, ni las americanas, ni las españolas con los puntos de vista de uno y otro bando, con sus consignas políticas y los rencores vivos.
Asi que lo que me queda es agradecer al CDN, y a esta iniciativa de los artistas que la han llevado a buen término, el que me hayan hecho definitivamente colocar a Miajas y a Mola, a Lister y a Queipo en el lugar que les corresponde, en esa página de la historia de España que fue lo que fue, que no hay que olvidar como no debemos olvidar ni Rocroi ni Trafalgar, ni Pavía ni Breda, pero que no deben estar en nuestras vidas más que como capítulos de la barbarie que significan las guerras, donde sean y como sean para la especie humana.
Y por último, si los españoles que huyeron con su maleta de cartón y cuerdas, acabaron en los campos de refugiados franceses, hoy son sirios e iraquíes los que acaban en Turquía o Macedonia, de forma que también por ellos doblan las campanas.
Buenas noches, y buena suerte