L’elisir de l’amore

Nemorino estaba enamorado de Adina, pero el corazón de Adina era libre como el viento, y se atrevía a leer en voz alta los amores de Tristán e Isolda.
Bueno, no voy a aburrir a mis amigos con estas cosas que seguro conocéis de sobras, porque para mí, lo más interesante de este Elixir del amor que nos presentó en su momento Donizetti, es la figura del Doctor Dulcamara,es decir, la Ciencia, sí, la Ciencia con mayúsculas que viene a socorrer a quienes continuamente necesitamos que los resultados milagrosos que nos ofrecen día a día las páginas del Lancet, o del Nature.
Somos finitos, somos contingentes, Adina no nos quiere, (o quizás sí), y esperamos que ese milagro ocurra a través del filtro maravilloso. Además tenemos esa tremenda amenaza que representa el sargento Belcore. Un verdadero lío.
Y sí, la ciencia de Dulcamara, nos ofrece ese elixir maravilloso, (si es de buen año, claro), ese elixir, que como pone en el carro del Doctor, cura los dolores de cabeza y las migrañas, te hace un atleta en dos semanas, hace que las mujeres se enamoren de ti, hace que te crezcan las tetas si las tienes pequeñas, o que se te reduzcan si gastas ubres, te quita la arrugas, te concede la juventud eterna, todo, todo lo que quieras, solo con adquirirlo, que, al final, además parece que hace rico al pobre….
Y escuchando los esfuerzos del tenor porque no se le escapara un gallo al cantar el aria de la furtiva lágrima, me puse yo a eso de darle al cacumen, y me salió que la historia me sonaba de algo, un poquito más moderna, pero que me sonaba.
Y digo que me sonaba porque algunos de mis amigos no dejan de hablarme del nuevo Elisir d’amore, que aunque no sea una botellita de vino de Burdeos, Donizetti no nos aclara si es un Lafitte, un Medoc, o un Pomerol, parece que en aras del carro del nuevo Dulcamara se nos van a acabar los achaques, se nos van a curar las migrañas, tendremos una potencia sexual del calibre de un rinoceronte, si ese bicho que orgasma sin bizquear ni babear más de un cuarto de hora, que la cosa tiene su aquel.
Y además parece que tendremos a disposición muñecos y muñecas dotados de vida propia, unos nuevos Pinocchios, unas nuevas Coppelias. Siempre un Geppeto, siempre un Doctor Coppelius.
No lo sé, pero parece que me están diciendo que está casi acabado el elixir del nuevo Doctor Dulcamara, que solo tendremos que implantarnos un chip en el cerebro, que solo tendremos que fabricar un robot, y nos haremos la ilusión de que ha renacido nuestro atractivo, ese que se basaba en las feromonas que desprendíamos, o en el porte que mostrábamos al salir de casa.
La Margarita del Doctor Fausto no podrá negarse a los requerimientos amorosos del tal doctor, será joven de por vida, que por cierto no acabará nunca….que se te estropea el hígado, no hay problema, se ceba la impresora 3D, y sale un hígado nuevo…y así órgano a órgano.
Es lo que tiene el transhumanismo, que le va a quitar el trabajo a Mefistófeles, con lo bien que me caía el muchacho, pero es el signo de los tiempos, que aunque acabes de pagar la licencia del taxi, viene el pollo de UBER y te quita el cliente.
No sé yo, si lo que estamos haciendo es reinventar el Elisir d’amore del Doctor Dulcamara, aunque no se beba, pero eso son cosas de los procedimientos, que al final lo que realmente importa es que Adina caiga en tus brazos, que tu tribu te acepte, que llegue la herencia de tu tío, que Dulcamara venda su elixir.
A mí realmente me aterroriza que Margarita se enamore de mí, y que el amor sea eterno, ¿imagináis?. Que una cosa es que aguante, no sé, cuarenta o cincuenta años, que es lo que antes llamaban eterno, pero eterno “sensu estricto”, me parece cuanto menos una exageración
Que es que en una de estas, te cambian un componente del ojo biónico, o del sistema olfativo, y ves que tu Marga, no tiene en el pelo ese tono pelirrojo que creías, y que además huele a pollo…y la cosa es eterna….eterna.
Tengo que hablar con mis amigos transhumanistas, que son muy leídos, que voy a necesitar que me aclaren un par de puntos, que uno es muy zote y a veces ve pirañas donde solo hay sardinas….porque a ver, ¿Tiene esto que ver con esa historia de la piedra filosofal?, que a lo mejor yo no me he dado cuenta, y a medida que se me vayan cambiando ojos, orejas, hígados, corazón….cerebro, de pronto veo la Revelación y la Luz de golpe, a lo mejor veo al final de la escalera de Jacob ese camino que nos pasamos reencarnación tras reencarnación, buscando como unos pringaos, y la cosa se arregla con un par de chips a tiempo. Tremendo.
De lo de programar un robot que se crea lo que dices, que te ría los chistes, que te pongas a jugar al ajedrez en nivel máximo y te deje ganar, y además sepa como equilibrar un Negroni a tu gusto, es de lo que parece que estamos hablando.
Y como además la cosa es que entre ellos, que tienen una inteligencia artificial digna de cualquier semi-dios, seguro que son capaces de crear una tropa de corifeos a tu servicio, que te quita de por vida todos los complejos y todas las mandangas que como ser humano has ido almacenando en tu almario a lo largo de tu vida no biónica.
Prefiero el Burdeos y la herencia de mi tío, ¿qué queréis que os diga?, pero no anatemizo nada, que lo mismo chip a chip, al final sale algo resultón, aunque no tenga nada que ver con uno, que tampoco importa mucho.
Me hace mucha ilusión que el carromato del Doctor Dulcamara, siga vivo hoy con todas las ilusiones que vende el buen doctor, aunque ahora el vehículo sea un puñetero chip en vez de una botellita de Bordeaux, pero son los signos de los tiempos y de las ciencias que hoy adelantan que es una barbaridad.
Disfrutad de lo que os queda, colegas

Urbi et Orbe

Mark Zückerberg, el todo poderoso dueño de Caralibro, se nos ha descolgado hoy con una serie de declaraciones interesantes, a raíz del discurso que con motivo de su graduación en Harvard, ofreció “Urbi et 0rbe”, que este tipo de gente habla siempre así.
Le costó al bueno de Mark, según nos cuentan las crónicas, doce añitos eso de terminar la carrera, que estaba el muchacho dedicado en cuerpo y alma a levantar su imperio, y no estaba para broncas de cátedros, digo yo. Sus papás encantados, la sociedad americana casi tanto como la familia, y él supongo que no se habrá apuntado a la cola de los estudiantes que buscan un puesto de becario en algún bufete de campanillas.
Ahora bien, en su discurso ha mencionado algunas cosas, que me han gustado, y que llevo diciendo bastante tiempo, otras desde luego que son suyas, y solo suyas, que no me lo ha copiado todo.
La primera que debo reconocerle, es su mención a que la cantidad de dinero que ha obtenido, le parece obscena, y me consta que va a dejar toda su fortuna a la Fundación que ha creado.
Piensa Mark, que el mundo debe ser más igualitario, en el buen sentido de la palabra, y que para mí, y parece que para él se fundamenta en la igualdad de oportunidades para todos, es decir, que todo el mundo pueda tener la mejor educación, y eso forzosamente no quiere decir que vaya todo el mundo a Harvard, sino aquellos que realmente tengan los méritos personales para conseguirlo.
No sé si está planteando la gratuidad de la institución para los alumnos, de forma que la financiación llegue por otras vías, que realmente los alumnos son en casi todos los casos los únicos que no pueden pagar los costes del aprendizaje.
Plantea que la educación debería ser algo “personalizado”, y lleva razón, todos somos diferentes, y de la misma forma que tendemos a buscar soluciones a las enfermedades, o a las compras de bragas que se ajusten lo máximo posible al objetivo que se plantee, por qué no hacerlo con la educación.
No tardaremos mucho en ver impresoras 3D en el Corte Inglés, imprimiendo tu camisa o tus gayumbos siguiendo las instrucciones que tu ADN y su expresión fenotípica haya calculado un algoritmo, que tendrá en cuenta tus alergias y lo que espera tu entorno acerca de tu aspecto externo.(La búsqueda desesperada del «me gusta» de la manada)
La educación, que desgraciadamente ha ido perdiendo a pasos agigantados en todo el mundo (quizás con la excepción china) calidad y eficacia, parte de la idea de que todos somos iguales (falso), y el objetivo que demasiadas veces se reduce al trámite administrativo de haber superado unos protocolos, y el tipo de adoctrinamiento que debe insertarse en el cerebro de los estudiantes, no son desde luego una metan aceptable.
La consecuencia, es ir obteniendo cada vez más poblaciones homogéneas, poco formadas, bien adoctrinadas, que hace la vida más fácil a cualquier cadena de producción a la hora de plantear los productos que deben salir al mercado.
Las tecnologías que hoy tenemos disponibles son perfectamente capaces de diseñar sistemas de educación personalizados, nunca la misma materia para los cuarenta alumnos de la clase, cada uno tiene sus capacidades, sus intereses, sus deficiencias, y sus virtudes.
Y eso lo conocen perfectamente las compañías de gran consumo..(y no tan grande), que son capaces de decir con precisión apechuscante, qué vas a comprar mañana no ya como consecuencia de la conducta del grupo, sino con tu posición dentro de la manada. Pero sin embargo el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, no es tan profundo como el que pueda tener sobre nosotros el director de márketing de la multinacional de turno, y en eso jugamos con absoluta desventaja.
Así, que amigo Mark, ¡uuupppss! ¡que no tengo Caralibro!, estoy de acuerdo en tu campaña de personalizar la educación, aunque no sé cómo se integrará el factor humano del educador en todo eso. No sé si podremos unirnos sentimentalmente a nuestro maestro, que quizás sea un elemento holográfico. Pero todo se andará.
Parece que en esto de la igualdad, mencionó algo que es realmente importante, y es la pérdida de talento que sufre el mundo por la falta de medios económicos individuales en la mayoría de los casos.
Y es que lleva razón, la falta de un colchón económico provoca que la mayoría de los seres humanos deban utilizar sus capacidades para la supervivencia, quedando relegada la creatividad a aquellas personas que tienen recursos suficientes.
Y es cierto que la cantidad de talento que a cada momento desaparece por el sumidero es insoportable.
Esto entronca con la famosa renta básica de la que cada vez se habla más cuando se empiezan a considerar las consecuencias de la aparición de la Inteligencia Artificial de forma importante en la robótica, en los mercados de trabajo.
Reconozco humildemente mi incapacidad de poder determinar si una renta básica que garantizase de por vida a todos los seres humanos un bienestar aceptable, sería la solución. Lo ignoro, porque mi bienestar es diferente del suyo, señor lector, y no te digo nada si eres bosquimano, o de la Isla de Java, que nuestro concepto de bienestar depende del adoctrinamiento que hemos recibido en nuestras épocas de formación, y si seguimos las ideas de Mark, que me gustan, y tenemos una educación personalizada mi bienestar básico deberá ser personal, y además su coste será consecuencia directa.
No es fácil enfrentarse a los retos que la nueva sociedad nos va lanzando, sobre todo cuando las primeras consecuencias que ha tenido esta nueva era sobre la Humanidad ha sido una desviación de rentas desmesurada hacia capas de la población muy selectas, con el consiguiente cabreo general, que garantizo reventará por algún sitio, de forma cruenta o incruenta, pero reventará.
Que quisiera recordarle a Mark, que el acceso que él tuvo a una educación en Harvard, se debió a que ya estaba entre los elegibles posibles, cosa que mi amigo de dieciocho años que cose ropa deportiva en Katmandú a un dólar la hora para los de Columbia o North Face, nunca pudo serlo.
Ni las niñas mejicanas a las que su madre pone a la venta sus virginidades a los trece o catorce años, para que un narcotraficante o un blanco rico del norte opulento, las viole por mil o dos mil dólares. No, esas tampoco serán elegibles para al menos intentar algo en Yale, en Stanford, en Oxford, en Bocconi, en Tübingen en…..
A lo mejor en los proyectos de la Fundación del bueno de Mark, estas cosas se tienen en cuenta, que siempre que un mil millonario se mete en estos líos de las fundaciones me suena a lo mismo. No voy a pagar impuestos, y como soy lo suficientemente soberbio y rico, decido yo las políticas de inversión, que los representantes políticos de los ciudadanos no lo saben hacer.
Con su pan se lo coman

Mayo no marcea

En estas fechas, antes nos coincidían varias cosas en este Madrid que sigue intentando matarme, sin conseguirlo, que uno, como dice un amigo mío, tiene la piel muy dura.
Estábamos en la mitad del período voluntario de la declaración de la renta, no está mal la cosa, que eso no cambia, que no cambia el ministro, que no cambia la avidez recaudatoria hacia los más desfavorecidos, y no cambia la utilización de las figuras más o menos públicas para meter miedo al soldado de a pie.
Nos dejan el Retiro hecho unos zorros, con esto de la feria del libro, pero habrá que sufrirlo también, que eso de ver colas para que el escritor de turno firme su último trabajo no deja de tener su gracia, y me parece entrañable.
Y no es por meterme con el sector, que hace unos días leía que un escritor de tirada media español, no sacaba en derechos de autor, ni para el café, que tiene huevos la cosa. Y es que si uno no gana el Planeta, de este oficio de escribiente no come, ni bebe, que es mucho más importante.
La Feria de San Isidro, en las Ventas, debe andar ya por su final, y como está reconocida como la más importante del mundo, o lo estaba, le daremos ese calificativo de relumbrón, te gusten o no los toros y el mundillo que rodea al tal espectáculo.
Y lo último de estas fechas, que siempre amargaba a los taurinos, era la lluvia y el viento, que indefectiblemente salía a pasear junto con las cuadrillas por el coso de la calle de Alcalá.
Y si empezamos por detrás, que siempre es socorrido eso de hablar del tiempo, nos daremos de bruces con aquello que el viejo dictador hacía que se dijera en los partes de noticias de Radio Nacional, sí, aquellos que se transmitían a toda España, en todas la emisoras, por ley, y que era la mención a la pertinaz sequía, que servía para echarle la culpa a Dios de la mala gestión del sector agrario en esta piel de toro por la que andamos vagando.
No recuerdo en qué obra de Don Miguel Delibes, se hablaba de lo que para las tierras de secano de Castilla, representaba la sequía, por no decir, la pertinaz sequía, pero sí recuerdo la angustia que me hizo compartir Don Miguel con sus personajes, cuando desde su miseria, sopesaban lo que la ausencia de lluvia en los trigales de Tierra de Campos podía depararles.
Pero esa lluvia que no llega, y que me da escapa de nuestro suelo cuando gobierna un gallego, al menos impide que haya algo más de emoción en el tendido del siete ventero, que sin lluvia, el torero no resbala tanto en la cara del toro. Quizás pierda el espectáculo….quizás.
Y sin lluvia los libreros, al menos, podrán seguir intentando lo imposible, que es el luchar contra los juegos de ordenador, contra la falta de comprensión que nuestras jóvenes generaciones muestran al enfrentarse con un texto, sea este el que sea, contra los piratas, contra la mediocridad de las propuestas que desgraciadamente duermen en sus expositores.
La lluvia y el papel, siempre se han llevado mal, y total, no hace tanto calor como parece, y los vendedores de libros, esos que en las ferias realizan jornadas interminables, aguantan todo, o casi todo, que como dicen los toreros ¡más cornás da el hambre!.
Así que me dejan con todas estas cosas delante de la declaración de la renta, que parece como si las huestes del señor feudal de turno, anduviese hurgando en nuestros graneros a ver si encontraba un grano de trigo fuera de sitio…..y al cadalso.
¿Que si me preocupa la propaganda mezquina de nuestros recaudadores?, más me preocupa el hecho de que buena parte de nuestra ciudadanía iletrada, y casi analfabeta, tenga que enfrentarse con la hoja de cálculo que ha preparado Hacienda,, y que o bien tienes un conocimiento de las nuevas tecnologías, o tienes que gastarte unos cuartos en que un asesor se convierta en el escribano que usaban los soldados para escribir una carta a la novia, o a madre, que no todo va a ser lo de la procreación, que si no la declaración no sale, y te tratan como a Ronaldo o como a Messi.
Los signos de los tiempos, que hay que informatizarse, aunque eso de internet no llegue a tu casa, o a tu barrio, que como todo, hasta el concepto de servicio público se ha desvirtuado, que si tu pueblo o tu barrio es una mierda, te aguantas.
Y en este totum revolutum que significa el final de mayo en este Madrid de mis pecados, me dicen que mi presidente comunitaria, esa señora que clama inocencia, a lo mejor también ha tenido que hacer trampillas para su empresa pepera, que las facturas de márketing para las elecciones cuestan un pico.
Qué tristeza rellenar en la web, tu declaración mientras el presidente de tu comunidad, aparece como sospechoso de no haber hecho las cosas como Dios manda y los ciudadanos demandan.
Es ese “ya lo había visto antes”, lo que impide que salgamos a la calle sin Podemos, claro, que esos también tienen los suyo, a decirle a Montero, que por favor deje ya de joder con la pelota, y recaude el dinero allá donde hay dinero, y desde el principio, no veinte años después que esto no es la segunda parte de Los Tres Mosqueteros
Pero no, somos lo que somos, nada más, y este mayo no llueve, de los toros, ni tengo noticia ni la busco, aunque los que los aman y quienes los detestan estén a la greña. Pero ni por esas nuestro Montoro se nos ablanda, y el Retiro se llenbará de gente que no sabe leer, para ver si el Pérez-Reverte le firma un libro de esos que escribe, que es para un regalo, para Chuchita, que ella sí que es una intelectual y le van las de espías cutres de la guerra civil. Te haces mayor Arturito, que vuelves a Cartagena en tus libros, que me parece tan entrañable como las novias putas de los detectives barceloneses, que acaban revirgándose por el amor de su hombre.
No lo sé, no sé si volver al bueno de Delibes, o perderme en el mundo de Juan Rulfo, aunque Juan no sea flor de mayo, precisamente.
Vosotros me diréis….o no.

¡Que inventen ellos!

A pesar de que anoche ya me dormí con las primeras noticias de la masacre de Manchester, y que hoy he desayunado con la constatación de la barbarie perpetrada contra niños, no me apetece volver a replantearme las cosas, que por otra parte no han cambiado, que se me vinieron cuando Niza, cuando Charlie, cuando el puente del Tamesis, cuando el mercado alemán, Bruselas….ya está visto, ya está comentado, ya nos lo sabemos. Seguimos en guerra, esa guerra cruel que sirve a demasiados intereses que no son los míos, que no son los de ustedes, aunque luego paguemos las facturas en sangre o en dinero.
Una vez dicho esto, quisiera comentar unas declaraciones de Pierre Moscovici, actual comisario europeo de asuntos económicos y financieros, fiscalidad y aduanas.
Y es que el señor Moscovici, francés él, socialista él, se queja del Reino de España, en cuanto al nivel de paro que tenemos, en cuanto a la precariedad del trabajo que se ofrece a nuestra ciudadanía, y nos insta a que solucionemos el problema.
Problema que por cierto hemos creado nosotros solitos, ya que al mirar las cifras de nuestro paro la primera cosa que se constata, es la baja formación de la ciudadanía, y ya decíamos hace cuarenta años, sí cuarenta, que este país iba directo a convertirse en la fuente de camareros para Europa.
Y ahí estamos, que al final las reducciones constantes de las inversiones en investigación, y no es de ahora, que el famoso “¡que inventen ellos!” ya aparece en una carta de Unamuno a Ortega el 30 de mayo de 1906..(yo me siento profundamente antieuropeo. ¿Qué ellos inventan cosas?, invéntenlas).
Posteriormente en el Pórtico del templo, a Don Miguel, no se le ocurre más que poner en boca de uno de sus personajes:
“Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí, tan bien como allí donde se inventó.
-Acaso mejor.
Contesta el otro personaje.
Le hemos hecho caso a Unamuno, y hemos conseguido que no tengamos universidades de prestigio en ninguna disciplina, que nuestra investigación científica esté a un nivel que no se corresponde ni con nuestra potencia en el mundo, ni mucho menos con nuestra historia.
Y el señor Moscovici, nos lo recuerda de alguna forma, eso sí con toda la retranca del político socialista gabacho, al que ya nadie va a seguir, que los socialistas franceses están de liquidación por derribo.
Y creo que además le encanta soltar una bofetada sin mano al vecino del sur, que para eso está.
Pero lleva razón, que con la excepción de aquella institución que se llamó libre y de enseñanza, aquí, eso de educar a nivel alto, ha sido siempre, y bien digo, siempre, algo que ha aterrorizado al poder, que va en nuestros genes, vaya.
A nuestro Marianico se le va un color y se le viene otro cuando oye a Moscovici, que para opositar a Registrador te vale cualquier universidad cutre y mucha memoria, de esa que cualquier animal puede desarrollar con entrenamiento.
Y es que en un país donde las estructuras del poder, siguen estando ligadas infinitamente más de lo que nos podamos imaginar a las oligarquías de terratenientes fruto de las conquistas que inició Don Pelayo, no se necesita formar a la plebe, que lo que interesa es tenerla muerta de hambre en la plaza del pueblo, para cuando venga el señorito a repartir jornales.
Y esa oligarquía no necesita que aquí la cultura sea protagonista, que a la gente culta no se le adoctrina fácilmente, cuesta un montón que trasiegue ruedas de molino. Para esta gente con posibles, el formarse en las mejores universidades del mundo, es algo que está a su alcance.
Nos han dejado pues con el ¡que inventen ellos! que ese vasco castellanizado utilizó de ariete contra el universal Ortega, en una de aquellas polémicas que duraban años.
Y hoy, aquí estamos, en un país de jornaleros, que vive del trapicheo, que tiene a un tercio de su población en eso que se da en llamar umbral de la pobreza, o riesgo de exclusión social.
Pero también estamos en un país que tiene el cuarenta y pico por ciento de personas con baja o muy baja educación o lo que es lo mismo baja o muy baja cualificación profesional. Cosa que, ahora sí, se ha ido consiguiendo en las últimas décadas actuando los dos partidos políticos que nos han gobernado en una sinergia diabólica que tenía el mismo objetivo.
Se ha educado a los ciudadanos dando a la espalda al mérito y sacrificio por un lado, que para aprobar basta ser analfabeto, y cuanto más mejor, y por otra parte se intenta desviar el dinero disponible a favorecer escuelas a las que los más desfavorecidos no tienen acceso.
Posteriormente en la Universidad, no diré que las cátedras pasen de padres a hijos…(conozco alguna de herencia de tres generaciones en una universidad de las antiguas de esta tierra), pero la estructura hace que no haya dinero para la investigación en prácticamente ninguna disciplina, ya sea científica, técnica o de humanidades.
Con lo que nos quedamos con fábricas de títulos inútiles, con contenidos más inútiles todavía, que dan al aprendiz la sensación de que el poseer una cualificación certificada por alguna de esas fábricas, es algo importante.
Y no, que muchas veces sigo pensando que la creación de universidades de las últimas tres o cuatro décadas, ha servido solamente para realizar obras civiles, con las consiguientes comisiones a los partidos políticos. Que veo demasiados universitarios sin posibilidad de encontrar trabajo, y haciendo ricas a las farmacéuticas comprando ansiolíticos, antidepresivos, que con casi la mitad sentados en la plaza del pueblo esperando al capataz para un jornal, no me extraña.
He leído que el consumo entre los jóvenes españoles de ese tipo de sustancias dobla en demasiados casos a muchos de los países de nuestro entorno.
Y como estas cosas no se arreglan en un par de días, hay estructura para rato, que nadie sueñe que este paro miserable que tenemos, que este déficit de cultura que nos atenaza, se va a curar mañana. En cualquier caso la razón más importante es que el poder no quiere, no quiere de ninguna de las maneras. Tiene demasiado que perder.
Al final ganó Unamuno y perdió Ortega. Que aunque estemos técnicamente dentro de la Unión Europea, estamos para servir los vasos de sangría a los borrachos que nos mandan nuestros socios, y con el aviso de que los tratemos bien que en caso contrario se largan a las playas de Túnez o a las costas turcas, que los atentados te sacuden en cualquier parte.
Y yo con estos pelos.

La caló que se nos viene

Me decía, hace ya tiempo un amigo sevillano, cuando intentaba visitarle para jugar unos hoyitos en el Real Club de Golf de Sevilla (luego me llevaba a Pineda, pero esa es otra historia), que había que ir entre la última semana de enero y final de febrero.
Su razonamiento era absolutamente irreprochable:
-Mira, me decía, pa esas fechas ya se nos han pasao las livideces de las fiestas, y los días empiezan a ser más largos. Además el solecito calienta sin molestar.
-Es que luego empieza la Semana Santa, luego la Feria de abril, el Rocío, y “la caló”.
Como digo, irreprochable mi amigo, y llevaba toda la razón, que mucho meternos con los calores andaluces, pero es algo que hay que vivirlo, y ya no te digo si es jugando al golf, porque si es en el tajo, ni te cuento.
Y hoy, viendo el tiempo en la tele, se me ha venido encima el recuerdo de mi amigo, que las temperaturas empiezan a ser demasiado altas por allí abajo, y reconozco que me da cierto apechusque el cruzar, no digo Despeñaperros, que con pasar de Madridejos uno ya no es persona.
Y eso los europeos no nos lo entienden en el día a día, que cuando se vienen por estos pagos a ponerse ciegos de sangría, (¿qué sería de los grandes vinos de la meseta sur sin esa clientela?), les importa muy poco que medio borrachos, o borrachos del todo, se les olvida hasta el Brexit ese.
Pero con “la caló”, no se puede jugar al golf, que se lo tengo dicho a mi amigo y compañero de palos, hoyos, bolas y putters, que uno se deshidrata y te salen unos rabazos que no son dignos ni de tu juego ni de tu edad. Pero es lo que tienen estas cosas.
Así que imagínense sus gracias lo que debe ser hincarla en el tajo, o lo que es peor en el campo ese de nuestra Andalucía verde por la primavera y rubia por el verano. Que todo muy bucólico, pero servir cervezas a borrachos europeos a más de cuarenta grados diez o doce horas al día y todo por mucho menos del salario mínimo que cobraría un francés o un alemán, dice mucho del valor de nuestras gentes.
Y encima tenemos que aguantarles la tontería de que anden diciendo que si el PIB no sube un uno por ciento y el déficit se dispara medio punto porcentual del acuerdo de no sé dónde, van a enfadarse mucho, y nos van a poner multas de echarse a temblar.
En este mundo perro, soy y he sido viajero, soy y he sido turista, pero cada vez que uno de estos puñeteros turistas que bajan al sur desde sus míseros países llenos de dinero a quejarse de que en esta tierra se duerme la siesta (el que puede, claro), les hago si tengo la ocasión la sugerencia de que visiten las ruinas de Itálica el veinticinco de julio a la tres de la tarde, y que me lo cuenten a la vuelta. Tengo a dos ya que se me han desmayado en el intento (literal), y que después de la experiencia no salen del hotel hasta que no dan las diez….por lo menos.
Pues sí, me sube la biliurrubina cuando me enfrento a esas hordas de cafres que nos visitan y que no somos capaces de rechazar con dos buenas bofetadas, y que encima permitimos que se sienten en las mesas de nuestros restaurantes de forma que jamás harían en sus países, o que se nos meen en las calles.
Yo entiendo la importancia que tiene el turismo para nuestro país, lo entiendo, pero lo que no entiendo es la permisividad de nuestras autoridades con los incumplimientos de las normas ciudadanas más básicas por mor de los veinte euros diarios que se gastan en sangría, que luego vomitan y nos cuesta cincuenta limpiar.
Y con ello debe revisitar la mala administración pública que tenemos que soportar, una panda de inútiles arribistas que sin la formación adecuada cada vez que surge un problema, son incapaces, aunque sea por omisión, de dar una respuesta adecuada.
Voy a darme un paseo por Londres este fin de semana, y desde luego, espero que no se me ocurra mear en la estatua de Wellington, o ir al té del Ritz en pantalón corto y camiseta, aunque sea de diseño y luzca “peluco” de los de a tropecientos, que en la primera duermo en comisaría, me sacuden una multa de las que aquí te espero, y en la segunda, simplemente no entro.
Creo imprescindible que se tomen nuestras autoridades en serio toda esta historia, y que dejen de marear la perdiz, porque yo lo tengo muy claro, si en el restaurante al que voy a cenar, se permiten pantalones cortos, me quitaré los míos, y si está medio limpia la silla los calzoncillos también, y desde luego no volveré.
Y si alguien está incumpliendo las normativas que regulan la convivencia urbana, y la autoridad no actúa, tendré muy pocas posibilidades de defensa, ya que partirle la cara al turista guarro, a mí sí me sale caro.
No quiero ni pensar en los vecinos de los barrios que son asaltados por las hordas de turistas borrachos, (en el mejor de los casos), que impiden el descanso y la convivencia de las personas que los habitan. Están indefensos, y no les dejan organizarse en somatenes para arreglar la cosa, aunque la violencia al final no lleva a demasiado.
Eso sí, que no se te ocurra poner la radio un poquito más alta de lo que dice la norma, que aparece el policía de turno haciendo mediciones y te sacude un multazo de los de toma pan y moja.
Algo no funciona, y es que me da la sensación de que la ineptitud es quien administra nuestra convivencia, que son ineptos hasta para robar.
Notareis que no he hablado de las hordas que acompañan a los equipos de fútbol, y a las que tampoco se les controla para que no dejen las plazas como verdaderos vertederos, en el mejor de los casos, que en el peor te las llenan de sangre. Si son del Depor, o del Hércules, se les ha caído el pelo, pero si son del City, o del Chelsea, por aquí agachamos el testuz, que esto se arreglaba con multas millonarias, y cárcel sustitutoria, amén de la expulsión de su club de las competiciones. Pero parece que eso no interesa, que el fútbol aliena y adoctrina mucho, que es un entrenamiento básico para aborregar a los que luego siguen a los partidos políticos.
Solo faltaría que los hinchas no fueran borregos, y pensaran de forma individual, informada, y con criterio.
¡Se nos hundía el tinglado!.
Con su pan se lo coman

Los resultados del domingo

Si digo que no me gusta el fútbol, miento como un bellaco, pero si digo que me gusta, miento como un miserable, así que tendré que pensar que soy un bellaco y un miserable, que no se debe estar en misa y repicando.
A lo mejor la cosa está relacionada con la oportunidad, quiero decir con el momento que te pille, quizás sea eso, porque desde luego no me encontrarás nunca en un campo, o por lo menos eso creo, y lo avalo con mi tradición personal, que la última vez que me vieron, Butragueño jugaba en el Castilla.
Hoy parece que una parte de la temporada se acaba, y como coincide con las votaciones del Partido Socialista, habrá celebraciones, en Ferraz o en San Telmo, que en Baracaldo no lo veo, pero también las habrá a saber, en Canaletas o en Cibeles.
Así que procuraré que no me pille la cosa por esas zonas, no sea que algún pollo con el móvil cuelgue una foto mía en la red, y parezca lo que no es´
Y ese final de campeonato regular, o ese final del Partido Socialista, que gane quien gane, me parece que huele a pescado podrido, la verdad es que me importa un bledo, literalmente.
Y es así porque ni uno ni otro van de ninguna manera a influir en mi vida, que no sonreiré pase lo que pase, por el hecho de que pase, que el Madrit o el Barça no me darán de comer, y al Partido Socialista me lo van a dejar entre todos estos al nivel de la Asociación Cultural de jubilados de Pitorrillos de Abajo, como poco.
Y sin embargo, me consta que las televisiones, que las radios, que la prensa incluso, van a llenar horas de emisión y páginas en sus publicaciones contándonos las proezas de tal o cual jugador, o el futuro de nuestro país en el análisis del juego democrático que esta tarde ha representado el socialismo español.
Pues qué bien, que habrá alguien hoy frotándose las patitas delanteras como las moscas hacen delante del cagarro humeante que están prestos a atacar, que lo han conseguido, que otra vez hemos dado “circensis” a la plebe, y así no nos tocan las pelotas y mucho menos los dividendos.
Volver a lloriquear como una plañidera de esas de a cincuenta euros la hora, la verdad, no me apetece, aunque no pueda evitar ver de nuevo lo que hay montado para que se desvíe el foco de atención del ciudadano.
Oía esta mañana mientras paseaba por el Retiro, antes de que las casetas de la feria del libro lo dejen hecho unos zorros, uno de esos programas de radio, en los que se contaba un poco la historia de los magos, y me refiero a los de la cuerda de Houdini, Copperfield o Tamariz, cuando se me ha quedado en la cabeza el secreto de la magia espectáculo, que no es otro que cambiar el foco de atención del espectador, para que cuando mire a derechas, el cisco te lo monten por detrás.
Y es a eso a lo que me está sonando este domingo, en que el foco está claramente desplazado, que lo que me gustaría saber es de qué han hablado los jeques árabes y Tito Trump, pero de eso, que probablemente me afecte en un plazo más o menos corto, lo que me llegarán son los comunicados oficiales, y nada más.
Lo que daría por ser la mosca de la pared, aunque luego acabes como Assange, durmiendo en la embajada de Ecuador, que una cosa es enterarte y otra piar, y los secretillos de alcoba, ni se comentan ni se fotografían, ni se publican, aunque ahora parece que se entrena a la gente para que lo haga, que si no te mandan el “me gusta” a tiempo, ya lo sabes, no eres nadie, y la competencia es cada día más fuerte.
Y por el momento no podemos cruzar el Rubicón, que lleva demasiada agua o demasiado fango, y nos quedamos como siempre en este lado, en el que nos han colocado los mensajes, las propagandas, los adoctrinamientos, los ¡no importa!, así que volveremos a perder el tiempo comentando las jugadas que se están desarrollando esta tarde, que ya son ganas de comentar.
A lo mejor lo que hay que hacer es tomarse esto a la inglesa, y leer el Times del domingo antes del lunch, y por la tarde cuidar el jardín. Que sea el único comentario la calidad del té que acompañe la media tarde.
Así que me temo que no, que no quiero estar pendiente de quién va a ganar el campeonato, ni quiero saber si Susana, o Patxi, o el otro pollo será quién entierre ese socialismo que aún anda discutiendo por las agrupaciones, entre partida y partida de petanca, si Marx está vigente, o si la guerra civil se hubiera podido ganar si se hubiera actuado de otra manera.
A mí, todo eso no me importa, que prefiero saber, mirando por el ojo de la cerradura, que se está tramando para el futuro de esos seres humanos que antes éramos siervos de la gleba, más tarde súbditos, luego creímos ser ciudadanos, pasaron algunos por el arco de los camaradas, y ahora nos hemos transformado en la mezcla de todo lo anterior para devenir en consumidores.
Sea pues, consumamos lo disponible que para eso estamos, y disfrutemos de nuestra ración de “Soma”, como buenos seres de tercera que somos, y dejemos de marear a quienes deciden por nosotros, que ya tienen bastante con que les sirvan el Martini bien hecho en la cubierta de popa.
Y por hoy ya tengo bastante, que luego se sabe todo, voy a ver si me pongo a leer algo sencillito, que si no me caliento y por la noche no duermo aunque me ponga música de fondo, y dejaré para mañana cuando me despierte el escuchar los resultados, y los sesudos comentarios, que a buen seguro, nos darán de lo acontecido tantos y tantos comentaristas especializados.
Por mí con esto basta y sobra

A todos nos llega San Martín

Parece que la dulce Francia se despierta a esa cosa que estamos reconociendo como globalización, en la que los ciudadanos de a pie hemos dejado tiras de piel y regueros de sangre por todas partes, para mayor honra del capital, representado por sus compañías transnacionales.
El nuevo presidente, que ha hecho juegos malabares para conformar gobierno, está metiéndose en un buen lío del que veremos cómo sale, si sale, que estas cosas las carga el diablo.
Y es que decirle a nuestros amigos gabachos que hay que cambiar sus cómodas, (y justas diría yo) leyes laborales, esas que han hecho por tantos sitios, que no sirvan en nuestro siglo veintiuno, son ganas de jarana.
Y es que eso de tener un salario mínimo de casi mil quinientos euros, currar treinta y cinco horas a la semana, cuidadín que no te echen que le levantan las faldas al patrón, y a los sesenta libre para disfrutar de la jubilación, quizás no los haga muy competitivos, quizás, pero no hace la vida demasiado mala para los curritos gabachos.
Y por cierto, si se le había olvidado a alguien la cosa, por esas tierras de Dios, hay una cosa que se llaman sindicatos, que parece que funcionan.
El bueno de Macron, que ha crecido, bueno, quiero decir que está creciendo a los pechos de las multinacionales financieras, con su paso por el ministerio de economía, ha entendido el mensaje que ha recibido de sus jefes, y el mensaje es claro, los obreros franceses viven demasiado bien, cuestan un pico a las cuentas de resultados de las transnacionales, y además no hay huevos para trasladar compañías y producciones fuera de suelo galo. Y este pollo es lo que va a ejecutar.
Y es que las cosas son como son, que no me ha parecido casual que la primera visita, de las de deprisa y corriendo haya sido para rendir pleitesía a doña Merkel, y nos salga con que habría que marcar un salario mínimo europeo, unas leyes laborales comunes, una fiscalidad uniforme…en fin cosas de esas, aunque lo que no nos ha aclarado si la cosa irá hacia arriba o hacia abajo, que a mis amigos búlgaros o griegos, incluso rumanos, o españoles, o….no les importaría que sus condiciones fueran las francesas. Pero me temo que no, que no será esa la cosa, incluso si se llega a esa historia de la armonización fiscal.
Lo primero en que piensa don Macron, es en quitarle pasta a sus sindicatos y a sus asociaciones patronales, y le van a parar el país varias veces cada día, que a los sindicatos, gestionar los dineros de formación les viene muy bien, que hay que pagar las nóminas en la CGT y en la patronal.
Y ya se sabe, si se le da el dinerito a los currantes se lo gastan en la taberna, y no va a quedar ni una botella de buen Bordeaux que exportar a China.
Habrá que ver en que da todo esto, porque lo que ha dado lo que se ha hecho, en España, sin ir más lejos, ha sido llenar las calles de pobres, hacer que casi el treinta por ciento de la población esté en riesgo de exclusión, y por supuesto que las cuentas de las grandes compañías de gusto verlas.
También ha dado tímidos aires a movimientos políticos de esos que no tienen nada que hacer, que les llaman populistas, extremistas, y no sé cuántos istas más. Pero no tienen nada que hacer, que nada hay más patético que ver al primer ministro griego bajando sueldos a sus pensionistas, echando a la calle a sus funcionarios, y no llegando a fin de mes, con una huelga tras otra, pero manteniéndose en el poder.
Y que a nadie se le olvide la muerte europea de la socialdemocracia, que para mí no es una sorpresa, porque cualquier cosa que suene a protección del ciudadano es obsoleto, que no queremos que la sanidad sea la que se necesita, que no queremos educación, queremos adoctrinamiento, que hemos perdido, en buena medida, ese concepto de adolescentes soñadores que se llama libertad, y que posiblemente dio su última bocanada en aquel mayo francés, en mil novecientos sesenta y ocho.
Por cierto, me enteré el otro día que con el dinero que se ha gastado de los contribuyentes de occidente en salvar a los bancos, se podría haber solucionado el hambre en el mundo durante….250 años.
Alguna vez he comentado que nuestros hijos vivirán peor que nosotros, a no ser que seamos de unas élites inalcanzables para el común de los mortales, y también he comentado que posiblemente nuestra sociedad, con los supuestos valores que la sustentan dejen también de existir, quizás en un par de generaciones, no lo sé, pero estamos en el declive del imperio de occidente.
Eso sí, no pienso ponerme pesimista, si el mensaje lo parece, que tampoco le pasó nada al mundo cuando se fueron los dinosaurios, solo que algunos nichos ecológicos quedaron libres y se llenaron con el tiempo.
Pero vayamos haciéndonos a la idea de que aparecerán las píldoras de la longevidad que perpetuarán las élites económicas, que aparecerán los robots con inteligencia artificial superior a la nuestra, y que una nueva especie del género Homo surgirá, y acabaremos sin poder reproducirnos con ella. ¿Y qué?.
Solo espero que todos estos movimientos se vayan asentando, al menos para que no mareen demasiado, que los ciudadanos aún somos tan estúpidos que pensamos que tenemos mucho que perder, y mejor no meternos en revoluciones, no sea que no nos vuelvan a enviar un “me gusta” a mi cuenta de Caralibro, y eso sí que me hundiría en la desolación.
Le daré la razón a Bauman en cuanto que mi generación echa de menos los tiempos pasados, pero mi generación se va, el mundo ya no es nuestro, y los que empiezan ahora tendrán que arreglar su cueva de la forma que consideren más adecuada a los requerimientos del entorno.
Eso sí, lo harán sin demasiada cultura, sin una moral en la que apoyarse, casi sin religión, y con la ética del dinero, esa cosa que no es más que confianza en que por un trozo de papel te darán una patata. Así que con esos mimbres tendrán que hacer sus cestos.
Que con su pan se lo coman

El tren de la mañana

Aunque me despierto temprano, no me gusta bajarme de la cama con la rapidez de mis tiempos de prostituto, cuando, a cambio de dinero vendía mi vida y mi tiempo a un grupo de ricachones que se escondían detrás de un nombre, de esos a los que se añade un Inc. de incorporated, y que cotizan en Wall Street.
Hay algo de perverso en ese acto, que no dejan de alabar todas las culturas relacionadas con la supuesta vida sana, el puñetero “ora et labora”, y no sé cuántas zarandajas más que nos salmodian desde enanos, para que nos vayamos ejercitando en el noble arte de la diligencia.
Y yo pienso, que si nos ponemos de acuerdo todos los esclavos que somos en este mundo, lo implantamos y santas pascuas. Porque miren ustedes lo que pasa cuando uno se despierta temprano, después haber dormido poco, y se encuentra a horas intempestivas encima de un tren.
Pues nada, que va lleno de esclavos, ¡qué diferencia con los trenes de las once y media!, que huelen a notario y a gente acostumbrada al tee del uno con tiempo suficiente como para acabar el juego a la hora del aperitivo de las dos y media.
A mí siempre me gustaba aquel personaje de Jardiel Poncela, o de Mihura, que me da lo mismo, que hacía el viaje en el expreso sin salir de su cama ni de su casa, con su mayordomo avisando de las estaciones, y de las incidencias del viaje….¡Ventaaa de Baños!, treinta minutos, parada y fonda.
Pero en estos trenes de casi madrugada, (que madrugás solo hay una en Sevilla, que lo demás son malos inventos), a la que te descuidas te ponen en la pantallita de la tele “Los últimos de Filipinas”, eso sí en colorines tecnológicos y sin cantarte el “Yo te daré”, que las cosas han afinado mucho en forma, que el fondo es el mismo.
De las cosas malas que tiene todo esto, es que uno se tiene que afeitar deprisa, que la ciudad te confirma que hay más coches que calles, y que en el tren van todos muy seriecitos pegados al móvil y a la tableta, como he hecho yo mismo durante décadas, mientras me recordaban el puto lema de los campos nazis, “El trabajo te liberará”. ¡Y una mierda!, lo que te libera es el dinero, esa cosa que ya hoy no sabemos lo que es, pero no importa, que si dicen que lo tienes, ya vale.
Que me acuerdo aún de los billetes marrones de cien pesetas con Julio Romero de Torres y su mujer morena, diciéndote aquello de que “El Banco de España, pagará al portador….”que hoy estamos sentados en una burbuja en la que nos creemos que las patatas valen tantos papelitos de tal color, y que mientras tengas apuntes contables suficientes en tus cuentas bancarias, todo va bien.
No, no me gusta el tren de por la mañana, que huele a prisa, a “lo siento cariño tengo una reunión en Barcelona”, llegaré, espero a tiempo de darle un beso a los niños antes de que estén dormidos, huele a esa vorágine en que el mundo nos ha metido apenas sin pedirlo, y casi se ve en las caras de los desplazados, que aquí no hay viajeros, esa añoranza que Bauman nos explica en su Retrotopía…
Pero así son las cosas, hoy no he echado la última cabezada con las noticias de las ocho, ni siquiera he oído como abrían los mercados bursátiles, pero sin embargo he visto ese movimiento de la ciudad que siempre me ha parecido cutre, duro, con olor a sobaco y con dolor de mucama llegando tarde a casa a limpiar la mierda de otros.
Mis amigos políticos siguen diciéndome que la macroeconomía va bien, y que con el proletariado ya verán qué coño hacen, que es un fastidio tener que escuchar cada día que no llegan a fin de mes. Y ser proletario ahora es algo cutre, que cuando se pedía, en otra forma de arrebatarles el fruto de su esfuerzo, que se unieran en una fuerza mundial, bien se sabía que fuera de esa consigna propagandística solo había ambición de unos pocos, que los demás son esos autómatas que cruzan la calle de buena mañana, y que esperan llegar a casa antes de que se duerman los niños.
No hay mucho más, que amaneces con los posibles sobornos brasileños, con que Tito Trump hace aguas, con que como siempre nadie hace nada, nada que no sea en su estricto progreso, y hoy como no estás en duermevela hasta que dé la hora de ir al campo de golf, pues te enteras de que el mundo es de unos pocos, muy pocos.
Pero siempre queda el consuelo para algunos de que ya es viernes, de que nadie debe preocuparse, que posiblemente hará sol por los barrios, y que el que tenga fiesta, podrá disfrutar de su tan merecido descanso, podrá gastar su dinero comprando en los grandes supermercados la pitanza de la semana, esa que a veces nos dicen que nos envenena, con aceite de palma, con azúcares añadidos, con la lista de conservantes añadidos autorizados, con sus hormonas añadidas a los filetes de primera B, que los solomillos los cuidan bien, o algunos de esos metales pesados que dormitan en los atunes de donde sean….
Pues sí, disfrutad del fin de semana, que la Liga de fútbol, me dicen que se está acabando, y está a punto de empezar el verano de playas asaltadas, de montañas sin sitio en los caminos para pasear, y del sudor más agrio a las siete de la mañana en la línea 6, o en el tren de cercanías.
Por lo demás todo bien, sin novedad en el frente, que no se ha muerto nadie que no tuviera que morirse, que no ha nacido nadie a quien no se esperara, que pocos panes vienen debajo de los brazos de los nuevos niños.
Ya solo a esperar que empiecen a nacer robots vivíparos, que los de hoy son demasiado mecánicos, que ni sienten ni padecen, y todo esto mientras el tren se empeña en que acabe el viaje, que al regreso ya se llenará de notarios en primera y de jubilados en turista, porque los demás estarán intentando hacer hucha para ese plan de pensiones que hace fuertes los balances de las gestoras, y al pagano, bueno, a ese ya se le compensará como se pueda.
Los últimos de Filipinas llevan dos horas sufriendo en la minipantalla del tren, la estúpida lucha inútil de la buena gente, ya se sabe, no sirve para nada, para casi nada, que los generalotes y quienes los mandan, ya retiraron a tiempo sus activos.
Solo os deseo que no seáis accionistas del Popular, de esos de toda la vida, que allí el “ora et labora”, anduvo de lema indestructible, y ahora…”campo de soledad, mustio collado”
Buen augurio

Veinte céntimos por un ciudadano

Hoy me he enterado que los europeos le hemos largado una multa a Facebook, Caralibro a partir de ahora, porque engañó a la comisión, que por cierto le puso fácil el engaño.
Para mí, una pastita, que me necesito varias vidas para reunirla, siempre que las subprime no hagan de las suyas, claro, ciento diez millones de “chuflos”, que para estos pollos cuya valoración en bolsa a finales de abril era la no desdeñable cifra de trecientos treinta y dos mil millones, ha debido sonar a chufla y chirigota, como las de Cádiz, vamos.
Y todo porque prometió, cuando en 2014 pagó diecinueve mil millones de dólares por Whats app, que no mezclaría los perfiles de los clientes de una y otra “marca”.
Se tienen que estar descojonando a nuestra costa, y para mayor recochineo, seguro que ni se plantean impugnar la multa de marras, y lo que es peor, el mal que se quería evitar no se evitó, y no se evitará.
Que nadie olvide, que para una compañía de este calibre, y de cualquier otro, lo peor que puedes hacerle es revocarle la licencia, de forma temporal o definitiva, y si como al parecer ha engañado en esto a los europeos, mucha fe es creer que no lo hayan hecho en cualquier otro aspecto de su estructura empresarial, pero la multita cutre salchichera, solo sirve para que imbéciles como yo creamos que se ha hecho justicia.
Yo he sido cliente de Caralibro, hasta que por razones que no vienen al caso, un día borré todo, o creí hacerlo de la tal página, porque seguro que por perfiles ignotos, andan aún dando vueltas aquellos “me gusta” que pudiera enviar, o cualquier comentario a cualquier chorrada que se pusiera debajo de mis ojos, y que “pardalet” de mí comenté o publiqué.
Que pensándolo bien, a quién coño le importa si estoy feliz, si estoy triste, o si me he levantado a Chuchita por fin. Fui un verdadero imbécil que cayó en eso que se llama intentar ser la más popular del instituto, y es que los seres humanos somos así . Que si la tribu no nos alaba, se nos viene el mundo encima.
Los quinientos millones de europeos a los que de buena o mala fe, o por simple negligencia estos señores engañaron, tal y como ha indicado la comisión, hemos sido valorados a 0,2 euros por barba. “Porca Troya”.
Pero no podemos cabrearnos, o por lo menos no podemos cabrearnos más de lo que ya nos estamos cabreando, ya que hemos conseguido en esta Europa, a la que ya ni Zeus se plantea secuestrar, que quienes manden aquí sean las grandes compañías, incluso aquellas que nos usan como producto, que nos mienten, que no pagan los impuestos que si fueran el panadero de la Calle Mayor de cualquier pueblecito cerca de Breda, por decir un algo, pagarían.
Y luego, eso de los ciento diez millones, seguro que no se los dan a los griegos, que últimamente no me llegan a fin de mes, pero quizás sirvan para las dietas de los señores eurodiputados, o para la iluminación de cualquier edificio de carísimas oficinas que andan repartidas a nuestra costa por toda Europa.
Pues sí, me considero un perfecto imbécil por haber entrado en el juego de ese tal Zuckemberg, y mucho más me duele, que nadie en nuestro entorno político haya salido realmente en defensa de nosotros los ciudadanos.
Pero claro con multas de veinte céntimos de euro por barba engañada, la temporada de caza se da por abierta, y a mí se me abren las carnes, que quieren ustedes que les diga, que todos estos tienen las Holland-Holland 750 bien engrasadas.
Y es que nos gusta que nos envíen ese corazoncito de San Valentín, tan mono él, o que Don Pepito, como yo mismo he hecho, lance sus ocurrencias al éter y tengas el increíble pago de tres deditos levantados por tu maravillosa idea del día.
Claro, que entre col y col te llenan el cesto de lechugas, con esas que se llaman publicidad no deseada, o incluso maliciosa, que tú estás ahí para hacerte popular, para estar conectado, (falsamente), por gente que en la mayoría de los casos no conoces, o que quisieras que no estuvieran chafardeando tus cosas, y el premio es un dedito hacia arriba.
A la vista de todo esto, me están entrando ganas de volver a la epístola de dos cuartillas, sobre elegante, y sello de lo que corresponda, así si se la mando a la novia de mi amigo con intenciones aviesas, en caso de que la moza sepa leer, lo peor que me puede pasar es que me conteste encendida de amor, y lo mejor es que ese que creo que es mi amigo, se cabree como una mona y no me vuelva a dirigir la palabra, lo que también es las más de las veces un respiro.
Ahora, eso sí, tendré menos amigos, y tomaré más veces el té en la terraza del Ritz de Picadilly.
Así, que nadie se olvide, valemos veinte céntimos para nuestros políticos europeos, esos pollos de la comisión que ni sabemos quienes son, que han salido de contubernios, de acuerdos de los de tú me das, yo te doy, que a quien hay que defender es a esas maravillosas empresas tecnológicas increíbles que valen más que la mayoría de los estados.
Me pone de los nervios, así que intentaré ser lo más breve posible, y mi brevedad es seguir apoyando a todo aquel que desee recibir en su intimidad ataques contínuos de publicidad ni deseada ni útil, de los que quieran enseñar el color de su culo, a propios o extraños, pero el color de su culo pasado y presente, que las cosas son como son, y cierto, seguiré apoyando a todos aquellos que además intentan continuar en esa vía de niñato de instituto buscando ser el más popular de la clase, el más ocurrente, el más querido, el más admirado.Eso si, exigiendo que se revisen al alza las tarifas que veinte céntimos poco parece.
Y no soy un enemigo de las nuevas tecnologías, es más las apoyo y las utilizo, pero esta vaina que lo que hace es vender a veinte céntimos de euro cuentas de ciudadanos para que la publicidad de cualquier porquería les llegue a su cuenta por la mañana, la encuentro huera, y digna del corazón de un seguidor de seriales de amor.
Por cierto, que a ninguno de ustedes se le ocurra intentar engañar a la Comisión, que son capaces, si no es usted lo suficientemente grande, de volver a montar una buena guillotina en la Place de la Bastille, para escarmiento de atrevidos y disfrute de la plebe.
Con su pan se lo coman

Sudán del Sur. La guerra de los pobres

Todas las guerras son contra los más desfavorecidos, pero hasta en esta categoría de desfavorecidos hay clases, que no es lo mismo ser desfavorecido en Siria que en Sudán.
El domingo cayó en mis manos un artículo de “El Mundo”, en el que se hablaba de esta guerra interminable de Sudán del Sur, la de los seres humanos más míseros del planeta. Me dio por mirar un poco más allá de las consideraciones del periodista, y me encontré con un espectáculo dantesco, que aún hoy no he podido digerir, ni creo que pueda.
Pocos de nosotros somos capaces de recordar desde cuando hay un conflicto armado en esa parte del mundo, y mucho menos las razones por las que se inicia.
No voy a recordar que la pata inglesa anduvo por allí, ni siquiera que la zona está poblada por diferentes etnias nilóticas, como los dinka o los nuer, ni siquiera pienso recordar que los otomanos creyeron dominar la zona, y tampoco recordaré que el Islam nada pudo hacer por intervenir con su fe en la parte del mundo, donde las creencias animistas estaban fuertemente ancladas.
Ni siquiera voy a considerar que una cosa son los deseos de los gobiernos occidentales en definir estructuras de estado en áreas del mundo en las que se vive de otra manera, con valores que al no ser comprendidos, simplemente se intentan destruir por la fuerza. Que no nos entra en la cabeza, que el mundo no es todo como Washington Square, Oxford Circus, o la Place Concorde, ni quiere serlo.
Este deseo imbécil fue lo que condujo a la creación en 1956 de una República del Sudán, se calmó así a los miembros de los clubs británicos de Chelsea, por supuesto. “Ya tenemos otro país como nosotros”, debieron pensar, y siguieron tomando el té.
Pero esas decisiones de trazar fronteras con lápiz en servilletas del “country club”, con una buena pinta delante, tienen sobre el terreno consecuencias terribles, ya que, al final se intenta meter zorros y gallinas en el mismo corral, y eso normalmente produce sangre.
Como la que a poco de esa decisión empieza a producirse, en la primera guerra ¿civil? Sudanesa que se extiende desde 1955 hasta 1972, produciendo más de medio millón de muertos, a vueltas con la secesión del hoy reconocido territorio de Sudán del Sur. Pongo el signo de interrogación porque civil se aplica a un país, y en Sudán eso no existe, son etnias diferentes las que luchan entre si, hoy, ayer, siempre.
Esa guerra se retoma en 1983 hasta 2005 momento en que se reconoce un derecho de autonomía a los territorios del sur.
Eso sí, habiendo terminado con la vida de casi dos millones de personas, y cuatro millones de desplazados, en el conflicto armado más sangriento tras la segunda guerra mundial.
En 2011 se celebra un referéndum de secesión que con más del 90% de los votos a favor de la creación de un nuevo estado, culmina en la creación del país más moderno del mundo.
Pero la cosa no se tranquiliza, ya que en 2013, comienza otra guerra en Sudán del Sur, esta vez con tintes étnicos entre dinkas y nuers, pero realmente oliendo a petróleo, a materias primas, y a tribu.
El artículo de “El Mundo” al que hago referencia se publica el 14/05/2017, por Alberto Rojas y fotos de Albert González Ferrán, y se encabeza con el titular escalofriante de
“EL INFIERNO DE SUDAN DEL SUR: MATAD A LAS MADRES. A LOS NIÑOS. QUEMADLO TODO”
http://www.elmundo.es/internacional/2017/05/14/58ee72d4e5fdea3f558b45f7.html
Las descripciones del articulista no soy yo quien para reproducirlas, pero sugiero que alguien les eche un vistazo, porque a más de una sensibilidad hará que se le salten las lágrimas.
En esa guerra olvidada, endémica, que tiene más de un siglo, casi se mata a pedradas, quiero decir, que el armamento es obsoleto, que nadie tiene dinero para comprar armas modernas, y hay que usar lo que se tiene, machetes, viejos rifles, odio, y más odio, ya que lo que se busca es el genocidio de una de las etnias, la nuer, por la de los dinkas gubernamentales, aunque en cualquier momento puede cambiar, y revertir, ya que los frentes no se mueven.
Pero el país utiliza los peores elementos de guerra, que es el ataque contra mujeres, con violaciones masivas, ya que el saqueo y las violaciones son la paga de la soldadesca.
Hasta aquí los horrores del genocidio que posiblemente esté en marcha, sin que los cascos azules de la ONU en el territorio puedan o quieran terminar.
Seguro que hay razones legales para la no intervención de esa fuerza de contención, y como no mueren yanquies, pues no pasa nada, no se invierte dinero en arreglar ese problema endémico que es la muerte de los más desfavorecidos.
En mi telediario no dicen nada de esto nunca, es una zona a la que no se atreven a trabajar ni las ONG más valientes, que en esta última fase, a machetazos, ya ha había provocado más de millón y medio de desplazados, y decenas de miles de muertos, uno a uno, a sangre. Mi telediario, ya sabéis, se ocupa de temas importantes, de esos que provoca la política nacional y la propaganda de los partidos, en todas las cadenas, en todas las emisoras.
Y es que son cosas que no venden, que ya se sabe como son por ahí, gente descreída, que viene bien para derivar unos miles de millones de la ayuda humanitaria a reparar en una mínima parte los dramas cotidianos, que por no tener no tienen ya ni petróleo, que se redujo su producción a la mitad, y el precio también.
Así no hay quien sostenga una guerra, y menos que pueda acabarla, ya que los recursos mineros y el petróleo producen unos 25 mil millones de dólares al año, de los que el 40% está en manos chinas….y el resto de los beneficios en cuentas particulares en paraísos fiscales de todo el mundo, o en cuentas de la City, de Suiza, de….
Se defiende buenamente la producción del enemigo, y el dinero se saca fuera, lo antes posible, perdón, el dinero no entra nunca, se queda fuera.
Lo siento, lo siento en el alma, pero es lo que hay, el dinero mandándolo todo, matando a la gente, petróleo, minerales de sangre, de sangre de la tribu rival, de sangre de mujeres violadas, de niños asesinados, de venganza de unos contra otros tras la última matanza, de ONG’s, de UNICEF, de Cascos Azules, de a ver con qué nuevo recurso nos hacemos, de a ver si entramos por allí de alguna manera, y abrazan mi fe, que necesito fanáticos.
Porque niños soldados ya tengo, más de diez mil, y niñas productoras de soldados también, que para desfogar a las tropas, están las mujeres de los enemigos.
Lo que más me duele es mi falta de coraje para lanzarme a poner mis esfuerzos en luchar contra esto, que tras esta entrada imprecisa, con datos cogidos de aquí y de allí, lo que ocurrirá es que abra mi botella de cerveza, o de vino. Quizás beba un vaso de agua limpia y fresca de mi nevera, o mire algo por Internet, o me dé cuenta que pertenezco a una especie que puede tratar mejor a sus mascotas que a sus congéneres.
Con su pan se lo coman