A vueltas con el Brexit

Ayer estuve por la tarde en esa institución vetusta que es al Ateneo de Madrid, escuchando el análisis que mi amigo Rogelio hizo sobre lo que significa el BREXIT, y sus consecuencias en demasiadas cosas que nos pasan desapercibidas demasiadas veces.
Mi amigo Rogelio, utilizando la jerga cotidiana que se escucha en la correspondencia del metro de Juan Bravo, por ejemplo, es un crack en estas cosas, y vale la pena escucharlo no solo por su capacidad intelectual, sino por su envidiable nivel de conocimientos que sobre el tema tiene.
Y sí, luego pagó unas cañitas que eso de ir de conferencia sin el correspondiente vino español, es una tradición que no debe perderse bajo ningún concepto, y mi Rogelio es un Señor.
De las cosas que dijo, como ya las dijo, no voy aquí a repetirlas que quedaron dos o tres butacas libres en el salón de actos del Ateneo, así, que haber venido, panda, que sois una panda, pero lo que si quiero es hacerme eco de algunas de las reflexiones que se hicieron “en passant”.
Como que aquí, nadie menos un excelso grupo de personas realmente interesadas y con la capacidad de estudio y sacrificio necesarias, ni siquiera intuye las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Gran Bretaña de la Unión Europea.
Y es que como dice Rogelio, los tratados que nadie se ha leído, (yo el primero) encierran una cantidad de compromisos que hay que ir rompiendo uno a uno, cada cual con sus consecuencias para los ciudadanos, y cada cual con sus consecuencias económicas asociadas.
Y es que, como mantiene Rogelio, no se enseña que es eso de la Unión Europea en las escuelas, en el bachillerato, quiero decir, que hasta los libros de texto que se manejan en las escuelas confunden los diferentes tratados firmados, se obvian los compromisos adquiridos, y todo eso va ahora a aflorar con toda su crudeza, y lo que es peor, con muy poco tiempo para resolver los conflictos que tras cada línea hay.
Los políticos lo que han hecho desde el lado británico no ha sido otra cosa que apelar al sentimiento (que no al raciocinio del ciudadano), y el ciudadano ha reaccionado como un hooligan, como un hincha de fútbol, vaya, haciendo el caldo gordo a quienes no les afectaba el resultado, salvo en lo referido a su carrera política personal.
Es esa la causa de que ahora amplios sectores de la población británica, cuando aparece en un suelto las consecuencias que tal o cual acuerdo que se negociará puede afectar a su bolsillo, tomen el canasto de las chufas, y no les apetece salir a la inglesa.
Salir a la inglesa es lo que hacían los caballeros cuando en su club de Picadilly encontraban una señora en los pasillos o la calidad del té o del coñac que se servía no se adecuaba a sus expectativas. Y era preguntar en administración qué es lo que se debe. Se pagaba, y a otra cosa.
La factura que se intuye deba pagar Gran Bretaña, es muy grande, demasiado, me temo, y liquidarla es una de las condiciones para seguir negociando, dice Rogelio.
Y la primera, que no dijo Rogelio, es que el Reino Unido tiene un PIB de 3 Billones de dólares, y la Euro Zona de 16, y eso a la hora de la negociación es una debilidad manifiesta, como lo serán los problemas que generará su salida en las fronteras con el Ulster, o las fronteras con lugares como Gibraltar con España, o la situación en que quedarán las relaciones comerciales con los miembros de la Commonwealth y la Unión Europea.
No voy a hablar de las regulaciones que las agencias europeas han ido realizando en la mayoría de los sectores económicos y que dejarán de tener su aplicación en el exacto momento de su salida, ni del impacto que en el comercio o de los flujos de capitales con ese centro financiero que es la City londinense, en donde sus operativos dejarán de tener la validez para operar con Europa.
Las normativas sanitarias, alimentarias, los marcados CE de los productos que compramos en nuestras tiendas día a día, la energía, las colaboraciones policiales, las colaboraciones en aspectos de defensa, de aplicación de estatus de ciudadano a los nacionales de uno y otro sitio, hay que negociarlo en menos de dos años.
Y por en medio están las elecciones en Reino Unido, en Alemania, con lo que me da la sensación, (Rogelio lo tiene muy claro), que la pérdida de tiempo de casi seis meses de los treinta y seis disponibles, es un escollo arduo, que va a necesitar profesionalidad, paciencia, y poca intromisión de los políticos.
Cree Rogelio, que del lado europeo, las cifras y las ideas a defender están claras, pero se teme que en el Reino Unido las cosas están aún por cocinar, y si la señora May no obtiene pasado mañana el respaldo necesario en las urnas, las cosas de la salida de Gran Bretaña se van a poner difíciles para la negociación.
Hablamos en su momento de la postverdad, y es lo que ahora tienen delante de sus narices los británicos que no sabían realmente lo que estaban votando en su referéndum. Que se juegan literalmente su actual integridad territorial, ya que es muy posible que se elimine la frontera entre el Eire y el Ulster, y que los escoceses, en el momento que, como región receptora de fondos comunitarios deje de percibirlos, van a sentir un deseo reforzado de abandonar a Inglaterra y al País de Gales.
Preguntaré a mis amigos transhumanistas, si por casualidad tienen criogenizado el cuerpo de Maria Estuardo, que seguro sacaban partido del asunto en un próximo futuro.
De Gibraltar no hablo, que me da la risa, pero se va a tener que negociar con mucho cuidado y me temo que desde una posición de debilidad del Reino Unido, y que conste que no hablo de cambios de soberanía.
Y por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, recordar a los indepes de mi pueblo, que hablamos de 45 años de asociación común entre Reino Unido y Europa, y nos enfrentamos a unas negociaciones de una complejidad enorme.
Que no será la separación de algo que lleva más de cinco siglos, En fin….que parece que el referéndum ese que se andan rumiando suena a si quieres ser socio del Barca o del Madrit (ens roba) Porque si de lo que hay detrás del BREXIT ni uno solo de estos pollos tiene idea, los catalanes indepes de la que pueden liar, menos, así que cuidadín con las postverdades.
Y me gustaría, para terminar, retomar la recomendación de Rogelio a las instituciones comunitarias, su obligación de ser mucho más cuidadosos con la información que se pasa a los ciudadanos. Es cierto que el populacho no sabe lo que hacen esos chicos de Bruselas, tan bien formados ellos, tan inteligentes ellos tan caros ellos, tan poco percibidos como resultado de las decisiones de los ciudadanos en las urnas, y tan percibidos como el fruto de las presiones de los lobbys que actúan a la hora de establecer tratados y elaborar normativas. Estoy contigo Rogelio.
Y el que venga detrás que arree.

De Santa Clara a Fleet Street

Santa Clara arriba, Santa Clara abajo, y en verano algunos ṕor San Torcuato, y los más por el paseo.
Así pasa la vida en provincias y no tan provincias, que a la que te descuidas, aparece una calle Mayor y un paseo, una excusa para no quedarse en casa, una excusa para ver a los amigos, para ver a los y las quincenas empezando a preparar entre risitas nerviosas los líos que seguramente constituirán el más de su vida.
Pues sí, el Espolón te espera, o el Paseo Zorrilla, que es lo mismo, el caso es salir por la tarde, a que te vean, a ver tú lo que puedas, a matar el rato, a estirar las piernas, que lo que no se va en llantos se va en suspiros.
Esta tarde tenía yo unos asuntillos que arreglar, ya se sabe, cosas de esas que ni siquiera por Internet se pueden resolver, y me he venido, tranquilo, hasta Complutum, que no es Burgos, que no es Zamora, ni siquiera León, pero es ciudad antigua, y tiene calle Mayor, esa Santa Clara complutense, al lado de Madrid, que desde que perdió su Paseo de Recoletos para pasear, ya no es ciudad castellana.
Y eso que Doña Carmena de mis entretelas por mucho que se empeñe en cerrar Recoletos y el Prado los domingos, no le bajan a pasear ni los petimetres ni los quincenos, un desastre.
Porque estas cosas Señá Carmena son como el rosario, hay que rezarlo todos los días, que sin costumbre, lo que se baja al Paseo son los perroflautas, los ciclistas, y esos que se creen que están anunciando una victoria en batalla, solo porque se ponen una camisetilla exigua con el dorsalillo en precario equilibrio.
A mi Prim diecisiete, batallón de infantería que diría mi abuelo, porque de lo que se trata es de salir al paseo, y si este Madrid quiere ser London, pues con su pan se lo coma, que me acerco a la bella Alcalá, y recuerdo cuando paseaba por Santa Clara tan pichi.
Lo que ya no tengo tan claro es si esto del Brexit va a cambiar nuestras más arraigadas costumbres, que uno se va a Londres, en pleno mes de May, y se da cuenta que el problema que tienen esos britones es que son unos descreídos, y como no tienen eso de Santa Clara arriba, Santa Clara abajo, se lían con diez de hilo. Y es que estas cosas de los políticos son muy malas, como están acostumbrados a trampear hasta en el solitario, creen que el 50,01% de los votantes son suficientes para dar la patada a décadas de trabajo, en el aquel de ser europeos.
Y es lo que han hecho estos pollos que caminan por la izquierda, sin darse cuenta de que ya no van a poder ser el Caballo de Troya que sus primos del otro lado del Atlántico tenían en la vieja Europa.
Estos británicos tendrían que aprender a pasear por Santa Clara, que sé de buena tinta que cuando pasean, lo hacen por el campo….de golf, claro, y ahí ni ves, ni te ven, y lo que es peor no te mira Chuchita, ni Chuchita tiene a mano un Borjamari para echarle una sonrisita de las no sé sí, pero ni de broma lo que quieres.
Cosas de quincenos, y por lo demás, ya ni se puede comprar uno un bombín en condiciones, que en Fleet Street, parece que ni el Times está a gusto, que la gente no encuentra bancos del paseo para leer tranquilamente la tercera de opinión del tabloide asabanado.
Eso sí, los homeless, es decir los sin casa, que no los encuentras en Santa Clara a la hora del paseo, te hacen tropezar en Charing Cross, o se acurrucan cerca de Picadilly, no lejos del té de las cinco en el Ritz. Una pena, que no tienen pinta de emigrantes de esos que no quieren que entren por el Canal de la Mancha, ni siquiera por los controles automáticos de Heatrow, que parece que son las víctimas de la industria del acero de las tierras del norte, o mineros del carbón galeses. ¿Quién sabe?, que uno no está para hacer preguntas sociológicas en plan Ejército de Salvación, que antes se te degradaba un paisano por que se te hacía borrachuzo por unas calabazas de Niní, pero hoy a seis libras la pinta, te arruinas y no te emborrachas.
Son las cosas de estos descreídos, que ya se lo digo yo a ustedes, que tenían que haber sido un poco menos pragmáticos, y con la costumbre de tanta revolución industrial haber aprendido que el ser humano está para algo más que alimentarse de sus despojos.
Paseas por Londres, y no hay londinenses, además lo que te atropella son hordas de turistas, no como yo que soy un visitante, y además ni soy coreano, ni siquiera un enviado del INSERSO, porque ni los londinenses ni los turistas pasean, corren como pollos sin cabeza, que hay que entrar en el museo de las joyas de la corona, en la Nueva Tate, que hay que gastarse un sueldo en pisar los ladrillos donde Diana Spencer se vendió a la corona británica.
Por eso, hoy en la Calle Mayor de Alcalá de Henares, me daré el lujo de trincarme un par de cervezas, unos pinchos, y además me costará mucho menos que una London Pride en ese pub tan mono del Strand.
Que aquí casi no te hablan en italiano de Turín, ni tampoco inglés de ese de andar por casa, vamos de el de “may I have a pint of bitter”, que por aquí nuestros pobres son personas dignas que trabajan, que sudan y sufren para llegar a fin de mes, que la vida es dura pero aquí somos dignos, tenemos nuestra calle Mayor y aún no hemos transformado en un parque temático las calles por donde paseó Cervantes, que por el puente de Westminster, o en el Tower Bridge, no cabe ni un alma, claro que a nadie le importa, que en cualquier momento ponen un torno en las calles para que pongas la perra si quieres pasar por Fleet, por Carnaby , o ir a gastar tus perras a Petticoat o a Camden. Todo por su Graciosa Majestad, aburrida, y cursi como un repollo con sombrero y lazo rosa. Yo me quedo con mi paseo por la Calle Mayor, por Santa Clara, por el Espolón, o por el Sardinero, que hay menos turistas, y si te cruzas con alguien que no sea local, seguro que es un respetuosos visitante.
Le bon Dieu vous la donne