Nos dan la murga

Pues sí, quizás Madrit ens roba, es más, seguro que nos roba, que Hacienda somos todos y la sede social del tal Ministerio está por aquí, trocito en Castellana, trocito en Alberto Alcocer, y ya decíamos ayer como se las gastan todos estos chavalotes, en esa tan admirada tarea de la defensa de los grandes patrimonios.
Si, también parece que por Madrit somos una cantidad de cosas malutas, como eso de antidemocráticos, encarceladores de corderos y no sé cuántas cosas más, vamos, que no hay por donde coger esta cosa de Madrit.
Y ahora que si se van las empresas, que si la gente ha decidido no comprar corchos extremeños, si protegen el cava, no tripa de guarrillos si acaban envolviendo al espetec de quien sea.
Y es que sí, es que empezamos a estar hasta los mismísimos cojones de que nos den la murga, y no sabemos cómo hacer para que ese grupito de tocapelotas, deje de darnos la barrila a costa del presupuesto nacional, que la cosa es que parece que están dándosela a los belgas, y a quién pueda pasar por su lado.
Y a todo esto nos han dejado huérfanos de todos los oficios que teníamos encargados a los que fuimos a las urnas en su momento confiando en que las cosas que teníamos pendientes en este puñetero país, si no se solucionaban, al menos que empezasen a encarrilarse, que ya va tocando ver qué se hace con los parados de larga duración, que preocupa, según nos dice el CIS al 66% de los españoles.
O quizás, mirar a ver si podemos evitar que se quemen tantas y tantas hectáreas de montes, o por qué no, mirar un poco si lo de la sequía se puede gestionar un poco mejor. No sé, hay tantas cosas que resolver para andar con la matraca de los indepes, esos que el sábado nos van a reventar el pescadito en la Barceloneta, que se bajan seiscientos autocares de esos que pagan los atorrantres del Omnium, de la ANC.
En fin, yo solo sé que hace tres o cuatro meses pagaba casi doscientos euros por noche en un hotel de Barcelona, y ahora me los ofrecen a setenta, y con una sonrisa.
Alguien está haciendo algo muy mal, pero que muy mal, ¿qué quieren ustedes que les diga?, aunque en Madrit los que mandan sean tan malutos, tan aficionados a encarcelar ovejas de amor, que lo que me parece es que nadie va a compensar al camarero de la calle Marina, del Port Olimpic, de la Barceloneta, el jornal que perderá el sábado, ni a los que ayer no dejaron moverse los piquetes permitidos por las autoridades acojonadas, esas que ahora mandan desde Madrit, que ya sé que la próxima tortilla me la hago en las vías del AVE con la peña si no encuentro curro, o si el Leganés no gana la Liga, que me da lo mismo.
Las risas que nos vamos a echar van a ser de las que se transforman en épicas a poco que nos salga, que tiene todas las papeletas visto lo visto.
Así, que, por favor, dejen de dar la murga, que son ustedes muy buena gente, pero muy pesados, y están molestando más de la cuenta, menos a mí que a los que viven en esa tierra que creía que era mía, pero parece que no, que como no soy indepe, como no vivo allí, pues no soy de allí, que si no fuera por Madrit, me veo de apátrida. Su murga marea demasiado, de verdad, y nadie, ninguno de ustedes que están en la organización de toda esta trifulca van a verse perjudicados, que a quien van a perjudicar es a todos los que trabajan honradamente en mi tierra catalana, a los estudiantes que manipulan con tanta facilidad y que no va a contratar ni la SEAT cuando acaben su preparación. Pero eso a ustedes les importa muy poco, como les ha importado muy poco permitir que demasiados de sus políticos se hayan llenado los bolsillos con el dinero que recaudan de forma confiscatoria y gastan de forma mafiosa, cierto como en Madrit, que aquí no hay mejores.
Y han dejado a los más débiles de su sociedad sin los recursos que han gastado ustedes en sus sueños sin sentido, dispuestos a poner su seguridad en manos de mercenarios, de ejércitos de fortuna, pero eso les importa muy poco. Son ustedes como el burro con orejeras que han escogido muy acertadamente como paradigma de su movimiento anticatalán, que pocas cosas he visto peores contra mi tierra catalana que su movimiento independentista, felón, tramposo y chapucero.
Así que, por favor, dejen de dar la murga, que van a acabar ustedes con la infinita paciencia que los que no llevamos las orejeras que se han colocado con tanto orgullo, que nos tienen aburridos, y que sin querer vamos a hacernos daño de verdad en la economía, en la sanidad, en la educación, en definitiva en todo aquello que esperamos solucionen ustedes y que no son capaces, en Madrit y en Barcelona.
Sería mucho pedir, supongo que nos dedicásemos todos a cumplir y hacer cumplir la ley, que para eso están ustedes, para que no monten con mi dinero eso que llaman estructuras de estado, y para que me dejen ir a trabajar si quiero hacerlo, y que la policía haga su trabajo y quite a los piquetes de los caminos, que para eso les he votado.
Y si el indepe de orejeras no quiere ir a trabajar, ¡que no vaya!, pero a mí que no me violente, que nunca me pagara la luz, el alquiler o el teléfono, que para eso voy al curro. Y sí, a eso le llamo violencia del qe interrumpe e ineficacia de quien tiene que proteger mis derechos y no lo hace.
Así que , por favor, dejen de dar la murga, y por favor defiendan mis representantes legales mis derechos de una vez por todas, que quiero pasear tranquilo por la calle Marina este sábado, y me temo que deberé quedarme en este Madrit terrible, donde los jueces malutos llevan a la cárcel a los corderos indepes, esos que hasta a ellos mismos son capaces de traicionarse.
Con su pan se lo coman

El Paraíso

Hacienda somos todos….bueno, casi todos, que los hay que creen que la cosa no va con ellos, y a lo mejor llevan razón, pero a uno, hijo de ferroviario de los de sobre con semanada, se le hace muy duro ver que hay pollos por ahí que no solo afanan como el ladrón de Bagdad, de lo que paga el populacho en impuestos, sino que luego esconden, los intereses a las haciendas públicas.
Es muy duro, de verdad es muy duro cuando aparecen esas cosas que se llaman papeles de Panamá, o papeles del Paraíso, o te hablan de Jersey, de Caimán, de Bermudas, o de tantos y tantos sitios en donde evitar soltar la mosca impositiva es algo muy fácil.
Pero desde luego si hay que vender Iphones, o publicidad en San Google al país de los ferroviarios con semanada en sobre declarado a las autoridades fiscales, nos olvidamos de pagar los impuestos, vamos el IVA puñetero que se empeña nuestra hacienda que tenemos que pagar al fontanero. ¡Haberte puesto a vender telefonillos de esos que venden los inteligentes!.¡Que de ferroviario no te comes una rosca, chaval!
Claro, como te pongas a preguntar demasiado, rápidamente sale el listo de turno a recordarte que si no existe la competencia a nivel de fiscalidad entre países estamos atacando las bases del entramado económico mundial….que si en Irlanda pagan por sociedades el poco por ciento, pues haga usted lo mismo, que a nadie le importa que la sanidad se deteriore, o que no atendamos a nuestros mayores.
Nadie les pidió que malgastaran su vida en los ferrocarriles del estado, que se sabe muy bien que pagan fatal, y a la que te descuidas te sacuden con un ERE, o te prejubilan a los cincuenta con una flor en el culo, y a otra cosa.
Pero somos tan imbéciles que seguimos´ṕagando las camisetas de los futbolistas a cien chufos sin despeinarnos, y sugiero que como el delantero Pepito esconde la pasta en Bermudas, pues compramos la tal camiseta en el top manta y a otra cosa, o aplaudimos al reyecito, o votamos al político, escuchamos al cantante y vamos a su concierto, como imbéciles, y encima lo justificamos con esa aureola de buenismo que nos caracteriza de ciudadanos responsables que somos.
Y además debemos escuchar al ministrucho de turno, el de las exenciones, el de la vista gorda, el que no contrata inspectores fiscales suficientes, recordarnos que debemos pedir la facturita con IVA, que no andemos jodiendo, que Hacienda somos todos, bueno, casi todos.
Habrá que aguantarse o rebelarse, uno no está muy seguro de lo que realmente se recomienda en estos casos, y a mí me pide el cuerpo lo segundo, sobre todo cuando veo a tanto cabroncete chotearse de mí cuando alguien le pilla con el carro del «helao», que ya sabemos que luego no pasa nada, o casi nada, que como estamos en un estado de derecho, de esos garantistas, y con legislación «mu fisna» para estas cosas, pues nada de rositas y a casa, que se esconde la pasta y a otra cosa.
Yo me descojono, y disimulen sus gracias, cuando aparecen implicados y pondré el puñetero presuntamente, que si no se te mosquea la peña, y uno es hijo de ferroviario, gente que no tiene que pagar impuestos, como ciertas casas reales que circulan por la izquierda.No sabe uno si la cosa es genética, lo enseñan en Oxford, o son del club de a ver quién mea más lejos.
El natural sensible de uno se rebela, que después de que un pollo presuntamente le haya robado al Canal de Isabel II lo que no está en los libros (desde luego en libros no iba a estar ), esa justicia siempre garantista que nos proteje va a esperar que se gaste el hombre la pasta esa que tiene en los por ahís que nadie sabe donde ni cuanto.
Pero que no se me preocupe nadie, que por el grifo sigue saliendo agua, que no sé si será la de la Fuentte del Berro, pero parece que no, y mejor no preocuparse demasiado, que el populacho de eas cosas financieras no debe enterarse, que le falta formación, y luego se hace bola en las redes sociales.
Lo dicho, que el señor alcalde del Maresme guarrea con los dineritos de sus conciudadanos de otras formas, que se sube en el charter a pachas con otros como el, y a tomarse unas patatas fritas debajo del Manneken Pis, que como todo el mundo sabe es lo que da el corazón de Europa, meaos y patatas fritas.
Y es que el dinerito del sobre de mi padre, el ferroviario de sobre de semanada convenientemente mermado por la contribución a lo público, debe gastarse en el bien común, ya se sabe en esas cosas tan importantes y que dan tanto trabajo a las personas que tanto lo necesitan, como esos productores que limpian las cubiertas de los yates a tiempo parcial, y que si los poderes políticos se ponen serios, se les echa y se busca productores más negros, más nepalíes, que siempre hay alguien más necesitado. ¡No nos vamos a gastar el dinero que tanto nos ha costado robar en pagar a un productor!.
Y si te pillan, no pasa nada, entra Don Jacinto Benavente en juego, y Crispín echa mano de los intereses que fue creando, que en estas cosas, una historia es la competencia y otra el patio de Monipodio, y no hay que romper la baraja, que hoy por tí y mañana por mí, que medio millón de euros entre unos pocos amigos no es nada, o casi nada.
Yo, como he dicho, no sé como se hace esto, y a lo mejor lo que debería hacer es comprar acciones de esas compañías que mueven tan bien el tema de los impuestos, y con suerte algo recuperaría para el plan de pensiones, aunque no sé si al final me acabarán changando, que seguro me venden caro, se montan unas put en condiciones y me tienen pillado hasta que se cansen.
Y es que tendremos que acostumbrarnos a que lo del sobre de la semanada es lo que nos queda a los súbditos, que ahora nos llaman ciudadanos.
Con su pan se lo coman

De protocolos y ciborgs

Dicen que dijo, (a saber), Sir Winston Chruchill, que lo mismo había sido Byron o Wilde, que “El precio de la grandeza es la responsabilidad”.
La frase es chula hasta cansarse y la utiliza el señor Dan Brown en su obra Orígenes, con el desparpajo y la superficialidad que le caracteriza, y a mí me pone a pensar en los niveles de responsabilidad que me rodean. Consecuentemente me doy cuenta que la grandeza ha desaparecido, cosas de los humanos.
La responsabilidad hoy no la quiere nadie, nadie parece estar dispuesto a hacerse cargo de las consecuencias de sus actos….bueno, casi nadie, que de todo hay en la viña del Señor.
Y podemos empezar por esa cosa de los protocolos, que es la herramienta más directa, posiblemente, que hemos desarrollado los humanos en los últimos siglos, para eludir responsabilidades, o lo que es lo mismo, si consideramos acertada la frasecita atribuida al señor “iglesia en colina” (“Churchill”para Dan Brown), para eliminar la grandeza.
Bonito dilema, que al parecer es el protocolo quien nos guía por el camino predibujado y nos quita la posibilidad de liarla parda, a lo grande, vamos, que es lo que de verdad nos gusta. Eso de pensar se nos va haciendo cada día más pesado.
Y estos días, por mor de unos cometarios acerca de la manipulación de las masas, de los esfuerzos que se hacen en pro de que los más no piensen, veo que una vez se ha conseguido transformar la sociedad en algo que está lejos del raciocinio, del análisis, y consecuentemente de la proposición de vías alternativas, de otras soluciones, de planteamientos individuales, surge el protocolo como el gran adalid del siglo XXI.
No hay grandeza, somos todos individuos gamma, como los de Huxley, y por lo tanto exentos de cualquier posibilidad de acceder al mundo de la grandeza, al mundo de la toma de responsabilidades, y lo que es peor, aquellos que de alguna forma parece que pueden ser seres alfa, de esos que dirigen la sociedad, al menos en apariencia, resulta que se adhieren a los protocolos, que tampoco han desarrollado esa capacidad de pensar, de entender el entorno, de responsabilizarse de las consecuencias de sus actos hasta el final.
No quiero poner de ejemplo el espectáculo de los dirigentes políticos que se están enfrentando a tribunales, ya sé que están muy lejos del concepto de grandeza, que todos están con el que yo no he sido, con el yo no soy responsable, miren ustedes como he seguido este o aquel protocolo, no hay nada personal, que diría el mafiosete, es solo un tema de trabajo.
También debo reconocer que, de alguna forma, la ausencia de los famosos protocolos en algunas facetas de la vida, nos harían imposible disfrutar de ciertos niveles de desarrollo de los que hoy disfrutamos, que hay que regular algunas cosas, ya que somos demasiados humanos en espacios pequeños en los que nos empeñamos ocupar hasta el hacinamiento, pero cada vez dejamos menos espacio a nuestra imaginación a nuestra creatividad.
Hablaba hace poco, de lo poco que nos va quedando a los humanos de ser reconocidos como la especie H.sapiens que somos hoy, antes de que H.ciborg nos sustituya, y de que los únicos resquicios de humanidad que les van a quedar al género Homo, (sea sapiens, ciborg, o singinthemorning) será la capacidad creativa, esa capacidad creativa de la creación de protocolos para que , como hoy, las máquinas (se alimenten de proteínas o de energía eléctrica) realicen los trabajos de forma mecánica, repetitiva, sin pensar.
Es la vuelta a tiempos modernos de Charles Chaplin, y estamos casi preparados. Yo lo empecé a notar fuera de nuestro pulcro occidente tan adecuadamente protocolizado, subiendo a un taxi en El Cairo, o intentando cruzar una calle en Saigon, donde todo está sujeto a la creatividad del momento cuando el motorista te sortea con habilidad para no atropellarte (literalmente es para no romper su ciclomotor), o como el taxista sale a defenderse de la vorágine creada por cientos de taxis a su alrededor, cientos de animales de tiro, de peatones con sus pertenencias, esas que se llevan a vender a los mercados de las cercanías.
Cierto que la productividad no es comparable a la germánica, cierto que la pulcritud de una calle de Bonn o de Zürich nada tiene que ver con el centro de Delhi ni con las calles embarradas de monzón que pisoteas en Kathmandú, y claro, la diferencia la marca ese nivel de protocolización que nos hace la vida más aséptica, más larga, más robotizada, menos H.sapiens.
Siempre me han fastidiado los profetas, menos si el oficio lo ejerzo yo, desde luego, así que diré aquello de que nos queda poco de nuestra imperfección humana, que cuando los Teslas atraviesen la plaza de la Mezquita de Al Azahar, el H.ciborg nos habrá desplazado, ya no seremos más que el brazo ejecutor de un algoritmo, o del deseo de nuestro programador, nuestro protocolizador, es decir robots.
¿Qué le vamos a hacer?, al final es lo que hemos decidido, y ya veremos como se van desarrollando esas cosas que hoy nos tienen tan entretenidos, y que reconocemos como pasiones humanas, como sexo, amor, sentimiento tribal o familiar, (la definición va por barrios) o la creatividad asociada las artes plásticas, a la música, a las conversaciones fútiles, a tantas cosas que posiblemente una vez queden convenientemente protocolizadas quedarán escasamente en manos de los H.sapiens que vayan quedando por los suburbios de Nairobi, de Asunción o de Ulan Bator, por no ponerme demasiado pesado.
Como en el fondo no dejo de ser un soñador, intentaré no perder esa copia que tengo de Las Mil y una Noches, y así poder seguir contemplando los sueños que acabaron escribiéndose para que siglos más tarde alguien con un cierto espíritu de H.sapiens aún en su cableado, pueda encontrar un resquicio fuera del protocolo para viajar con Simbad por los mares en busca de genios maravillosos, de monstruos impensables, de sorpresas, de aventuras, de ilusiones.
Lo demás será una alabanza a la productividad, una loa a la perfección, una aburrida Arcadia como las que nos pintaba Asimov cuando nos avanzaba el escenario de nuestra vida robotizada, que lo de Terminator por el momento se lo dejo al exgobernador de California, o para otro momento en el que me apetezca ponerme pesado de otra manera.
Con su pan se lo coman