Lisístrata

Un interesante artículo que me ha llegado casi de rebote, se me ha hecho, de pronto, muy útil ahora que enfrentamos la famosa jornada de la reivindicación del feminismo el próximo ocho de marzo.

Sé que el que un hombre se meta en esos jardines, tan llenos de razón como de posiciones extremistas, es una locura, que lo más probable es que a uno le pelen por la derecha, por la izquierda, por el centro, y además sufra del síndrome de Lisístrata, que a ciertas edades puede ser una gaita, que no a la mía, así, que con poco que perder, me lanzo al jardín encharcado.

Menciona el artículo, el papel del hombre en la sociedad keniata, en un momento en el que la mujer, en un país muy conservador va asumiendo roles que de alguna forma invaden el territorio de lo que el hombre ha considerado como su área de responsabilidad.

El papel que aún se reserva al hombre en la sociedad keniata, (válido para otras regiones africanas o del tercer mundo y parte del puñetero occidente, que aquí las fronteras son muy difusas) es el de protector/suministrador, y de esa forma, se ha ido la sociedad construyendo.

No estoy para juzgar si es bueno o es malo, no es mi objetivo, solo quiero hacer constar, que desde mi punto de vista, se había llegado a un mal equilibrio, ya que la fuerza la ostentaba el hombre, y al ser el responsable de los suministros, creaba una dependencia terrible de la mujer en esa estructura, ya que sin la protección podían ser violentada por cualquiera, y sin el suministro se le condenaba a la miseria.

El hombre, a cambio de dar esos servicios, se garantizaba que la transmisión de los genes le quedaba bastante asegurada, lo que no deja de ser un principio básico en cualquier sociedad del mundo zoológico que se precie.

Cuando la sociedad basada en la estructura básica que he mencionado, piensa incluso que la garantía de la transmisión genética no es suficiente, pasa a mayores, es decir entra en el mundo de la mutilación genital femenina, para que el hecho de mantener relaciones sexuales sea un verdadero tormento para la mujer, y transforme cada acto en una violación por parte de la pareja.

Que el hecho de que tus suministros y tu protección dependan de un hombre a quien has sido entregada convenientemente mutilada, te van a forzar a una situación de esclavitud doméstica de por vida.

Los keniatas, en su legislación tienen prohibidas las prácticas de mutilación sexual femenina, lo que por otra parte tampoco es algo que se persiga, pero algo es algo, y los resultados, poco controlados, desde luego, si muestran progresos en cuanto a la reducción de ese estigma social.

El hecho de que la mujer keniata vaya cada vez más alcanzando áreas profesionales que antes les estaban vedadas, conduce a la eliminación del rol suministrador que el hombre ha mantenido de forma tradicional, siendo la pérdida de poder que conlleva, algo difícil de aceptar en una sociedad conservadora.

El reto es ahora, no solo en Kenia si no en otras partes del mundo del Sur (estoy cansado de llamarle Tercer Mundo), conseguir que la cultura, la formación, las oportunidades profesionales lleguen con fuerza a esa mitad de la población sujeta a la esclavitud por necesidad, por cultura, y por fuerza física y moral a la que están sometidas.

Son muchas las cosas que los hombres, y no solo ellos, si no la sociedad entera deben cambiar, en el caso de que la cultura y la formación superior vaya extendiéndose a la mujer del sur.

No es el hombre quien debe proteger a la mujer, no estamos en una manada en la que el macho dominante controla que no se le cuele ningún jovencito y les reviente el harén. Es la sociedad quien debe proteger a sus miembros, independientemente del sexo que ostenten de cualquier intento de violencia por parte de quien sea, que sin esa premisa fundamental, el Estado deja de ser útil, pierde de hecho su razón de ser.

No es el hombre quien tiene que proveer a la mujer o al clan, es el clan, convertido en algo más que una sociedad familiar quien debe garantizar que los medios de subsistencia están al alcance de sus miembros en función de los méritos y las aportaciones de cada uno de ellos.

Parece ser que la llegada, tímida aún, de nuevas vías para que la cultura profesional se vaya acercando a las mujeres en Kenia, y ojalá sea en todo el Sur, está provocando ciertas incomodidades en los hombres, que empiezan a no entender el papel que las nuevas corrientes le reservan, y que no es más que el de igual, que tan ser humano se es siendo mujer que siendo hombre, claro con la pequeña diferencia de que el hombre pare fatal.

Comprar una niña es fácil, cuando se tiene el dinero que la familia exige, que la preparen a tu gusto, es fácil, si lo pagas, y que se transforme en tu esclava sexual, en tu esclava doméstica, y en garante de que serán tus genes los que se transmitan, no tiene mayor problema en la sociedad del Sur, de muchas de las sociedades del Sur.

Además en el momento en que la mujer deja de ser útil para la transmisión de tus genes, enferma, y además no tiene que criar a tus hijos, como esclava que es, puedes dejarla abandonada sin protección y sin suministros.

Tú, gran hombre del Sur, puedes repetir el proceso tantas veces como quieras, que la situación es cómoda y conveniente.

El hecho de que el Estado, que en el Sur es algo muy poco consistente, considerase que la mujer, ha adquirido derechos por la situación que ha vivido, a lo mejor atenuaba el escenario, pero no es así, que uno de los pocos caminos que quedan es la toma del poder que corresponde a cada individuo por su formación y sus méritos, y el de la mujer posiblemente se encuentre en la formación superior.

Espero que los caminos de las sociedades del Sur fuercen al hombre a ganarse la compañía de una mujer, de forma que no sea necesaria su protección, que para eso ya está la sociedad, y que su sustento no dependa del trabajo masculino, sino de la aportación a la sociedad familiar realizada en libertad y con igualdad de recursos por ambos miembros de la pareja, que por otra parte puedan sobrevivir económicamente en soledad, si así lo consideran oportuno.

El reto es complejo y largo en el tiempo, las barreras culturales, basadas en tradiciones que copian las sociedades animales, en ritos que se han entremezclado con creencias religiosas, deben ser eliminadas a la mayor brevedad posible, sea vía legislación (difícil en el Sur), o vía formación adecuada de la mujer, más difícil aún pero absolutamente necesaria.

Confío en la llegada de nuevas profesionales al poder político y económico en el Sur, y que sean capaces de forma sólida de introducir los cambios que conduzcan a la libertad de sus ciudadanos, de todos sus ciudadanos, independientemente de su sexo.

Con su pan se lo coman

Desde la frontera

Te levantas por la mañana, y te das cuenta que de golpe, choca el invierno con la primavera, choca el sur con el norte, que no sabes de qué forma se te van a quedar las cepas que tienes sembradas en tu jardín para hacer el vino del año.
No importa, y es que la sensación de que el sur empuja está muy presente, el norte pone barreras de hielo, como esas que salen en la serie esa de los tronos, y no nos damos cuenta que la vida está en el sur.
Somos muy borricos, pero no importa, está bien, que contra las vocaciones no se debe luchar, nunca, de ninguna manera, y el norte ha decidido hacerse viejo y suicidarse.
Parecemos el Señor Scrooge de Dickens, en pos del dinero, de la soledad, y de la supuesta seguridad que a lo mejor creemos que nos ofrecen ciertos principios morales y amorales, sobre los que imaginamos se sustenta nuestra sociedad y por ende, nuestra existencia.
En África, la población se dobla cada quince años, en el norte la población, sin los que nos llegan emigrando iría hacia atrás, y tan felices, no nos importa, de hecho poco o nada nos importa, que dicen, y es verdad, que estamos viejos, y los de Iberdrola van a prejubilar a tres mil quinientas personas para rejuvenecer plantillas, para bajar salarios de paso, para hacer que las opciones de los señoritos que mangonean sobre el precio de la acción se revaloricen convenientemente.
Nadie lee esas cosas que tienen una cierta carga de obscenidad implícita, a la que los más jóvenes no prestan atención, sumidos en la pantalla del teléfono listillo, y los más mayores miramos con cierta condescendencia, con hastío, diría yo, aburridos de tanta manipulación, de tanto interés económico realmente ajeno a los intereses de todos y cada uno de nosotros.
No, no nos damos cuenta, o lo que es peor, no nos importa, que a lo mejor el indio navajo ese que de vez en cuando sale en los videos que te mandan por todas partes y nos recuerda que el oro no se come, y que lo que vale es el agua de los ríos, el verde de las praderas, y todas esas cosas bonitas que, así, aisladas nos hacen sentir en estado de elevación, nos hacen sentir que nuestra relación con el planeta es adecuada, y soñamos con ríos cristalinos en los que podemos beber directamente sin que haya peligro de E.coli, S. fecales, o bichejos similares.
Pues no, vamos a dejarnos de sueños provocados, pues a poco que leamos las estadísticas que caen de tapadillo por ahí, veremos que el mundo tiene varias tendencias terribles:
– La población tiende a concentrarse en las grandes ciudades a velocidades que las están dejando inservibles. En las mayores urbes del mundo, retos tan sencillos como el suministro de agua están empezando a ser un verdadero problema, y si no mirad como en Ciudad del Cabo, en Roma, en Beijín, en Ciudad de México, sin ir más lejos, los ciudadanos van a tener que beberse sus orines, no mañana, hoy mismo. Pensaremos que el orín propio tiene propiedades terapéuticas y así tan felices.
– De la contaminación ambiental no es necesario hacer el gran panegírico, se hace solo, no pasa nada, nos asfixiamos lenta y constantemente, y tan felices.
– Los miles de toneladas de deshechos que abandonamos día a día empiezan a ser ingobernables, no hay quien lo recicle de forma inocua, ni aquí ni en Alemania, así que de Nairobi de Shangai, de Bangkok, ni hablamos, ¿para qué?.
Pero la tendencia es imparable, que en el campo no llega la señal de Internet de alta velocidad, el telediario se ve fatal, las series de la tele no las puedes comentar con casi nadie. Un desastre, que te quedas aislado, con tu sentido gregario por desarrollar, una verdadera angustia.
Y la alternativa, tremendamente inteligente es conseguir que la gente pueda trabajar como mucho esos veinte o veinticinco años que van desde el final del último master que necesitas para el curro, hasta que te viene la prejubilación, cuando empiezas a hacer bien tu trabajo. La gestión de recursos humanos se te lleva por delante de forma impía, y así no cumples el mínimo de pensiones, con el ahorro que eso significa para el Estado (suena a l’etat cest moi, señor presidente).
Pero no te preocupes, haces tu plan de pensiones, de esos que pierden dinero cada año, que dejan comisiones en las gestoras, y que cuando los rescatas, el señor Estado, te liquida a marginal el IRPF. Tú a lo tuyo, ahorra de los ochocientos euros brutos que ganas al mes, no seas manirroto, que te dejamos a cambio vivir en una maravillosa ciudad en la que no funciona el transporte ni público, ni privado, que llena de mierda tus pulmones, que no tiene agua para beber, que te asaltan por la calle, que pagas por ese dudoso privilegio una increíble fortuna, fuera de cualquier razón.
Puedes ser feliz, mira la pantalla de tu móvil, ahí está dios, o uno de ellos al menos, que debes estar conectado, que eres el eslabón necesario para que esta rueda nos siga haciendo sentir que hay movimiento, que hay progreso, que prefiero el telefonino que el agua para ducharme.
No podemos olvidar que los recursos están lejos de nuestras ciudades, y desde luego que a quien cumple no se le ha olvidado. Y es que Europa no puede alimentarse con su producción local agrícola, pero China tampoco, ni posiblemente USA o Japón, de forma que tenemos que buscar y comprar, lo más barato posible las tierras del Sur, y el ello estamos.
Me cuesta ser profeta y analizar el futuro de nuestra amada Gaia, pero la tendencia es que muy pocos tendrán a disposición los elementos vitales suficientes para llevar adelante una vida desahogada, ya es así, pero me temo que será peor cada vez, sobre todo por la deshumanización que supone la adoración única al becerro de oro.
Si llevaría razón Fray Luis de León en aquello de
“Qué descansada vida
La del que huye del mundanal ruido
Y sigue la escondida senda
Por donde han ido
Los pocos sabios que en el mundo han sido
………………………………………………………………..
Del monte en la ladera
Por mi mano plantado tengo un huerto…”
……………………………………………………………..
Y la vajilla de fino oro labrada
Sea de quien la mar no teme airada”
Lo que pasa, es que los huertos que quedan, querido Fray Luis, los están comprando a marchas forzadas los chinos y los árabes, con el dinero de tus ahorros.
Con su pan se lo coman

La donna è mobile

La donna è mobile, qual piuma al vento, canta el Duque de Mantua, mientras el puñetero jorobado, trama su venganza que acaba con la vida de su cursilísima hija, fruto de la educación recibida por el retorcido Rigoletto.

Con esa música en los oídos, que hay cosas que uno tiene ancladas en el productor de endorfinas, escucho esta mañana que hay un grupo de abogados muy seriecitos ellos buscando ubicación para el congreso mundial de móviles del año que viene.

Que lo de los móviles y Barcelona, va a ser lo del Rigoletto, que se lo va a llevar el aire, como una pluma, y las quinielas están abiertas.

Y ya sé que hasta 2023 hay cosas firmadas, y que si cancelan algo habrá que pagar, que para eso están los contratos, pero quien va a pagar, pero de verdad, es la ciudad, es la industria española, los trece mil cristianos que estos días tendrán su contrato eventual, los hoteles, los restaurantes, los comercios.

Si van a llevar razón los de Tabarnia, que me da no es mala solución dejar a los segadors segando en las comarcas del interior para que sigan mirándose con amor el ombligo impasible, mientras arrancan los terrones de la tierra recibiendo las subvenciones europeas o españolas, que me da lo mismo.

Demasiadas veces he dicho el dolor que siento por lo que está pasando en mi tierra, por el espectáculo que ese tipo de catalán, el histérico nacionalista, en contraposición al catalán universal que es lo que quiero ser cuando sea mayor, está dando como una bendición papal, “urbi et orbe”.

Llevo desde que me conozco con esa apreciación, con esa división de la población de mi tierra, el histérico nacionalista, y el universal.

Del primero, ya vemos de lo que es capaz, que si arrasan con el congreso mundial de móviles, les importa muy poco, que ellos viven de criar cerdos, de coger peras de los árboles, y esas modernidades no les van, vaya no les van, no las entienden, no les gustan, y si se tienen que fastidiar los de Barcelona, que se fastidien, que no pasa nada, que la Unión Europea ya les mandará los euros de la subvención al peral, o a lo que sea que crían.

Cosas de payeses, de masías, del calçot con vino del Priorato en porrón, del que si se caía na gota en la camisa, te hacía un agujero, vamos como la sangre de Alien, esos payeses que alguien diría que se están pegando un tiro en el pié, quizás sí, pero de entrada se lo están pegando en la cabeza a mis conciudadanos barceloneses.

Posiblemente, si esta deriva acaba en la separación de lo que sea, de La Vall d’Arán de Catalunya, de la tal Tabarnia de lo que quede de nuestra tierra, y se quedan los payeses, los segadors ahí metidos en su terruño destripado o por destripar, si se acabarán pegando el tiro en el pié, que en Barcelona no pasa nada si la fruta viene de Aragón, los pimientos de Murcia, la carne de Galicia, y el vino, ¡ay el vino!, de Rioja o de donde sea, (evitad, con perdón, la Ribeira Sacra), y tendrán que tirar de pasaporte para moverse, aunque no creo que se muevan.

Quiera el diablo que no se vaya el congreso ese de los móviles que te hacen la compra, que te llevan el coche con solo guiñarle el ojo, y que te hacen el suizo de Petrixol, sin colas, a las tres de la mañana, si te pones tontorrón. Que no se vaya el congreso, que alguien le diga a la alcaldesa, (que me perdone, pero lo de señora alcaldesa se me atranca), que quiera o no, sus ciudadanos, los que pagan su salario, necesitan esos quinientos millones de euros que se quedan en la ciudad, y aunque vengan de la mano de ese capitalismo execrable que a ella le da de comer, porque lo que está claro es que al presidente del parlamento catalán no le importa un comino, los suyos son los payeses, son los segadores, y esos no necesitan (aún) tanta pollada de teléfono inteligente, que lo de los robots lo arreglan ellos haciendo parir a sus hembras, que no hay mano de obra más fiel y más barata que la que va pariendo la parienta.

Y me estoy temiendo que el soterrado concurso para la nueva ubicación del evento, una vez desechadas las grandes ciudades europeas que te piden un pico por un tres estrellas en el extrarradio, y una pasta por un frankfurt industrial, intentarán cosas como Málaga, como Niza, pero, al final la cosa va a acabar en Dubai, seguro, que esos con tal de que le llamen europeos, serán capaces de sobornar a cualquiera con poder, y que quiera cambiar el yate.

Año tras año, se ha aprovechado el evento para joder la marrana, un año, huelga de metro, otro año, los taxistas, este los indepes jodiendo la marrana, y el chino de Samsung, con cara de que os vayan dando por el orto, que aquí vengo a vender “telefoninos”, y los sueños de los payeses bien poco me importan.

Así, que quizás deberíamos pensar en el caso de que el tal evento acabe un tierras del moro infiel, desviar de los fondos de ayuda a la agricultura leridana, a la ganadería gerundense, y gastarlos en la ciudad a la que el odio de todos estos le privará, con seguridad.

Ya sé que no es posible, pero apetece, que las peras aragonesas, las manzanas asturianas, los melocotones de Calanda, y el aceite de cualquier otro sitio.

No voy a ahondar más en el comentario, deseo con todas mis fuerzas que el World Mobil Congress, siga hospedándose en Barcelona, y obviamente deseo también que se restablezcan las condiciones que permitan al evento desarrollarse con la paz y el sosiego que necesita el mundo de los negocios para florecer.

Mientras tanto, recordaré a quien me quiera escuchar, que el peor boicot al mejor producto de Barcelona, que es el de recibir visitantes, lo está realizando la mugre independentista, desde su pocilga de tierra adentro.

Con su pan se lo coman

 

Viaje a la India, continuación.

 

La bella imagen del Tahj Mahal la ha difuminado tanta miseria, tanto abandono de un tesoro imposible de olvidar una vez te has quedado como un pasmarote viendo desde el jardín de acceso la imponente mole de mármol blanco impoluto, salvo por las cagadas de las palomas.

Trece años después aún tengo en la retina la impresión que me dejó aquel cúmulo de impactos sensoriales que supuso mi paso por Agra. También supe en aquel momento que seguramente no volvería a pisar aquellas tierras, fueron demasiados años soñando con la leyenda del túmulo del amor eterno, cuando la realidad es que te enfrentas al fracaso de la ambición de un mogol, y al abandono de las generaciones que le siguieron.

Así que, no me costó demasiado esfuerzo volver a subirme en uno de esos ruidosos trenes que parece van a descarrilar de un momento a otro, como efectivamente pasa muy a menudo por esas tierras. Mi departamento en el que viajábamos varios extranjeros, y ningún hindú, destartalado y sucio, como corresponde, pero cómodo en comparación con las sombras que veía viajar en el techo de los vagones.

Rindo viaje en Jaipur, una bella ciudad/ciudadela roja como las arenas del desierto que la rodea, me recibe como toda la India ha ido haciendo a lo largo de mi viaje, con miseria y suciedad rodeando a la opulencia de un pasado que sigue abrazado a sus palacios y sus fortalezas.

Y así ves al encantador de serpientes, que agradece a su dios el haber recibido el don de que la cobra quiera estar con él, y así gracias a las limosnas poder seguir adelante hasta que se muera la cobra, hasta que la cobra le mate, o hasta que el diablo quiera, todo en manos de Shiva, todo en manos de Ganesh, todo en manos de Brahma, de Indra, de Visnu…

Que al final la cosa se arregla en la próxima encarnación, o no.

Y la muchedumbre por todas partes, se mezclan el taxi a pedales con el conductor de elefantes, sorteas (si puedes) la última plasta soltada por la vaca de turno, y piensas que tras estas experiencias, el sentido del olfato nunca volverá a ser el mismo

Ni el de la vista, que el cromatismo que te regala esta tierra es, como todo en ella, excesivo sobrepasa la paleta de cualquier pintor, es un mundo diferente, es otro planeta, son seres diferentes, y dignos de admiración, dicho sea de paso.

La arquitectura de la ciudad que es relativamente moderna me pareció razonable (pocas ganas tengo de describir la cosa), pero quédense sus gracias con ese cuento, que me maravillaron los palacios de los rajás, el palacio de los vientos que se dedicaba a las concubinas, siempre detrás de celosías, mármol por todas partes, jardines de agua limpia y fresca para los amos, las mil y una noches dentro de los palacios, y el infierno fuera.

En la bitácora de aquel viaje se repite día tras día el hecho de que la belleza que me ofrece esta tierra se destruye a cada paso con la miseria y la suciedad que lo impregna todo. No lo sé, pero quizás es el calor agobiante que me está acompañando el culpable, el termómetro baja con dificultad de los cuarenta grados, y es otro de los ingredientes que te impulsan a reacciones negativas.

Las carreteras es el otro ingrediente de esta tierra que saca de quicio a cualquier occidental domado tras decenios de multas, parece que se circula por la izquierda, fruto de la tradición romana, traída aquí por el Imperio Británico, pero no es una norma, es una tendencia, con lo que el caos está servido, ya que normalmente hay más tráfico que calzada, hay animales sueltos, hay vehículos de todo tipo, incluídos los coches. Yo siempre he pensado que para nosotros el mayor peligro en los viajes es el relacionado con el transporte.

Sigo mi viaje a través del desierto del Thar hacia Bikaner, son más de trescientos kilómetros de polvo, tráfico, baches, sustos…pero llegas, como el señor obispo, “rota, hija, estoy rota”.

La ciudad es un punto en medio del desierto, que se vió favorecida por el tráfico de caravanas, y estuvo bajo el dominio de los señores mogoles y por el turco. La fortaleza de Junagarh es realmente impresionante. Es como si el señor de la fortaleza quisiera dejar claro que su intención es masacrar desde las alturas la vida de su pueblo, que disfruta a cuarenta grados de las cloacas a cielo abierto. Es un salto al pasado, no sé a qué siglo, pero muy atrás, muy atrás.

Los perros y las vacas entre los puestos de comida, las ratas en las calles y en las habitaciones de los hoteles. Es lo normal, es la herencia de una saga de señores poderosos, del rajá que llegó a firmar el tratado de Versalles, que fue huésped de las casas reales europeas, y recibió en su palacio a la familia real inglesa. Recomiendo buscar referencias de este personaje, Maharaja Sir Ganga Singhji (Singh es la palabra usada en toda Asia para denominar al tigre), en donde podáis, especialmente en la British Enciclopaedia. Hay que escapar de estos personajes que dejan como legado fastuosos palacios y la más absoluta miseria a sus ciudadanos.

El sij que lleva mi coche se adentra en el desierto, de nuevo mis rezos por la salvación de mi alma, que no veo el momento da cambiar el peligro del asiento trasero del Peugeot, por el peligro de la cena que me espera en Jaisalmer, siempre que no se cuele una cobra en busca de dueño en la ducha de mi hotel.

Y la ciudad, la fortaleza está de nuevo enfrente de mí, otro enclave del comercio del desierto, enclave de caravanas, otro lugar de palacios amontonados, abigarrados, eso sí, sobre montañas de mierda, lo de cada día, la vida desbordándose y yo empeñado en no dejar que traspase los muros de mi burbuja perfecta, aislante. No debo quejarme demasiado de la actitud de los Maharajás.

Eso sí, de noche en el campamento fuera de la ciudad, y bajo las estrellas del desierto pude disfrutar de la música local. No hubo visitas de las concubinas de la ciudad, pero no importó, que no trabajo para ninguna ONG.

El viaje continúa para buscar la experiencia de la filosofía Ayurveda, que se supone va a llenar mi espíritu de paz, que va a arrancar las angustias que la desigualdad que llevo viviendo de forma tan cercana va a desaparecer. Así entre montañas, aparezco en una especie de hotel monasterio, minimalista, con luces tenues y música muy suave, si, de esa que te dice…meditaaa, meditaaa.

Pero a la hora de la cena lo que me ofrecen es una comida occidental, una carta de vinos y champagnes que para sí la quisiera el bueno de Alain Ducasse, muy Ayurveda, con flores en mi cama, con perfume en el agua de la bañera, todo muy puesto, todo muy artificial, todo muy de hostelería suiza…¡quién me mandaría a mí!.

Udaipur, me llamó la atención por la posibilidad que ví, desde Madrid, de alojarme en un hotel mítico, en medio del lago, el Lake Palace, y a fe que no me defraudó, que ya iba yo preparado con mi uniforme de brigadier británico, con mi chaqueta roja, dispuesto a ponerme ciego de gin tonics, y a fumarme un buen puro. No lo recuerdo, pero creo que cometí el error de buscar el lujo extremo, que se difuminaba en canto dejaba la barcaza que me dejaba en tierra para pasear por la ciudad. El palacio del Maharajá, era la última frontera.

Delhi de nuevo, esperar mi avión hacia Munich y Madrid, en la piscina de un hotel de negocios occidental (Intercontinental creo), compartiendo espacio con los monos que intentaban quitarte los cacahuetes del aperitivo mientras los perseguían los empleados del hotel con varas largas.

Pensé, para despedir el viaje y la experiencia, que los empleados hubiesen actuado igual si hubiesen en vez de monos sido parias en procesión los que se hubieran acercado.

Con su pan se lo coman

 

Viaje a la India

Viajar por el Rajastán era algo que siempre me apeteció, y allá por 2005 carretera y manta a lomos de Lufthansa, me dejé caer por Delhi, con los ojos abiertos y con los prejuicios que lleva encima la condición de occidental blanco cabrón que ostento.

Fue llegar a Delhi, y sentir que de golpe se me había caído toda la India encima, y es que dejar la pulcritud de la clase business de Lufthansa y de repente recibir el vaho extremo de calor húmedo a las siete de la mañana, uncido con mil aromas diferentes que reconoces con dificultad te devuelve de nuevo al hecho de que vives en el mundo, rodeado de ese factor humano del que los occidentales tendemos a aislarnos tan fácilmente en esas burbujas artificiales en las que tendemos a escondernos.

De la mega urbe que es Nueva Delhi, se dice que tiene cerca de veinte millones de habitantes, pero creo que ni idea, ya que la sensación de descontrol el terrible. Pero dejaremos la cosa de que en esta ciudad, la más contaminada del mundo, vive mucha gente, bueno, malvive mucha gente.

Digamos, por un decir que hay tres Delhi, la del poder que ocupa los viejos y mastodónticos edificios coloniales, y desde donde se pretende gobernar y organizar a los mil doscientos millones de habitantes del país. Me pareció un escenario de opereta, sangrienta, pero opereta.

Muy Mountbaten, encerrados en su palacio, reciben embajadores, y de vez en cuando, el pueblo, o una facción rival, se cabrea y los para a cuchillo. Pues bueno. Los Gandhi saben mucho de eso.

Hay una pequeña clase media, de la que ya he hablado en esta serie, con ganas de llegar, con hambre de progreso, que ya veremos a donde llegan, que por el momento apenas forman parte del corrupto funcionariado, o de los comerciantes de los mercados infectos, o quizás de empleados de alguna compañía extranjera que cobran un pequeño salario.

El resto es pobreza, pero pobreza como no somos capaces los occidentales de concebir aunque la veamos delante de nosotros. Viven como pueden, apenas sobrepasan los treinta años, y transportan a la vista todo lo que tienen, que no es más que suciedad, miseria, y enfermedades.

La ciudad nueva, Nueva Delhi, no es más que una creación del brutal colonialismo británico, diríase que no tiene casas, que todo son grandes avenidas arboladas, aptas para desfiles con tufillo nazi, y con un arco de triunfo, “La puerta de la India” en honor a las decenas de miles de muertos indios durante la Gran Guerra, aquella que sumió a Europa en un baño de sangre allá por los albores del siglo pasado.

Al final la Delhi vieja, abigarrada, en donde la lucha por la vida, por el sustento cotidiano es la directriz principal. Los rijksows, las bicis. Los Tata, las motocicletas, el enjambre humano de una ciudad viva, que muere a cada momento.

Claro, que yo sigo en mi burbuja de tarjetas de crédito, coche con aire acondicionado, hotel de cadena internacional, en fin todo lo que me mantiene a salvo de este entorno en el que ya llevaría décadas muerto.

El hambre no les gusta a los gatos, y no se ve ni uno, perros pocos, famélicos, sarnosos y apaleados, que el dominio aquí es de los monos, que buscan su parte robando comida atacando a quien se descuide, y posiblemente dejándote alguna infección por añadidura.

La comida la encontré sencilla, y al europeo, en principio nos asusta, ya que el riesgo de que te haga un roto, es grande, así, que lo mejor el arroz hervido, Buenos tés, que por cierto vienen de Inglaterra, aunque se cultiven aquí, que lo que queda como local es imbebible. Cosas del colonialismo ye de los mercados internacionales, y sobre todo de una tierra en la que entró desde Alejandro Magno hasta Genghis Khan, que por cierto dejó el famosos fuerte rojo en el centro de Delhi y que es una fortaleza prácticamente derruída excepto el minarete, y la zona de las abluciones y oración al aire libre.

Dejo Delhi, me subo en un tren infecto, eso sí en la clase de los turistas, que en la de los locales ni se me ocurre, y tricu tricu, hacia Udar Pradesh, es decir a Gwailor, su capital, otra de las diez ciudades más contaminadas del mundo pero con un pasado mongol y una herencia arquitectónica notable, encabezadas por una fortaleza que mantiene tras seiscientos años de luchas y deterioro, un interesante e imponente aspecto, gallardo y noble a la vez.

Una tumba sufí, mezquitas y templos hindúes del siglo X, dan la medida de lo que fue, ya que hoy te envuelve la miseria en sus mercados callejeros, la pobreza de los más desfavorecidos que te encuentra a cada metro que caminas, las heces en la calle, la supervivencia más básica en las peores condiciones.

El calor es asfixiante, la humedad extrema, los olores, el ambiente, no son los más adecuados para un europeo de esos de copita de champagne antes de comer. Ni me planteo tener que buscar un sitio para aliviar las tripas, no me lo planteo. Mejor no necesitarlo.

Otro paseíto en el tren peligroso y destartalado, en el que te ofrecen un bocadillo de no sé qué, que vas en la clase de los ricos. Mejor no tocarlo, que lo suyo es llegar a Agra sin retortijones, que la tierra del Tahj Mahal, y su templo funerario es una de las etapas que en este viaje quise hacer.

Mi primera impresión de la miseria la encontré en la misma plaza de la estación en la figura de un mendigo que mostraba ufano una filariasis con las filarias saliendo por los agujeros de sus piernas. El hombre estaba feliz, despertaba el espectáculo que ofrecía la compasión de la gente, que le daba más limosnas que a otros mendigos. El llevaba el valor añadido de un número poco frecuente.

Visitar el gran monumento funerario de Agra fue una maravilla para mis ojos, a pesar del deterioro que estaban causando las palomas que anidaban en el interior de la tumba…en fin, que te cuentan una preciosa historia de hadas y de amor eterno, que uno que es muy crédulo, se traga, y además la tumba de los esposos uno junto a otro. Muy mono.

Lo que ya te dicen con la boca pequeña, es que el mausoleo era solamente para la esposa del Mogol, que en su delirio tenía planeado al otro lado del río su propio mausoleo, mucho mayor que el de su esposa, y….en mármol negro.

Parece que lo destronaron a tiempo.

Paseo por la fortaleza mogola, té a la británica, y siempre rodeados de pobreza y suciedad, llegas a celebrar que tu vida no se desarrolla por aquellos lares.

Es una tierra en la que sus habitantes han sido objeto de explotación contínua por parte del poder, que ha llevado a cabo todos los excesos posibles contra ellos. Y esos ciudadanos han tomado con paciencia absoluta la situación, durante siglos y siglos. Empiezo a pensar que las ideas religiosas que hay implantadas en esta tierra apoyan el esquema de excesos del poder.

Sin embargo, los locales nos miran a los turistas con una mezcla de curiosidad y picardía, quizás a veces hasta con miedo, y es que nunca sabremos qué es, lo que viniendo de lejos, les robó, generación tras generación, el derecho a una vida digna.

Mañana, más de lo mismo

La India moderna

Esa India que sobrepasará en población a China a la vuelta de menos de una década, se enfrenta hoy a retos en los que se juega su futuro como posible potencia mundial.

El crecimiento sostenido entorno al 7% de su PIB parece insuficiente para poder generar los recursos necesarios que permitan una renta per cápita que supere los menos de mil cien dólares que muestra actualmente.

El país que al día de hoy carece de una clase media con unas dimensiones que puedan resultar significativas, sigue arrastrando las secuelas del colonialismo que sufrió a manos de Gran Bretaña, y que sumió al territorio en una situación de la que posiblemente le cueste salir varias décadas más.

Narendra Mori, su actual primer ministro, intenta llevar parte de la producción occidental hacia su tierra, con el bonito slogan de “Hazlo en India” (Make in India, en vez del Made in India), pero para conseguir que eso ocurra y que sea significativo en las cuentas del país se deben abordar inversiones muy altas para que las infraestructuras del sub continente no destrocen el ahorro que ofrecen los salarios de miseria que puedan percibir los ciudadanos, en general poco formados siempre hablando en términos porcentuales.

Y es que no hay que olvidar el continuo flujo de indios con formación universitaria que abandonan el país, cosa que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo, o bien que son enviados por sus familias a estudiar en universidades extranjeras, y si vuelven es de vacaciones y las tasas de emprendimiento que se producen no indican un giro importante de la situación.

Por otra parte, este deseo loable de progreso se hace con un panorama en los próximos diez años de conseguir que alrededor de un veinte por ciento de la población, es decir alrededor de doscientos millones de personas alcancen unas rentas entre cuatro y veintidós mil dólares al año.

Lo más probable, es que en el eje económico Delhi-Mumbay si pueda alcanzarse unas metas de ese nivel, pero tengo muy serias dudas que sea extrapolable al resto del país que muestra tasas de analfabetismo y pobreza cercanas al sesenta por ciento de la población, y con el terrible dato de que el uno por ciento de la población ostenta el treinta por ciento de la riqueza.

Es cierto que en algunos sectores se están produciendo avances significativos, que multitud de compañías occidentales están confiando sus centrales de datos a la India, con resultados muy positivos, y que la industria cinematográfica, el famoso “Bolliwood” tiene una importancia interesante en la población urbana local, por supuesto, ya que fuera del país su impacto es puramente anecdótico.

No tiene la India un potencial en materias primas suficiente para que su explotación pueda ser considerada como una fuente de futuro sostenible, y por otra parte cuenta con el aspecto negativo de poseer unos índices de deterioro ambiental terroríficos, contando sus grandes urbes los records de ciudades más contaminadas del mundo, estando Delhi a la cabeza mundial, y contando en el ranking de la WHO con seis ciudades entre las más contaminadas del mundo, contando solamente con la calidad del aire.

  1. Nueva Delhi

2) Patna

3) Gwailor

4) Raipur

9) Ahmeddabad

10) Lucknow

No quiero pasar de largo sin considerar, que dejando a un lado la contaminación por partículas atmosféricas a la que se refiere el ranking de la WHO, la suciedad por otros motivos que se vive en las ciudades indias, especialmente en las más pobladas, y lo que significa para la calidad de sus ríos el poco o nulo cuidado que una población analfabeta en su mayoría, y carente de recursos económicos tiene de su entorno.

La religiosidad, que desde mi punto de vista va unida siempre a la pobreza, y que me perdonen los religiosos por la generalización, es otro de los elementos que los gobernantes indios tendrán que considerar muy seriamente a la hora de impulsar el progreso del país. Y es que varios millones de ciudadanos están continuamente en peregrinación, con lo que el perjuicio que puede causarse a la productividad sería notable, si de contabilizar esos recursos se tratase.

Pero es mucho más importante para el progreso de una India moderna, las tensiones que entre diferentes comunidades religiosas existen, ya que hacen que la tarea de los legisladores sea tremendamente ardua, ya que las costumbres de unos grupos religiosos son normalmente opuestos a los de otros, y siempre todos están enfrentados a legislaciones modernas, que en definitiva sustraerían un poder en manos de los religiosos, en favor del poder civil.

La democracia, existe en la India, pero es muy difícil hablar de democracia en una tierra con los niveles de analfabetismo que ostentan al día de hoy. Teniendo en cuenta que en las zonas rurales en las que se asienta una mayoría de la población, los regímenes locales cercanos al feudalismo, hacen que el clientelismo político, y consecuentemente la corrupción colocan a la India en el lugar setenta y nueve de ciento setenta y seis (datos de Transparencia Internacional).

Siempre he dicho que solo hay una cosa peor que adentrarse en una carretera india, y es coger el tren. Las dos son formas fáciles de morir. El país carece de infraestructuras al nivel que se requieren para conseguir que la población alcance las cotas de renta per cápita marcadas, más como sueño que como objetivo realista, desde mi punto de vista.

Nunca he dudado de la importancia de la espiritualidad de la India, pero si he dudado de que sea algo general. Creo que el fenómeno de los gurús fue potenciado en la segunda mitad del siglo pasado por el hecho de que gente famosa, como los Beatles, por ejemplo, buscasen, y quizás encontrasen enseñanzas útiles para reconducir sus vidas, pero ni los Beatles son todo el mundo, ni los gurus están por todas partes.

Hablaré con más detenimiento en próximas entregas, pero en pocos países del mundo de los que he visitado (alrededor de cien), he encontrado no en donde la vida humana tenga menor valor, en donde por nacimiento se te incluye en una casta que habrá de marcar de forma indeleble el resto de tu existencia, y con ello vengo a referirme al conflicto en el Hampshire entre dos reputados técnicos indios de diferentes castas.

Yo espero que las cosas vayan cambiando, que los crecimientos que las estadísticas gubernamentales se cumplan y sobre todo que sean ciertos. Espero que la industria que llegue a la India, con el “Make in India” del presidente Mori, no se circunscriba a las transformaciones agrícolas, o a la industria textil.

Espero que no haya más “Bhopal”(busquen, por favor “desastre de Bhopal”, en caso de que no sepan lo que ocurrió en 1984 en esa localidad), que la India no sea el reservorio de la industria sucia occidental, que puedan tener acceso a energías limpias a precios competitivos.

Pero también espero que el ser mujer en la India no represente el papel degradante que hoy se le ha adjudicado, que cesen los maltratos por contrato, las mutilaciones, las violaciones como forma habitual de comportamiento de parte importante de la población masculina.

Confío en que esa república casi federal de veintinueve estados y siete territorios de la unión que provienen de antiguos sultanatos, transformados en virreinatos durante el dominio colonial inglés, pueda superar sus altos niveles de analfabetismo, de pobreza, de malnutrición, de violaciones constantes de los derechos de las mujeres, de pandemias, de deterioro de su medio ambiente, pueda superar su situación y colocarla, una vez desarrollado su potencial, en el lugar que por su población y su posición geográfica merece.

Como colofón, quisiera remarcar que el brutal colonialismo británico, ha dejado una herencia miserable, ya que consiguió entre otras lindezas, que se rompiese el país al separarse Pakistán (oriental y occidental), formándose el actual Pakistán y Bangla Desh, creando una zona de tensión a escala local, con la guerra soterrada de Cachemira, que ha conducido a dejar en manos nada seguras un arsenal nuclear nada desdeñable, y que confío esté no solo bien protegido, si no que no se use jamás.

Seguiré si se me permite.

Por la India (1)

Hace algunos años, y aún me sorprendo al recordarlo, me contaron que en la fábrica que la empresa en la que trabajaba, hubo un conflicto entre el personal del laboratorio de investigación, que dicho sea de paso era de los más importantes del mundo en su especialidad.

Nada extraordinario que en un centro de este tipo en el corazón del Hampshire inglés, una de las zonas más desarrolladas y ricas del mundo pasasen cosas de esas. Pero lo que ya me pareció más curioso, es que el conflicto, que por cierto se resolvió poniendo a los dos implicados en la calle, estaba motivado por un problema de castas.

El jefe de investigación del área “X”, era de una casta inferior al adjunto que le nombraron, y que debía trabajar a sus órdenes. Ambos por supuesto eran, son, seguro que andan vivos y coleando, felices y llenos de hijos, indios.

No pudieron sobrellevar la situación, plantearon el tema al director de investigación, que por cierto era un hombre cultísimo y con una educación exquisita para ser inglés, y este tuvo que decidir prescindir de ambos.

Bien, vaya por delante la anécdota, para poder hablar de este país que según ciertos estudios habrá sobrepasado a China en habitantes allá por 2024, y muy posiblemente será la tercera potencia económica mundial en términos de PIB, que no en renta per cápita (andan por algo más de 1000 euros, en el pesto 143 de 198).

Y es que hoy ya ha sobrepasado a Canadá y a Italia, sin estar en el G7, y con el tercer ejército en número de personas del mundo, siendo además del club de armas nucleares, no lo tenemos sentado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Visité la India en 2005, y en algún momento seguro contaré desde estas páginas cuales fueron las impresiones que me llevé de aquel subcontinente, del que por cierto solamente paseé la zona del Rajastán, insuficiente para decir que conozco aquella tierra, pero bastante para tener una primera impresión de lo que significa esa amalgama de culturas, religiones, sectas, suciedad, pobreza, riqueza, contrastes, locura, modernidad, restos del colonialismo, misiones, ríos, infraestructuras que estarán funcionando hasta que se caigan, pero lo dicho, ya hablaremos de eso.

Según el informe McKinsey, en 2025 se espera contar con una clase media percibiendo unos ingresos entre 4000 y 22000 dólares de renta anual, y que pueden cifrarse en alrededor de seiscientos millones de personas.

Sin embargo al día de hoy las cuentas no sobrepasan los treinta millones, con lo que el progreso que estima el informe mencionado deberá ser extraordinario.

Pero como contrapeso, una tercera parte de la población, está viviendo con rentas de un dólar o menos al día, de forma que entre los retos de esta tierra, está el de incorporar como mínimo alrededor de diez millones de personas al año al mercado laboral, a riesgo de sufrir el desmoronamiento de todo el sistema.

Las tasas de infra-alimentación son extremadamente altas, más del 45% de la población infantil, que además no tendrá la oportunidad de alcanzar nunca, en el que será antes de una década el país más poblado de la tierra, la más mínima posibilidad de desarrollo personal.

Hace setenta años que se puso fin al colonialismo brutalmente ejercido por el Imperio Británico en la India, y que con el lema de divide e impera, consiguió separar y hacer irreconciliables a los hinduistas de los islamistas, a los sijs de los jainitas, a los budistas de cristianos, judíos, zoroastristas….

Este colonialismo entre otras cosas dejó un país destrozado, dividido, empobrecido, y con tasas de analfabetismo que aún hoy se calcula en tasas del 30-40%, y definiendo como analfabeto a la persona que no sepa escribir su nombre, por encima de eso ya estás fuera de esa estadística.

Las comunidades de este enorme estado federal en el que se hablan veintiuna lenguas reconocidas, más de mil seiscientos dialectos, y en las que que se usa el hindú y el inglés sobre todo en la administración y el estado, se han consolidado de forma bastante débil en una forma de estado federado, reconocido como una democracia liberal que dejó atrás sus coqueteos con el comunismo a tiempo.

Sin embargo el nivel de corrupción es demasiado elevado, de forma que poder avanzar en transformaciones útiles para la sociedad es extremadamente difícil.

Aunque hoy se nos muestren dos cámaras legislativas, y unas elecciones en las que se elige tanto al Parlamento como al Jefe del Estado y de Gobierno, los restos de clientelismo ejercido no solo por las estructuras de castas, o por los señores de tantas y tantas regiones que se unieron en su momento para formar el estado, si no por el hecho de que la mayoría de la población es analfabeta, y consecuentemente extremadamente manipulable y ausente de cualquier posibilidad de crítica.

Hay estadísticas que nos indican que entre la población rural, se cuentan en cerca de doscientos cincuenta mil los suicidios al año. Son cifras difícilmente asumibles, especialmente si se profundiza un poco en la situación de las infraestructuras, en las que el transporte por carretera es un verdadero infierno, el ferrocarril sigue siendo el que dejaron los ingleses, y que no ha sido renovado prácticamente, y que solo en el metro de Mumbai cuenta en tres años más de tres mil quinientos muertos.

Es todo excesivo, de la misma forma que es excesiva la población de este subcontinente que además cuenta con una situación estratégica al ser punto de paso de más del 90% del tráfico marítimo entre Oriente y Occidente.

Quizás entre las esperanzas que aún le quedan a este gigante se cuenten la juventud de su población, aunque siempre es el mismo tópico, y el mismo espejismo, ya que sin una inversión extraordinaria en educación, o en posibilidades para las élites educadas de desarrollar una profesión en condiciones dignas dentro del país, seguirá fomentando la huída hacia occidente de lo mejor da cada generación.

En próximas entregas, quisiera desarrollar la situación geoestratégica, sus roces con China y Pakistan acerca de problemas territoriales que proceden de la época colonial, y que han quedado enquistados, me temo que por décadas.

Como colofón intentaré contar mis experiencias por parte de esa tierra, que desde luego, me dejó una profunda huella, pero muy lejos de la espiritualidad, de los chamanes, del mundo Ayurveda, y en definitiva de la publicidad que nos llega a occidente.

Con pan lo comeremos

 

Todo dentro de norma

Esto no es normal, o bien “lo normal es que…”, me soltaba el otro día un amigo, mientras detallaba la supuesta anormalidad de la situación que le había acontecido.

Pues quizás sea esa la gracia de la cosa, que con tanta normalidad acaba uno “normalizado”, que parece una línea más de la ISO 9000 que cumpla al caso, y los espíritus libertarios, o liberales evolucionados procuramos huir de la normalidad.

Eso sí, evitando la zafiedad, el mal gusto, la grosería, que de todas formas son elementos de lo más normalizados en nuestra vida, y eso que excluyo ya cualquier forma de agresión, que no es ese el camino que hoy quiero transitar.

Parece que nos hemos acostumbrado a circunscribir las reacciones a los estímulos que nos presenta el entorno, a unas pocas posibilidades que aceptamos como normales, con lo que dejamos, en aras de nuestra comodidad, de explorar otras facetas de nuestra respuesta o de nuestra consideración.

Y pienso que es algo que nos empobrece, y que acaba siendo tan aburrido como la tal ISO 9000 que mencionaba antes.

Cierto que con el nivel de adoctrinamiento y manipulación a que estamos sometidos, el riesgo de acabar siendo el bicho raro del grupo es tremendamente alto, pero ¿qué importa?, es en definitiva lo que puede diferenciar un grupo humano de un rebaño.

Yo me paso la vida jugando a eso, y me divierto una barbaridad, repito, procurando no caer ni en la zafiedad ni en la ofensa, que no se trata de eso, sino de buscar reacciones o respuestas no esperadas, que fuercen de alguna manera al interlocutor a utilizar vías en sus conexiones cerebrales poco o nada utilizadas.

Y ciertamente nada tiene que ver con las ilegalidades morales a las que nos enfrentamos cada día varias veces y que no son más que intentos, `pase lo que pase, del sostenella y no enmendalla, como lo que nuestro querido Tito Trump nos ha regalado como respuesta a la nueva masacre de estudiantes en un colegio de su país. Que joderos, que se siente, que el tío estaba zumbado, que miraremos a ver cómo controlamos a esos locos, cuando quizás hubiese sido normal atajar el problema de raíz con una reacción diferente.

Tampoco parece normal que en mi querida Catalunya se empeñen los que creen ostentar el poder en insistir en caminos ya transitados en la Segunda República, con los mismos personajes aunque con distintos nombres. Y es que el paralelismo entre las reacciones entonces y ahora son evidentes. Menos mal que no se prevé un golpe de estado por alguna facción extremista del Ejército Español, con lo que Puigdemont tiene garantizado que no será pasado por las armas, tras un juicio/farsa sumarísimo. Es lo que tienen los estados de derecho.

No es normal que en nuestra querida España el salario que reciben los trabajadores no sean suficiente para evitar la exclusión social por pobreza, ni que haya por la misma causa un veinticinco por ciento de niños corriendo ese riesgo.

No, no es normal que a través de asociaciones supuestamente soportadas por caridad, tanto estatal como privada, se blanquee dinero, se paguen salarios de seis dígitos a ejecutivos que deben aplicarse a que la parte más sustanciosa del famoso 0,7% vaya a su proyecto, a su negocio, y que para ello si hay que tirar de difamación, o de atacar a otras asociaciones similares, se haga sin pestañear.

No es normal que el mundo noroccidental cierre los ojos al drama que supone a la gente del sur, a la gente del este su intento de mejorar su vida, de huir de las guerras, soportadas en buena medida por el ansia de poder de Europa, de USA, de Japón, de China, de Rusia, por el ansia de controlar rutas comerciales, explotar materias primas al menor costo económico, y al mayor costo humano posible.

No, no es normal que por el hecho de que niveles de cultura básicos no estén disponibles para la mayoría de la población del mundo, se sigan manteniendo prácticas humillantes y perniciosas para las mujeres, en aras de anacronismos tradicionales, que aún hay gente que se esfuerza en defender.

No, sigue no siendo normal que las diferencias entre las clases más favorecidas en la sociedad mundial, tiendan siempre a agrandarse, no siendo normal que haya fortunas personales que pueden ser múltiplos del producto interior bruto de casi la mitad de los países del mundo.

No, no es normal que haya esclavos de todo tipo en el día de hoy, que sea algo bien sabido por aquellos que detentan el poder, que la cifra multiplique por veinte o treinta la del total de seres esclavizados en más de tres siglos transportados a América desde Europa.

No es normal que entre esos esclavos haya niños, que morirán en los trabajos más insalubres, o que haya niñas que son vendidas por sus familias para ser destrozadas en la prostitución más sórdida. ( perdón por la forma de decirlo, que cualquier forma de prostitución es sórdida en grado máximo).

No es normal que se asesine de forma indiscriminada en nombre de algún dios, en nombre de alguna moral, la que sea, no, no es normal, pero sucede cada día, y nuestro Occidente opulento solamente reacciona si el crimen mata personas de casa, que a nadie le importa si en Kabul acaban de matar en un mercado a doscientas personas en nombre de….¿qué importa?.

Y no es normal que todas o algunas de estas cosas y otras similares, nos parezcan normales, que no consiguen que nos movamos y conseguir atajarlas, no es normal que cuando alguien nos pide la representación de nuestros intereses para defenderlos en los foros políticos y de poder, no exijamos que nos ofrezcan panes realistas de como retornar el equilibrio en estos o en otros supuestos similares, que no es normal que nos dejemos engañar tantas y tantas veces por las mismas personas y en casos idénticos.

A lo mejor el adoctrinamiento es mucho más eficaz de lo que podamos creer, y es mucho más agradable pensar que está fuera de nuestro alcance, y perdernos en el “soma” de la pantalla de nuestro teléfono inteligente, que por cierto nos hace cada día más imbéciles.

Y sí, no es normal que me meta en camisa de once varas, una vez y otra, sin apoyar a ningún patrón, solo porque me apetece decir lo que pienso y su contrario.

Con su pan se lo coman

La ONG

Hacer leña del árbol caído no está bien, es muy feo, y lo de OXFAM te hace pensar en esta historia de las organizaciones no gubernamentales de una forma que no sé si a ellos les gustaría demasiado.

Y es que lo que nos cuesta entender, a los que somos de natural bien pensantes, es que este tipo de organizaciones no distan demasiado de cualquier organización empresarial, de esas con ánimo de lucro, y que cotizan en los mercados internacionales.

En su base hay que constituir una sociedad, como cualquier empresa, aunque en vez de acciones a repartir entre los socios hay aportaciones fundacionales de los promotores, lo que no está nada mal.

Tras eso, hay unos objetivos a desarrollar, y es lo que hay que vender para obtener los fondos necesarios para el funcionamiento del proyecto.

Y a rodar, que como no hay beneficios, que como las aportaciones son bien estatales (el famoso 0,7%), o de buena gente bien intencionada que aporta su óbolo en el convencimiento de que tanto el fin de la organización, como los trabajadores, los voluntarios y todo lo que rodea el proyecto son algo digno de apoyo.

Yo nunca he pensado en preguntar a una de estas ONG, cosas tan simples como el salario de sus dirigentes, o si a los empleados se les retribuía adecuadamente, más incluso, por ejemplo las condiciones de viajes, dietas, y demás mandangas de los altos cargos que se deban desplazar para asegurar que se cumple con el objetivo.

Tampoco sé si existen mecanismos de blanqueo de dinero detrás de las donaciones, o si en los países en los que se desarrollan las actividades, hay mordidas necesarias para satisfacer a los funcionarios locales.

Nunca se me ha ocurrido preguntar quién audita a estas compañías, a estas organizaciones, tampoco se me ha ocurrido preguntar si por parte de las autoridades fiscales hay algún control sobre sus movimientos financieros, y en caso afirmativo, no sé dónde se publican los resultados.

Lo que sí sé es que la cantidad de dinero que mueven es realmente importante. Un 0,7% del PIB español es una cantidad no lejana a los mil millones de euros, que aunque no se libere en su totalidad siempre, no me importaría saber a quién se le ha entregado, y sobre todo cuál ha sido el resultado de esa entrega de dinero.

Las aportaciones privadas, son desde luego harina de otro costal, que cada uno hace lo que puede con su dinero, y allá cuentas. Pero siempre me pregunto la razón de por qué hay detrás de cada deportista de relumbrón, detrás de muchos empresarios que lo han conseguido todo, una fundación, una ONG, una puerta en definitiva para mover un dinero que a lo mejor no está lo suficientemente controlado por las autoridades.

Me cuesta no creer que una de las razones no sea la de una campaña de márketing tendente a diluir el mal efecto que en la imagen de la compañía o de su propietario que soportan la fundación puede acarrear las actividades normales del negocio al que se dediquen.

La sucia historia de la inglesa OXFAM, que está estos días de funesta moda, me hace pensar si estamos en un movimiento orquestado contra ella por algún competidor, que todo podría ser, que aquí la competencia está en la obtención de dinero público, y si se le corta la subvención inglesa, o incluso europea a esa asociación, alguien la recogerá, o al menos una parte.

Que hayan salido a la vez tres escándalos afectando a OXFAM, me hace pensar que a lo mejor, la cosa no es casual, que hay más cosas detrás, de esas que uno no entiende, de esas que no se publican. Seguro que no es así, pero haberlas haylas.

Recibo estos días un correo de OXFAM, firmado por un director de España, dando unas torpes explicaciones a lo sucedido en Haití, y solicitándome asociación a su proyecto. Bueno, gracias de acordarse de este pobre jubilata, pero es que al minuto de recibir el correo me dicen los voceros que en Guatremala han detenido por corrupción a un directivo de esa organización, que en el Reino Unido, parece que se abusaba sexualmente de becarios….que. Bueno, todo un presunto asco, que hasta que un juez diga lo que hay todo es presunto, como lo es mi adscripción como socio a la tal OXFAM.

Veremos lo que tarda en aparecer otra lista de problemas relacionados con otra de estas Fundaciones, Asociaciones, ONG, que estas cosas las carga el diablo, y la venganza es un manjar que hay que degustar frío.

No voy a entrar en lo que significa en demasiados casos la presencia en zonas de conflicto bélico de los famosos cascos azules de la ONU, son fuerzas en general de interposición que en teoría deben evitar conflictos, pero en demasiadas ocasiones se repiten los actos de transgresiones de sus componentes a las más básicas normas de ética y respeto a las poblaciones que pretenden proteger.

El abuso sobre mujeres en estas zonas, ya deprimidas de por sí, es algo que con demasiada frecuencia acaba saliendo a los medios de información, y supongo que en caso de que sea cierto, se habrá castigado adecuadamente a los responsables, pero sinceramente me cuesta creerlo.

Y que nadie olvide que es un abuso dar dinero a una mujer para mantener relaciones sexuales, aprovechando su hambre.

Y lo digo por el tono con que el asunto de Haití ha sido tratado, al decir antes que nada, que las mujeres que fueron objeto de abuso por parte de los miembros de OXFAM, eran prostitutas.

¡No me jodan!, personas que lo han perdido todo, que buscan algo para comer, para sobrevivir, con la mayor de las destrucciones imaginables a su alrededor, no merecen ser insultadas públicamente en los telediarios, en la prensa, en todas partes, porque alguien muy rico les diese un puñado de dinero y sentirse menos ruín por abusar de ellas, de su necesidad, y de su miedo.

No sabremos nunca cuánto pagaron estos presuntos cerdos por cada servicio, no sabremos nunca el nivel de humillación que debieron sufrir esas mujeres a manos de profesionales de esta organización, lo que sí sabemos es que nadie denunció los hechos de forma que estas personas quedasen incapacitadas de por vida para volver a trabajar en supuestas organizaciones humanitarias, que el escándalo aparece siete años después de los hechos.

Yo no creo en las casualidades, ni, en general creo demasiado en estas organizaciones.

Pero cada no es cada uno.

Con su pan se lo coman

 

 

Algo de tedio

Mucho tiempo llevo sin hablar de mi tierra, de Cataluña, que es la de origen, que la de adopción, la Villa y Corte, no da para muchos ruidos, lo que es de agradecer.

Y es que por los madriles, desde que nos gobiernan señoras, es decir, muy señoras mías, las cosas parecen tranquilas. Claro, si olvidamos esas metidas de mano en la caja que parece dicen que los de la Puerta del Sol hicieron en su momento, o que para inaugurar una estación de cercanías se tiran dos o tres años sin pestañear, con las obras acabadas, peccata minuta, peccata minuta.

Que sí, que nos quieren caminando Castellana arriba, Castellana abajo, que la Gran Vía ya nos la conocemos, que los coches nos molestan a los jubilatas de banco y petanca, y llenan de dióxido de nitrógeno de la Volkswagen los pulmones de los trotadores, y me rinden menos que un árbitro de tercera.

No sé muy bien cómo acabará la cosa, que los de Uber lo mismo se cabrean si los habitantes de esta ciudad tenemos que caminar por Recoletos, con nuestro perrillo bien sujeto con su correa, no sea que salga disparado detrás de uno de esos trotones, o de la bici del amigo puteado de Deliveroo.

En fin, que las cosas por los palacios de gobierno por tierras manchegotas, siguen su curso, y a mí me viene bien, aunque reconozco que en el fondo, miro hacia mi pueblo y pienso en lo que se están divirtiendo por aquellos pagos.

Conseguir que doña Colau esté calladita, es uno de esos milagros que hacen renacer en uno la fe en cualquier cosa, no es algo que pase todos los días a mis años, que no sé si le aprueban el presupuesto, y es que lo de las pernoctaciones a un euro la noche se les está viniendo abajo, y hay que cambiar las mantitas de los caballos de la Guardia Urbana.

Cosas de los de la casa de enfrente, que anda triste y sola, parece una nueva Fonseca, y los libros (quiero decir las Moleskine) no están en el Monte de Piedad, que los tiene su señoría. Cosas que pasan.

Y ya en el Parque de la Ciudadela ni te cuento, no se aclaran, los de la CUP que les den la República, los de Esquerra que tienen al señorito enrejado, y no saben qué hacer para sacarlo de la “presó”, y los de la vieja Convergencia, a ver si le mantienen los ciento noventa mil chufos anuales al bueno de Puigdemont. Pero no hay forma.

Y digo yo, que con los viajes a Bruselas que se está montando esta peña, habrían pagado las obras del AVE de Sagrera, seguro, o los dineros a los viejecitos que no pueden hacerse solos la cama en casa.

Eso sí que es marcheta de la buena, que parecen las fiestas mayores del Poble Sec, con permiso de Serrat, claro, y es que cada día nos llega algo a nuestra prensa, esa que se lee en el móvil, de que unos sí y otros no sé.

Envidia de la buena, aunque lo que menos apetece es acercarse a dar una vuelta a ver la Sagrada Familia, y no es por nada, que sigue siendo igual de chula, como la casa Batlló, o la Catedral del Mar (por cierto están empapelando al autor los de Hacienda, que dicen les faltan unos flequitos por liquidar, y no sé yo la cosa), pero es que hay dos millones de pesados, que como te descuides no te echan un poquito de Campari al vermut de Reus, como crean que tu acento catalán no es por lo menos de Camprodó o de la Seu d’Urgell.

Hasta el Barça se tambalea, que viene el Geta a pasear por la Diagonal, y les trinca un punto y deja a la afición al pié de los caballos.

Ya lo que les falta a esta casi mitad de catalanes, que se descubra un lenocinio en el chaletito de Waterloo, y que se paguen las colepoterras con dineros del Omnium o de la ANC, que peores cosas se han visto.

Pero al menos por mi tierra andan distraídos, que por estos pagos, andamos más bien aburridos, y es que salir a que te atropelle una bici el domingo por el Paseo del Prado, como máxima distracción no sé si es de recibo, no lo sé, de veras.

Y si os habéis fijado, ni siquiera la historia de Tabarnia parece que sea algo más que la boutade de un cómico, y mira que me gustaría una cosa de ese jaez para animar los telediarios, siempre y cuando los asuntillos colaterales no nos salpicasen de demasiada sangre.

Que se pone uno a pensar en esas tierras del otro lado del Mare Nostrum, y ves la cirugía sangrienta que se llevó a cabo para eliminar los de etnia o raza o lo que sea diferente de la etnia dominante, y no me apetece.

Que al español constitucionalista de Ripoll, me lo queman en la plaza pública, como al catalán indepe de Tabarnia.

Y es que nada hay peor que la exaltación del nacionalismo en aras de unificar el grupo humano de tu pueblo.

En esa línea, aplaudo con todas mis fuerzas la eliminación en la pruebas de acceso a empleos públicos de los idiomas regionales, y es que yo quiero que mi médico sepa curarme, no que sepa decirme en salat en euskera, o en catalán de tierra adentro, que no sabe lo que tengo, y que por supuesto me muero. Agradezco pues la iniciativa de esas mujeres baleares, y que cumpla el ejemplo.

Por otra parte, sin novedad en el frente, que por lo demás los teatros se llenan, siguen dando de comer en los restaurantes, y los que no tienen andan cada día peor, pero ya se sabe, nunca en la historia de la Humanidad fue buen negocio nacer pobre, o ser esclavo, así que habrá que esperar a otra reencarnación para ver cómo se reparten las cartas.

Con su pan se lo coman