Desencanto

Me dicen por ahí que España, que los españoles somos un pueblo desencantado, un pueblo que ha hecho del escepticismo casi una religión, y en ello a veces me reconozco, pero no solo me reconozco a mí mismo, que sea cual sea la época que miro, ese desencanto está ahí, presente, inmóvil.

¡Que gran vasallo, si hubiera gran señor!, decían de Mío Cid, y seguro que no fue el primero, que a Marcial el calagurritano se le leía el desencanto en las líneas satíricas que andaba difundiendo por el Imperio.

Y sin ánimo de ser exhaustivo pienso en el desencanto de los ciudada….perdón de los súbditos del Siglo de Oro, de los soldados de los tercios que dejaron la vida en los barrizales flamencos, de aquel maravilloso lisiado que fue a dar con sus huesos a la celda de San Marcos, con vistas al Bernesga..

Pienso en el desencanto que supuso para tantos y tantos españoles, ver que el Deseado era en realidad un Rey Felón, en el bueno de Mariano José de Larra, que se avergonzaba del funcionariado.

Me viene el desencanto que supuso para los españoles perder el tren de la revolución industrial, que el cortijo de los señores no necesita máquinas, ni súbditos ilustrados, que luego pasa lo que pasa.

Y el desencanto que supuso el mazazo al corazón de los que durante la segunda república se creyeron ciudadanos, cuando vieron en manos de qué políticos habían puesto sus vidas, y como se la arrebató el Dictador asesino.

Y el desencanto que nos enseñó Berlanga del balcón de aquel ayuntamiento desde el que se vió pasar el plan Marshall a cien por hora, dejando solo una nube de polvo e inamovible la miseria.

Hoy somos más, y más para desencantarnos, pero los motivos siguen siendo los mismos, que las desilusiones una detrás de otra las provocan los mismos, y para los mismos fines, y la plebe, la miserable plebe solo está para disfrutar de las migajas desencantadas que sobran de una mesa tan lejana de nosotros como el Sambalá o el planeta Urano, por decir algo.

Y la justicia, ese desencanto continuo, sigue con su labor de siglos para que el desencanto de la injusticia se prolongue, que si la culpa la tienen las leyes, que si la culpa la tiene la interpretación, o el ansia de poder del señor juez corriendo tras su promoción profesional. Es lo mismo, son hifas del mismo hongo.

Y hoy el indepe empieza a sentir también el desencanto, que parece que la señora Gabriel, acostumbrada a vivir del pueblo, pide a los suyos ayuda para sobrevivir en Ginebra, o en Lausanne, que me da lo mismo, que parece que no la quieren de maestra, y eso de entrar de interna en la mansión de Alonso, el correcoches, parece que no le viene.

Y ella también estará desencantada, que los suizos no la quieren de maestra, con la lista de másteres y mandangas que cuelgan de su curricula, ¡y ella creía que le iban a recibir con cátedras en Zurich, en Basel, en Montreux….!

Y no es la única, que todos los que han ¿acabado? Sus estudios en una de esas ochenta y pico universidades públicas, y se dan cuenta de que lo hecho no vale para comer, que solo ha servido esa política para llenar, presuntamente, los bolsillos de los políticos con la obra civil, de los jefes de departamentos universitarios con los máster ful, y para evitar que la juventud se apunte al paro a los dieciocho años, que si fuese así, las estadísticas nacionales nos iban a equiparar a Somalia o Haití, por ponerme pelín exagerado.

Y si luego viene el desencanto, no pasa nada, el populacho está acostumbrado, nada va a cambiar, ni mi amarre en Puerto Banús, ni mi colección de Ferraris, ni mis casas en Paris, Londres, Miami…son cosas de los Grandes de España, y si el pueblo no lo entiende, es que es muy bruto, que llevamos seiscientos años recordándolo, ¡joder!.

Tierra bien abonada para el desencanto, que ya nos lo dicen las estadísticas esas que tan bien manipula el INE (Instituto Nacional de Estadística), que los españoles no creemos en nuestra Iglesia ( o de ellos, que nunca se sabe), y es que ha abandonado demasiadas veces a los suyos en pos del poder, luego se pide perdón por el apoyo a los criminales de E.T.A., y a otra cosa, que ellos también perdonan en el confesionario a quien confiese haber dado una dentellada a la materia remota de la Santísima Eucaristía. ¡¿qué más dá?!. Quid pro quo!

El desencanto está en todas partes, bueno en casi todas, que nadie entiende las prebendas que se lleva un cristiano por apretar un botón a la orden, en la Carrera de San Jerónimo, que nadie entiende que el robo, el expolio llevado a cabo por los que administran el territorio no acabe con la prisión incondicional hasta la devolución de lo robado, y quizás nos desencanta ver que pujoles, aguirres, gonzáles, pepiños, y tantas y tantas presuntas alimañas, siguen encerrados en el disfrute de lo que tenía que haberse utilizado para el populacho.

Pero la plebe, mi plebe, en esa en la que estoy encastrado desde que al nacer me pusieron el sello maldito de “pobre”, está acostumbrada, está acostumbrada a ver pasar al señorito en lo alto de su alazán con las espuelas de plata bien pulidas camino de su bodega donde tiene la manzanilla a refrescar, y los mocos se sorben en casa mientras se preparan las sopas de ajo, con pan duro. Y es que el agua lo ablanda todo.

Por lo demás, sin novedad en el frente, si eres ladrón poderoso no te preocupes, si eres violador adscrito a las fuerzas armadas o policiales, preocúpate solo en función de tu rango, que la milicia tiene graduaciones, si eres solo parte de la gleba, busca acomodo bajo las alas de un “pater familias” adecuado, se fiel a tu señor hasta la muerte, y soporta el pago de tus diezmos, el uso por su parte de las mujeres de tu chamizo, limpia los escupitajos que te lance, y la próxima vez, ten cuidado al nacer escogiendo una familia patricia, a ser posible de primogénito.

Aunque también se necesitan capataces, pero con caducidad estudiada, que luego empiezan a creer que son Grandes de España, les sacan el video de sus miserias cosméticas, y los lanzan a la turba para el linchamiento ritual.

¿Verdad Cris?

Porca troia

Comerse la materia remota de la Santísima Trinidad

 

Nos cuenta el Padre Coloma en uno de sus cuentos, que un jumento muerto de hambre y sed vió una gavilla de treigo al borde del camino, y le dio una dentellada.

Fue suficiente para que el consejo de los animales le condenara a muerte, como responsable de los males que sacudían al bosque, que pelear con el veneno de la serpiente, la astucia del lobo, y los dientes del león no era buen negocio. Un borrico era barato, y se calmaba al pueblo sin tocar el bolsillo de los poderosos.

Y es lo que me parece le ha tocado a esta pobre Cristina con alma de robaperas, que se creyó que el pueblo la amaba, que se creyó había alcanzado su magistratura por méritos propios, y no se enteró de lo que estaba pasando, y de quién era el cortijo en el que andaba arando.

Ahora ya lo sabe, y quizás si el resto de los mortales nos fijásemos solo un poco, no demasiado, solo un poco, en cómo está repartido el cortijo patrio, entenderíamos perfectamente lo que hay.

Y es que Cristina era un capataz, solo un capataz, útil para los señores, pero inútil si creía que podía convertirse en adalid de la limpieza moral.

La vida es así, está llena de esos errores de apreciación que conducen a una persona a la ruina personal, aunque no sea ruina económica, y a sus cincuenta y cuatro tacos, pasará a prejubilada de lujo, vamos como si fuera apoderada del Santander. Que no se queje, que conozco a más de uno que le ha ido peor.

Yo no sé si consultó con su señorito antes de ponerse a levantar las miserias madrileñas de los Grandes de España que pululan por Madrid, creo que no, que el jefecito gallego seguro que le habría indicado que comenzase a asegurarse de que los trenes de cercanías iban en hora, y que contase bien los autobuses que dan la vuelta a la manzana mordida de la Puerta del Sol, que si tenía que andar en una de esas, ya le dirían.

Ni lo sé ni me importa, y si han conseguido derribarla, solo ha sido porque era fácil, y sobre todo porque la pobre Cristinita no tenía las fotos de éste o aquél en el fondo de su cajón. Una lástima, pero que no lo olvide, ni ella ni nadie.

Por mucho que lo haya creído, o lo crea aún, (que peores casos de empecinamiento se han visto), nunca trabajó para el pueblo de Madrid, la pusieron ahí, simple y llanamente por su calidad de “vaut rien”, y con la esperanza de que Esperanza no saliera demasiado tocada de los desmanes de la nobleza. Y punto.

Y así habrá de seguir la cosa, que si el capataz no es eficiente, no hace caso al amo, o lo que es peor, muerde su mano, se le da una patada en el casto (o no) trasero, se pasa página, y a otra cosa.

Así, que nadie se me escandalice, que Doña Cristina, la hija del general, no entendió que es eso del poder, que quizás por un momento pensó que lo tenía, es más que podía ejercerlo, incluso que podía poner en marcha maravillosos planes para solucionar los pufos anteriores, que si Franco duró lo que duró, fue entre otras cosas porque no tocó el bolsillo de los Grandes de España, de la Nobleza, que tanto quiere a su pueblo y tanto le debe.

Y siguiendo con la historia, no puedo menos que sonreir cuando me hablan del poder del pueblo, del poder que el estado democrático le otorga al mismo, y es que somos como Cristina, como Doña Cristina, que nos creemos cualquier historieta que salga en los telediarios, y además nos permitimos el lujo de discutirla, es decir discutir sobre el montaje de un montaje.

Francamente, llegado a este punto, prefiero discutir si Joselito o Belmonte, si Messi o Ronaldo, que por los demás orificios nos van a dar pero con ganas.

Así, que cuando me envían mis amigos la foto de un desplegable colgado del patio de una Facultad granadina, no sé si reir, o entristecerme.

El desplegable muestra una foto de Stalin con la llamada de ¡En defensa de Stalin! ¡Universidad obrera! ¡La UGR accede al chantaje fascista!¡ no nos callarán! ¡Viva Stalin! ¡Viva el marxismo-leninismo!.

Los amos de este país deben estar satisfechos, que es lo mismo que los muchachos aprueben el curso, el master o el doctorado. La consecuencia es de que no sirve para nada, para nada absolutamente, que el siervo de la gleba debe estar donde está, que la hija del general sirve para que la esperanza no se dañe, para que los privilegios sigan donde están, que el reparto del solar patrio siga con los esquemas que se han mantenido siglo tras siglo. No hay más queridos míos, no hay más, o yo no lo veo.

Para ti la electricidad, para ti la distribución de alimentos, para ti la banca, para ti los seguros, para mí las infraestructuras. Y luego ya hablaréis del reparto local en provincias, que seguro hay muchos compromisos que atender y muy buena gente y muy cristiana que deben sacar a sus hijos adelante.

Seguiremos nuestra andadura que no es muy diferente a la de años atrás, de siglos atrás, y nos creeremos que los méritos de esto o aquello son nuestros, y que tenemos poder, que vivimos en democracia. “Pardalets”.

Y me vienen a contar los ilusos republicanos que lo del borbón aquí, que lo del borbón allá, y no se dan cuenta de que sim comen es porque quedan aún migajas en la mesa del señor conde. Por cierto otro Cristinita el tal señor Conde, que se metió donde no debía a hacer las cosas que solo pueden hacer los amos. Errores de apreciación acostumbro a llamar a esa figura.

Por lo demás, sin novedad en el frente, que la sociedad civil ya tiene en quién ensañarse, que ya hemos quemado a otra bruja en la plaza Mayor, y mientras dure el olor a carne quemada, nadie nos va a fastidiar demasiado. Hasta la próxima.

El populacho tiene su sangre.

Con su pan se lo coman

El clon humano

Mi amigo Pepe es un clon, y no sé si lo sabe, aunque eso tampoco importa demasiado, ya que si lo es y está bien diseñado la felicidad la tiene asegurada.

Y es que uno de mis amigos, de esos que no son unos atorrantes me hace llegar un trabajo de la revista del MIT, “Technology review” en donde parece que se afirma sin destellos de rubor que la tecnología capaz de clonar humanos está cada día más cerca.

El artículo, de forma muy hábil en mi modesta opinión, se lanza al corazón del lector afirmando que el hecho de clonar la mascota de Barbara Streissand (40.000$ la broma), hizo feliz al personaje, o que la señora que clona al perro de su hija suicidada de forma que los primeros latidos del clon coincidan con el nacimiento de su hija y el alumbramiento del perro sea en el mes en el que la muchacha se suicidó. Todo muy americano ahíto de dinero, y que pone sus sentimientos en la búsqueda de señales que le indiquen que la nena suicidada sigue viva.

Claro, todo antes que intentar el necesario ejercicio de introspección y acotar la culpa que unos padres puedan tener en el suicidio de una hija. Pero dejemos eso a un lado, que a la pregunta de que si volvemos a preocuparnos por el tema de la clonación humana es adecuada a nuestros tiempos, desgraciadamente tenemos que contestar de forma afirmativa.

Si la técnica ya disponible puede hacerse realmente eficaz, y para ese viaje no se necesitan demasiadas alforjas, el hecho de que empiecen a clonarse humanos es cuestión de tiempo, solo cuestión de tiempo.

Mi amigo Pepe, es un clon, y no sé si es consciente de ello, a lo mejor si lo fuese aparecería con esa cara de miedo y sorpresa de los monos clonados por la Academia de Ciencias Chinas, Qiang Sun y Mu-Ming Poo, que recomiendo busquéis. Y digo que no lo sabe porque es mil millonario, y viviendo esa vida de poder y lujo quiere repetirla, quiere repetirla con la esperanza de que seguirá siendo él, cuando se haya ido, y su él será eterno. No sé si se habrá dado cuenta que en la formación de las personas, no solo influye la definición que nos dan los genes, sino que existe una expresión de los mismos condicionada por el medio en el que los desarrollemos, que los gemelos univitelinos, son dos personas, no una sola con dos cuerpos, aunque muy cercanas, desde luego.

Mi amigo Pepe es un clon, eso sí, es un clon con suerte, es un clon milmillonario, y está pensando seriamente en utilizar las ventajas que le da la tecnología para clonar a los obreros de sus minas africanas al aire libre, o a mil metros bajo tierra, que no me acuerdo, y que tampoco importa.

Porque mi amigo Pepe, que es un clon, es todo corazón, y se ha dado cuenta del hecho de que sus trabajadores sufren, y su amigo el genetista le ha dicho que está en su mano eliminar ese sufrimiento, que la tecnología se lo va a permitir si no lo ha hecho ya.

Y manos a la obra, que a la hora de diseñar casi todo es posible, y eso del win-win, es estupendo.

-Lo más importante es diseñar un obrero con las modificaciones genéticas adecuadas, como se hace con los tomates, como se hace con el maíz, y el obrero debe ser fuerte.

-Además si reducimos genéticamente su necesidad de ingesta de alimentos, o reconducimos su aparato digestivo para que pueda obtener su energía de fuentes muy baratas, ahorramos un pastón que va directo a la línea de resultados.

-Esa historia que agobia ahora al señor Macron, con la empresa pública francesa dispuesta a parar el país por un quítame allá esa reivindicación sindical, es fácilmente extirpable del cerebro del clon, con eliminar todas aquellas capacidades cerebrales que no estén directamente dirigida al fin de la extracción de coltán a cielo abierto, problema resuelto. Una maravilla.

Y así te ahorras el problema de los derechos laborales, que si le añades la no necesidad de vivir bajo un techo, o la necesidad de ducharse, por ejemplo, vas reduciendo costes.

Puede ser una maravilla, que con un par de capataces puedes controlar toda una explotación de gente sumisa, que jamás van a discutir nada.

Claro que el capataz, mientras no se haya desarrollado un robot capataz, mientras sea humano a lo mejor, como Pepe, que es un clon y creo que no lo sabe, tiene sus necesidades sexuales, de diversión, de distracción, y poder desarrollar un clon de servicios sexuales ahorra tiempo esfuerzo y dinero. Es maravilloso lo que el progreso puede hacer por nosotros.

Lo más maravilloso de todo esto, es la ausencia de frenos morales, ya que si eliminamos los genes del dolor, de los sentimientos, o incluso, si los hubiera ¡del alma!, ya no sería un ser humano lo que tenemos delante, y establecer normas legislativas que nos permitan hacer lo que nos dé la gana con los clones, ¡que no son humanos, colega!¡que no sufren, que no sienten!.

Ya vamos por la fase embrionaria, pero lo estupendo que sería tener clones para trasplantes de órganos o para que firmen la hipoteca en vez de nosotros, y si la cosa sale mal que empapelen al clon ¡Yo qué sé!

El diseño seguramente irá ligado a la función que al clon se le asigne, que no es lo mismo un clon minero, que un clon juguete sexual o doblador de series de series de televisión. Que por clonar clonamos al Puigdemon con características especiales que soporten la cárcel, y al de verdad lo enviamos a las Bahamas o al Parlament, que total da lo mismo.

Mi amigo Pepe es un clon, y yo soy otro clon, y me temo, que tú, querido amigo lector, no te has dado cuenta de que también lo eres. Quizás no seamos clones de esos que a partir de una célula embrionaria mezclada que no agitada, con una célula de la piel nos den un calco nuestro, pero siento que cada vez me parezco más a un clon, que reacciono como quieren que reaccione demasiadas estructuras poderosas, lo que sin que la genética garantice al cien por cien la reproductibilidad de nuestra respuesta no deja de ser un error en el diseño de la técnica utilizada hasta ahora, y un área de la productividad francamente mejorable.

Voy a ver cuál es el mensaje que debo atender ahora, que estoy recibiendo impulsos y debo comprar un nuevo teléfono inteligente de nueva generación para enviar twits, y dar al me gusta del Facebook.

Que nos sea leve

 

El click, la firma, y la página de contactos

 

Daba esta mañana la radio na de esas noticias que nada tienen que ver con lo de la dolça Catalunya, que nada tienen que ver con nuestra Cristinita yo no he sido, que nada tienen que ver con Tito Trump y sus misiles contra el omeya, y la verdad es que me ha hecho gracia.

Parece que un juez italiano ha aceptado que el hecho de que el miembro de una pareja se haya apuntado a una de esas páginas de contactos, aunque no haya tenido ninguna cita, es motivo suficiente para considerar que comete adulterio, (no sé en qué grado, pero adulterio).

De repente se me ha ido la cabeza a la dulce Italia, y a la cara de Vittorio de Sica, esa de no haber roto un plato en su vida, y sus relaciones con la Loren, la Lollobrígida, con Mastroianni, en aquellas películas de mi infancia que apenas entendía.

“Pan amor y celos”, “Pan amor y fantasía”, “Matrimonio a la italiana”, donde el juego de los “mascalzoni” unidos a la pobreza de la posguerra, y a la incipiente recuperación de una Italia destrozada, donde por fin alguien se podía comprar un pisito, una Vespa, o una Cinquecenta, tratados con la ironía de aquel gran cineasta nos dejó una visión de una época y de un país tan parecido al nuestro, que si no fuera por el acento, no distinguiríamos,

Los sicilianos, si te veían cogiendo la manita de la ragazza iban a por la lupara, te la ponían en los riñones y a ver al padre Francesco, que el honor de la fanciula era lo primero. ¡La familia, ay la familia!.

Y hoy, ya ves, las cosas van a golpe de click, que es que con el feminismo triunfante, nadie se atreve a darse la vuelta en redondo cuando pasa una de esas señoras que paran el tráfico, que se te echan encima las arpías de Podemos o las meapilas de Ciudadanos, por lo menos, con lo que sumimos a la señoraqueparaeltráfico, en la confusión ya que ignora si el efecto que quizás buscase tras un par de horitas en el tocador ha sido el correcto, y el al cristiano que ve acercarse al monumento diseñando técnicas de visualización lo más indetectables posible, como grabar con el móvil en modo selfie, y ya se observará la cosa en casa….o no.

En cualquier caso ni la señoraqueparaeltráfico, ni el señor buscando la más disimulada de las fórmulas observatorias serán, creo, tachados de adúlteros contemplativos, que a mí no me parece más que un juego si la cosa no pasa de ahí, que ya los contactos verbales o físicos, son otra cosa. Ya veis, mi línea roja, que a las obras de arte solo se las toca con el consentimiento del propietario.

Pero lo de los cuernos virtuales, ¡madre mía!. La película que habría hecho De Sica, con esos elementos, que además no sé dice en la noticia si fue la propia señora, usando la clave familiar de la tableta del salón, la que creó el perfil del marido mientras el pobre andaba de ruta a vender puntillas por Urbino. Que cosas más enrevesadas se han visto en esa tierra de Maquiavelo.

Pienso que a lo mejor la señora podrá disfrutar ahora de la pensión de divorcio que el juez marcará como castigo del sátrapa insaciable, y gastarla alegremente con el frutero que andaba tirándole los tejos desde hacía unas semanas, y con el que urdió el plan.

Y es que las cosas ya no son lo que eran, y el maldito click nos va a amargar la vida, que vendemos nuestra alma al diablo con un click debajo de contratos que ni para la hipoteca del pisito en Moratalaz, o en la romana EUR.

Vendemos el dónde estamos, el con quién estamos el qué me gusta, el qué no me gusta, el número de nuestra cuenta corriente, las claves de nuestras tarjetas de crédito, las fotos con Chuchita y con Borja Mari, las caras de nuestros vástagos, y los más imbéciles son capaces de vender hasta el revolcón que se dieron con el primito de Badostain o con la primita de Winstestain, que da lo mismo.

Decía el pollo ese que es dueño de lo de caralibro, que bueno, que tienen los perfiles de quienes se los han dado, y ¡ejem!, alguno millones de los que han trincado por ahí en plan ful.

Y mientras tanto la Humanidad a golpe de click vendiendo el alma al diablo en los momentos de ocio, que cada vez son más, ahora que caigo, y tu pareja, la del amor eterno, celosa perdida porque te estás dedicando a ver qué dan de sí los que andan por las páginas esas de “get in touche, and find the eternal love”, que como todo el mundo sabe, dura lo que dura, dura.

En fin, que me parto, que echo de menos un asesor legal que sujete mi mano cada vez que voy a darle el visé a la casilla de condiciones de contrato para ver a cuanto salen las sneakers en esa página tan molona donde dicen que las venden baratitas. Y es que lo reconozco, jamás he leído no de esos contratos de las condiciones que asumes con el click, que por cierto puede haberlo hecho cualquiera en tu nombre.

Y es que para la hipoteca del pisito en Moratalaz tienes que sentarte delante de un notario que te explicará los pormenores de los riesgos que vas a correr, y el pantanal en el que te adentras. Sin embargo, a la hora de vender tu alma al diablo a cambio de nos espejitos de colores, nada, nada de nada, un solo click basta.

Ni a Mefistófeles se le habría ocurrido una tal jugada, y Fausto seguro que si la propuesta le hubiese llegado por una web de contactos, habría dado al click, sin leerlo, sin pensarlo, y ahorrándose la sangría del brazo izquierdo requerida para firmar el documento de cesión de alma.

Pero así andamos, que firmamos con un click, y tan contentos que es lo mismo, total la gleba solo sirve para que los señores mantengan su poder y su estatus. La vida es así, si no tenemos que pensar, y si se nos da el espejito mágico hacemos cualquier cosa, sin notario, y desde luego seguiré pensando que el maldito click es más dañino que las famosas preferentes, que los contratos hipotecarios, hasta más dañino que lo de Sofico o los sellitos vallisoletanos.

Recordemos el valor que le damos al tal click, y pensemos con qué facilidad nos vamos a convertir en adúlteros virtuales, que mira que es cutre la cosa.

Con su click se lo coman

 

Yo la tengo más larga….pues yo meo más lejos.

 

Me da miedo mirar las cifras de muertos que en la Siria de El Assad se han producido por los ataques con armas químicas a la población civil, siempre con el puto paréntesis de presuntamente, que a lo mejor no ha sido con esas armas, que a lo mejor se han suicidado, o les ha dado un infarto al escuchar el sonido de un camión de basura, y confundirlo con cualquier barbaridad.

Con una mano El Assad parece que se tapa el culo para evitar que el que la tiene más larga (presuntamente) le produzca un desaguisado de difícil arreglo, pero con la otra supuestamente le sujeta el apéndice al que mea más lejos, con el ánimo de ganar alguno de los dos retos.

Supongo que este asunto, que tan serio es, y que parece está en manos de unos desalmados inconscientes y asesinos, nos va a tener en ascuas como en ascuas estuvimos cuando aquello de los misiles cubanos, allá por los sesenta y el que la tenía más larga era un niño pijo de Boston, hijo de un contrabandista mafioso, y el que meaba más lejos era aquel tufarro estepario que sabía dar golpes con el zapato en la mesa.

Al final en aquella pugna la cosa acabó con un encogimiento cipotal y un corte en el flujo mingitorio que nos ahorró a todos un desastre de consecuencias incalculables.

El que ganó de todo aquello fue el que se los fumaba más gordos escondido en su disfraz de comandante asesino.

Todo, claro, a costa del pueblo cubano, a costa de poner a prueba la paz mundial y la vida de la gente.

Pero no importa cuando se trata de intentar que todos hagan lo que tú quieras, no importa si al final demuestras que en el patio del cole eres el que intimida a los demás recordándoles que tienes unos misiles muy bonitos que llegan a donde tú quieras, y el que mea más lejos tiene unos tirachinas cojonudos que tumban los misiles bonitos.

Ya lo sabemos, estamos en manos de gente ruin, mediocre, con aspecto y maneras de chulo de barrio, y quizás esto se solucionase como en la antigüedad, con duelos singulares, uno frente al otro, sin implicar a nadie más y sin necesidad de que sea a muerte, solo hasta que uno se sienta humillado, suficiente.

Ya que todos los veremos humillados a los dos en la tal pelea del siglo, de la que con los derechos televisivos, menos las mordidas, claro, a lo mejor dábamos de comer a unos cuantos niños en Katmandú, por ejemplo.

Ni los sirios de a pie ni yo queremos que se siga masacrando a esos ciudadanos, ni a ninguno, en ningún sitio, pero me temo que no está a nuestro alcance el poder evitarlo aunque nos creamos que a esos chulos de patio de colegio los hemos escogido nosotros con nuestro estúpido voto, que al final y visto lo visto apenas sirve para que nos sodomicen de forma colectiva.

Mientras escribo esto, mis amigos insisten en las mentiras curriculares de nuestros políticos, en las miserias de nuestras universidades, en el tú más, yo menos, como si eso de veras importase, así que les diré que si esta o aquella señora mienten al decir que han alcanzado los conocimientos que aseguran el tal certificado, les diré que aunque hubiese realizado los estudios con todas las bendiciones, y esos estudios sirviesen para algo más que cobrar unas tasas universitarias, lo que está claro es que la zafiedad del personaje es más que una simple apariencia. Que nadie se escandalice, su persona nos la ha enseñado a través de su imagen demasiadas veces, y si está ahí no ha sido por el titulito, ha sido por otras razones.

¿O es que su partido le exigió algún certificado académico para su militancia?. De verdad, que no me mareen con todo esto, que me da se utiliza para derivar la atención sobre los debates que realmente nos importan a los ciudadanos.

 

De todas formas, nada nuevo, nada que no sepamos, nada sobre lo que no me haya quejado ya. Es el sistema que premia la licenciatura en las artes de Monipodio, es más, premia los magister que proceden del tal patio con prebendas que para nosotros quisiéramos los demás mortales.

Yo voy a ver qué pasa con lo de los misiles esos del parrafito que publicó Tito Trump, quizás los vea volar por encima de mi cabeza, y caer al otro lado del Mediterráneo, no lo sé, y espero que no me caigan en toda la cocorota, aunque me destrocen lo que queda de la bella Damasco. En estas cosas soy muy egoísta.

Pensaba yo la pasta que el que le escribe los mensajitos de internet a Tito Trump debe estar ganado en bolsa. Y es que si dice blanco sube (ya sabes, compras antes de publicar la parida), y si dice negro vendes o compras put.

Y es que lo está haciendo casi cada semana, hoy con aranceles contra el chino malote, ayer con Amazon, luego con misiles, luego sin aranceles, que el chino es un cielo. Una pasta ¡oiga! se ha movido con todo eso, y aquí no se da puntada sin hilo, y si hay que rebañar algo, se rebaña, que nadie se va a cabrear, y si se cabrea, ya sabe ajo y agua, como toda la vida.

Me parece que me voy a poner a escuchar un poco de ese jazz americano que tanto me gusta, el que hacía “Duke”, el de Charlie Bird, el de Bill Evans, que no todo lo que nos llega del corazón del Imperio es basura, ni mucho menos, aunque lleve su yang asociado, como no puede ser de otra manera.

Mientras esperaré la próxima salvajada de cualquiera de estos ruines, zafios, mezquinos personajes que pretenden ser quienes representan nuestros intereses en la ardua tarea del gobierno de las cosas, del gobierno de nuestras vidas, del gobierno de nuestras haciendas.

Y por cierto, id mirando lo que hay, que tito Montoro está esperando ansioso su trozo de pastel….. Será para pagar el master de algún acólito, digo yo.

Con su pan se lo coman

 

Comerse al arte

Recuerdo entre brumas, que uno se va haciendo mayor y las neuronas dan de sí lo justo, aquel libro de Laura Esquivel, “Como agua para chocolate”, y desde luego, lo que sí ha quedado en mis tripas es que al final, delante de una obra de arte nuestro ser debe experimentar sentimientos, los que sean, pero debe experimentarlos.

No te digo, si como en la obra de doña Laura, te está permitido comerte la obra de arte, con lo que en esa fagia no solo se excitan las papilas gustativas, sino la vista de lo que tienes delante, el olfato que debe llenarse con los aromas que el esfuerzo del artista ha incluido en su todo, el oído al desgajar el alimento, y el tacto, el tacto que no solo está en la punta de los dedos, que te está esperando en los labios.

Pero no todos los artistas son capaces de dirigir las sensaciones a un objetivo concreto, unos se quedan en la excitación que de la vista producen las artes plásticas, o la excitación auditiva que te aporta la música, quizás, si el artista ha concebido su obra para además de observada emita sonidos y pueda tocarse, la cosa gane en enjundia, pero difícilmente puede pasar de esos tres elementos sensoriales.

Pero doña Laura nos lleva al mundo del arte concebido para hacer llorar, para enamorarse, para perdonar, para desear, para curar, para….que solo acaba con la destrucción de la obra de arte al pasar a ser parte del sujeto para quien se diseñó. Un lujo, un verdadero lujo, solo al alcance de pocos iluminados, de gente dotada del toque divino.

Y ya que digo divino, quizás, sin llegar a los terrenos que doña Laura nos cuenta en su libro, el vino sea otra de esas artes que excitan todos los sentidos, aunque aún no he podido degustar el que me haga tener sentimientos específicos, previamente presumidos por quien elabore el vino que los eleve.

Lo más a lo que se puede aspirar es a la sorpresa de a ver qué voy a sentir, que no es poco si esa sensación es elevada, o te hace pensar en el origen de las amalgamas de olores, sabores, texturas, colores, sonidos que en el acto de fagocitar la obra puedan llegar a ti, y el proceso de que esos sentimientos puedan aflorar es lo que hace que esa obra de arte fagocitada, sea individual, inolvidable.

Pero esa obra maestra despertará sentimientos diferentes a diferentes personas, no está mal, sin embargo, ese arte de la protagonista de “Como agua para chocolate”, era el de transmitir sus sentimientos a través de su obra culinaria, y hacerlo reproducible.

Soy de los que piensan que la comida, que la bebida son elementos artísticos, y no es mala cosa acercarse a ellas con el espíritu de encontrarse con el espíritu, los sueños, los afanes que puede haber detrás de una copa de vino, o de una bandeja de alimentos.

Y desde luego, hay malos artistas, artistas mediocres, artistas buenos, artistas excelentes, y genios.

Por razones que no vienen al caso, me he enfrentado de nuevo con el Señor Concha y Toro, industrial chileno que viajó a mitad del XIX a Burdeos para recoger unas cepas de Cabernet-Sauvignon, llevarlas a su finca y así crear un vino chileno.

Por lo visto cuando empezaron a tener una producción decente, el Señor Concha y Toro, guardaba la parte que le parecía mejor de las cosechas en una zona para uso de la familia y los amigos.

Los robos empezaron a incordiar al buen hombre, y todo lo que se le ocurrió fue empezar a hacer correr el hecho de que el Diablo estaba en aquella parte de la bodega como guardián de las obras de arte que allí descansaban.

Parece que la cosa funcionó, aunque lo que si funcionó, fue que “casillero del diablo” se ha convertido en una de las más famosas marcas de vino del mundo…así, que haberlas haylas.

Es pues esa concepción de obra de arte la que busco de vez en cuando en mi copa o en mi plato, que aunque no sea de recibo rechazar la artesanía cotidiana, de vez en cuando, no está mal ir a comerte una pieza de museo y regarla con otra.

Yo no sé qué dirá la historia de los talleres de artesanos, o artistas que empiezan a cubrir el mundo, haciendo de un acto tan simple como el de alimentarse, algo tan complejo como el hacer sentir de forma especial a los humanos.

Y pienso en los grandes talleres de cocina que andan siempre a la greña por ver quién es el número uno del mundo, que si danés, que si catalán, que si japonés…(los franceses, ya se sabe, abusan de la mantequilla, y los italianos de la pasta y el risotto), y en sus platos pueden ofrecernos obras que van desde el grafitero al más barroco de los artistas, o al abstracto, al que busca solo esencias, al que solo fotografía y no elabora (no la toques más-así es la rosa), al aprendiz de brujo, y al que solo pinta paisajes de su pueblo o navega por las músicas de su parroquia en exclusiva.

Siempre es grato descubrir el arte en fogones y en bodegas, aunque no sea necesario el encontrarse cada día con obras maestras, que parece que hasta hay un síndrome del visitante de museos que acaba atorándose de tanta maravilla agolpada, que una a una y de forma espaciada alimentan el espíritu, y en tropel acaban agobiando.

Pasaremos pues a intentar recordar los colores que el personaje que nos describe Laura Esquivel pone en su arte, aquellos pétalos de rosa que caían en el asado, aquellas lágrimas de desamor que se vertían en el postre, aquella melancolía que añadía a la hoja de romero de la salsa y que acompañaba con recuerdos de su abuela.

Me quedaré con el cariño del Señor Concha y Toro por su casillero que era la obra de arte que deseaba compartir con los suyos, me quedaré con los recuerdos de los sabores, de las texturas, de los olores, de los colores, y de los sonidos de las copas, las porcelanas y los cubiertos que volaron por la mesa algún día del que ya no me acuerdo, porque esas sensaciones deben ser atemporales.

Mojen en la salsa, y apuren las copas

Marat/Sade

 

Charlotte Corday, una girondina acabó con la vida de Marat, apuñalándolo en el pecho, mientras Jean Paul estaba en la bañera que utilizaba para aliviar los terribles picores que su infección herpética cutánea le producía.

Una puñalada en el pecho de una girondina a un jacobino. Al final un hombre que hoy podríamos considerar un intelectual de izquierdas, muere a manos de una “casi girondina”, que de hecho estaba empeñada en un problema muy local. La guillotina por la muerte de Marat fue su premio.

Pero la figura de Marat, un intelectual que tras su formación científica como médico escondía una personalidad rebelde frente a las formas de la sociedad y que fuera de lo que el intelecto pudiera representar abominaba de reyes, dioses, nobles….e iletrados, acabó siendo considerado, bien que por un espacio corto de tiempo tras su muerte en una figura deificada por los sans culottes, llegando a reposar sus restos en el Panteón, hasta que los retiraron, cosa de poco tiempo.

No recuerdo muy bien, creo que fue en el sesenta y ocho, o en el sesenta y nueve, en aquella Barcelona de Teresa Gimpera, cuando los pobres no podíamos acercarnos a Palamós o a S’Agaró, se nos dio un regalo que aún tengo en la memoria.

Desde mi localidad del último rincón del paraíso del teatro Poliorama, aquel maestro de la escena que fue Adolfo Marsillac, me permitió asistir al reglao de “La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade”, que había escrito Peter Weiss, y traducido Alfonso Sastre.

No voy a entrar a buscar paralelismos entre estos tres personajes y alguna de las tendencias de Marat, pero si me pongo, nos ponemos, las encontramos, seguro, que al final Marsillac tuvo que sufrir la represión franquista, siendo incluído en las listas negras de Televisión Española, a raíz del montaje de esta obra, y del Tartufo. La censura del Dictador nunca se llevó bien con la cultura y la libertad.

Peter Weiss, se arrastró por la Europa de la guerra y la posguerra, y supo en esta obra recoger la herencia de Artaud y Brecht, dejándonos un elemento en donde el teatro épico, el teatro del absurdo, el de la crueldad, se mezclan de forma que hacen sentir un verdadero desasosiego al espectador de platea, al que finalmente acaba atacando física y desaforadamente. Y es que allá por los sesenta del siglo pasado empezaba la nueva revolución de los intelectuales con sangre jacobina, que diría Machado.

Y Alfonso Sastre que aunque anclado de alguna manera en los nacionalismos vascos, ha aportado su visión jacobina de la sociedad, a través de su obra. Quizás otro sans culotte de familia bien.

Posiblemente la parte más importante de la obra es la representación sangrienta del sufrimiento del hombre que plantea la duda de si la verdadera revolución se produce cambiando la sociedad o cambiándose a uno mismo. Es decir, la base de la Revolución francesa, y la base de los movimientos sociales que comienzan en el siglo XIX. Y es la pregunta de qué es más importante si el individuo o la colectividad.

El juego, al final, es el juego del poder, y el poder parece que se nos indica está en la violencia, que antepone la muerte de los demás, (no poderosos) frente a la muerte propia. Y con ese axioma podemos empezar a discernir lo que representa la libertad del individuo inmerso en el tejido social. Si el individuo es libre, puede no sentirse en la necesidad de ser parte de la colectividad en cuanto a ceder parte de su parcela de libre albedrío, que solo al alcanzar cotas de poder, que siempre emanan de la violencia (sea del tipo que sea) podrá desarrollar en mayor o menor grado.

En una terrible obra de Sade , “Saló o los ciento veinte días de Sodoma), de la que recuerdo lo que me costaba pasar las páginas por el miedo a leer una barbaridad mayor de la que ya había acabado de leer en la página anterior, en donde el poder de la violencia es el que va definiendo el desarrollo de la sociedad creada a base de la tenencia de los esclavos capturados por el grupo de dirigentes. La libertad solo puede existir en quien ostenta el poder, los demás quizás con las sombras o los restos debamos conformarnos. La película de Passolini no me tranquilizó, fue peor. Puso imágenes a la expresión más depravada de la utilización de la libertad por parte de quien ostenta el poder.

Es la lección de la Revolución Francesa, el poder lo ejerció el Terror, hasta que ese terror fue sustituido por otro más estructurado, y ostentado por quienes lo habían disfrutado siempre. Nada cambió.

¿Qué es al final lo que se discute en el juego de Weiss en su obra que no deja de ser teatro dentro del teatro, sino el control de gentes incapaces por su locura, dominadas por los nobles que regentan la institución de Charenton, y por mucho que se discuta sobre política, sobre filosofía, sobre la muerte, lo que al final le transmite a la sociedad burguesa sentada en el patio de butacas, (napoleonistas en Marat/Sade), o a los burgueses del patio de butacas del Poliorama, es que aunque ostenten el poder, un día la verja se rompe y ellos de forma individual y limitada sucumben a un ataque desordenado y sangriento, pero su “clase” sigue manteniendo el poder, y cotas de libertad que nunca para los locos de Charenton, estuvo disponible.

Charlotte Cordey mata al jacobino Marat, al hombre que intenta navegar en las aguas turbulentas donde su ilustración, sus conocimientos científicos, e incluso sus relaciones con gente de la talla de Benjamin Franklin, no hacen más que exacerbar su oposición a todo lo burdo que en el ámbito de su sociedad se le ofrece, y ello desde posiciones de cierto poder.

Así que la carta que aparece en el cuadro de Jacques- Louis David, esa especie de “Pietá” de la Revolución nos deja un mensaje desolador.

Dice Charlotte Corday:

Du 13 Julliet 1793

Marie Anne Charlotte Corday au citoyen Marat

Il suffit que je sois bien malheureuse pour avoir droit á vôtre bienveillance.

Que no es más que la posición eterna del oprimido frente a quien ostenta el poder.

Y a otra cosa.