Vidas Paralelas

Trump, Craso, y los partos

 Uno que se acuerda de vez en cuando de las cosas que ha leído….y escuchado, siendo además un fan declarado de las comparaciones, o mejor dicho de las relaciones entre las cosas, o entre los hechos, no puedo por menos que intentar ligar estas tres cosas, bueno estas dos cosas y el pueblo de los partos.

Para no hacer buscar en el Espasa o en la Larousse, que coño es eso de los partos, o mejor quién coño eran, solo diré que así se llamó en la antigüedad a los habitantes de la rica tierra del sur del Mar Caspio, sí, ese que está lleno de caviar y petróleo, y que ahora se llama Irán.

¡Qué cosas!, gente brava esa que anda por esas tierras, muy suyos ellos, que por llevar la contraria, se la han llevado al Islam mayoritario, (ellos muy chiítas, y a los sunníes que les den), se la llevaron a los griegos, y por un quítame allá de una Salamina, un Maratón y una Termópilas, hoy no estamos hablando parsí, que mire usted, también sirve para comunicarse uno.

En tiempos más modernos, hartos de que los americanos apoyaran a aquel infausto Reza Pahlavi, impusieron a su querido Jomeini, implantaron su régimen islámico, y a otra cosa.

Luego se liaron a tortas con sus vecinos iraquíes, secuestraron a no sé cuántos americanos en la embajada de la bella Teherán durante cuatrocientos cuarenta y cuatro días, sin despeinarse, se pasan el día apoyando a los sirios de el Assad, y madre mía, y…

Pues nada, que andan a ver si ya de una vez montan algún pepino nuclear, que están de los israelíes hasta los pelos, casi tanto como de los yanquis, y casi tanto como de los sunníes.

No pasa nada, que llevan trastopecientos años a tortas con cualquiera que huela a Imperio, y tan pichis ellos. La verdad es que eso de invadir se les ha dado siempre fatal, que lo de Grecia se lo pararon a base de técnica militar, que lo de Irak acabó en tablas, pero ahí están ellos, que quieren los muchachos vender su petróleo, sacarlo al mar por el Líbano, si es posible, que la Ruta de la Seda está hecha unos zorros, e Ispahan ya no es lo que era.

Cierto que a ellos también les sacudieron, que la historia es así de pesada, que hubo tiempos en que andaban dentro del Imperio Meda, que también fueron parte del Imperio aqueménida, y del seleúcida, y Alejandro el Macedonio, también pasó por ahí. ¡Claro que sí!, que miles de años dan para eso y mucho más.

Para Roma, fue un grano en el culo, más claramente una especie de posible fuente de honores y poder para algún patricio que no andaba muy contento con lo que tenía, aunque lo tenía todo.

Y hablo del tal Marco Licinio Craso, ese asombrosamente rico patricio del triunvirato, que andaba con César, (el de las Galias), y Pompeyo, el que hizo a César decir aquello de “Alea jacta est”, .

Dicen del tal Marco que tenía casi doscientos millones de sextercios, que debe ser una pasta, tanto que le permitió tener casi su ejército propio, y ser un alguien en esa Roma del último siglo antes de nuestra era.

En algunas cosas nuestro Craso se parece a Tito Trump, salvando las distancias, pero el perfil….¡Ay! el perfil. Me dicen los de Wilkipedia, que el pollo hizo su fortuna “negociando, especulando, casas de prostitución, brigadas de bomberos…(brigadas que solo apagaban el incendio si el propietario accedía a vender el edificio en llamas a precio de saldo).

Le procesaron por acostarse con una vestal, y salió indemne del proceso, sobornó a todo el que pudo, usó siempre intermediarios para sus negocios, nada nuevo.

Sus guerras fueron acabar con la rebelión de Espartaco, cosa que hizo de la forma más sangrienta posible, subió al poder de la mano de Pompeyo, y con la aquiescencia de César, que le pareció suficientemente populista.

A pesar de sus esfuerzos, de repartir grano entre los ciudadanos a manos llenas, y de estar en el poder, su popularidad nunca superó a la de Pompeyo…¡Vaayaaa!.

Su adscripción al Triunviriato, parece que tuvo que ver con un intento de conseguir exenciones de impuestos en la provincia de Asia, y poder controlar el reparto de tierras de los veteranos de guerra.

Por esas cosas, le tocó administrar la tierra Siria, y se empeñó en cruzar el Éufrates, y liarse a tortas con los partos. Nunca lo hubiera hecho, que el hombre andaba tras la gloria militar, se metió donde no le llamaban.

Cruzó el Éufrates, le avisaron los partos de que el asunto no era bien visto, pero el se dedicó a lo que sabía, a controlar el territorio y como gobernador, hacer del saqueo el doctorado de su trayectoria vital.

Una pena. Llegó la inevitable batalla de Carras, donde nuestro amigo perdió siete legiones, vamos fueron masacrados, murió su hijo y él fue hecho prisionero.

Dicen que fue muerto vertiendo en su garganta oro fundido, en alusión a su desmedida avaricia. Su cabeza y su mano derecha, fueron llevadas al banquete de bodas de los hijos del vencedor parto, donde se recitaron los versos de las bacantes de Eurípides: “Traigo desde el monte/un tallo recién cortado para el palacio/caza bienaventurada. (Leed la Legión perdida de Santiago Posteguillo, donde se explica perfectamente cómo fue esta historia, o directamente a Plutarco en la biografía del personaje).

No sé si Tito Trump acabará bebiendo el oro de los partos, pero está haciendo oposiciones, y parece que con los partos se juega mal desde los todopoderosos imperios.

No estoy aquí para desear el mal de nadie, pero seguro que tarde o temprano, algún erudito nos regalará unas “Vidas paralelas” Tito Trump / Marco Licinio Craso, y si no al tiempo.

Yo con esto, simplemente sentiré que hayan matado al “Parto Soleiman”, y a sus acompañantes, que a continuación ha venido el aviso de los partos, por haber cruzado el Éufrates, mientras en el Imperio, se dedican a esas cosas de las sanciones comerciales, que no es más que una forma de eliminar competidores a lomos del poder que crees te dan las armas.

¡Total Nada!

Universos paralelos

No nos hacemos idea de por dónde van los tiros, siempre lo he dicho, y encima me vienen ahora con la historia de los universos paralelos.

Que la física se empeña en demostrarnos que existen, y seguro que sí, que uno no está para discutir a estas alturas de la película. Además, ahora que me acuerdo, había por ahí dando vueltas una serie de esas de la tele, que se llamaba Fringe, o algo así, muy bostoniana ella, en la que parecía que nos asomábamos al Kybalión, “que lo de abajo está arriba y los de arriba está abajo”.

Los personajes pasaban de un lado a otro, y los que eran buenos arriba eran malos abajo, y viceversa. Todo muy paralelo, vamos que se pasaba de un lado a otro a través de pasillitos con aduanas.

Tremendo. Y la sensación que hoy se me aparece es la misma, ya que cuando afirmo que ni idea de por dónde van los tiros, es que aunque nos movamos, aparentemente en el mismo plano físico, las capas que conforman nuestro mundo son infinitas, (o finitas, pero muchas).

Ya sé que se llaman de formas diferentes, que las llamamos ámbitos, civilizaciones, núcleos, incluso, pero como de vez en cuando traspasamos las fronteras sin darnos cuenta, resulta que las vidas que se viven son incomprensibles para nosotros.

Y es que al fin y al cabo no hacemos más que desarrollar nuestra existencia en el microuniverso que nos ha tocado, y los universitos que nos rodean, interfieren continuamente en el nuestro sin que nos demos cuenta más que de las consecuencias.

Por eso pienso que no nos enteramos, que mi universo no es el de Tito Trump, que para mí es un marciano, tanto como el milmillonario de turno, o como quién se mueve en las cloacas del estado, o el que vende papelinas de coca en la esquina, de esas que llevan más mierda que coca.

Y a la hora de la verdad, aunque no entienda todos esos universos paralelos que me rodean, no hacen más que interferir en el mío, y de verdad, es una lata.

Claro que mi amigo me diría aquello de que en mi universo solo quepo yo, lo que me temo se acerca a la verdad, pero tampoco es eso, que aunque sea tentador, uno no tiene vocación de estilita, porque hasta las beatas que se acercan al pié de la columna, interferirán con sus universos en el tuyo.

Lo que de todas formas aún me hace sonreir, es el hecho de que muchos de esos universos que me rodean, parece que no pueden sobrevivir sin echar mano del mío, y por debajo de la puerta me enseñan la patita a ver si les abro la puerta…. ¡Compre lo que vendo! Me dice uno, ¡Oiga lo que digo! Me dice otro, ¡Haga lo que hago! Me dice un tercero, y así ad nauseam, que unos lo hacen a través de ese invento que sirve para comunicarse mientras Lola Herrera recuerda a Mario, y es que cinco horas son muchas, otros lo hacen pegando mensajes en las calles, otros me lo dicen en la escuela, otros….

Y al final acabas comprando Matildes, siguiendo al Real Betis Balompié, como poco, hablas del Tito Trump, te enfadas con Boris el turco, y lo de VOX que siempre fue contigo a la escuela en forma de diccionario de latín, te pone de una forma u otra según el humor que tengas. Deben ser los choques de los microuniversos, que son muy suyos, y las esquirlas van saltando por todas partes sin posibilidad de defensa alguna, y te dejan la vida hecha unos zorros.

Claro, que por otra parte como antropocentristas natos que somos no consideramos las esquirlas que nosotros soltamos, que también lo hacemos, no se crean ustedes, y nuestras interferencias en otros universos paralelos de esos que andan dando vueltas alrededor nuestro.

Me suena este charco a lo del rollo ese de Platón y lo de la tal caverna, que por ahí ya nos andaba diciendo el viejo griego, lo peligroso que era acercarse al universo vecino, que luego volvías a casa infectado y acababan apiolándote.

Será por eso que no me dejan entrar en el universo paralelo de Tito Trump, y que solo me envían sombras en la pared, en forma de serie de televisión, eso sí, mayormente para que no me lesione, o me sacrifiquen los míos, que a lo mejor vengo con una de esas gripes exóticas, y termino con mi universo.

Un Armagedón a escala HO, 1:87, como la de los trenecitos eléctricos de Märklin, que siempre tiene arreglo, como el castillo de Lego que se cae cuando el niño lo hace demasiado alto.

De hecho, cuando me pongo a escribir estas cosas, ahora que lo pienso, estoy lanzando mis esquirlas de universo a los universos de los que eventualmente puedan leerme, y lo que si tengo claro, es que ni podré entrar en los universos de mis lectores, hasta fundir mi universo con el suyo, ni al revés, que las cosas son así.

Pero sin ir tan lejos, nadie conoce a fondo, salvo quienes pertenecen a ellos los universos más generales, como el de los oligarcas, o los de la miseria, y en el fondo no sé si recomendar llamar a esas puertas, que si no nacimos dentro, a lo mejor no somos bien recibidos.

Y así nos va, que con tanto universo dando vueltas, uno ya no sabe nada, no sabe siquiera si es marciano, si es un ser o un “fu”, que si los físicos llevan razón, aquí estoy vivo y en el “Fringe” de turno llevo criando malvas hace décadas.

Lo dicho, ya no entiendo nada, y en el fondo tampoco me quita el sueño, porque al final en un par de siglos, con permiso de los transhumanistas, todos calvos.

“Todos somos contingentes, señor alcalde, sólo usted es necesario” que diría Cuerda aunque no hablase queriendo de los universos paralelos, pero es que la frase es grande, sobre todo en el universo del señor alcalde.

Buenas noches y buena suerte