El guardainfantes

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, se entiende como guardainfantes una “Especie de tontillo redondo, muy hueco, hecho de alambres con cintas, que se ponían las mujeres debajo de la basquiña”.
Dejo a sus gracias consultar tontillo y basquiña, como yo he hecho, en caso de desconocimiento, y así entenderemos mejor no solo a la lengua castellana, si no lo que se esconde en el tal guardainfantes.
Por cierto, y entre paréntesis, diré en mi línea, que me asombra cuando el corrector de Word, me subraya la palabra como desconocida. Me muero de la risa.
Ahora que ya todos sabéis que es el tontillo y la basquiña, puedo permitirme recordar la utilidad que el tal elemento, en aquella España del Siglo de Oro, tuvo entre las damas que debían ocultar pruebas de un comportamiento reprobable para los usos de entonces, en cuanto a la utilización de sus bajos fuera de los circuitos habituales.
Cierto que también servía como amplificador de sayas y de alguna forma como impedimento sutil a un acercamiento no del todo deseado, que cuando era deseado no había guardainfantes suficientemente bien forjado.
Buenas preñeces de solteras, o casadas mal atendidas, ocultó el tal adminículo faldero, y así, tiempo se tuvo de reparar errores, de buscar conventos o de encontrar maridos complacientes entre los hijos de algo en busca de carrera nacional, que eso de las Américas siempre fue muy duro y pasear por el Prado, siempre ha sido más apacible que el navegar por el Madre de Dios.
Las ciencias, como es bien sabido, adelantan que es una barbaridad, y claro, al guardainfantes, la tecnología también le ha llegado, porque en esto de las ocultaciones de lo que no era deseado publicar, el mundo ha alcanzado el Magister cum laude.
Así, que repasaré algunos de los guardainfantes que a buen seguro nos son familiares a todos, y si de paso nos echamos unas risas, y recordamos dónde estamos, pues miel sobre hojuelas.
Escuchaba esta mañana a un economista que admiro, hacer un comentario, poco preciso, pero acertado, en torno a la tasa de natalidad, y al aumento de la edad media de la población. Afirmaba, y no se lo discuto, que la generación que está ahora naciendo, muy probablemente superará en media de edad los cien años, y se habrá doblado la esperanza de vida de hace un siglo.
Claro que, y seguro que fue sin pensarlo, dejó en el guardainfantes del mundo, los miles de millones que aún no llegan a los cincuenta de esperanza de vida. Los escondemos en nuestras conversaciones diarias, los ignoramos de forma sistemática, porque no se nos recuerda en la fuente de donde bebemos la información. La cosa vende poco, y los informativos de la tele coinciden con las comidas en el glorioso occidente, así que no fastidiemos la cena.
Recuerdo un guardainfantes que miro hoy casi con ternura pero maldita la gracia. Ese tenía forma de TVE, y el Tío Paco, nos preparaba una basquiña a base de toros y fútbol, cada vez que el régimen se le quedaba preñado con la ejecución de Puig Antich, con la sentencia del 1001, o con alguna festividad de aquellas del 1 de mayo, San José Artesano, día del productor y con demostración vertical en el Bernabeu, que se le podía desmadrar por la intervención de algún obrero comunista…¡puaaafff!.
Otro guardainfantes glorioso, y ese ha estado siempre cubierto con faldas, casi basquiñas, es el que la iglesia ha llevado siempre debajo de sus sotanas….y las preñeces que han llegado a esconder. Quisiera remitir a un libro, que seguro está en el índice ese que publica la Sagrada Congregación del Santo Oficio, “Los Papas y el sexo” de Erik Frattini, donde se narran las tropelías más banales del Vaticano, de San Pedro al último Papa-Inquisidor, también llamado el emérito. Porque las otras tropelías, las de verdad, no ha habido forma de escrutarlas, ni de lejos. Las intrigas de poder que a los largo de los milenios han sido ocultados por el guardainfantes eclesiástico, han debido ser mejores que “juego de Tronos”. Lástima que ahí se queden.
Los guardainfantes que han escondido las realidades históricas, desde Jenofonte hasta la CNN, como cronista de las guerras desdelos griegos hasta los americanos, son dignos de admiración. ¡qué estructuras!¡qué calidad de las varas de acero! ¡qué abombamientos!. En definitiva, han tapado la existencia del infante que todos hubiésemos querido ver. Hubiera disfrutado conociendo las intrigas de la República romana, o la realidad de Enrique VIII. Incluso me hubiese encantado conocer la verdad de los piratas del Caribe, sin el filtro interesado del calvinismo holandés del pragmatismo británico, y por supuesto de la imbecilidad española, que me parece andaban apechuscados por el poderío naval español, y no se comieron ni el agujerito de un donuts a nuestra costa.
Hemos tenido solo una visión, la de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, pero la verdad, me hubiese gustado saber lo que el guardainfantes de los aliados escondió cuando anduvieron por Yalta los Churchill, Stalin y Roosevelt. Como se repartieron el mundo en aquel momento, pero sobre todo saber cuáles fueron las motivaciones de Hitler para comenzar la guerra, que posiblemente sean diferentes a las que finalmente llegaron a nosotros.
El guardainfantes que cubrió la guerra fría, el guardainfantes que cubre las relaciones del poder USA con los árabes, con los judíos. Lo que se esconde, seguro haría que dejásemos de ver a la dama de facciones virginales que nos presenta la belleza de su basquiña, cuando al final lo que lleva es una preñez innoble, que seguro ni ella misma deseaba.
Pero el gran guardainfantes ha crecido en este XXI, nos lo ha traído esta era de Acuario, que nos ofrece un mundo nuevo, que cada vez satisface a menos personas.
Es la ilusión del guardainfantes transparente, la gran trampa de la información total e interconectada. Se sabe todo, nada está oculto, pero es tal la cantidad de árboles del bosque de internet, que es imposible reconocer un solo árbol.
Creo que el mundo Orwelliano está ya firmemente asentado entre nosotros, en la basquiña aparecen los colores de los caralibros, la maravilla de las luces del consumo de nuestro mundo desarrollado, pero con la excusa de nuestra seguridad, hemos perdido el anonimato de nuestros datos, de nuestra imagen, se nos ve el culo a cada momento, y aún estamos aprendiendo a diseñar la cara que queramos que el Gran Hermano vea de nosotros. El guardainfantes creado es para esconder la libertad individual que hemos perdido.
El último guardainfantes que acabará con nuestra libertad, se llama medios de pago electrónicos, es decir, la eliminación del dinero físico, ya no más reales de vellón ni bolsa en la faltriquera. Estaremos enseñando al Gran Hermano qué compramos, a quién, cuando lo hacemos, cuantas veces. Además el origen de nuestros fondos estará siempre controlado. Se oculta en el gran guardainfantes creado para que nos cobijemos del miedo, el deseo de los amos del universo de controlarnos hasta lo más íntimo de nuestras acciones vitales.
El guardainfantes es ahora virtual, y lo es cuando nuestro mocerío, a Dios gracias, ha dejado de usarlo, al menos en nuestras tierras, que por las Sudaméricas, si no lo llevan las locales poco le falta. Aquí ellas, lo tienen claro, no hay nada que ocultar….obrigadiño.
Creo que ya será imposible descubrir las tropelías que se esconden dentro de los guardainfantes virtuales que el mundo ha creado desde que se sintió en la necesidad de la ocultación. Lo feliz que me sentiría levantando esas faldas.
Buenas noches, y buena suerte

Un comentario sobre “El guardainfantes”

Los comentarios están cerrados.