Así seguimos

Me dicen que ayer hubo en esta España mía, esta España nuestra, elecciones, que yo no tenía el chichi para farolillos, y estaba en plan contemplativo, que es algo muy sano, y casi me caigo del guindo.

Claro, que lo primero que pensé fue el ¿pa qué? ¿pa cagarla?, y sí, parece que fue exactamente para eso, y es que los que manejan el coleto no saben que en esta tierra cainita, (somos todos hermanos, pero a nuestra manera), un minuto antes de morirnos rompemos el carnet del Betis o del Español, o del Pupas, para que nuestros deudos nos hagan del Sevilla, del Barça o del Realísimo, y así se muere uno del equipo rival.

Pero si algún desnucasapos se plantea que las cosas van a cambiar en ciento noventa y tantos días, es que no se ha enterado de la película, o se le ha atrofiado la sesera con un atracón de Netflix, que hay casos de esos desde Don Quijote y antes.

Así que esta mañana, mientras me quitaba el sarrillo acumulado, me dicen en las tertulias, que las cosas están igual de peor, (y ya me perdonarán los veintitrés académicos que andan o andaban por Sevilla).

¿Y qué esperábamos? ¿Qué el pepero derechón ese de joyones de Suarez se fiase del niño de las barbas y carita seráfica?, Pues lo justo, que ha de crecer, que tiene aún que cuajar el muchacho, y el Abascal tiene más cara de legionario, que pone el gesto de fusilar a un indepe, reinstaurar el “Parte”, y pasar el acontecimiento en directo por la sexta y por TV3.

De seráficos no os cuento, que ya veis lo que le ha pasado al Albert, ese que quería ponerles impuestos a las rabizas del Raval, y no le hicieron ni caso, y me temo que tampoco descuento en los servicios en el supuesto que hubiera menester, que no creo.

Que me dicen que a lo mejor tiene el muchacho que volver a ver si le dan el master de cualquier cosa en su ESADE de origen, creo, y monta un bufete de cualquier cosa.

Y es que eso de intentar ser liberal en esta España mía, esta España nuestra, no le funcionó ni a Espartero, que solo le alabaron cuando tomo el puente de Luchana, para entrar en Bilbao en Navidad, que el siguiente momento de loa, se lo dio Amadeo de Saboya estando el hombre casi de cuerpo presente.

Y nuestro Albert, no se parece a Espartero, que le falta el caballo de la estatua del Retiro, con lo que ello conlleva, y aunque piense, creo, como el General que a Barcelona hay que bombardearla cada cincuenta años, a este muchacho le falta el bigote.

Y esta España áspera, recia, de tierra adentro, no quiere saber nada de liberales, de centristas, de “blandos”, que no quiere, como tampoco quiere esa Europa a la que de vez en cuando volvemos la mirada, que nos van los polos, que en los extremos pensamos en encontrar nuestra identidad, y es lo que hacemos los humanos aquí y en Sebastopol.

Ni el Liberal party británico, no los liberales alemanes, ni siquiera nuestro vecinito, Macron va a aguantar mucho.

Que ya vimos todos como esta España trató a Suarez, que me lo quitó de en medio de mala manera. Y es que no dan confianza los liberales, ninguna, que hoy votan al Barça, y mañana al Madrit. Y así no se puede.

Que a Suárez me lo quisieron porque llevaba la chaquetilla blanca y la camisa negra, que cuando me lo vieron de cháchara con el bueno de Joaquin Garrigues se les vino el mundo encima, y me lo dejaron con cinco o seis acólitos.

Así, que la tierra adentro, la que entiende cuando viene el pedrizo, la buena gente que vive inmersa en su dicotomía de bien y mal, de lluvia o sequía, de ganarlo todo o perderlo todo, que si viene el pedrizo sigue el hambre, decide rápido, lo clarito, lo seguro, que ya anda demasiado alterado cuando el banco le dice que tiene que correr riesgos si quiere el dos por ciento de lo que guarda en el calcetín o debajo del colchón.

Y no les vengas con historias de salón, las cosas claras, el malo es malo, y el bueno es bueno. Se necesita al Cid Campeador, a un Caudillo, con disfraz de gudari, o que se llame Wilfred el Pilós.

Y es que es lo mismo. Es cuestión de cojones, que los partidos se ganan a patadas, que hablar y escuchar al enemigo es cosa de paniaguados, de petimetres, de gentes que nada tienen que perder, que no viven de un jornal.

Y así nos va, que Perico creyó que se iba a llevar a las chavalas de calle y diecisiete millones de mozas le podían dar la presidencia. Pues no, querido Perico, que las cosas no van así, aunque te lo diga el Tezanos, buen jornalero, que por mucho que meta uno la pata, si no te echa el jefe hay que amarrarse al jornal como sea.

Pero los liberales tienen posibles, así que pueden torear de salón, que los toros los miran desde la barrera, sin mancharse, todo es un juego, así que pasada la experiencia, se retira uno como mi querido Albert a sus cuarteles de invierno, a procrear, como él dice.

Y veremos qué piensa esa amable “Cage aux folles”, que es el PSOE, que estoy seguro hace tiempo perdió la O, la S la tiene temblando, y por español ya no sabemos qué entiende. Pero tampoco nos importa demasiado. Los tenemos a la greña en Andalucía, a Don Perico feliz en su Falcon, y las bases qué ya no saben cuando les hablan de Pablo Iglesias a quién se refieren.

La cosa ahora servirá para que en las tertulias se pisen la palabra los periodistas, los analistas, los videntes, los psíquicos. Menos mal que Iker Jiménez no se mete en estos charcos. Y por el populacho, nada nuevo, que al PNV le cae uno de más al otro uno de menos, los turolenses que dicen lo de ¡basta ya!, y como tenemos dos Españas como poco y no se hablan, pues nos veremos en poco tiempo, detrás de las urnas.

Así, que queridos, ¡a hacer puñetas!

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