Boloencierro

Me habéis matao al hijo. ¡Pero como me he reído!
(Miguel Gila).
Pues sí, no sé al hijo de quién, pero casi me lo matan, uno con un coscorrón de esos que te provocan un coágulo en el cerebro y te mandan a la UCI, y el otro con varias costillas rotas. ¡Pero lo que nos hemos divertido!
Mataelpino, es el lugar de autos, que digo,yo se debió poner farruca la facción ecologista, o la animalista, o quizás la antitaurina del ayuntamiento, quién sabe.
El caso es que los mozos del pueblo andaban escamados, que es que se quedaban sin encierros, que vaya lío. Que sin encierros no hay fiestas, que las fiestas no son lo mismo, que madre mía, que pobre de mí que….
Y el señor alcalde en la encrucijada, que sin encierros no me lo votan la próxima legislatura, que anda el hombre con más dudas que el Puigdemont, que si no se pone de acuerdo con la CUP, y traga, me lo despeñan, y si lo hace le despeñan por el otro lado. Un sin vivir.
Pero el señor alcalde es un hombre brillante, un político de pro, es más parece una nueva Porcia, un mediador de conflictos colectivos. Un gran alcalde.
Así que se le ocurre, que ya que en la bajada de la antigua carrera de los astados tenían la vallas protectoras del recorrido de los morlacos, y no está la cosa para tener activos improductivos, pues hacer que los mozos corran, que es cuesta abajo, que tampoco es para tanto, y para emoción….¡la arqueología!.
Así que cogemos unos restos de papelillos de la oficina municipal, vamos los expedientes viejos, el cel-lo que ya no se usa, hacemos una pelotita de trescientos kilos y dos o tres metros de alto, y ¡venga, que esto no es San Fermín, pero casi!,
Y es que si lo ve Hemingway, no sigue viaje a Pamplona, que lo que tenemos es la bola de Indiana Jones corriendo detrás de los mozos, con ritmo de olimpiadas, que la tal bolita se pone a treinta por hora, casi como las Garrat del ferrocarril central de Aragón en sus viejos tiempos.
Claro, dice el señor alcalde, es que la bolita no da tanto respeto como los victorinos, la gente se confía, y pasa lo que pasa. Además vienen forasteros al pueblo, atraídos por el programa de fiesta que ha preparado este gobierno municipal que tengo el honor de presidir, y me los machaca la bola.
Pero que nadie se preocupe, que el año que viene vamos a tirar la casa por la ventana, vamos a poner más burladeros para evitar el machaque si la bolita se te echa encima, y además vamos a forrar de gutapercha el área de los posibles coscorrones.
Claro que lo que al político de pro, al gran alcalde, al émulo del de Zalamea, lo último que se le viene es cambiar lo de la bolita a lo Indiana Jones por un campeonato de mus, que si no se calientan los jugadores acostumbra a ser mucho menos cruento.
https://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2017-08-30/mataelpino-bola-encierros-accidente_1435633/
Pues sí ¡me habéis matado al hijo, pero lo que me he reído!, que nos diría el gran Gila, y esta buena gente de Mataelpino, de El Boalo, de Cerceda, seguirán corriendo como posesos delante de esa bola de su boloencierro, que a quién habría que encerrara no es a la pobre bola, sino a más de un vecino de la localidad, que para eso La Codorniz inventó la cárcel de papel, y lleva demasiado tiempo inactiva.
Esta es la última que ha caído en mis manos de nuestra España del siglo XXI, que si no fuera porque las imágenes le vienen a uno en color, se creería uno metido en el siglo XIX, y me temo que no es la única.
Que soy capaz, de veras, soy capaz de entender eso de que los machos del pueblo necesiten enseñar al mocerío lo de quien mea más lejos, que haya necesidad de que los pavos reales abran sus colas para intentar cubrir a cualquier hembra disponible. Lo entiendo, pero quizás haya otra forma, digamos más elegante.
Y que nadie me venga con que estamos delante de algún rito de esos de iniciación, que ya podría ser, y como es bien sabido, necesitan de algo de sangre de los iniciados, ya que hay que demostrar un valor determinado para ser aceptado en la tribu, pero no sé yo, que a lo mejor todo eso se demuestra mejor en nuestro siglo dentro de la vieja Europa, preparando notarías.
Lo que pasa es que el sudor y las feromonas del que se está empollando el temario de notarías no atrae a la hembra deseosa, que solo el pelo en pecho y haber demostrado ser el más borrico del pueblo, es lo que puede conducir al mozo al éxito que le supone la transmisión de su ADN.
Así que cuando leo estas cosas, en las que se intentan mantener una supuestas tradiciones ancestrales, (esta debe tener siete u ocho años), se me cae el sombrajo, y la esperanza en que este país sea algo más que le reserva de camareros de Occidente, se hace más y más tenue, y el drama es que a ellas el puesto de criadas en Paris se lo han quitado las magrebíes, porque la cosa parece que no da para mucho más.
Y que nadie se me cabree, que no es cosa de estos de Mataelpino, que un paseo por las fiestas de nuestra piel de toro, nos demostrará fácilmente que la historia, en diferentes versiones es lo que anima al mocerío, que si el apaleamiento de toros, que el tirar a la cabra desde el puente, que a ver quién se emborracha más, que es lo que pide el santo.
Puñeteras y pobres iniciaciones a manos de maestros de la zafiedad, que al señor conde le viene muy bien que tras la cosecha el populacho se descalabre de forma selectiva, y se olvide de las cosas importantes, que es que hay que divertirse.
El año que viene tiramos al señor alcalde al pilón, que nos vamos a reír un rato, y seguro que no se enfada.
¡La madre que los parió!

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