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Modest Musorgski

Hoy anduve de cuadros, y casi siempre que me acuerdo llevo en mis auriculares el famoso “Cuadros para una exposición”, en la orquestación de Maurice Ravel , claro, y aunque desde mi doble ignorancia, en música y en pintura, (realmente no me entero de nada), intento, al menos quedarme con las impresiones de ambas cosas, de la música y de la oferta visual, que no es poco.
Cierto que la composición de Musorgski, se refiere a una exposición muy concreta, y a unos cuadros más concretos aún, pero esa suerte de música incidental, con una especie de ritmo de paseo y parada que te va dando, siempre me ha gustado, y si se puede se usa, cuando andas caminando por una exposición, además a mí me ayuda a concentrarme en lo que estoy viendo, sobre todo teniendo en cuenta lo dicho acerca de mi ignorancia en pintura.
La Fundación La Caixa, presentaba sesenta y dos cuadros de la Philips collection, que, honestamente no tenía ni idea quién era, ni de dónde sacó las perras, para tener en su colección las obras que presenta en esta muestra, pero luego parece que era un niño rico, que decidió dedicar su vida a la crítica pictórica, y consecuentemente a la compra de cuadros, que con un criterio profesional fue adquiriendo a lo largo de su vida. Parece que la colección está en Whasington.
Me he enfrentado a un tipo de pintura, (la exposición se llama Impresionistas y Modernos), que siempre me ha atraído por algunos aspectos que valoro mucho.
El primero es lo putas que lo pasaron, en general, los pintores de esa época en la que los mecenazgos de las instituciones religiosas, o de los reyes y emperadores caprichosos, habían pasado a mejor vida, y las obras dejaban de tener el sentido didáctico que en épocas pasadas debía tener ese arte, ya que era parte fundamental del adoctrinamiento que se le hacía desde el poder a unos súbditos que, en general, no eran lo que se dice muy letrados.
Así, que de entrada, desde mi punto de vista, aparecen temas que seguramente querrían haber desarrollado los artistas de otras épocas, pero en la mayoría de las ocasiones estaban a sueldo de la Iglesia, los reyes y los nobles, con lo que su creatividad estaba enormemente condicionada por los garbanzos, y claro tenían que estropear un maravilloso paisaje con el retrato de la mujer del Giocondo.
En esta muestra aparece el paisaje, sin personajes, un precioso Constable, o una recreación de la impresión que a Kandinsky le produjo el otoño, en definitiva sensaciones, en las que el uso de la técnica pictórica, las formas y las luces son lo importante.
Los temas que aparecen en la exposición tienen el simbolismo reducido, y no me parece mal, que a veces a fuerza de esoterismos, si no eres un adamita bien iniciado, te quedas a verlas venir, y en vez de impresión te llevas confusión, y a mí me ha pasado durante demasiado tiempo, que nadie me enseñó a leer las Meninas, por ejemplo.
Y no quiero decir con ello que el simbolismo expresado en la pintura, ya sea religioso, o no, me desagrade, todo lo contrario, ya que al fin y al cabo excita mi curiosidad de tratar de entender el mensaje que el artista transmite.
Pero esto es como los anuncios de la tele que no entiendes, que si eso ocurre, es que tú no eres cliente diana de ese producto, así que deja el concepto de las alitas de la compresa higiénica a quien deba utilizarlas, por ejemplo.
Los temas de esta exposición, y eso es lo que me ha gustado, son en su mayoría intimistas, son la visión del artista de esa habitación azul, de esa mujer mayor en el baño, o la pequeña bañista de Ingres, en donde yo no soy capaz de ver más allá de la escena cotidiana de unos bañistas en el río, pero que hace que mi mirada se detenga, y me produzca su visión una sensación placentera.
Ver los trigales vacíos de la Provenza, con los ojos de Van Gog, en donde yo no soy capaz de ver más allá de la luz de esos campos, con la pequeña casa que casi no se vislumbra en el fondo, me gusta, porque dejo que mis sentidos….sientan, no quiero descifrar nada, solo ver esa luz que me ofrece el cuadro de un supuesto loco al final de sus días.
Los retratos, incluso los autorretratos que hay, tres, quiero recordar, un Picasso, un Cezanne, y un Modigliani, nos muestran algo más que la “foto” del retratado, ya que pueden verse los sentimientos, y hasta la personalidad del personaje a través de la expresión del rostro, de la mirada, y de su indumentaria. Me impresionó el autorretrato de un Cezanne que a sus cuarenta años, tenía pinta casi de un viejo decrépito.
Las bailarinas de Degas, que no podían faltar en esta colección hecha por un crítico con posibles heredados, o unas representaciones del cubismo de Bracke y Picasso.
En fin, una mañana de lo más grata, a pesar siempre de la incomodidad que te aportan las personas que se acercan a estas manifestaciones, y en vez de intentar dejar a los demás disfrutar, aprender, o ambas cosas, se dedican a habar a gritos por teléfono. Pero ese es nuestro mundo.
Estos días hay otra exposición, que intentaré ver antes de que se acabe, con una muy importante muestra de la obra del Bosco, ocho cuadros, ahora que se cumplen 500 años de su muerte.
La obra del Bosco siempre me ha subyugado, desde que hace casi mil años, vi por primera vez en un libro de historia del arte de mi bachillerato, “El carro de heno”. Es inquietante, pero nunca he entendido el mensaje del artista, y me temo que la mayoría de las interpretaciones de la obra del Bosco, sin conocer con detalle la simbología a la que hacía referencia, no van a ser de gran utilidad.
Que si de la secta de los Adamitas, que si adorador del diablo, que si un Cátaro redivivo. No lo sé, y como mis ojos no están hechos apenas más que para las sensaciones, cuando visite al Bosco en el Prado, seguro que volveré inquieto a casa.
Por lo demás hay que reconocer, que con la que está cayendo, en los museos se está de lo más fresquito.
Buenas noches, y buena suerte