Me da miedo mirar las cifras de muertos que en la Siria de El Assad se han producido por los ataques con armas químicas a la población civil, siempre con el puto paréntesis de presuntamente, que a lo mejor no ha sido con esas armas, que a lo mejor se han suicidado, o les ha dado un infarto al escuchar el sonido de un camión de basura, y confundirlo con cualquier barbaridad.
Con una mano El Assad parece que se tapa el culo para evitar que el que la tiene más larga (presuntamente) le produzca un desaguisado de difícil arreglo, pero con la otra supuestamente le sujeta el apéndice al que mea más lejos, con el ánimo de ganar alguno de los dos retos.
Supongo que este asunto, que tan serio es, y que parece está en manos de unos desalmados inconscientes y asesinos, nos va a tener en ascuas como en ascuas estuvimos cuando aquello de los misiles cubanos, allá por los sesenta y el que la tenía más larga era un niño pijo de Boston, hijo de un contrabandista mafioso, y el que meaba más lejos era aquel tufarro estepario que sabía dar golpes con el zapato en la mesa.
Al final en aquella pugna la cosa acabó con un encogimiento cipotal y un corte en el flujo mingitorio que nos ahorró a todos un desastre de consecuencias incalculables.
El que ganó de todo aquello fue el que se los fumaba más gordos escondido en su disfraz de comandante asesino.
Todo, claro, a costa del pueblo cubano, a costa de poner a prueba la paz mundial y la vida de la gente.
Pero no importa cuando se trata de intentar que todos hagan lo que tú quieras, no importa si al final demuestras que en el patio del cole eres el que intimida a los demás recordándoles que tienes unos misiles muy bonitos que llegan a donde tú quieras, y el que mea más lejos tiene unos tirachinas cojonudos que tumban los misiles bonitos.
Ya lo sabemos, estamos en manos de gente ruin, mediocre, con aspecto y maneras de chulo de barrio, y quizás esto se solucionase como en la antigüedad, con duelos singulares, uno frente al otro, sin implicar a nadie más y sin necesidad de que sea a muerte, solo hasta que uno se sienta humillado, suficiente.
Ya que todos los veremos humillados a los dos en la tal pelea del siglo, de la que con los derechos televisivos, menos las mordidas, claro, a lo mejor dábamos de comer a unos cuantos niños en Katmandú, por ejemplo.
Ni los sirios de a pie ni yo queremos que se siga masacrando a esos ciudadanos, ni a ninguno, en ningún sitio, pero me temo que no está a nuestro alcance el poder evitarlo aunque nos creamos que a esos chulos de patio de colegio los hemos escogido nosotros con nuestro estúpido voto, que al final y visto lo visto apenas sirve para que nos sodomicen de forma colectiva.
Mientras escribo esto, mis amigos insisten en las mentiras curriculares de nuestros políticos, en las miserias de nuestras universidades, en el tú más, yo menos, como si eso de veras importase, así que les diré que si esta o aquella señora mienten al decir que han alcanzado los conocimientos que aseguran el tal certificado, les diré que aunque hubiese realizado los estudios con todas las bendiciones, y esos estudios sirviesen para algo más que cobrar unas tasas universitarias, lo que está claro es que la zafiedad del personaje es más que una simple apariencia. Que nadie se escandalice, su persona nos la ha enseñado a través de su imagen demasiadas veces, y si está ahí no ha sido por el titulito, ha sido por otras razones.
¿O es que su partido le exigió algún certificado académico para su militancia?. De verdad, que no me mareen con todo esto, que me da se utiliza para derivar la atención sobre los debates que realmente nos importan a los ciudadanos.
De todas formas, nada nuevo, nada que no sepamos, nada sobre lo que no me haya quejado ya. Es el sistema que premia la licenciatura en las artes de Monipodio, es más, premia los magister que proceden del tal patio con prebendas que para nosotros quisiéramos los demás mortales.
Yo voy a ver qué pasa con lo de los misiles esos del parrafito que publicó Tito Trump, quizás los vea volar por encima de mi cabeza, y caer al otro lado del Mediterráneo, no lo sé, y espero que no me caigan en toda la cocorota, aunque me destrocen lo que queda de la bella Damasco. En estas cosas soy muy egoísta.
Pensaba yo la pasta que el que le escribe los mensajitos de internet a Tito Trump debe estar ganado en bolsa. Y es que si dice blanco sube (ya sabes, compras antes de publicar la parida), y si dice negro vendes o compras put.
Y es que lo está haciendo casi cada semana, hoy con aranceles contra el chino malote, ayer con Amazon, luego con misiles, luego sin aranceles, que el chino es un cielo. Una pasta ¡oiga! se ha movido con todo eso, y aquí no se da puntada sin hilo, y si hay que rebañar algo, se rebaña, que nadie se va a cabrear, y si se cabrea, ya sabe ajo y agua, como toda la vida.
Me parece que me voy a poner a escuchar un poco de ese jazz americano que tanto me gusta, el que hacía “Duke”, el de Charlie Bird, el de Bill Evans, que no todo lo que nos llega del corazón del Imperio es basura, ni mucho menos, aunque lleve su yang asociado, como no puede ser de otra manera.
Mientras esperaré la próxima salvajada de cualquiera de estos ruines, zafios, mezquinos personajes que pretenden ser quienes representan nuestros intereses en la ardua tarea del gobierno de las cosas, del gobierno de nuestras vidas, del gobierno de nuestras haciendas.
Y por cierto, id mirando lo que hay, que tito Montoro está esperando ansioso su trozo de pastel….. Será para pagar el master de algún acólito, digo yo.
Con su pan se lo coman