Credo in unum Deum

La Existencia de Dios

Hace nos meses, un amigo, me hizo la pregunta que debía hacerme, después de años de relación, acerca de si creía o no en Dios.

Me dio la sensación de que se esperaba, a pregunta tan incómoda, una respuesta simple, casi un sí o un no, que no se trataba en medio de la cerveza que nos estábamos tomando en la cafetería de aquí al lado, comenzar un análisis acerca de problema tan discutido, tan lleno de interrogantes, y tan contaminado por montañas ingentes de intereses religiosos y políticos.

De forma que eché mano de lo que aún quedaba de mi inteligencia de niño de barrio obrero, y le solté que estaba muy de acuerdo con el acercamiento tomista de la tal cuestión, que uno andaba con ganas de pasar el examen que el señor que tenía delante, con aspecto de profesor universitario me estaba planteando, y sí, parece que raspado, pero saqué el cinco pelado. Que lo que le solté no impidió que nuestra amistad siguiera.

Ahora, de ahí a renunciar a la comprensión de la idea de Dios hay un paso de gigante, y yo no estoy dispuesto a quedarme sentado en el sillón de casa, amparado en mi fe, sea ella la que sea, y no darle al cacumen constantemente para ver qué puede aportarme nuestra sociedad a la hora de llenar de contenido el concepto de Dios, con elementos que estén fuera de la fe, es decir, con argumentos de los que la ciencia nos puede dar, con argumentos que la razón pueda aportarnos, y así tratar de unir con un buen pegamento ambos dos y reforzar la creencia en ese Ser Superior.

Hasta donde entendí yo la cosa de Santo Tomás, el hombre no andaba desencaminado, que de alguna forma ese era su camino, buscar argumentos difícilmente refutables a la hora de construir sus cinco postulados que nos legó en su Summa Teologica y que no voy a repetir, pero que con los matices que uno quiera, incluyendo los avances de la física y del razonamiento matemático, siguen teniendo su intríngulis.

Leyendo aquí y allá, escuchando a este y aquel, me pongo a pensar en varias cosas, y todas me inquietan.

La primera es que si entendemos la idea de Dios como la de un ser único y Supremo, debemos aceptar que en el caso de que aceptemos la existencia de Universos paralelos, o Multiversos, al menos deberíamos considerar una especie de multitarea divina, realizada además fuera del Multiverso, que para crear algo, hay que hacerlo desde fuera, que si eres parte, alguien te ha creado.

El concepto de crear es tremendamente difícil de entender para mí, si por crear entendemos que de la nada (que por cierto ya es algo, que si no, no sería siquiera mencionable como concepto) pueda obtenerse algo, así que aceptaremos la idea ramplona de “La Nada”, e intentaremos navegar con esa carga.

Pero me dicen los físicos, que esto en donde nos movemos ahora, proviene de un estallido enorme que vino a darse hace más de trece mil quinientos millones de años, lo que conlleva que dos de las cosas que venían en mi libro de segundo de bachillerato se me hunden por la base:

La primera, la idea de lo infinito del Universo, que si todo salió de una partícula llena de energía, el límite está en esa energía.

La segunda, y no menos importante, es que si el origen fue esa partícula de energía, la cosa ya no viene de la nada, a no ser que empecemos a dar vueltas a lo que había antes de la gran explosión, a como se formó esa energía, de dónde procedía, y sobre todo por qué estalló, y Quién la hizo estallar.

Ya lo veis, estoy muy tomista a la hora de buscar un algo creador, que a todas luces siguiendo por ese camino, se necesita para cuadrar la ecuación que antes de antes debió haber un antes, y podemos, usando esa herramienta tan burda que se llama lenguaje llamarlo como queramos.

Dejemos por un momento los multiversos, para que no me líe yo mismo, y vayamos a este Universo en el que estamos, pequeño, finito, y con visos de tener un final, cuando la energía del gran estallido se haya agotado. O no se agota, que en su transformación entrópica volverá a la gran implosión y en unos cuantos años la cosa volverá a estar a punto de estallar y ¡venga! A comenzar de nuevo. No lo sé.

Pero toda esa explosión-implosión, si la cosa va por ahí…¿necesita un ámbito en el que producirse?, quizás no necesite ubicación física alguna, me cuesta entenderlo, pero a lo mejor mis amigos matemáticos se ponen un día y me lo pueden explicar. Y es que a lo mejor el gran estallido se produce en el ámbito de una parte de otro universo, que por cierto, la tal palabra “Universo” se me hace de difícil comprensión, y es que, en mi ignorancia, la circunscribo al supuesto ámbito del gran estallido que andamos cabalgando, pero, me parece que la cosa supera ese ámbito.

Otro de los puntos tomistas es el orden, y sí, parece que existen normas que se cumplen dentro de ese estallido de energía inconmensurable, que el cloro y el sodio reaccionando adecuadamente, dan un producto salado, que se comporta siempre que se den las mismas condiciones, y de la misma forma tantas y tantas acciones dan de forma inequívoca reacciones idénticas, medibles, y reproducibles. Así, parece que hay un orden, y si hay un orden hay alguien que lo diseña, dice Tomas de Aquino, pero, ¿y nuestra ciencia?, ¿ha llegado al punto de definir al diseñador del orden, o está en ello?.

Matemáticos que han navegado esas aguas, te dicen que hay demasiadas incertidumbres para aseverar que realmente se necesita un diseñador, pero de la misma forma te comentan, y publican, que hay demasiadas incertidumbres para afirmar lo contrario, así que dejamos la cosa a lo que cada uno de nosotros pueda creer.

Y con ello parece que volvemos al tema de la fe, que hay una falta de conocimiento científico que pueda explicar el asunto, y es que en la historia del conocimiento del Universo, hemos ido ampliando el entorno a medida que nuestro conocimiento científico iba avanzando. Que de considerar Universo al bosque donde estaba nuestra tribu primigenia, fuimos ampliando y lo que parece que se creo fue la Tierra, luego hubo planetas, galaxias….partícula primigenia, más universos, y seguiremos así hasta que  algún día quizás lleguemos a la comprensión de qué diantres es todo este entorno en el que nos movemos.

Cuando los mitos y las tradiciones nos dirigen hacia ese Padre con barbas que navega por el techo de la Capilla Sixtina, o a los dioses funcionales que nos llegan de tantas y tantas culturas, de alguna forma nos transmiten a través de ese símbolo la idea que desde estas líneas estoy intentando racionalizar, de forma desde luego muy poco efectiva, que en ninguna nos habla de quién crea al Dios primigenio, que esa es la verdadera X de la cuestión, y los conceptos de infinito, de eterno, quedan siempre circunscritos a un casi infinito y un casi eterno, cuando nos referimos a la Creación Primera, que está fuera de nuestra capacidad el comprenderlo, o al menos de la mía, y ojalá recibiese esa luz que me hiciese pasar de agnóstico a gnóstico.

Sin embargo, el pensar que sin “nada”, sin esa fuerza primigenia, o esa voluntad, o esa energía nuestro entorno haya devenido en lo que en el momento actual, en este instante estoy percibiendo, ( a saber qué perciben otros de mi especie), es para mí de difícil comprensión. Es por tanto una indeterminación lo que está en el origen, y a partir de ahí, unas leyes que vamos descubriendo poco a poco, y que posiblemente acaben llevándonos a un conocimiento de lo que hay.

Y por tanto tengo que acabar con el recurso de la fe, o de la hipótesis más plausible de que Algo hay, que no sé qué es, y que desde luego está lejos de las interpretaciones que los diversos credos religiosos dan a sus fieles a través de las imágenes estereotipadas, pero necesarias para que esa idea de Dios se pueda convertir en un elemento útil para la vida de los Seres Humanos.

Ahí queda eso