¿Democracia?

Una de esas revistas que parece que la compras para que vea la gente las sesudas cosas que lees, y que se llama Foreing Affaires…(en inglés encima), abre su portada con un reportaje “global”, que ya nada es aldeano, que todo es global, en el que se pregunta si la democracia se está muriendo.

“Pardalets”, que son cosas como las de Perogrullo, que si la democracia es el gobierno de los que son más, (acepción del término griego, en contraposición a “aristocracia” que es el gobierno de unos pocos, yo no recuerdo haber vivido en democracia nunca, en ningún momento, y ya me perdonarán sus gracias la tal afirmación.

Pero es que miro y solo veo maneras aristócratas, ninguna demócrata, o muy pocas, de tono menor, desde luego, pero bien publicitadas, y no solo hablo de hoy.

Que las cortes leonesas eran consejos de nobles y del clero, con una cierta representación de villas y ciudades, que no estaba allá por el 1188 Don Alfonso IX por perder sus privilegios.

Que lo mismo en el Cent Catalán, o en la Carta Magna inglesa, o donde quieran ustedes mirar, incluida esa Grecia que nada tenía de demócrata, que era aristocracia pura. Que menos del veinte por ciento de los que vivían en Atenas podían (cada uno en su grado y condición), influir de forma fehaciente en los temas de la res publica, y me temo que la cosa sigue sin cambiar, bien que se ha perfeccionado y maquillado convenientemente, pero solo eso.

Y que me hablen hoy de democracia, reconozco en el fondo que me parece un gesto de ingenuidad tremendo, y que sí, que los ciudadanos tienen derechos, como siempre los han tenido, es decir derecho a ser robados al pagar los insumos básicos, tienen derecho a acceder únicamente a los elementos insustanciales de aquello que realmente está ocurriendo a su alrededor, de forma que, a la hora de determinar el camino que deben llevar las cosas, queda el papel del “demos” relegado al consumo de slogans, y a la reacción pavloviana consecuente.

Que no, que estamos en manos de los aristócratas de siempre, y es que nos gusta, parece, que las cosas ocurran a nuestro alrededor, y que sea otro quien ha decidido, que sean de esta o aquella manera, que eso de pensar es duro.

Y como se explica en la revista de marras, la sociedad se está drogando de forma masiva, que parece que han muerto más ciudadanos de USA y Canadá de sobredosis de opiáceos entre 2000 y 2016 que en las dos grandes guerras del siglo pasado.

Los impactos económicos ni se cuentan, un 2,8% del PIB, pero lo más importante es que toda esa gente está fuera del sistema, salvo para votar “For Presi” al primer anuncio del descanso de la Super Bowl. Y lo hemos conseguido, se ha votado al Pato Donald, o a Fofito, y aquí ya nos preside un pollo pera al que no hemos votado. Más me suena a aristocracia que a democracia. Más a panem et circensis que a la gestión democrática de la cosa pública.

Pero es de lo que se trata, de tener masas no analíticas, deformadas desde el momento de su formación profesional de manera que luego, cuando les dejemos una papeleta en las manos, la coloquen sin hacer preguntas en la urna correcta.

No nos preocupemos, la libertad, que como siempre he mantenido está siempre ligada a la sabiduría, no la alcanzaremos nunca la gran masa de ciudadanos, que se nos niega la formación en ese sentido.

¡Mierda!, y es que así tenemos el mundo de las civilizaciones occidentales, y es que nunca deberíamos coger los cabreos que pillamos cuando salen de los órganos legislativos de turno normas que afectan a los más, a los “demos” de forma masivamente negativa, y no hacemos otra cosa, día tras día.

Pero para que nos sintamos dirigentes, desarrollamos ahora el término “ciudadano global” al que parece que nos podamos adscribir todos, y llenar nuestras almas de la felicidad de ser importantes, que no está mal, si no fuese solamente una bonita frase de mercadeo.

Que al final el que quedó, realmente como importante, fue el anticuado “ciudadano del mundo”, y no es eso, no es eso, que el ciudadano global hoy es el que puede comprar en Amazon y en Alibaba, que puede ver en la pantallita de su móvil las toneladas de porquería alienante que se te ofrecen, moverse en vuelos de bajo coste a visitar esas cosas que antes eran ciudades, y hoy no son más que parques temáticos con nombres de ciudades.

Mejor ir directamente a Disneyland, donde sea, y dejarse de historias, que parece que se ha creado ya la matrix virtual en la que se debe desarrollar nuestra vida, y mejor no salirse de ella, que si no te conocen en las redes sociales, si no participas en los juegos de tropecientos jugadores, para ganar puntitos, gatitos que te hagan popular, no vales nada, no eres nadie.

Muchas veces nos hablan de renta “per capita” que está muy bien, pero pocas veces en el cálculo se excluye el impacto del 5% más rico de la población, para ver como quedamos los demás mortales, y es que tengo la sensación de que nuestro sistema es una bola de aire mantenida por los slogans de los expertos de mercadeo social, y que esto se nos va por el sumidero a una velocidad de vértigo. El declive del Imperio empezó ya hace tiempo, y el mantenimiento del mismo se apoya cada vez con más fuerza en las medidas proteccionistas de todo tipo que nos vamos dando.

Y es que no queremos reproducirnos, preferimos morirnos, al menos aquí en España, y me temo que otros muchos sitios de los que no tengo información, y nos quejamos, pero no permitimos que el supuesto déficit poblacional que se está creando se cubra con tantas y tantas personas que están llamando a las puertas de nuestras fronteras. Eso no, que a lo mejor la cultura que viene de fuera no es la correcta, que la religión que pueden traer no la entenderemos en un estado aconfesional….¡y si esto sigue así, no podremos pagar las pensioneeeessss!.

Vaya todo el sistema a la mierda, el sistema basado en la creencia de que somos globales, en la creencia de que el mar admite barreras, y sobre todo en las creencias supremacistas, no tanto de los “demos” como de los “aristos”.

Que al final, si ustedes me lo permiten igual manipulan al chino de Jing Xiao Ping que al yanqui de Tito Trump, al gabacho de Macron, o al tedesco de Doña Merkel, por no hablar de los guaperas en España, o los payasos en Italia.

Si fuese una democracia, seguro que nos habíamos defendido, pero detrás de todo el entramado del poder mundial, lo que menos hay es gobierno del pueblo, gobierno de los más, en definitiva gobierno demócrata.

Tendré que prepararme un vermut, que todo lo demás es perder el tiempo.

Buenas noches y buena suerte