Dicen los expertos….

Manuel Muñiz, en la última entrega de la revista Política Exterior, maneja la tesis de que nuestra sociedad se ha levantado contra las élites.
Diría yo que hartos de regímenes aristocráticos (gobierno de unos pocos), queremos volver a regímenes democráticos (gobierno de la mayoría). Puede ser, y hasta puede ser bueno, siempre y cuando no seas, o no te sientas alineado con aquello que las élites propugnan. Tremendo dilema, que en la sopa con telediario, a no ser que vayas a la Sexta, donde se está creando una élite nueva, en las demás la élite es la de toda la vida.
Yo siempre he creído en los pensadores, en los expertos, en los consejos de los ancianos, en la experiencia de los que aparecen como sabios, en fin, en todas esas cosas que orillando el chamanismo me han dicho siempre que son buenas, y yo he sido siempre muy bien mandado.
Ahora que lo pienso, a lo mejor las puñeteras élites se han pasado, no ya en los consejos, que al día de hoy pueden ser hasta buenos, sino en la sociedad que en las décadas desde la última guerra mundial han ido montando, y que no, sin cierto tino, desean preservar.
Pero son demasiadas las cosas que andan alteradas, y son demasiados los grupos de ciudadanos que se sienten de alguna forma traicionados por la sociedad en la que deben desarrollar sus vidas, así que empiezan a pensar que el sesudo consejo de quien recomienda al británico que vote in en vez de out, puede preservar un escenario en el que quien va a poner su papeleta en la urna, se ve con un papel que no le gusta. Así que lo mejor es sacudirle a la élite, si se puede, en todo el morro, y si todo salta por los aires y hay que repartir de nuevo, lo mismo me dan mejores cartas.
Las cosas parece que están así, que aunque las élites nos digan que han hecho las cosas de maravilla, el sentimiento más generalizado, no solo en España, desde luego, sino en todo el ámbito de las democracias occidentales, es que el nuevo reparto económico está demasiado focalizado hacia unos grupos de poder y se está perjudicando a lamayoría de los ciudadanos.
Quizás sea erróneo, pero hay un sentimiento de que al común de los mortales se nos está quitando algo que es nuestro, que hemos ganado durante décadas con esfuerzo, sacrificio, y hasta con buen gobierno, pero eso se tambalea, y nos apetece empezar con el bonito juego del tiro a la élite.
En definitiva parece que las élites han roto o traicionado el contrato social vigente desde el final de la segunda guerra mundial, y eso no nos está gustando en general a los ciudadanos, que empezamos a estar cansados de tanto experto, y de tanto análisis erudito de lo que está ocurriendo, y lo que es peor, de las fórmulas que se manejan para resolver el problema.
Es posible que los ingleses se hayan cabreado demasiado, y seguramente en el corto plazo van a pagar una factura no deseada, que eso de dar portazo a Europa a caballo de líderes calificados por las élites como alocados, como adjetivo menor, cuanto menos, abra posibilidades no exploradas por quienes forman parte de la élite del stablishment, que tienen sus hojas de cálculo bien cuadradas, y lo último que desean es ver aparecer variables poco consistentes o simplistas, como no se cansan de repetir en los medios de comunicación sean sesudos o de propaganda política directamente.
Así que la aparición de Beppe Grillo, de nuestros podemitas, del bueno de Varoufakis, de ese alcalde que fue de Londres, tan simpático él y que deberá lidiar ahora desde su cartera de exteriores la nueva situación británica, o de quien se nos ocurra, que los encontramos en cualquier parte del mundo, no debería sorprendernos, es quizás la nueva revolución del proletariado de las democracias occidentales, y que gracias a Dios, por el momento es incruenta, y simplista a los ojos de los expertos de los que parece empezamos a estar hartos..
Los espectáculos que en las primarias americanas está dando Trump, o las propuestas de la extrema derecha holandesa o austríaca, o las veleidades xenófobas que están en la señora Le Pen, como una más de este coro, no es más que el reflejo capturado como oportunidad política de los ciudadanos que sienten han sido estafados, en el sentido de que los recursos que estaban a su disposición hace una década, están desapareciendo hacia los nuevos acaparadores de riqueza subidos al carro de una productividad que parece se ha convertido en el nuevo dios Pan.
Estos días, sin ir más lejos, están las élites españolas agitaditas ellas, haciendo análisis muy sesudos acerca del futuro de las pensiones, y que si la curva demográfica va para aquí o va para allí, y que no se nos preñan las mozas, y los chavales no encuentran curro con qué pagar la pensión del yayo, y que si lo encuentran les pagan tan poco, que no hay forma de cubrir el agujero, que esto va a peor, que si patatín, que si patatán, y por otra parte se han tirado más de cuarenta mil millones de euros en salvar el culo de ciertas cajas de ahorros gestionadas por políticos ladrones unos, incompetentes otros, y las dos cosas a la vez los más.
Pero también ese sentimiento de estafa que subyace en la ciudadanía, tiene un reflejo muy importante en las opciones nacionalistas, que a sabiendas de que con las actuales reglas del juego puede ser que pierdan buena parte de su bienestar, lo prefieren, ya que es una opción contra la lógica de cualquier experto, es la caza de las élites que defienden un estatus social que suena a tramposo, ya que ha cambiado a peor en mitad de la partida.
Lo malo de todo esto, es que estamos empezando, que el descontento es similar al que supuso tantos sufrimientos cuando lo que consideramos grandes avances de la Humanidad llegaron a nuestras vidas, desde el desarrollo de la agricultura hasta la llegada del maquinismo, o ahora con la automatización y el nuevo reparto de recursos.
Hay cálculos que indican que en menos de veinte años, el 47% de los actuales empleos en los Estados Unidos, se habrán perdido, y no está claro que vayan a ser sustituidos por otros que aún no se han inventado. Lo que está claro es que el trabajador actual ya tiene perdida la batalla de la productividad con los nuevos sistemas de información de robótica, y de inteligencia artificial.
Es decir, que en aras del desarrollo de la Humanidad, estamos de nuevo sacrificando al individuo durante varias generaciones, ya que los sistemas de reparto de riqueza han quedado obsoletos, y los gobiernos no están capacitados con las actuales reglas para reconstruir un sistema equitativo.
No creo que esta revolución culmine en esa Arcadia soñada en la que el ser humano se libere de la esclavitud del trabajo, tal y como lo concebimos hoy, y pueda dedicar su tiempo a la creación. Ojalá fuera así, pero me temo que estamos más cerca de la distopia de las megaurbes de los comics, en donde el reparto de recursos esté limitado a unas élites, a las que hoy parece que queremos incomodar.
Buenas noches y buena suerte