El bodorrio del sábado

Uno viene a estar tranquilo unos días, en uno de esos sitios que se llaman Relais du silence, que le viene bien a la progenitora, y cómo no afirmarlo, también al que suscribe.
Y las cosas andan más o menos como uno se lo había imaginado, el campo de golf a cincuenta pasos, bien, con poca gente, bien, pocos huéspedes en el tal Relais, bien también, y por ende poco ruidosos.
El paraíso piensa uno, que estamos a final de julio, que esto es la Cerdanya, que por el resto del país se están asando en las aceras hasta los de comunión diaria, rosario por la tarde, y novena los primeros viernes de mes.
Y aunque lo disfrute en silence, no deja este autor recordar la cantidad de turistas que hay dando vueltas por España, la cantidad de puestos de trabajo que me dicen los de la cosa política que el turismo está creando, que todo son puestos de trabajo, miserables, cierto, pero puestos de trabajo.
Será así, pero en esta primera semana, ha habido atasco un día, que llegaron como treinta ciclistas suizos, alemanes o austríacos, que hicieron ruido, porque ya se sabe, unos cardan la lana y otros llevan la fama, y no hay panda más ruidosa que la tedesca, que diría mi amigo italiano.
Todo tranquilo, a la española, claro, que los albañiles tenían que hacer un agujerito, porque no sé qué puñetas de la conducción de no sé qué, y esto es, ya se sabe como las bromas de pueblo de Miguel Gila, ¡que me habéis matao al hijo, pero lo que me he reído!.
Esta mi España, aunque no se lo crean por aquí, que no saben si son catalanes, españoles, franceses, o todo a la vez, cuando la realidad es que son bons homes, los hijos de los que no quemaron en Monsegur, pero eso es otra historia.
Ya cree uno que la cosa se ha tranquilizado, que los manobras no trabajan el fin de semana, ¡loado sea el Señor!, pero ¡cómo no me dí cuenta!, el fin de semana llegó, y con él el torneo de golf, con tropecientos inscritos, así que de jugar, nada de nada.
Bien está, que hay que descansar y no ser un avaricioso y jugar todos los días, que no vas a quitarles la salida mañanera a por los dieciocho hoyitos, a los que curran para que te paguen la pensión. Hay que transigir, sobre todo en las cosas pequeñas, que te dan un aire de generosidad, y bonhomía impagable.
Pero lo que uno, en su estulticia, o en su relajo, o en ambas, que todo puede ser, no imaginó, que le iban a invadir el Relais du silence, con una boda. ¡Madre del amor hermoso!, y es que no hay temor de Dios.
Adiós relais, adiós silence, que de pronto una tropa de niños gritones, de papás pijos con lo ¡venga campeón! con sus cochecitos diésel, que a ver cómo los venden ahora, de sorteos para que todos se lleven el recuerdo de tan memorable día, de discusiones de cuñados, de comentarios como je, je, ¡son carne de divorcio!.
Y yo que me creía que ese tipo de sacrificios humanos estaban en franca decadencia, que lo de la señora granadina que afirma proteger a sus hijos del sátrapa de su padre, y el padre pidiendo que le encarcelen a la bruja de su ex, eran los últimos coletazos de la institución.
Pero no, que aunque el esperma occidental, dicen que ya no es el que era, y que los japoneses en donde nos debemos mirar para conocer el futuro, ya están renunciando al sexo, y de las relaciones con ellas, o ellos, según del lado que se está, ya ni se habla.
Que parece que está mal visto, que es vulgar, que es cosa de los ancestros, que ya ves la que le lió el tal Pinkerton, a la quincena de Nagasaki. Pero aquí no, aquí, con tal de joder la marrana, y de hacer ruido en un Relais du silence, van y te montan las de Canaan.
En fin, no me voy a poner pesado, que es casi domingo, aunque a mí, si no fuera por estas invasiones bárbaras de los que dicen que curran entre semana, el día de la semana que sea me importa un carajo, per omnia saecula saeculorum, amén.
Tendré que pedir una botellita de Champagne esta noche para cenar, e intentaré que la camarera se la cuele a la cuenta de esponsales, que siempre sale más barato que llevar la cosa a tribunales, y con la farfolla, a no ser que vengan con forfait, seguro que no se koscan.
Y es que así son las cosas en esta parte del Pirineu que huele a S’Agaró que apesta, que el dinero viejo de mi tierra se ha escondido mayormente por estos y aquellos pagos, que hemos sido siempre muy mirados, y lo de repartir, que “tothom te dret a la vida” , se nos ha dado muy bien, no como a los cortesanos, que se pasaban los tres meses en San Sebastian, o en Comillas, según el aire que le diera a Alfonso XIII.
Aquí no, de los tres meses de veraneo, uno y medio en la paya, y uno y medio en la montaña, como tiene que ser.
Y digo esto, porque el entorno en el que me está martirizando, el tal bodorrio, habla del conde de Güell, del Conde de Godó, en fin de estos que son capaces de ser indepes y españolistas a la vez, que de lo que se trata es de que la pela esté controlada y no se desmadren demasiado los ímpetus de unos y de otros, que ya se sabe, esto de las revoluciones está muy bien, que hay que cambiarlo todo de vez en cuando, ¿verdad príncipe de Salinas?, que lo importante es que después todo siga igual.
Pero no me voy a poner sangriento con los contrayentes, que para eso, seguro que ellos solitos se bastan y sobran, y queda feo que ande yo echando leña al fuego, que a mí me han incomodado un fin de semana, pero a ellos les queda una vida de lucha….por el mando de la tele.
Así, que sean muy felices, y que con su pan se lo coman.

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