El capitán América.

Todos sabemos que nada hay más peligroso que un salvapatrias, que es gente de dudosa estirpe, y a la que te descuidas pues eso, van y te salvan, a no ser que se equivoquen, y por un quítame allá esas pajas, te sacuden en todos los dientes con esos superpoderes que han obtenido de cualquier incidente no deseado, de cualquier guarrada en la que se hayan caído, o últimamente por un quítame allá esa mutación.
Esa mal llamada Gran Nación que se ha tornado el antro más cutre y sanguinario que nadie ha podido nunca crear, más cruel que la Roma de Calígula, ha vuelto a revivir a los superhéroes, desde ya hace tres cuartos de siglo, porque sus súbditos los necesitan.
Y todo porque aquellos héroes homéricos, de Virgilio, o de las tradiciones germánicas no se los explicaron en la “Secondary School”, cosas.
Y así se afanan en salvar a su pueblo, que primero era una Smalville, luego fue Gotham, más adelante el Mundo entero, y ya hoy, el Universo, que para qué nos vamos a andar con zarandajas.
Esto de los Capitanes América, y afines, surgen, como no, de la necesidad de calmar un poco el miedo que la estructura de la sociedad ha creado, normalmente para poder manipular y gobernar a la peña, con el menor índice posible de respuesta, discusión, o creatividad ajena. Así, que cuando no llega el presupuesto municipal de la policía, nos buscamos a un pollo vestido de murciélago, que atrapa al malo, (villano lo llaman erróneamente, ya que villano no es más que el vecino o habitador del estado llano en una villa o aldea, a distinción de noble o hidalgo), pero son cosas de las traducciones portorriqueñas, que más malotes hay en palacio que en la aldea.
Curiosamente, los superhéroes son solo americanos, de la tierra del Tío Sam, porque, al parecer, en el resto del mundo, vivimos maravillosamente sin que el capitán América nos saque las castañas del fuego, que nos bastamos solitos, o como mucho con la ayuda de la Guardia Civil, o el ciento doce. Es decir, que por aquí, no necesitamos que nos salven demasiado, así que, una de dos, o somos la releche valientes, o somos unos inconscientes que no nos hemos dado cuenta de la importancia de que nos salven, aunque se nos caiga la torre de Madrid a cambio del salvamento, que los superhéroes, son unos destrozones de tomo y lomo, y nunca sabes si llevar al malote ante la justicia, o matarlo directamente, que para qué gastar las perras del contribuyente, si ya se ve que es más que malote, justifica los daños.
Claro que una sociedad que a la hora de votar su cámara de representantes, que es el órgano legislativo, y quien teóricamente ostenta el poder, solo asiste al voto en porcentajes cercanos al cuarenta por ciento, es una sociedad que mayoritariamente ni se cree su sistema, ni lo apoya, aunque lo tema.
Pero quiero sobre todo insistir en que las sociedades que crean y admiran a esos personajes, no son más que sociedades miedosas, que no se fían de sus instituciones, y que necesitan a superpolicía, al supersoldado, al superjusticiero, porque saben que no funcionan, que no están ahí para defender sus derechos, y que a la mínima de cambio intentarán hacer en el ciudadano una injusticia, con tal de cubrir un expediente, y demostrar lo imprescindibles que son.
En el ideario de origen de la Nación de los Estados Unidos de América del Norte, había notables intenciones de crear una estructura en la que conceptos como la libertad, la fraternidad, la igualdad entre todos los ciudadanos fueran las bases de la convivencia, pero después de casi tres siglos, a lo que se ha llegado es a metas muy lejanas de esos principios, según mi punto de vista.
Empezaremos por el control que se tiene sobre sus ciudadanos, en lo que es posiblemente el régimen más policial del mundo junto con Corea del Norte. Es la herencia de Edgard Hoower, que en 1924 cambió la agencia policial que dependiendo del Departamento de Justicia intentaba ayudar al fiscal general, por una organización que se especializó en el control del ciudadano, obteniendo de él todos los datos posibles, para poder de esa forma actuar en su contra, si era conveniente a los intereses del poder.
La creación de nuevas agencias con finalidades relacionadas con el control del ciudadano, ha sido una constante, que ayudada por las nuevas tecnologías disponen del más amplio banco de información sobre ciudadanos que pueda existir en el mundo, claro para que el Capitán América les pueda salvar del “villano”, que no se trata de otra cosa.
Es al final una especie de estructura para controlar a las personas inocentes, por si algún día cambia la ley, y dejan de serlo. Vaya, el famoso Minority report, pero en serio.
Si no hubieran ganado la guerra diríamos que estamos frente a la SchutzStaffel, (escuadrones de protección), aquella fuerza política, policial, penitenciaria y de seguridad alemana, la que conocemos como SS, claro.
La segunda parte del fracaso de los fundadores, el tema de la libertad, que para grandes colectivos de la ciudadanía literalmente no existe, hoy está representada por la xenofobia que destilan no solo los discursos de demasiados prohombres, sino por la actitud de la ciudadanía aria y cristiana, de las de pastor dominical.
No hace mucho leía algo sobre Jessy Owens, el atleta que le enseñó la matrícula a los blancos en la Olimpiada de Berlín allá por 1936, corriendo en la pista del estadio olímpico.
Le preguntaban que si había sentido desprecio porque Hitler no le hubiera entregado las medallas que ganó (habitualmente no lo hacía, por cierto), y que si le gustaba su vida en Berlín.
Él dijo sentirse bien, ya que en Berlín podía subirse a cualquier autobús y sentarse tranquilamente al lado de un blanco, cosa que no podía hacer en su pueblo. No se dio cuenta que allí el problema era estudiar la Torá, la Cábala, celebrar una cena ritual los sábados, y andar circuncidado. El final era el mismo, el ciudadano que no le venía bien al ario de turno, a uno y otro lado del Atlántico, pues a letrinas exclusivas.
No voy a hablar del significado de ser negro o latino en esa Gran Nación, donde por ese hecho únicamente, tienes mucho más riesgo de ser abatido por la policía, o sentenciado por un tribunal, que si eres de los blanquitos con ojos azules, y no importa que seas americano de más generaciones y que mees Coca-Cola, el color importa, que no hay que olvidar que el Capitán América es ario.
Que encontrar un superhéroe latino o negro, es imposible, o casi, que los prefieren verdes, o con cara de lagarto si es necesario, pero nunca, nunca de esas razas inferiores que deberíamos haber eliminado cuando dejamos de necesitar esclavos para el algodón, y ahora tenemos que aguantarlos….es que no se puede ser bueno.
Otro de los grandes enemigos que tiene que enfrentar esa Gran Nación, es la caterva de “lefties” que desde la intelectualidad pueden socavar el deseo del pensamiento único que late en el corazón dirigente de su aristocracia (aristos…excelente, kratos….poder), y no hay más que ver el trato que se le ha dado a ese modesto socialdemócrata que ha intentado competir con Hilary Clinton, que hasta el Presidente le ha llamado a capítulo para que parase ya, que una cosa es que parezca que cualquier opción de pensamiento sea aceptable, y otra muy diferente que se acepte.
Hoower no consiguió acabar con los pensadores americanos, pero el sistema consiguió que el pueblo no pudiera leerlos, y mucho menos entenderlos. Quemar libros en la plaza de la Universidad Humboldt en Berlín, y llenar de telebasura la cabeza de los ciudadanos, son dos formas diferentes de conseguir el mismo propósito, que no se pueda discutir ni al poder, ni buscar nuevos caminos para que la gente viva, desarrollando nuevas vías de realización personal. El American way of life, es uno, y no es trino.
Pero el ser humano que cae día tras día en esas trampas, al final, siempre tiene ese segundo de lucidez que puede hacer más difíciles los movimientos de manipulación y los designios del poder, siente miedo del entorno en el que se mueve, y echa mano de los salvadores imaginarios, que le salvan siempre del Spectra, del Lado Oscuro, o de la Hidra de turno, con el mensaje maniqueo, pero esperanzador que obtiene a través de los cuadernillos del cómic, o del telefilm de serie. ¡No te preocupes, que si todo falla, el Capitán América está aquí para salvarte!. Es un espejismo, pero soñar delante de la tele, es gratis, está controlado, y te adoctrina.
Muchas veces, cuando pienso en el final de la Segunda Guerra Mundial, y en sus efectos, veo que la victoria militar fue americana, y ello implica, como único elemento diferenciador, que en vez de hablar todo el mundo alemán, habla inglés, cualquier inglés.
El nazismo no fue derrotado, sigue vivo, y perfectamente reconocible al otro lado del Atlántico. Lo que se consiguió derrotar a medias fue la ideología comunista, que aún sigue viva y evolucionando en buena parte de la población mundial.
Creo que los verdaderos vencedores se quedaron en la vieja y denostada Europa, en la que aún se permiten las peculiaridades, (mal vistas en el Imperio), los aborrecidos nacionalismos, o pueblerinismos, la existencia de lenguas poco útiles, cierto, pero muy gratificantes para amplios sectores de la ciudadanía.
Una Europa, en la que las ideas aún pueden circular con absoluta libertad, en la que aún no hemos desarrollado la policía del pensamiento, de la que tan orgullosa está el poder americano, ya sabéis, FBI, más NSA, más CIA, más DEA, más….y en la que todavía puede uno expresar sus pensamientos libremente, o casi, ha sido al final la vencedora de esa guerra que acabó hace más de setenta años, si por victoria entendemos, al menos, la posibilidad de pensar como se quiera y manifestarlo. Cierto que con todos los problemas e inconvenientes que las fuerzas que intentan dominar el mundo siguen creando.
Una Europa que se pelea, a las que las cosas de la economía aún no le van del todo bien, en las que todo se discute, y que acaba tomando decisiones con errores, pero con muchos aciertos también, y que, sobre todo, no necesita un Capitán América que la salve, que juzgue los hechos desde el maniqueísmo simplista, y aplique sentencias en caliente, de muerte muchas veces en el suelo de cualquier calleja de cualquier ciudad americana, a los pies de un coche de policía que debería protegerte, sobre todo si no eres ario puro.
Buenas noches, y buena suerte

2 comentarios sobre “El capitán América.”

  1. En fin, ni les explicaron a Homero ni lo hubieran entendido…..
    Como dices aquí, por lo menos tenemos el «derecho al pataleo»….
    Pues eso.. que les den….

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