EL ECOSISTEMA

  Antes, uno cuando tenía que buscar una definición se iba al Espasa, que es lo suyo, y si eras de los de nariz levantada y monóculo, a la British Encyclopaedia, hoy reconocida como Britannica, así que me encuentro cuando busco eso de ecosistema:

“The complex of living organisms, their physical environment, and all their interrelationships in a particular unit of space”…..pas mal, me vale, que ahora ya no se puede consultar la Espasa.

A lo mejor si estuviera aún vivo mi profe de estas cosas, D. Ramón Margalef, le preguntaba a él, que los apuntes no sé ahora mismo donde andan, pero si recuerdo como allá por los albores de los setenta del siglo pasado, nos insistía D. Ramón en la conveniencia de aplicar modelos matemáticos al conocimiento del “complex of living” que dice la Britannica.

Y no nos vendría mal ahora ponernos a estudiar las poblaciones de un ser vivo en particular, al que de golpe le han cambiado su entorno “physical environment”, y sus interrelaciones en una unidad de espacio particular. Porque es lo que nos acaba de pasar al grupo de animales que se llama“Ser Humano”.

De golpe nos lo han cambiado todo, y los ecologistas callados en el fondo de su ignorancia, fuera de la de obtener dinero de su actividad política.

Tampoco los ecólogos de verdad se han dado cuenta, o no les hacen caso, que también es posible, de lo que está pasando, y sobre todo de lo que pasará. D. Ramón, me enseñó que cuando un sistema en el que viven seres vivos se altera, las consecuencias son diversas, y fundamentalmente le afectan según la profundidad de dichas alteraciones.

Es básico. De forma que aquellos organismos que antes se adapten a las condiciones del nuevo entorno en el que se desarrollarán sus vidas, saldrán reforzados, frente a los que no lo hagan, que por otra parte, corren el riesgo de desaparecer.

D. Ramón ya en 1987 en un discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa que le ofreció la Universidad de Laval en Quebec, nos soltó, sin despeinarse que:

“Es justo preocuparse por la lluvia ácida y los distintos tipos de contaminación, pero no voy a ocultar que el reto de nuestro futuro concierne a otros aspectos de la ecología, incluída la movilización y el control mediante el aumento de las fracciones de la energía humana que influye en la organización del espacio, y lo más preocupante, la organización de las relaciones entre los seres humanos”

. Pues es el momento. De pronto, ha entrado un elemento en el ecosistema en el que se desarrolla la vida humana, que cambia de golpe la organización del espacio y las relaciones entre los seres humanos. Nadie ha considerado en su conjunto, como va a influir este cambio ambiental en los seres humanos, y sobre todo en sus relaciones a futuro.

Hoy en la radio, un profesor del IESE, indicaba que las relaciones con sus alumnos van a sufrir cambios importantes, ya que ha descubierto que la forma de transmitir los conocimientos de forma no presencial, tiene unas ventajas añadidas a la forma tradicional, de forma que las cosas al final de esta adaptación forzosa, no serán iguales, y seguro podrán ser más eficientes.

Eficientes, palabra mágica para D. Ramón, que consideró siempre un elemento a tener en cuenta el uso de energía por parte de un sistema donde los seres vivos se desarrollan.

Y es en ese contexto donde deberemos considerar si la forma de vida y de relacionarnos con los otros seres de nuestro entorno, puede ser más eficiente en términos energéticos. Los elementos que conforman hoy nuestra sociedad, y en este momento me refiero a la occidental desarrollada, pasa por consumos inútiles de energía y por supuesto de recursos de todo tipo, simplemente por tener que desplazar a los puestos de trabajo a los millones de trabajadores que podrían hacer esa misma labor desde sus casas.

La reducción del consumo de energía y consecuentemente de los efectos adversos que conllevan junto con el posible cambio en las relaciones interpersonales del entorno, son aspectos que deberían estudiarse en profundidad.

Toda esta alteración de nuestro ecosistema, probablemente sea como la bola de nieve que va a cambiar en profundidad muchas de las cosas con las que hasta ahora hemos convivido, y sin ir más lejos imaginemos lo que puede suponer la eliminación del treinta o cuarenta por ciento de los desplazamientos diarios a su puesto de trabajo de aquellas personas que se están dando cuenta del incremento en la eficiencia por utilizar las herramientas del tele-trabajo.

Hasta las estructuras de las ciudades deberían cambiar, en cuanto a las necesidades de oficinas, por ejemplo, y desde luego no quiero ni pensar en los cambios de los mercados inmobiliarios, y su subsidiaria, la industria del automóvil dada la ausencia de necesidad de estar yendo y viniendo del trabajo por parte de un considerable segmento de la población.

Quizás sea una oportunidad para repoblar zonas a las que hoy han abandonado sus ciudadanos. Los cambios en las relaciones personales, y lo que conlleva me temo que van a ser importantes, que veremos si en el futuro me voy a meter en un ascensor con gente que no conozco, o voy a aceptar dinero físico lleno de miasmas, o la tosecita del pollo del asiento de al lado en el teatro, que no sé yo.

Y eso sin hablar de subirme a un avión ocho horas con cientos de personas apelotonadas respirando el mismo aire.

Todo va a cambiar, o al menos buena parte de lo que conocemos, aunque este virus pase, porque sabemos que vienen otros detrás y sobre todo que mi vecino me puede matar, dándome los buenos días en el ascensor.

Desde luego los hábitos de consumo tienen el riesgo de sufrir una importante modificación, desde el vestido al ocio, desde el deporte hasta las vacaciones, que a ver quién es el guapo que se apelotona en la playa de Benidorm a broncearse con otras cien mil personas alrededor.

Esos que creen que la vieja Gaia se está vengando del ser humano que la estaba enguarrinando demasiado, a lo mejor llevan razón, que es la forma fácil de verlo, pero quizás haya que estudiar más a fondo la evolución de los ecosistemas, cuando la energía consumida es insoportable.

Habrá que ver

2 comentarios sobre “EL ECOSISTEMA”

  1. ¡No me digas que te dio clase el profesor Margalef!, vaya lujo, todavía conservo, como oro en paño, la segunda edición de 1977 de su libro, Ecología.
    Un fuerte abrazo

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