Eppur si muove

La verdad es que este principio de año sigue pareciéndome soso. Si llevarán razón los astrólogos cuando te hablan de la influencia de los planetas de tránsito lento, en el devenir de los acontecimientos en la tierra.
Parece que hay que hacerlo todo a la fuerza, que hay una especie de inercia que retiene las acciones normales en nuestro puñetero mundo, y todo se torna aburrido.
Acabo de tener un sobrino no nato, que entre él, que no quería salir, y su madre que no sabía, lo han tenido que alumbrar a lo bestia, pero esa anécdota no deja de ser una más en lo que este mundo nos va enseñando.
Porque Obama no tiene ninguna gana de irse a ganar dinero con eso de las conferencias, ninguna. Incluso sus seguidores cuando intenta despedirse le gritan eso de ¡Four more years!, y menos mal que aunque haya mucho inmigrante del sur, los Estados Unidos no son todavía una República bananera, de esas de la United fruits, que si no, se nos enrocaba, y la cosa devenía en un nuevo Stroessner.
¿A quién le importa?. Porque al final, los salarios que se vinieron abajo hace unos años, ahí se quedaron, quietecitos, como se quedaron quietecitos los precios de las cosas, la tendencia al calentamiento, aunque hoy haga frío, y los cabestros que van apareciendo en el panorama político mundial. Son lo mismo, los mismos, buscan lo mismo, y como nos ha dicho Bauman, lo están licuando todo.
Y aunque se muera Castro, o se vaya Obama, las cosas siguen igual para los cubanos, es decir, un poquito peor cada día, y para los americanos, o los mejicanos, que no hay distingos.
Si no habéis tenido ocasión de escuchar la conferencia de prensa del bueno de Don Donald Trump, por favor, intentad hacerlo, y si vuestro nivel de la lengua del Imperio os lo permite, intentad escucharlo en versión original. No tiene desperdicio. Nunca, a ese supuesto nivel, había escuchado juntas tantas zafiedades, tantos insultos, tanta porquería
Yo de estas cosas de la macroeconomía, no entiendo nada de nada, pero seguramente alguno de mis amigos que son verdaderos eruditos en el tema, estarán aún rasgándose las vestiduras tras los ejemplos de inmovilismo autárquico que este señor está dando. Huele a aquello de yo me lo guiso, yo me lo como, y espero que no sobre nada. ¡Ah!, y lo de los demás no me interesa, que prefiero no tener excedentes que vender, y así no tendré tentaciones de comprar nada a nadie.
Es como si al cambiar el ecosistema de un microorganismo, este tuviese la posibilidad de enquistarse a esperar tiempos mejores, porque si la alternativa es la Cúpula de Stephen King, y el pueblo es América, estamos jodidos.
Lo que me apechusca de todo esto, es que los sistemas cerrados, que cortan sus niveles de intercambio con los entornos vecinos, bien sabido es que se deterioran por uno de esos tabúes que tanto le gustaban a Freud, el incesto.
Porque para mí, y que Freud me perdone, el incesto o para suavizarlo más, la endogamia, es el mayor riesgo de deterioro de un ecosistema, y las pretensiones de Mr. Trump, parece que van en esa línea. Que los que no son blanquitos, no nos gustan demasiado, que con un tostao en la presidencia ya hemos tenido bastante.
Y si no piensas como yo, y he dicho exactamente como yo, no me gustas, y te llamo montón de mierda delante de las cámaras de todo el mundo, y te niego el derecho a preguntar, y el derecho a saber.
Porque detrás de todo este miedo a que el mundo sea uno, está la incapacidad de gestionarlo por una élite que es temerosa de perder sus pequeñas parcelas de poder miserable.
Pero todo es cuestión de tiempo, porque con sus retrocesos y sus avances, la Tierra se ha de convertir en un sistema cerrado para los humanos una vez se estandaricen culturas, riqueza, razas, religiones….y ahí estará nuestro fin, o nuestro irreparable deterioro.
Pero para eso queda mucho camino por andar, que hasta que no sea nuestro Universo el ecosistema cercano en el que se desenvuelve nuestra existencia, no hay mucho de lo que preocuparse, ya que si lo que se pierde es la transmisión generacional del ADN humano, y con el la especie, tampoco pasa nada, y a nadie debe importarle.
Claro, que si miramos todo esto a través de las enseñanzas herméticas, resulta que hay un TODO inmutable, y dentro de ese TODO, la vibración es la que rige de forma implacable las acciones que en nuestro Universo ocurren.
Así que no nos extrañemos, nada se mueve, pero todo está en vibración, y así nos encontramos que el movimiento se individualiza, pero parece que se neutraliza con el de al lado.
No lo sé, y la verdad no me preocupa, que lo que debería ponerme nervioso es que no soy capaz de bajar mi hándicap de golf, pero ni siquiera me estresa. Será que estoy muy mayor.
Al final es lo de Heráclito y Parménides, que aunque el río se llame Ebro, nunca es el mismo río, y nunca pasa por el mismo sitio.
Ya veremos pues en qué acaba todo esto, que dentro de poco se me reúnen en Davos, y como siempre me gustaría ser la mosca de la pared para ver cómo se enfrentan los anglosajones del ¡Viva mi pueblo!, y “Tormenta en el Canal, Europa aislada”, con los que están intentando comprar el mundo desde China y aledaños, y les viene de maravilla que desaparezca cualquier indicio de levantar barreras al comercio.
A lo mejor es el punto de partida del conflicto que se nos viene encima, sí o sí, y que por una vez, ahora que podemos destruirnos todos varios millones de veces, decidamos que la resolución sea incruenta, y que el vencedor, lleve la razón, que no es otra que la consecución de la expansión de la sabiduría por el mundo de la forma más eficaz posible, que es una de las vías de la felicidad.
La guerra simbolizada en el enfrentamiento de los dos campeones, Aquiles contra Héctor, una cultura contra otra, es lo que debería ocurrir, y si hay que abrir las puertas de Troya, se abren, y si hay que marcharse de la playa y embarcar de regreso a Itaca, se embarca.
Por lo demás espero que la ambición del anglosajón, el miedo conservador del gabacho, la paciencia e insistencia del chino, el pasotismo de este lado del Mediterráneo, y las masas de pobres y hambrientos que cubren la tierra, se vean beneficiados por la conjunción y la guerra de estos gigantes, que no debería usar la sangre de los humanos para colmar sus ambiciones.
Ahí queda eso