Feliz Año Viejo

De vez en cuando el síndrome de la página en blanco aparece, y es que no hay forma de llenar ni la primera línea. Te invade la rutina que debe presidir la constancia en las tareas que uno se impone o a uno imponen, y es que hay días en los que la molicie ataca de forma inmisericorde.

¡Qué le vamos a hacer!, será el tiempo, que a lo mejor ya nos sentimos sin darnos cuenta como osos polares, de esos que se mueren por aquí y resucitan por allí, o como los periódicos, esos que rellenan con letras trozos de bosque prensado y que casi nadie ya lee, que nos quedamos con los titulares de internet, que es donde ahora se reproducen.

No lo sé, y hay que seguir intentando manchar con caracteres nuestra página diaria, donde vale todo, y poco sirve, pero eso es algo que me preocupa poco, porque pocas páginas se están rellenando, es como si el mundo se hubiera parado hace diez años.

Hoy nos decía el analista económico de la cosa que la sociedad estaba en deuda con los trabajadores, que los salarios se han reducido de forma drástica. ¡Vaya noticia!, que uno cuando se entera de lo que gana la gente que trabaja comprende a la vista de los precios el terrible traspaso de rentas que en esta década ha habido de las clases trabajadoras a las clases dominantes.

Es cierto, y encima hay que escuchar a los ministros del ramo decir aquello de que el PIB crece tanto y cuanto, pero de ninguna manera nos dice que quien está pagando el pato de ese crecimiento no es más que el empleado votante de su partido o del de al lado, como tampoco nos da los detalles de qué es lo que crece y lo que decrece, no sea que se quede sin votos, que tarde o temprano se va a quedar.

Pero ya no será importante para él, habrá dado el salto a Europa, y el que venga detrás que arree.

Y es que mi Puchi ha descubierto lo bien que se vive en Europa, en casas preciosas cerca de Bruselas y a costa de cuatro interesados y veinte que no se enteran.

En poco tiempo nos hemos cargado las reservas que tenía el Estado, las huchas de pensiones, los fondos de reserva, y nos seguimos endeudando, tanto que ya no nos dicen por dónde va la cosa, total, el ciudadano de a pié tampoco se va a enterar demasiado de lo que quiere decir el dato que se le pueda ofrecer.

Y lo malo es que el día que suban los intereses de la deuda, que lo harán, nadie lo dude, nosotros, los de siempre pagaremos el pato, que los dueños del país seguirán como siempre, depredando, o como dicen ellos defendiendo lo que es suyo.

No me extraña que en una población informativa y culturalmente manipulada, las reacciones sean pobres, ineficaces por lo deslavazadas, y carentes del contenido que pueda hacer cambiar la tendencia del empobrecimiento. Preferimos gritar detrás de una bandera, qe pelear por defender nuestros derechos. Es lo que produce el adoctrinamiento.

Los grupos políticos que de alguna forma hubiesen podido introducir ligeros cambios en la tendencia, han sido laminados por el Poder aquí y en cualquier parte del mundo que se precie. Es más me temo que eso de tocar el poder de verdad, junto con la prebenda económica que conlleva les hace bajar el pistón. Malditos salvapatrias.

Si la protesta es en forma de nacionalismo, nos encontramos con el frente global que opina inmediatamente sobre su perversión social, sus impactos económicos, seguidos de amenazas internacionales, y hasta insultos personales. ¡Que no puede ser! ¡Coño!, mira Kosovo, fíjate en Ucrania, no quieras ser como los corsos, que ya les han llamado gilipollas desde el corazón de Paris,

Y no es que defienda la postura nacionalista, de aquí o de allá, que se me da una higa, lo que veo es a la población más desfavorecida como a los bebés cuando lloran, qué hay que saber por qué lo hacen, para conseguir que se callen. Y son los bebés que no llegan a fin de mes los que están llorando, y no saben que tienen el pañal mojado.

Así que pienso que quien se proclama seguidor de esta o aquella propuesta, no cree en general en sus postulados, lo único que sabe es que le duele el bolsillo, le duelen las expectativas de vida, que por su parte hace todo lo que en su adoctrinamiento le inculcaron, y al no funcionar, sigue a quién haga más ruido.

Y mi página de hoy sigue estando en blanco, porque no me importa que al jugador ese de fútbol le paguen menos de lo que cree que merece, que mira el plato del de al lado y se imagina que el otro está más lleno, lo que no deja de ser una injusticia, que los voceros de su equipo de mercadotecnia le han dicho que es el más guapo, que Blancanieves no existe, que todo es una confabulación, que los ingleses siempre apreciaron el buen vino de Madeira.

Y es que el año empieza tristón, aburrido, como esa lluvia que no vemos caer tras los cristales, que parece que aún es ayer, que aún estamos en el año pasado, que la página sigue en blanco, o emborronada como un palimpsesto sobre el que se escribiera lo mismo que se ha borrado.

Tendré que hablar con mi astrólogo de cabecera para que me diga si lo que nos está pasando es que andamos en medio de uno de esos tránsitos lentos de planetas que lo ponen todo patas arriba y lo dejan por años, como olvidado, como el expediente del Ministerio de Obras Públicas, como las cercanías de Barcelona, como la y griega vasca.

Así que hoy dejaré la página en blanco, diremos lo de catorce versos dicen que es soneto, y ya está hecho

Con su pan se lo coman