Josephine y Marc

Esta mañana, un señor con gafas estaba muy serio él en un barco. Parece que se trata del Mediterráneo, lo que para estas épocas del año no es nada excepcional.

Lo que empieza a ser preocupante, es que ese señor estaba rodeado de gente en muy malas condiciones, con cara de estar sufriendo lo indecible, y él, como digo, muy serio intentando ayudar.

No era un yate de lujo en el que este señor con gafas, que por cierto se lo podría permitir, estaba navegando, era una lancha neumática en labores de rescate y salvamento, y las personas que sufrían eran africanos que habían sido abandonados a su suerte.

El señor seriecito con gafas, era Marc Gasol, y las palabras que el periodista le atribuye tienen una tremenda carga de indignación y desesperación, como no puede ser de otra manera en un hombre de bien.

Es difícil al leer la entrevista que se le hace no caer en la tentación de pensar que el jugador no está utilizando el drama de los inmigrantes para la promoción personal, pero honestamente yo no lo creo, hay otras formas, desde luego y con mucho más glamor, si lo que se quiere es vender algo.

Marc se está jugando mucho por estas gentes, que un accidente en medio de las labores de rescate puede acabar con su carrera, y admiro su compromiso en este esfuerzo de solidaridad que es intentar salvar alguna vida y paliar aunque sea mínimamente el sufrimiento de tantas personas que se lanzan al mar en busca de una vida algo mejor.

Y a tenor de esta noticia, se me vienen un par de reflexiones casi a bote pronto.

El primero es constatar la poca implicación que en general las personas más favorecidas en nuestra España dolorida muestran con aquellos que nos necesitan, con lo que la presencia del Señor Gasol en el barco de Open Arms, parece una excepción.

Nuestros famosos parece que no se interesan demasiado por el sufrimiento ajeno, y si lo hacen no se muestran como un ejemplo a seguir por el resto de la sociedad, con lo que las historias relacionadas con la solidaridad no forman parte de nuestra cotidianeidad.

Una pena, y mi preocupación por la segunda reflexión que me viene a la cabeza, aunque es especulativa es quizás más grave.

Parece que nuestro flamante Presidente del Gobierno, quiere hacer muchas cosas y necesita dinero. No está mal, que en principio hacer cosas es loable.

Lo malo es que ese dinero quiere que salga de los bolsillos de las empresas y de los bancos, y eso me preocupa, cuando hablamos de solidaridad.

Si la gran empresa se enfrenta a una subida de costos, lo va a compensar de una forma u otra. Si el mercado lo permite se suben los precios, y a otra cosa, pero si el mercado no lo admite, habrá que reducir costes, ya que el hecho de que los beneficios se reduzcan no aparece en ningún manual.

Desgraciadamente y a parte de las posibles bajadas de salarios, o ahorro en papel de baño, una de las partes más sensibles en los gastos de las empresas son los que se dedican a fundaciones. Y por ahí va a apretar el zapato, me temo.

Ignoro si el dinero extra que nuestro gobierno quiere detraer del sistema para administrarlo él, será utilizado para cubrir los proyectos que las fundaciones cubren ahora. Seguro que sí, pero no lo creo.

Y en medio de todo esto me dicen que dieciocho mil personas han llegado a nuestras costas este año, parece mucho en términos absolutos, pero son dieciocho mil sufrimientos, dieciocho mil esperanzas, y no sé cuántas muertes en el intento.

La Unión Europea dedica algo menos del uno por ciento de su presupuesto anual a la ayuda humanitaria, una miseria, que en España aún se trata con mayor cicatería, ya que desde 2008 se ha reducido un ochenta por ciento quedando en unos magros dieciocho millones de euros.

Tremendo, que nuestro estado se gasta menos en ayuda humanitaria que una ONG mediana.

Parece que ayudar no nos importa, y es lo que me extraña en una tierra como esta que se vuelca en ayudar a quienes lo necesitan, siempre desde el ámbito particular, como el Señor Gasol, al que hay que agradecer su gesto.

Y entiendo, con dificultad, pero entiendo, que destinar dinero público a ayudar a los demás entraña ciertas dificultades aún cuando nos movamos en estas magras cifras que avergüenzan a cualquiera, que se nos van cuarenta millones en arreglar vallas fronterizas, concertinas y todas esas cosas….¡glup!.

Pero de verdad que no me hubiese importado ver en el buque de Open Arms, junto al Señor Gasol, a uno de esos políticos que se comen el presupuesto español cada día.

No me hubiese importado ver al Albert, o a Pablo, o a quien fuera, nacional o autonómico, intentando sacar del agua a otra Josephine, o bregar en alguno de los países de origen de estos flujos, para resolver sobre el terreno alguno de los gravísimos problemas que les acosan.

Así que España suspende en la respuesta a la crisis mundial de desplazados, según el informe de OXFAM, como me temo suspende todo el puñetero occidente calvinista en el que lo primero que sacrificamos es al ser humano.

El verano está empezando, veremos si hay suerte, y me tengo que tragar esta entradilla en la bitácora, al ver como el dinero, llega a la ayuda humanitaria, al ver como algún político de relumbrón aparece jugándose el tipo sacando del agua a otra Josephine, o mejor aún ayudando a los que están aquí en manos de mafias que se enriquecen a lomos de las supuestas deudas contraídas para el viaje.

Ciertamente no soy nada optimista, pero seguiré soñando en que algún día las cosas se tornen de forma que sea el ser humano el beneficiado.

Y eso que la tendencia de tanto supremacista, de tanta mediocridad, de tanto miedo, en definitiva, a perder los supuestos beneficios de nuestra sociedad, es totalmente contraria a la actitud del Señor Gasol.

Con su pan se lo coman