La Congregación para la Doctrina de la Fe

Las estancias prolongadas en establecimientos hoteleros lejanos a tu lugar de residencia habitual, tienen algo común con la política, y es que crean extraños compañeros de viaje.
Y este es el caso, que yo nunca he sido habitual del diario conocido como La Razón, que en su momento creo que fundó uno de los Ansones, no recuerdo ni me importa cual de ambos, me encuentro que en la recepción sólo dispones de este medio, y antes muerto, que no leer algo.
Y esta mañana en un editorial de Don Enrique López, de su columna que lleva como nota identificativa, El ambigú, me encuentro con que hoy es una efeméride interesante, que un treinta y uno de julio de 1826, un tal Cayetano Ripoll, fue víctima del último auto de fe que se llevó a cabo en España, concretamente en la Plaza del Mercado de Valencia.
Como indica el articulista, aunque fue condenado a la horca y a su posterior quema pública, la sentencia indicaba que la cosa fuese pelín menos cruenta, y que el cadáver se introdujese en un cubo con llamas simuladas, y posteriormente se arrojase al río. (Supongo que quedaría a la vista mucho tiempo que el Turia en esas fechas caniculares, me da que poca agua debía llevar).
Un tiempo más tarde, dice Don Enrique, el quince de julio de mil ochocientos treinta y cuatro, un decreto abolió el Tribunal de la Inquisición, creado en mil cuatrocientos setenta y ocho por los Reyes Católicos.
Nótese, que lo que se abolió fue el Tribunal, que como bien dice el columnista, la Inquisición, aunque no sea Santa, sigue viva, muy viva, y colea más de los que nos gustaría a los que pensamos que esas cosas de la libertad, de la igualdad y la fraternidad, deberían tener más peso en nuestra sociedad.
Pero parece que no, que hasta la Iglesia la mantiene, bien que con nombre falso, que ahora me la llaman Congregación para la doctrina de la fe. Y ya no les dejan quemar físicamente a los desviados, a gentuza como Giordano Bruno, o Galileo Galilei, ahora, los métodos siguen intactos, y además tras tantos siglos de ejercicio, han filtrado su influencia a todos, o a casi todos los estamentos de la sociedad.
Y es que las condenas hoy por no ser madurista, o del Barça, o no creer que Doña Belén Esteban es esto o lo otro, o mucho peor, el hecho de no tener un pensamiento, y digo bien un pensamiento acorde a la mayoría de tu entorno, puede llevarte a ser juzgado sin juicio, a ser tenido como alguien peligroso de quien nadie debe fiarse, con la consecuencia de acabar condenado a la hoguera del ostracismo.
En tiempos de Pedro J. Ramírez, cuando su visión del tema catalán no era el adecuado, te podías ganar un buen golpe leyendo El Mundo en ciertos ámbitos de mi tierra, vamos como decir que eras del Español. Que corría peligro hasta tu vida profesional, y todo eso, desde luego, sin siquiera un buen juicio amañado por un Tribunal más o menos oficial.
Así, que cuando me pongo liberal del todo, y entiendo por eso simplemente ejercer el derecho que creo tener a pensar como Dios me dé a entender, aunque esté en contra de tal o cual doctrina, veo con una gran tristeza, que no es posible expresar un pensamiento sin ser inmediatamente atacado por algún miembro de la nueva Inquisición de turno, que puede estar hasta en el salón de tu casa ese día que ha venido tu cuñado a ver el partido.
No descubro nada cuando afirmo, con la rotundidad ajustada a la prudencia, que hagas lo que hagas, digas lo que digas, a la que haya más de uno que se den por enterados, tienes a la mitad condenándote a la hoguera, y a la otra mitad haciendo proselitismo para que el caballo que te lleva camino de Damasco, haga un quiebro y te tire al suelo. (Si te rompe una pierna, mejor que mejor).
Y es que a cada momento, y seguro que es cosa del calentamiento global, que nos tiene desquiciados, la piel de la gente se va tornando más fina, cada vez hay más cosas que no son adecuadas, que no son, como se dice ahora políticamente correctas. ¡Vamos!, como si hubiese un decálogo de lo políticamente correcto, que lo correcto va por barrios, luego por escaleras, más adelante por habitaciones de la misma casa, y si además tienes un síndrome esquizofrénico en la familia, tienes a uno cabreado consigo mismo cada vez que piense algo.
Creo, con toda honestidad, que deberíamos empezar a gritar contra todas esas Inquisiciones que estamos creando, que no quiero que cada vez que digo algo, que cada vez que pienso algo, que cada vez que hago algo, salgan detractores furibundos, o defensores a ultranza, que mis cosas son mías, que las expongo donde me da la gana, y no son para que le gusten a Juan y le disgusten a Pedro, que ni uno ni otro estaban en mis consideraciones en el momento de crear el pensamiento, y mucho menos en el momento de expresarlo.
Y es que al final, es el débil quien necesita ese tipo de defensa, que no nos hemos dado cuenta todavía del hecho que cuando seguimos una causa, sea la que sea, religiosa, intelectual, deportiva, política….nunca, nunca, el beneficio es nuestro, lo nuestro es soltar la mosca, que hay que ver al futbolista de turno, pues se dejan cien churritos en taquilla, que debemos orar a tal o cual Dios, en forma de la creencia religiosa que sea, nos costará dinero, siempre nos costará dinero, el que alguien nos diga que nuestros pecados están perdonados, o que sufra aquí con resignación que el Nirvana me espera, que te lo digo yo.
Por no hablar de los que siguen a un partido político, que a no ser que directamente la tal organización le dé un curro medio bien remunerado, todo lo que conseguirán es enriquecer a otros a cambio de humo.
Así, que hay que mantener todos esos Santos Oficios, todas esas Congregaciones para la Doctrina de la Fe, todos esos juicios contra el famosillo que no mea por derecho, o contra el que ve formas diferentes de organizar la sociedad, llámese país, o comunidad de vecinos, que si no esto se torna ingobernable, o lo que es peor puede progresar por derroteros que no entiendo.
Me encantaría vivir en un entorno en el que lo políticamente incorrecto fuera divertido, en el que la cultura de la gente diera de sí lo suficiente para entender que sí, ¡coño!, que sí, que la Tierra se mueve.

Con su pan se lo coman

2 comentarios sobre “La Congregación para la Doctrina de la Fe”

  1. … la tierra se mueve….me cae mal la Leti…. no me gusta el verde…..
    En fin.. a veces me sangra la lengua de morderla tanto! Yo me quedo con la metafisica de las costumbres de Kant, “obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en cualquier otra, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un miedo”…..que no medio! o no!

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