La CUP, los adamitas y los hermanos del libre espíritu

Andaba yo de paseo esta mañana por el Paseo de Gracia, algo cabreado por no haberme dedicado desde joven, al noble deporte del rugby en cualquiera de sus versiones.
Pensaba lo útil que me hubiera sido el aplicar algún buen placaje, o un empujón con manotazo a las oleadas de turistas que siempre iban en dirección contraria a la que yo había tomado. No sé cuántos cruceros habían atracado hoy frente al cementerio, pero por un momento creí que andábamos por mil setecientos catorce y eran las tropas felipistas las que habían tomado la ciudad. ¡Jesús!, pensaba yo, ¿dónde andará el generalote vallisoletano, el Villarroel ese, que a Casanovas ya le ví salir corriendo hacia San Baudili?,¡ que se nos llena esto de enemigos!. Pero sin rencores, que después de hollar la Pedrera, y tirar chicles en la casa Batlló, se van a Bulgari y a Cartier, dejándose una pasta gansa. Pelillos a la mar.
Para que mi paseo, arrastrando una pata que voy estos días, tuviera su premio como penitencia, iba oyendo una de esas reflexiones de Iker Jiménez, a quién pido perdón desde este momento si algo de lo que escribo de aquí en adelante no le gusta. Nada más lejos de mi intención molestar, que él no es de la CUP, ni se le espera.
Lo dicho, andaba el bueno de Iker, metiéndose en una camisa de once varas, con un tema bastante interesante por cierto, pero que derivó por un camino que en un momento determinado empezó a aburrirme, pero no por eso desconecté.
Hizo referencia a las sectas/herejías de los hermanos del espíritu libre, y de los adamitas. Lo derivó hacia su libertinaje sexual, y a la violencia que en su momento desataron ligadas a sus ritos, y ya se enmarañó con la explotación sexual de hoy en día, la manipulación de la que somos objeto en la sociedad occidental por mor del sexo, y la influencia del amor como posible defensa. Se planteaba la pobreza espiritual de los depredadores sexuales, ya sean o no violentos, y de alguna forma daba a entender que estábamos frente a una suerte de drogadicción. Unos puntos de vista que comparto en buena medida, pero no tenía yo el cuerpo esta mañana, paseando entre las chichas turísticas, para ese tipo de análisis.
Un poco más abajo he incluído un texto, de esos que se encuentran dándole una patada a San Google bendito, y que me ha parecido breve y suficientemente explicativo, en donde podemos entrever de que iban estos hermanos del libre espíritu.
“Frailes del libre espíritu: Secta herética que se acogía, aunque exacerbándolas y exagerándolas, a las teorías de Amaury de Bène (m. 1207), maestro de teología en París, que enseñó un panteísmo sustancial: Dios está en todo y en todos y cada uno de nosotros, por ser encarnación del Espíritu Santo, no puede pecar; por lo mismo, no tiene necesidad de recibir ningún sacramento. Condenado por Inocencio III, Amaury se retractó, pero su herejía, hecha propia y desarrollada por Ortlieb, profesor de Estrasburgo, con el nombre de Frailes del libre espíritu, llegó a la absoluta negación de toda autoridad, de la ley moral y de los sacramentos, en virtud del principio de que el Espíritu Santo está en nosotros y eso basta. Entre las diversas aberraciones morales se encontraban la del amor libre, el nudismo y la magia. Los frailes del libre espíritu duraron hasta el siglo XIV”.
Otro de estos grupos, pero posiblemente del siglo II, fueron los adamitas, que hasta San Agustín los tuvo en cuenta, y con otros nombres o como sociedades secretas, quizás llegaran a confundirse en el pre-renacimiento con los hermanos del amor libre.
“Los “Adamitas” fueron una secta gnóstica del siglo II que fue fundada por Carpócrates. Eran partidarios de volver al origen, cuando el hombre aún no había pecado, en definitiva eran seguidores del Padre Adán y su Iglesia del Paraíso. Como si se tratara de proto-hippies estaban a favor del amor libre, del nudismo y planteaban que el sexo formaba parte de la vida espiritual. Creían que la represión del pecado era tan malo como el pecado mismo y, que el bien y el mal, dependían en exclusiva de la voluntad Divina. No creían en el infierno y sí en la salvación del hombre. Eran llamados los “Hermanos del espíritu libre”.

La Enciclopedia Católica los define como secta “tenebrosa” y miembros de un “comunismo primitivo”. Fueron exterminados pero, hasta el siglo XVI y hasta el XVII, se mantuvieron reductos de seguidores de esta herejía.”
No quiero liarme más de la cuenta, pero hay quien mantiene que hasta el mismo Ieronimus Bosco, algún coqueteo, o quizás algo más, mantuvo con los adamitas. Se ve que tenían en su pueblo una importante delegación, y su Jardín de las Delicias, suena al paraíso adamita. Javier Sierra lo explica mejor que yo en su “Maestro del Prado”.
El caso es que como está el patio tan revuelto por mi Barcelona, que hasta el Sardá se me cabrea en los periódicos, se me ha ocurrido buscar similitudes entre estos movimientos y algunos de los grupos que andan a la greña por el supuesto poder en mi Cataluña.
Estas formas de vida, que aunque tuvieran en su momento una calificación de “religiosas”, correspondían más que a una religión o una herejía, a una interpretación exagerada de la teoría religiosa imperante en Europa, que una vez retorcida, exagerada, y en su inicio, casi como un juego intelectual de profesores de la Sorbona, permitía una especie de hipismo medieval, que seguro produjo excesos execrables, y abusos contra las personas, y entre ellas las más débiles como mantenía, con razón Iker Jiménez.
No quisiera pensar que de alguna forma, esos movimientos que el independentismo ha hecho renacer, siguen vías de las que los adamitas, y los hermanos del libre espíritu, trazaron, eso sí sin andar en pelotas físicas por la Boquería, ni lanzarse al fornicio literal a la hora de las sardanas en la plaza de la Catedral.
Ahora que los de la CUP, parece que andan entre un anarquismo tipo FAI, pero con la integración de elementos de un comunismo primitivo, como el de los adamitas. Se tendrían, quizás que hacer mirar, que ni el comunismo, ni el anarquismo catalán han sido nunca independentistas, al menos en primera opción.
Lo que veo, es que aquí en vez de seguir el pensamiento de Juan Escoto, o de Amaury de Bène, se sigue un pujolismo ramplón, excluyente e irracional.
He constatado, al hablar con independentistas, que son incapaces de razonar fuera de las consignas que han recibido de sus mentores, y lo que es peor, es imposible establecer un diálogo intentando exponer puntos de vista fuera de la ortodoxia. Me han llegado a llamar traidor por pensar en clave no independentista.
Vamos, que yo no estoy dispuesto a despelotarme en la plaza de la Catedral a la hora de las Sardanas, que la Santa Espina siempre me ha gustado escucharla cuando la interpretaba la cobla “La Principal de la Bisbal”, y es parte de mi cultura que no solo respeto, sino que defiendo, y he defendido cuando todos estos aún se meaban en la cama, como dice Sardá .
Se proclama una no aceptación de las normas establecidas por la ley, y hasta por la urbanidad, si no están dentro de la ortodoxia del independentismo más acerado. Lo que no me cuadra lo incumplo, y punto pelota. A mí nunca me ha gustado pagar en el metro, pero pienso, en aras de la convivencia seguir haciéndolo.
Ni los adamitas, ni los hermanos del libre espíritu, fuera de los textos iniciales, al trascender tantos siglos, tuvieron ningún líder de secta, al estilo de esos americanos que acaban suicidándose en masa, y claro, cumplieron, con más o menos elegancia años y años.
Aquí si hay un santón al que seguir, que debe estos días dar la talla de su posible liderazgo, y conseguir que los adamitas políticos de la CUP lo eleven a los altares. Veremos si puede.
Su mensaje, es como el de las sectas, seguidme al Paraíso, que está donde yo digo, que todos somos parte de un cuerpo común, y dentro de nuestra concepción nacionalista no existe pecado, y todo se perdona, todo se comprende. Somos parte de la Creación, y nuestro Dios somos nosotros mismos, la independencia acoge bajo el mismo manto a todos los que quieran abrazarla, y fuera está el llanto y el crujir de dientes.
Es como si estuvieran convencidos de que su mensaje excluyente, va a llegar al corazón del mundo, que abrirá sus brazos para acogerlos en su seno.
Este pujolismo, que ha pasado el testigo a su bastardo político, ya que su hijo no fue capaz de seguir el camino del Padre, lleva treinta años de adoctrinamiento, y los resultados son una secta autodestructiva con casi dos millones de adeptos.
Espero que esta tierra pueda reaccionar a tiempo, y no siga la senda adamita, en pos del Paraíso del Bosco, pero lo veo difícil, de las sectas se acostumbra a salir muerto, y los que no quieren adherirse, no existen.
Buenas noches, y buena suerte