La defensa económica de Europa

Nos las están dando todas en el mismo carrillo, y además, al parecer, nos gusta.
Esta mañana, en la radio que acompaña mi lento desperezar, apareció un digno ejecutivo al que le estaban pisando el callo, y claramente le dolía.
Estaba el muchacho literalmente aullando en su quejido de que los chinos, ¡ay! los chinos estaban destrozando los precios del acero en los mercados mundiales, y eso iba a llevar a una nueva reestructuración de la producción en Europa, empezando por España, claro.

Hablaba este buen hombre, de que los chinos diseñaron su capacidad productiva en base a crecimientos de dos dígitos a los que se habían acostumbrado hace década y media, pero ahora con ese magro seis y medio por ciento, no saben qué hacer con sus excedentes fabriles, y encima les ha dado por virar hacia una economía de servicios. Un sinvivir vamos, con lo bien que estaban produciendo arroz para consumo propio.
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En el contexto de una estructura productiva prácticamente en manos del estado, sin accionistas que se cabreen y echen al patroncito, eso de los beneficios les importa literalmente una higa, además no tienen que presentar cada trimestre un presupuesto de lo que va a pasar la próxima semana delante de los inversores, y mejor que acierten cuando hablen de un crecimiento jugoso, que si no el precio de la acción se va hacia los infiernos arrastrando el “bonus” del jefecito a simas insondables.

Tienen a parte de su población haciendo acero, y mejor que estén en ese tipo de esclavitud, que en el campo recogiendo boñigas de bueyes. Esa, aparentemente es una de sus rentabilidades.
La siguiente, de la que el mundo occidental debería aprender, es que los beneficios de un acto, no deben esperarse para el próximo trimestre, (quizás algunas sí, pero no la mayoría), que debe mirarse en el largo, muy largo plazo.

Esta bajada de precios que tanto le dolía al personaje entrevistado, puede, si no adoptamos contramedidas, acabar con la industria del acero europea en menos de un año…momento en que los precios chinos subirán de nuevo, al haber destruido la competencia.
El Imperio americano, decidió en cuestión de días, implantar un arancel del 260% al acero chino, sin despeinarse, y reclamaciones al maestro armero, que el corto plazo tiene estas cosas.
Nuestra virginal Europa, por otra parte, decide, tras meses de discusiones arduas implantar un arancel del 14%, y los chinos tirados por el suelo de la risa, seguro, y claro, nuestra industria del acero directa al “gargaritorio”.

Lo que nuestro amigo no dijo, es lo que opinaban otros sectores que se benefician de esta situación de precios artificialmente(o no), bajos, “dumping” le llaman los que saben.
Los fabricantes de coches, o los de electrodomésticos, sin ir más lejos están encantados con esos precios bajos, comprando además futuros sobre producciones no realizadas, y ¡venga!, a hacer lavadoras, coches, y sobre todo salvar el bonus del presidente de la compañía correspondiente.

Así que mala suerte al sector del acero, al bonus de los presidentes, a los sueldos de los trabajadores, y a la aportación que hacen a la economía local. Como mala suerte a los que se dedican a extraer petróleo, a refinarlo, a venderlo, que esta vez los árabes se han puesto en plan de que el “market share” es lo que importa, y lo de los esquistos, o los iraníes, no van a romperles su precioso monopolio. Que volver a cruzar el desierto a lomos de camellos o pasear por el mismo sitio a cuatro cabras montaraces, no viene en su libro.

Salvado el cuello a Munich y Stuttgart, seguirán los BMW y los Mercedes inflando las cuentas de los correspondientes patroncitos, y, mientras Detroit se torna un desierto en plan Mar Max y la General Electric a ver si vende sus mercados de lavaplatos y «frigiteurs» a los suecos de Electrolux.

A todo esto, nadie habla de lo que debería ser realmente importante, y es de nosotros, los ciudadanos de a pié, como esos americanos que hoy tienen un nivel de vida inferior al que tenían hace cuarenta años, o de los españolitos que estarían encantados hoy de ser mileuristas.
Al final es todo un equilibrio inestable, ya que si los chinos no nos mandan acero, o los coreanos barcos, o los árabes petróleo, tampoco vendrán a comprar caros caprichos al Paseo de Gracia o a Zona Nacional, y la pregunta al final es si preferimos trabajar en la acería, recogiendo boñigas de buey en el Gobi, paseando cabras por el desierto de Arabia, o vendiendo joyas y paellas.

Yo no lo sé, pero lo que parece poco discutible, es que en el mundo de hoy, en esa aldea global que nos hemos inventado, nada es eterno, y las oportunidades hay que descubrirlas día a día.
El mundo no se puede dividir en espacios estancos, y si el acero ha de ser chino o indio, (que nadie desespere), los coches alemanes, el turismo español, las finanzas inglesas, y el poder norteamericano, que nadie se escandalice, tampoco será por mucho tiempo.

Creo, por tanto, que la defensa económica de Europa, no deja de ser parte de un juego entre aquellos que manejan los grandes flujos económicos. A nosotros los ciudadanos con que paguemos los diezmos exigidos, aunque sean cuatro veces diezmos, se nos considera casi como que hemos pagado el peaje por usar una tierra que no es nuestra.
Sin querer ser americano, tampoco quiero ser japonés, chino o brasileño, europeo tampoco, no hay preferencias, que nadie lo confunda, al final lo que no es buen negocio es caer en la clase equivocada, y la mía no es la de amo del universo, y por ello debemos desarrollar nuestra vida dentro de esa esclavitud envuelta en el falso papel de libertad con el que cada mañana desayunamos los que tenemos la suerte de hacerlo, mirar el sobre de fin de mes con el salario que corresponda, y a dar gracias al diablo de que nuestro sector no va a sufrir más.

Y nuestro sector, el de los de a pié es solo el factor humano, el del departamento ese de R.R.H.H., y a ese ya le han hecho el “dumping” correspondiente en nuestra sociedad occidental. ¡Mala suerte!, somos como el acero.

Curiosamente, el ser humano ha cedido a pequeñas élites el poder que le corresponde, desde que el mundo es mundo, y así nos vemos en la tesitura de pagar un innecesario peaje por vivir sin la libertad que el ignorar los ofrecimientos de los poderosos nos daría. Pero somos gregarios, miembros de la manada, y no nos sale nada bien andar sin un líder ya sea guerrero, religioso, político, económico o deportivo si nos ponemos consumistas.
Es nuestra elección, no hay más, y veremos pasar los recursos y las riquezas por encima de nuestras cabezas, veremos los movimientos económicos atentar contra los individuos, que por cierto son un elemento inflacionista, ya que cada vez somos más habitantes en el planeta, y consecuentemente nuestro precio baja. Pura ley de oferta y demanda.
Así que la defensa económica de Europa que tanto se cacarea, no es más que otro de los bulos que hacen que nos sintamos gobernados, y bien dirigidos hacia nuestras zonas de confort.
Ustedes sabrán
Buenas noches y buena suerte

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