La démocratie meurt à huit clos

Un artículo de María Ramírez que me ha mandado mi hija, ha hecho que me ponga a pensar sobre el nuevo, o quizás no tan nuevo lema del Washington Post….”Las democracias mueren en la oscuridad”.
La frase, el lema viene, según indica María, del juez Damos Keith, que en su momento, y dando la razón al Detroit Free Press, intentó evitar acciones gubernamentales que limitaban las libertades en nombre de la seguridad.
Su frase fue “Las democracias mueren a puerta cerrada”. Vale pues la idea.
Y sobre ello empiezo a pensar en que día tras día las cosas que al final afectan a los ciudadanos se guisan tras puertas cerradas, bien cerradas, y una vez aderezado el plato en el que una parcela de libertad se nos arrebatará, nos ofrecerá el portavoz de turno unas frases acuñadas en la reunión en las que más que la verdad se nos presentará una sura, un mantra, un lema, que a fuerza de ser repetido, como Goebbels les enseñó, pasará a ser la interpretación del ciudadano de lo que haya acontecido en contra suya, claro.
Copiando lo que el juez Keith dice “La Primera enmienda, a través de una prensa libre, protege el derecho de los ciudadanos a saber que el gobierno actúa de forma justa, legal y cuidadosa en los procedimientos de deportación. Cuando el gobierno empieza a cerrar puertas, controla selectivamente la información que por derecho pertenece a los ciudadanos. Información selectiva, es desinformación. Los autores de la Primera Enmienda no confiaban en ningún gobierno para separar lo verdadero de lo falso por nosotros”.
Total nada, y no voy a entrar en las historias de otros países, que la verdad es que teniendo lo que aquí tenemos por el momento no voy a ocuparme de ello, pero si del mundo de las medias informaciones, de las posverdades, de las maniobras que a cada momento se gestan para la manipulación del ciudadano, y así conseguir que, desde una posición aparentemente limpia, acabemos apoyando incluso nuestra propia sentencia de muerte.
Nos hemos perdido en España el por qué de tantas decisiones que por nosotros se han tomado desde los gobiernos de toda calaña, que pienso que en esta tierra la democracia se fue por el sumidero, casi en el momento de su nacimiento.
Nunca supimos las razones verdaderas de aquella intentona golpista del 23 de febrero infausto, en el que las fuerzas del orden que tenían que defender a los ciudadanos, secuestraron a nuestros representantes. Nunca sabremos qué se coció, quien de veras intentó el golpe, quién lo apoyó, y sobre todo donde estaban los filtros que afectaron a la información que el ciudadano recibió.
Yo, por mi edad, viví los tiempos de Franco, veinticinco añitos, más la secuela, que no es poco, y durante esa sangrienta y miserable dictadura, los súbditos del dictador, al menos, sabíamos que se nos había negado el derecho a la información por el triunfo de las armas. Nada que decir, simplemente esperar a que se muriese la fiera, como le denominaba el locutor de Radio Pirenaica.
Pero hoy cuando me asomo a buscar información, directamente no la encuentro. Encuentro los mantras de los políticos salpicándome por todas partes, encuentro las mismas imágenes en todos los telediarios, aquellas que ofrecen las agencias, bien controladas y filtradas por los poderes bien locales, bien globales, que me da lo mismo. La prensa, esa que llamamos de tirada nacional, hace lo mismo, sus fuentes son iguales para todos, todos dan las mismas noticias, todos nos dan el trozo de información que piensan como más conveniente para los intereses de no sé quién, pero no en los míos, en los nuestros de ciudadanos soberanos.
Como decía el otro día en no sé dónde Javier Sierra, “prefiero leer la prensa local”, es más cercana, y si se ha cagado un perro en la puerta del mercado, van y lo dicen, que el ámbito local no le duele a los poderosos, y si el concejal de turno ha hecho una trastada, se le sacude y parece que la libertad nos alcanza a todos.
Desgraciadamente, he llegado a pensar que al final la verdad jesuítica, esa que se dice a medias, esa que no describe todos los hechos, esa que no es toda la verdad, al final es la que conviene, y nos conviene a todos, que lo que más nos gusta es decir que no mentimos, pero debemos ser honestos y decir también que solamente ofrecemos parte de la verdad, que de toda no podemos defendernos
Me vengo quejando de estas prácticas desde que me conozco, en todos los ámbitos, en el personal, donde nadie te dice toda la verdad, en el profesional, donde solo una parte del contrato de la hipoteca se pone delante de tus narices, y luego acabas en el “yo creía”, y por supuesto en la esfera del poder, de ese poder que los que nos creemos ciudadanos, pensamos que ostentamos.
Y no, que se nos oculta información por nuestro bien, por nuestra seguridad, por nuestra tranquilidad…por nosotros, pobres humanitos que necesitamos a los poderosos, a los sabios maduros para que nos lleven de la mano, hasta nuestros Nirvanas artificiales, hasta nuestras máquinas diseñadas de forma individual para que nuestros cerebros pierdan la capacidad crítica, la capacidad de preguntar, la capacidad de tomar las riendas de nuestras vidas.
Las cosas han devenido en esto, y en el despacho del señor ministro, se deciden las sentencias de este o de aquel, en la sala del consejo se decide donde se gasta nuestro dinero, a quien se le dan prebendas a nuestra costa, o cualquier otra barbaridad relacionada con el manejo de nuestra libertad, de nuestra necesidad de poseer la mejor información, que solo es una la que nos presenta la verdad completa.
Y si, volviendo al panorama internacional, habrá que deplorar que el presidente del Imperio, diga en voz alta, clara y maleducada, que está en guerra contra la prensa, o contra lo que queda de la prensa libre americana, que el último sinvergüenza británico, salga gritando que no eran ciertos los argumentos que presentó para que en el referéndum de salida de Europa, las cosas saliesen como él quería, que ni siquiera creo que fuera como a él le interesará en el futuro, aunque seguro ya está pergeñando otra barbaridad.
Y la facilidad cada vez mayor con que estas tropelías de las decisiones a puerta cerrada se lleva a cabo, solo se explica por la aplicación de la cultura de la letanía con mensaje falso repetida hasta la saciedad, haciendo súbditos a ciudadanos que no han sabido o querido zafarse de esas prácticas ejerciendo como mínimo el deber del análisis.
Así que a lo mejor los dioses nos concedieron el deseo de vivir con poca o ninguna preocupación, eso sí, vendiendo nuestra alma al diablo, o al mejor postor.
Con su pan se lo coman

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