La desigualdad

Esto se está poniendo interesante, muy interesante. Cuando te pones a leer con cierto detenimiento las noticias económicas y empiezas a darte cuenta de que, como siempre, los economistas disfrutan contándote el pasado y justificando con sus explicaciones técnicas de por qué fue así esto o aquello, pero de cómo van a ir las cosas, o como deben hacer países, inversores, y empresas para navegar con seguridad por el futuro, ni pío.
Claro que si lo supieran, no serían economistas, serían ricos, directamente.
Ya he hablado alguna vez de que los elementos de desigualdad en las economías occidentales, se han agudizado en los últimos treinta o cuarenta años, de forma demasiado llamativa, que los multiplicadores que separan los ingresos de las clases trabajadoras de las de los directivos se han hecho abismales, que….
Saco a colación el tema, al abrigo del titular de primera plana que este bimestre muestra la revista “Foreing affairs”, y de que en sus páginas interiores muestra una inquietud por este hecho muy llamativa, viniendo de quien viene, y por mucho que lo intenta no es capaz de dar soluciones al tremendo reto que supone la gestión de la desigualdad, que llamaba la atención a pensadores desde la Revolución Francesa, por lo menos.
Creo entender que en ciertas instancias de poder a nivel mundial, se están empezando a preocupar, y además, de forma velada, le están empezando a echar la culpa de las incertidumbres económicas que vivimos desde la primavera pasada, entre otras cosas a la puñetera “inequality”.
Cierto que hay muchas causas que nos están llevando al reventón de la falsa salida de la crisis de 2006, y entre ellas se encuentran, como no, el diagnóstico erróneo que creo se ha hecho.
Porque al final, las crisis son los instrumentos que se utilizan para la redistribución de la riqueza, y esa redistribución aún no ha terminado.
Recordamos todos que el principal culpable estaba relacionado con las famosas hipotecas sub prime americanas, que no era más que una forma de dar dinero a quién no podía pagarlo. Claro que esa deuda se vendía inmediatamente a terceros, hasta que la cosa reventó. Eso en U.S.A., que en el resto del mundo económicamente desarrollado, quizás con menos sofisticación, los bancos se dedicaron a dar créditos a quien no podía pagarlos, con similares resultados.
Salomon Brothers, los bancos de todo el mundo sacando banderas blancas, y los contribuyentes pagando el pato. Empezaba la redistribución, ya que la construcción, las hipotecas basura (“subprime”), supusieron movimientos ingentes de capitales que se han llevado por delante, primero a los que no supieron en su momento quitarse esos productos tóxicos de encima a tiempo, y posteriormente a los ciudadanos que estamos pagando ahora los agujeros que se crearon por aquellas prácticas, que no voy a llamar malas, y que condujeron al desplome de la economía de buena parte del mundo.
La solución ha sido darle a la máquina de hacer dinero, pero los bancos, lo que han hecho ha sido en primeras instancia prestárselo a los gobiernos, como si los gobiernos creasen riqueza.
En este punto, comienza una nueva vía para la redistribución, ya que el exceso de dinero, hace que su valor sea cero, o negativo, como ya estamos viendo, y eso tiene varios efectos.
El primero es que los ahorros de las clases medias, no reciben remuneración de ningún tipo, sea cual sea el activo al que se dirijan, y es la clave de las pensiones de los cuarentones de hoy, de los estudiantes universitarios americanos, por ejemplo. El ahorro a medio y largo plazo, está bajo acoso.
Así que se fuerza a que ese dinero evolucione hacia inversiones de riesgo, donde es muy fácil rapiñarlo, ya que pocos, muy pocos de los componentes de esas clases medias tienen los conocimientos, o la información necesaria para actuar de forma coherente y por supuesto rentable en ese nuevo escenario.
Para que valga de ejemplo, la gente puede comprar unas Matildes fácilmente, y venderlas, claro, pero muy pocos saben cuál es la vía de formación del valor de ese activo, y mucho menos de los sinuosos caminos que conducen a la creación del precio a cada segundo del día en que está variando.
Así que cuando vemos que se traslada la manufactura de los países occidentales a China, en un intento de mejorar costes de producción, lo que estamos viendo es otra pata de esa redistribución de riqueza, y las estrategias que siguen las multinacionales, sector por sector, o los gobiernos de los países, al final es para conseguir que esa redistribución les favorezca, pero en macro, que la economía doméstica, y los ahorros de las clases medias están para pagar el pato (laqueado, claro).
Esos recursos no solo son salarios, son también impuestos, y la única forma que han considerado los gobiernos para capear el temporal de los déficits, ha sido endeudarse por generaciones, a precios en general muy bajos, (si aceptas el juego, claro, que si te pones levantisco como Grecia, te cierran el país, y punto).
Que nadie deseche la idea de que si los planes de pensiones dan pérdidas, los gobiernos al final cubrirán parte de ello con pensiones estatales, pero míseras en comparación con las rentabilidades procedentes de inversiones productivas bien gestionadas de los recursos destinados por los trabajadores para esas contingencias.
En el camino, las comisiones de los gestores, se habrán pagado religiosamente, con el consiguiente efecto de transferencia de riqueza, sin contrapartida.
Esa transferencia de riqueza ha provocado otra maldita burbuja que empieza a desinflarse ahora, y no sé dónde acabará. Hemos fiado mucho en China, y ahora nos empezamos a dar cuenta de que es un régimen económicamente opaco, y que cualquier dato que emane de Beijin no está contrastado con los estándares que rigen la economía occidental, y sin embargo hemos actuado como si así fuera. Claro que el resultado es un nuevo monstruo “too big to fall”, y si sale porquería, habrá que hacer alícuotas.
La consecuencia, debido además a la falta de información de la que disfrutamos, es que si las cifras que da China no son correctas, no sabemos si la economía mundial crece o decrece, no sabemos si la producción mundial aumenta o no, no conocemos el valor de nuestros activos, aunque el precio nos lo den todas las mañanas en las cotizaciones de las acciones de las corporaciones o de los bonos soberanos. Magro consuelo.
La última que nos queda en esta puñetera economía global que hemos creado, y que no nos da ninguna satisfacción humanística, es que al no tener una moneda universal, (maldito Nixon cargándose el patrón oro), los gobernadores de los países ricos, empiezan una carrera de devaluaciones para hacer sus economías más competitivas, y en ello estamos.
No nos olvidemos, hemos transferido riqueza hacia China, y las corporaciones haciendo su trabajo de intentar favorecer los intereses de sus accionistas, a costa de sus clientes, que al fin y al cabo no somos más que los que tenemos algo de dinero de la semanada en el bolsillo, y deben quitárnoslo de la forma que sea….véanse eléctricas, comisiones bancarias, telecomunicaciones, alimentos, viajes en clase W.C.….impuestos, lo que están consiguiendo es que los bolsillos se nos hayan vaciado para comprar sus cacharrines, para pagar sus comisiones, para ir al cine.
Y a eso se le llama crisis, que las ventas no suben el maldito cinco por ciento, ni el otro maldito diez por ciento los beneficios.
El próximo reventón que se ve venir es cuando los países empiecen a tener pocas o nulas ganas de devolver esos créditos gratuitos que se han gestado a costa nuestra, veremos qué pasa, y los que es peor, quién paga el pato.
En cualquier caso que nadie se olvide, se necesitan obreros con algo de dinero en el bolsillo, para comprar una Cola-Loca, ver una peli de estreno, o subirse a un avión aunque sea en clase wáter.
Ahí van unas cifras del I.N.E. que ilustran ese movimiento de recursos, que nos indican claramente por dónde van los tiros:
-Subida de precios 2006-2015….14,7%
-Subida de salarios 2006-2015…0,4%
-Evolución IBEX 35 2006-2016….-33,3%
Lo que me hace pensar seriamente en que la supuesta salida de la crisis de 2006, no es cierta, es que los precios de las materias primas, incluído el petróleo están por los suelos, y eso tiene una explicación, aunque sea parcial, en la caída de la producción industrial.
Así que los países que obtenían recursos de la venta de estos bienes, deben vender sus activos financieros, si quieren seguir con su ritmo de vida, romper la hucha, vamos, y claro, como el valor de las cosas es desconocido y solo nos queda el precio, pues ya se sabe, a exceso de oferta, precios por los suelos.
La última desigualdad de la que quiero hablar, es la de Africa, a quien hemos olvidado en el mundo occidental a la hora de invertir en cosas como educación, transportes, sanidad, cosas básicas, vamos, y como consecuencia estamos abocados a movimientos demográficos masivos desde ese continente hacia parte del mundo occidental.
La desigualdad es tan grande, que por muchos filtros que pongamos estamos ante un sistema de vasos comunicantes imposible de parar, y que posiblemente acabe desarrollando movimientos sociales con los nuevos pobres a la cabeza que acabe transformando nuestro mundo.
Buenas noches y buena suerte