La pena de muerte

Hablando el otro día con unos amigos me enteré que entre 1940 y 1975 se ajusticiaron en España la friolera de 126 personas, casi cuatro al año, de las cuales 14 fueron fusilamientos, y 112 por garrote vil. Más de tres al año como media. No está mal.
En 2010 en Estados Unidos 39 personas fueron ajusticiadas, más o menos la cifra franquista por millón de habitantes. Lo de China es una barbaridad, entre 10 y 80 veces esas cifras, según las fuentes.
Según Amnistía Internacional, hay sesenta países que mantienen y aplican la pena de muerte, once la mantienen para crímenes cometidos en circunstancias excepcionales, como crímenes en tiempos de guerra, y treinta y cinco mantienen leyes que permiten la aplicación de la pena de muerte para crímenes ordinarios, pero no la usan hace más de diez años.
El panorama es tremendo. Tanto que en la pulcra Europa, aún queda Bielorusia con la tal práctica, así que estamos con que más o menos, en la mitad de los países del mundo, hay leyes que permiten matar a sus propios ciudadanos, y entre ellos, de forma destacada las dos grandes potencias económicas, China, y USA.
Charlando con estos amigos, comentaban que cuando ETA estaba en su apogeo, por ejemplo tras el atentado de Hipercor en Barcelona, si le preguntabas a la gente todos pensaban que la aplicación de la pena de muerte era algo más que conveniente, incluso necesario, porque seguro que así se paraban tantos desmanes.
Claro que era en caliente, y en caliente esas cosas no se preguntan, que luego de las respuestas la gente se arrepiente.
Uno de mis contertulios, comentaba que mataría a los pedófilos; en caliente a lo mejor yo también, otro que si le hacían daño a su familia, ¡y yo!, claro que desearía cobrarme en sangre cualquiera de estos desmanes, y quizás algunos otros, pero claro, no se trata de eso.
Esa es la justicia de la masa desbocada, la ley de Lynch, ajusticiar sin juicio, sin dar garantías al reo, y de hecho, creo que es la que aún se aplica en China y en USA.
Estábamos de acuerdo en dos cosas fundamentales, la primera es que la cercanía del juicio al hecho delictivo, de alguna forma predisponía a ese tipo de sentencias, y posteriormente, cuando al final de los, generalmente eternos en el tiempo, recursos y contra-recursos, se ajusticiaba al reo, se encontraban con que ese ser humano nada tenía que ver consigo mismo, es decir, con quien cometió el delito, diez, quince o veinte años atrás.
Por tanto, o se procedía al linchamiento, con su ejecución sumarísima, o la pena de muerte no sirve ni para hacer justicia, ni como vía de venganza, (aunque se tome muy fría en estos casos), es decir, que su utilidad para la sociedad no tiene sentido.
Lo de los chinos, parece que se acerca más a la ley de Lynch. No los tienen veinte años de recursos judiciales, hasta que llegue una administración republicana y meta mano a todos estos casos pendientes, tiñendo de rojo y de mierda las salas de ejecución para ponerse al día. Claro que les pasan la factura de la bala a la familia.
Una de las características del ser humano, es que continuamente se está equivocando en sus actos, en sus percepciones, por no hablar de sus deseos, y al final una sentencia de muerte es una consecuencia de todas esas equivocaciones, por parte del ejecutor y del ejecutado.
Creo que son las sociedades menos evolucionadas culturalmente las que mantienen esa práctica, bien por la decisión de un dictador, o lo que es peor, por el pueblo votando libremente. También creo que las creencias religiosas fundamentalistas llevan fácilmente a contemplar esa solución para una serie de delitos. Así que si nos fijamos en esos treinta y un estados americanos que la mantienen hay mucho tufo de bajo nivel cultural, y/o mucho fundamentalismo religioso, quizás ligado al fundamentalismo del calvinismo europeo que regó con sus sobras poblacionales a lo que hoy es el gran país americano.
La ausencia de moralidad que supone, desde mi punto de vista la aplicación de la pena capital, quizás entronque con dos execrables hechos que caracterizan a la sociedad americana.
Uno es la no superación por partes importantes de la población de lo que supuso el fin del esclavismo, y lo que hoy significa el tener que convivir con unas razas diferentes a la “aria”, con culturas diferentes, y que de alguna forma han alcanzado derechos que sin lucha jamás habrían podido obtener de los antiguos amos esclavistas. Hay una clara relación según Amnistía Internacional entre la raza y la aplicación de la pena de muerte.
Blancos y negros son víctimas de asesinato casi en igual número, de la misma forma que los asesinos son también a partes iguales blancos y negros, sin embargo, 200 negros han sido ejecutados por asesinar a blancos, una cifra quince veces superior al número de blancos ejecutados por matar a negros, casi el doble que la de negros ejecutados por asesinar a otros negros.
Siendo los negros el 12% de la población, constituyen el 40% de los condenados a muerte, y uno de cada tres ejecutados es negro. Las cifras de latinos, no las he visto, pero me temo que incidirían en el posible racismo de la sociedad anglosajona americana.
Posiblemente la discriminación social que aún existe de forma clara en la sociedad americana, aunque sea políticamente incorrecto manifestarlo públicamente, a no ser que te llames Donald Trump, pueda explicar parte de las cifras relativas a las ejecuciones de negros en esas proporciones, sin embargo creo que esos homicidios judiciales, responden a situaciones en las que el poder se siente muy cómodo, ya que creen es una forma efectiva de luchar contra el crimen, y consideran poseer en sus manos una herramienta disuasoria de primer nivel, cuando de hecho no es así en mi opinión.
No creo que alguien dispuesto a matar levante el dedo del gatillo por temor a que le ejecuten, y sin embargo sí creo que en esos paquetes demasiada gente ha sido ejecutada de forma injusta, bien por la percepción de los jurados, o por los intereses de la policía en cerrar positivamente un delito haciendo que pague quien menos pueda defenderse.
Los sistemas políticos/judiciales tienen, en mi opinión una debilidad notable a la hora de evaluar pruebas, y de resolver delitos. Los intereses que siempre hay alrededor de estos procesos, pueden favorecer o destruir carreras políticas o profesionales, y es, desgraciadamente demasiado humano, mirar hacia otro lado y cimentar tu vida en la muerte de otro ser humano.
No diré mucho más, creo que sociedades como la americana, deberían replantearse muchas cosas, y entre otras el tema de la pena de muerte, eliminando esa venganza que en nombre de los afectados por el delito, la sociedad ejecuta.
Pienso que siempre habrá hechos execrables, personas execrables, y situaciones que se descontrolan produciendo daños irreparables, pero deberíamos trabajar más desde el punto de vista de la creación de una conciencia moral más elevada, de facilitar a los ciudadanos una mayor carga cultural creando los frenos que eviten estos hechos.
También creo que cuando hay un crimen, la sociedad entera tiene un porcentaje de culpabilidad, y debe asumirlo, corregirlo, sin buscar una cabeza expiatoria que colgar de una pica en lo alto de la muralla, ignorando todas y cada una de las causas que lo han producido.
Buenas noches, y buena suerte.

2 comentarios sobre “La pena de muerte”

  1. La verdad es que nunca estuve de acuerdo con la pena de muerte! Me pareció sienpre una decisión fácil y cobarde!Bueba reflexion! Como siempre!

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