La siesta del teclado

Siempre he creído que las digestiones requieren dos cosas para ser eficaces, la primera es algo de tiempo (tres horas me ha exigido siempre mi madre para que pudiera meterme en el mar), y reposo.

Ese reposo, ya que necesitas tres horas según la versión materna del asunto, puede ser celiano, es decir siesta de las de pijama, pater noster y orinal, o puede componerse de actividades que no pongan en riesgo tan delicado tema como es la digestión.

Así que escuchar algo de música, mientras se lee sin prestar mucha atención algún folletín del ”Caballero audaz”, o como mal menor uno de esos fantásticos documentales de la dos, esa cadena que todos vemos y que tan pocos espectadores tiene, pueden considerarse como aproximaciones a lo ideal muy dignas de ser tenidas en cuenta.

Y en esto del escribir, pasa algo parecido, que a veces hay que digerir vida, hacer una buena digestión de cosas de esas que se te van viniendo encima y que ponen a tu hígado, a tu páncreas y a la productora de jugos gástricos al borde de solicitar una baja por estrés.

Hemos vivido un mes de enero muy complejo desde mi punto de vista, y reconozco que me han caído de golpe demasiadas cosas encima, así que iré por partes.

Los mercados financieros parece que se han vuelto locos, han arrancado con un ímpetu impensado por lo vertical, y los analistas han corrido a darnos la explicación a toro pasado de las causas que han producido la tal situación, pero no es más que lo mismo de siempre. Tito Trump sacando pecho, America first, y todas esas mandangas.

Los chinos nos confirman, sin posibilidad alguna medio seria siquiera de controlarlos, que van como un tiro, que no tienen burbujas de ningún tipo, y que sí, que quieren ser más tecnológicos que los yanquis, y que su deuda interna no debe preocupar a nadie, que está en yuanes, que tienen muy vigente la pena de muerte, y que, repito, burbujas ni una.

Pues muy bien, que luego se me reúnen todos muy seriecitos en Davos, y diciendo que no es eso, se nos amenaza con guerras comerciales, con cierres de fronteras, que hasta la señora May, doña Teresita, promete volver a aislar Europa, y esta vez por decreto, sin necesidad de ninguna tormenta en el Canal.

Y luego el Profesor Tamames, nos dice que si algo le preocupa es que las consecuencias de la gran crisis de 2007 están todavía muy vivas, y que si la del 27 acabó con una guerra terrorífica en el 39, pues ahora en un par de añitos podemos liarla parda otra vez, que ganas no faltan, y medios tampoco.

Y agua debe llevar el río, que hasta los japoneses están considerando muy seriamente eso de gastarse unas perras en desarrollo militar, que no saben hacia dónde mirar, si a los rencores chinos de cuando anduvieron asesinando por Manchuria, o a los coreanos que les recuerdan violando mujeres durante la guerra del Pacífico.

Nadie lo sabe, y yo menos, claro, pero lo que me temo es que Don Ramón que es un viejo sabio, estas cosas las ve venir, sin necesidad de cruzar los datos del gran almacén que guarda el señor Google en su armario, y es que siempre he creído que más vale una neurona experimentada y entrenada que la inteligencia artificial, por el momento.

Claro que con estas premisas, lo del “Carpe diem” parece que se puede considerar como una forma seria de vida, que estos le dan al botón de la cisterna después de una evacuación digna, un imbécil dice que el coreano le ha dado al botón, sin especificar, y Tito Trump manda a los drones interpuestos con los pepinos multimegatónicos y nos vamos todos por el sumidero.

Y estando en esto los occidentales, encantados de observar la maravilla de nuestro ombligo, no nos acordamos ni queremos fijarnos en otra cosa que no sea el discurso apocalíptico de doña Teresita, (no sé qué haremos el día que el Reino Unido de la Gran Bretaña nos deje aislados a los europeos), o en lo malos que son los húngaros o los polacos, que no quieren ver ni asirios ni troyanos emigrando a sus tierras, que se me acuerdan aún de la lata que les dieron los otomanos cuando llegaron a las puertas de Viena y casi les revientan el Imperio Austro-húngaro.

Y en todo este batiburrillo de ombligos obesos de grasaza occidental, ahíta de mantequilla, calentitos detrás de nuestras chimeneas o del radiador del señor Roca, seguimos mirando las bolsas de pobreza que nos rodean con ignorancia o asco, que uno no sabe, pero que al final se traduce en muerte en el Mediterráneo, en muerte al cruzar el Sahel, en muerte en los campos Libios, en muerte en los campos turcos.

Y claro, eso también se me viene encima cuando abro mi bitácora, y quiero decir lo que siento, que al final se me enfrentan situaciones y uno tiene que discernir si es más importante que de forma sistemática se violen a niñas de menos de diez años en Africa, que las poblaciones que huyen hacia la limpia Europa empujados por la miseria, por la guerra, por los tiranuelos de turno sean masacradas en el camino, y rechazadas si logran llegar a las puertas del soñado paraíso, o si Tito Trump quiere gastar dinero en evitar que del sur le lleguen los que huyen.

Porque allí se huye de la guerra de Mexico, de las Maras centroamericanas, del estado traficante venezolano, del estado productor de cocaína colombiano, y de su guerra interminable con las FARC, o como cojones se llamen ahora, con el mismo resultado de muerte de los mismos, de aquellos a los que en el Sermón de la Montaña se refería el Mesías, “los mansos que heredarán la tierra”.

Veremos qué tierra les queda, me temo lo peor, que la que parece heredarán es la de la polución insoportable, la de los alimentos miserables, la de la vida breve y dura, la de las enfermedades que solo se les curan a los ricos.

Pero qué importa, al final todos calvos, unos por la tiña o la sarna, otros por la edad o por la moda, y es que el fin siempre ha justificado los medios, ¿verdad Señor Trump?.

Seguiré digiriendo, que esto es la necesidad de llenar el orinal a mitad de siesta, porque aquí nadie se está quieto, y estoy harto de los movimientos del cobaya en el carrusel de su jaula.

Con su pan se lo coman

 

 

4 comentarios sobre “La siesta del teclado”

  1. Ya era hora!, he estado a punto de preguntarte varias veces si habías caído enfermo, echamos mucho de menos los escritos en tu bitácora.
    Un abrazo

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