Las leyes de la robótica

 

 

Isaac Asimov, escritor, divulgador, y sobre todo un enamorado y activo desarrollador de temas de ciencia ficción, promulgó en su momento sus famosas tres leyes de la robótica, que paso a enunciar, más que nada para recordarlas yo mismo, ya que estoy seguro de que todo el mundo las conoce a fondo.

1.- Un robot no hará daño a un ser humano, o por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2.- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.

3.- Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando no entre en conflicto con la primera y segunda ley.

Una vez estas tres leyes delante de mis narices, me enfrento a la prensa de hoy, buscando desesperadamente un tema para mi cuaderno de hoy….y.

Mi amigo Emilio Arteaga, desde su página los martes en Mallorcadiario.com, no me sirvió para mucho. Estaba el hombre con problemas casi domésticos, vaya que no le llegaba el agua al piso, con la caló que hace ahora en Palma, y además no hacían los obreros más que zanjas y ruidos, con lo que me quedé esta vez sin su visión cosmológica, que lo primero es lo primero.

Por lo tanto seguí buscando en páginas interiores, y me sale que un buen ciudadano canarión, cuelga un comentario en cara libro, que ni le gusta a su alcaldesa pepera, ni a los guripas municipales, así que ni cortos ni perezosos, a las seis horas se le presentan en su casa para decirle que le aplican eso que ha dado en llamarse ley mordaza, y que le pueden poner una multa de esas que descalabran un presupuesto sujeto a salario medio español, ese que ha bajado hasta los 22mil y pocos euros al año, menos impuestos o abusos de ley para recaudar más, a los que tan acostumbrados están alcaldes y concejales en ese país llamado Pierredos. (Cualquiera pone España, que te aplican la ley).

Dada la rapidez con la que llegó la multa, no pudo ser el fruto de la gestión de los servicios municipales, que ya se sabe, necesitan meses, e incluso legislaturas completas, para llevar a cabo sus acciones, que es la mejor manera de no pifiarla. Ni de un probo funcionario de la administración local en horas de trabajo, ya que es bien sabido, que jamás utilizarían el tiempo designado a tareas laborales a meterse en “Caralibro”.

Así que la alcaldesa pepera debe haber comprado un robot, de esos con inteligencia artificial, gastándose las perras que debía haber usado para arreglar la acometida de agua que tanto afecta al correspondiente canario de mi amigo Emilio.

Claro que si el robot está sujeto a las leyes de Asimov, no pudo ser un robot, ya que jamás podría ser el elemento remoto que le quitara de trescientos a seiscientos euros de la cartera a un ciudadano que vertía sus opiniones en Internet. Pocas alternativas quedan, y una de ellas podría ser la de un aspirante a ser contratado por la municipalidad, no sé, para limpiar, dar brillo y esplendor a la fuente municipal, chivándose a la señora alcaldesa, con eso de hacerse querer, que ahora el trasvase de binlandens se ha puesto difícil. No sé.

Me acuerdo también que hace unos días, un robot le sacudió un mangurriazo a un ingeniero en nomeacuerdodonde, y el pobre falleció. Una de dos, o no era un robot, o no consideró al ingeniero ser humano, que a la vista de cómo tratan a los becarios y  cómo les pagan, lo mismo pensó que eso era indigno de la calidad de ser humano, y procedió por la vía directa.

Porque las leyes de Asimov, son las leyes de Asimov, y la primera es muy clara.

Pero hete aquí, que me encuentro con algo mucho más serio en las noticias de tercera página, y se me viene el mundo encima.

Resulta que científicos, intelectuales, y mala gente de esa que critica, y que es incapaz de entender los sacrificios que hacen los poderosos de este mundo por nuestro bienestar, encabezados además por Stephen Hawking, se ponen finos con eso de la inteligencia artificial.

¡Será posible!

El argumento que esgrimen estos desalmados y desagradecidos seres antisistema, es que se está desarrollando la robótica para fines militares. ¿Te imaginas?.

Ellos piensan que el desarrollo de armas que puedan ser dirigidas contra objetivos concretos, incluso contra seres humanos, sin intervención humana, salvo en el momento de su diseño, es algo que en malas manos, puede poner en peligro la estabilidad y la vida del ser humano. Increíble.

Basan su argumento, en que si esos programas caen en manos de los malos ( y están seguros de que será así), no va a haber cristiano que duerma tranquilo, porque las balas, los misiles, y los petardos de cualquier tamaño y condición, serán susceptibles de que les pongan nuestro nombre en la popa…..y estamos listos. El arma ideal del terrorista.

Ojalá sea el ADN lo que pongan, que gente con mi nombre y dos apellidos hay mogollón, y seguro que hay algún malote entre ellos. Así que si no discriminan me veo como Mortadelo, corriendo delante de una bala con alitas, que me persigue hasta el andén del metro de Antón Martín como poco. Da yuyo, sí que lo da.

Y volvemos a lo de las leyes de Asimov, que un robot no puede hacer daño a un ser humano, ¡y un cuerno!.

Los militarotes, que sin ellos no seríamos nada, salen diciendo, que con esos inventos, las guerras serán menos cruentas, que se iría de cabeza a la ídem de los malotes, y muerto el perro se acabó la rabia. Pues como los malotes desarrollen la tecnología o se la compren a los traficantes de armas que tantas divisas llevan a los países productores, van a cambiar de presidente de los países más importantes del mundo tres veces al día por lo menos.

A lo mejor es que Asimov no hablaba de individuos, sino del ser humano en general, y lo militarotes no nos miran uno a uno, que lo suyo es la muerte al por mayor. No lo sé.

Esto empieza a oler a Terminator, donde se fabricaban robots de esos que acogotaban humanos, pero eso no vale, que prefiero a los robots/mucama, que a los que te envían un pepino por correo certificado.

La única esperanza que me queda es el error. Que esa inteligencia artificial, salga asimoviana, y tome el control del mundo, eliminando cosas como los ambiciosos sin escrúpulos, los políticos de cualquier especie, los asesinos, los ladrones, y todo eso y a los robots o humanos que continuamente actúan en contra de la primera ley de Asimov. No nos vendría nada mal, para llegar a vivir en una Arcadia feliz, capital Bilbao.

Buenas noches y buena suerte