L’elisir de l’amore

Nemorino estaba enamorado de Adina, pero el corazón de Adina era libre como el viento, y se atrevía a leer en voz alta los amores de Tristán e Isolda.
Bueno, no voy a aburrir a mis amigos con estas cosas que seguro conocéis de sobras, porque para mí, lo más interesante de este Elixir del amor que nos presentó en su momento Donizetti, es la figura del Doctor Dulcamara,es decir, la Ciencia, sí, la Ciencia con mayúsculas que viene a socorrer a quienes continuamente necesitamos que los resultados milagrosos que nos ofrecen día a día las páginas del Lancet, o del Nature.
Somos finitos, somos contingentes, Adina no nos quiere, (o quizás sí), y esperamos que ese milagro ocurra a través del filtro maravilloso. Además tenemos esa tremenda amenaza que representa el sargento Belcore. Un verdadero lío.
Y sí, la ciencia de Dulcamara, nos ofrece ese elixir maravilloso, (si es de buen año, claro), ese elixir, que como pone en el carro del Doctor, cura los dolores de cabeza y las migrañas, te hace un atleta en dos semanas, hace que las mujeres se enamoren de ti, hace que te crezcan las tetas si las tienes pequeñas, o que se te reduzcan si gastas ubres, te quita la arrugas, te concede la juventud eterna, todo, todo lo que quieras, solo con adquirirlo, que, al final, además parece que hace rico al pobre….
Y escuchando los esfuerzos del tenor porque no se le escapara un gallo al cantar el aria de la furtiva lágrima, me puse yo a eso de darle al cacumen, y me salió que la historia me sonaba de algo, un poquito más moderna, pero que me sonaba.
Y digo que me sonaba porque algunos de mis amigos no dejan de hablarme del nuevo Elisir d’amore, que aunque no sea una botellita de vino de Burdeos, Donizetti no nos aclara si es un Lafitte, un Medoc, o un Pomerol, parece que en aras del carro del nuevo Dulcamara se nos van a acabar los achaques, se nos van a curar las migrañas, tendremos una potencia sexual del calibre de un rinoceronte, si ese bicho que orgasma sin bizquear ni babear más de un cuarto de hora, que la cosa tiene su aquel.
Y además parece que tendremos a disposición muñecos y muñecas dotados de vida propia, unos nuevos Pinocchios, unas nuevas Coppelias. Siempre un Geppeto, siempre un Doctor Coppelius.
No lo sé, pero parece que me están diciendo que está casi acabado el elixir del nuevo Doctor Dulcamara, que solo tendremos que implantarnos un chip en el cerebro, que solo tendremos que fabricar un robot, y nos haremos la ilusión de que ha renacido nuestro atractivo, ese que se basaba en las feromonas que desprendíamos, o en el porte que mostrábamos al salir de casa.
La Margarita del Doctor Fausto no podrá negarse a los requerimientos amorosos del tal doctor, será joven de por vida, que por cierto no acabará nunca….que se te estropea el hígado, no hay problema, se ceba la impresora 3D, y sale un hígado nuevo…y así órgano a órgano.
Es lo que tiene el transhumanismo, que le va a quitar el trabajo a Mefistófeles, con lo bien que me caía el muchacho, pero es el signo de los tiempos, que aunque acabes de pagar la licencia del taxi, viene el pollo de UBER y te quita el cliente.
No sé yo, si lo que estamos haciendo es reinventar el Elisir d’amore del Doctor Dulcamara, aunque no se beba, pero eso son cosas de los procedimientos, que al final lo que realmente importa es que Adina caiga en tus brazos, que tu tribu te acepte, que llegue la herencia de tu tío, que Dulcamara venda su elixir.
A mí realmente me aterroriza que Margarita se enamore de mí, y que el amor sea eterno, ¿imagináis?. Que una cosa es que aguante, no sé, cuarenta o cincuenta años, que es lo que antes llamaban eterno, pero eterno “sensu estricto”, me parece cuanto menos una exageración
Que es que en una de estas, te cambian un componente del ojo biónico, o del sistema olfativo, y ves que tu Marga, no tiene en el pelo ese tono pelirrojo que creías, y que además huele a pollo…y la cosa es eterna….eterna.
Tengo que hablar con mis amigos transhumanistas, que son muy leídos, que voy a necesitar que me aclaren un par de puntos, que uno es muy zote y a veces ve pirañas donde solo hay sardinas….porque a ver, ¿Tiene esto que ver con esa historia de la piedra filosofal?, que a lo mejor yo no me he dado cuenta, y a medida que se me vayan cambiando ojos, orejas, hígados, corazón….cerebro, de pronto veo la Revelación y la Luz de golpe, a lo mejor veo al final de la escalera de Jacob ese camino que nos pasamos reencarnación tras reencarnación, buscando como unos pringaos, y la cosa se arregla con un par de chips a tiempo. Tremendo.
De lo de programar un robot que se crea lo que dices, que te ría los chistes, que te pongas a jugar al ajedrez en nivel máximo y te deje ganar, y además sepa como equilibrar un Negroni a tu gusto, es de lo que parece que estamos hablando.
Y como además la cosa es que entre ellos, que tienen una inteligencia artificial digna de cualquier semi-dios, seguro que son capaces de crear una tropa de corifeos a tu servicio, que te quita de por vida todos los complejos y todas las mandangas que como ser humano has ido almacenando en tu almario a lo largo de tu vida no biónica.
Prefiero el Burdeos y la herencia de mi tío, ¿qué queréis que os diga?, pero no anatemizo nada, que lo mismo chip a chip, al final sale algo resultón, aunque no tenga nada que ver con uno, que tampoco importa mucho.
Me hace mucha ilusión que el carromato del Doctor Dulcamara, siga vivo hoy con todas las ilusiones que vende el buen doctor, aunque ahora el vehículo sea un puñetero chip en vez de una botellita de Bordeaux, pero son los signos de los tiempos y de las ciencias que hoy adelantan que es una barbaridad.
Disfrutad de lo que os queda, colegas

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