Mi generación falló

Mi abuelo paterno fue ferroviario, mi padre también lo fue, pero mi generación, fue solo cliente de los ferrocarriles.
Sin embargo, parece que se va asentando una tendencia en la generación que me sigue, en la persona de mis sobrinos, que están cogiendo el testigo que inició mi abuelo Miguel, en esto del mundo del tren.
Estaba yo dándole al magín con esta historia, y empecé a pensar qué es lo que ha significado mi generación en el contexto de nuestra España, y cuál ha sido nuestra aportación, en caso de que hubiese alguna.
Creo que la nuestra ha sido una generación con suerte, nacimos cuando la maldita guerra civil había terminado, y aunque aún quedaban los restos durísimos del hambre, de la precariedad en todo, de la ofensa que a la ciudadanía le ofreció el bando vencedor, desarrollando ese cainismo inveterado que es parte de la genética española, tuvimos una vida más que digna apoyados en el sacrificio de la generación que nos precedió.
La generación de mis abuelos, tuvo que enfrentar las consecuencias de los desastres provocados por los nefastos gobernantes del siglo XIX, que sembraron de forma concienzuda los odios que hasta hoy, y bien digo, hasta hoy, están presentes en nuestra sociedad.
La de mis padres apechugar con la guerra, que es la peor de las crisis. Que nadie olvide que la crisis de nuestra guerra civil, se metió hasta los sesenta en el puchero de los ciudadanos de este país, y eso son más de veinticinco años. Y nosotros en edad escolar, con eso del plan cincuenta y seis, buscando en las librerías domésticas, algún libro, de cuando se podían comprar y poder leer algo decente, que no fuera Gironella, Pemán o Laforet sin ir más lejos.
Lo que no era pecado era contra el régimen. No fue fácil salir de eso, de hecho, no lo hicimos. El dictador se nos murió en la cama descojonándose de todos nosotros, y los amos del país, esos que no han cambiado desde el siglo XV, organizaron el percal para que pareciese que las cosas habían cambiado. Puro Lampedusa, todo cambió, para que todo siguiera igual.
¡Si hasta la secretaría general del PSOE, en la persona de Felipe González, se negoció entre los dirigentes franquistas y Willie Brandt!.
Con mi generación llegó la ¿democracia? a este mi país que durante mucho tiempo reconocíamos como España, y muchas veces me paro a considerar, que desde luego y sin género de dudas conlleva un balance más positivo que la maldita y asesina dictadura en la que viví mis primeros veinticinco años de vida.
Pero con todo y eso, no creo que la herencia que estamos dejando, no ya a nuestros hijos, si no a nuestros nietos, sea la más adecuada en alguno de los más importantes apartados de la vida.
Creo que hemos fallado en la educación de las generaciones que nos han seguido. No es que lo nuestro fuera brillante, se nos diseñó para ser lo que somos, los camareros de Europa, pero no hemos sabido corregirlo, es más lo hemos empeorado de forma palmaria.
La organización de España ha dado en un reino de Taifas mal avenido, en el que se ignora lo que ocurre en la región contigua, desde la geografía a la cultura, pasando por supuesto por la lista que queráis desarrollar. Y eso es un fracaso, porque nos hemos merendado en estas últimas cuatro décadas reforma tras reforma, ideas sectarias de iluminados que o querían que Ginés de los Ríos volviese, (sin saber nada ni de él ni del krausismo, por ejemplo), o que tuviésemos el nivel de las high schools yanquies, pero las de la América profunda, la de los paletos.
Hemos conseguido un país de analfabetos orgullosos de serlo, con referentes morales en Telecinco o similares que cualquiera es la misma porquería.
Así que hemos desarrollado verdaderos incultos que saben llevar una contabilidad, o hacer una casa, pero con un sentido crítico inexistente. Es decir, hemos diseñado herramientas de un solo uso a mayor gloria del capital.
El desarrollo del siglo XXI, que no puede empezar peor, con el ataque a los edificios de Nueva York, nos está trayendo año tras año empeoramientos en nuestro entorno, y por entorno entiendo, no solo los climáticos, sino también los sociológicos y los económicos.
Estos días, y con motivo del fin de año aparecen en los medios de comunicación, uno a uno y por su orden, los desastres de 2015, un año para olvidar, a no sea que te haya tocado la lotería, que al parecer no es el caso, al menos en mi círculo próximo.
Unidas a las anomalías del clima hoy me entero que ese agujero de la capa de ozono, del que ya no se hablaba, ha renacido con fuerza inusitada, y está batiendo records históricos. Estamos haciendo el burro, y lo pagarán las generaciones que nos siguen, porque me temo que seguimos fallando en el desarrollo de su sentido crítico, fundamentado. (No confundir con el berreo callejero, y el cabreo adrenalínico, que dura un par de horas)
Records históricos hemos y estamos viviendo en la contaminación de las ciudades, que no solo Madrid y Beigin son malditas, Milán, sin coches aparecía el otro día en los informativos, Inglaterra está como si le hubieran quitado el tapón a la bañera y se estuviese hundiendo, del medio oeste americano ni hablamos, como ni hablar de que nuestros bosques del norte se están quemando como si fueran pinares mediterráneos en julio.
El Niño ha venido y está en fase creciente, en record de calentamiento de las aguas del Pacífico, y como la mariposa que bate las alas, el caos se extiende por todo el mundo. Pero sobreviviremos, o no, ya veremos, pero de parar de fabricar coches ni se habla.
Desde el punto de vista de la economía, cada fin de año rezo el famoso ¡Virgencita que me quede como estoy!. Pero mi sociedad cada año es más pobre, y que no me vengan con la historia de crecimientos del tres coma dos por ciento, porque el ciudadano no lo ve reflejado en su bienestar.
Este 2015 han sido los emergentes, la Chinanachinanatevoyaregalar, el petróleo más barato, y las guerras.
Parece que ese dios maldito de la guerra, no ceja, y una vez desaparecido el enemigo comunista, aparece el islamista, y se abaten aviones de pasajeros, como se abatieron hace un siglo barcos como el Lusitania. ¡uy!, perdón creía que eran de los malos.
Pero los niños mueren en el campo de batalla, en las playas huyendo de la barbarie, o de hambre en cualquier sitio, que para eso la geografía importa poco. Puto año.
La herencia que mi generación ha dejado, y no tenemos ni idea de como funciona, es eso del Internet. La comunicación instantánea, ¡guau!, como si fuese algo necesario. No es nuestra comunicación lo instantáneo, es la velocidad de transmisión de la consigna lo que nos ha llegado, y la pérdida en buena manera del contacto físico interpersonal. A cambio hemos perdido, quiero decir, hemos vendido a cambio de un plato de lentejas, nuestra intimidad, que hasta el derecho irrenunciable de la inviolabilidad de la correspondencia ha saltado por los aires.
Pero en nuestro descargo, diré que hemos participado de forma consciente mucho menos de lo que nos imaginamos. Sin entrar en estupideces conspiracionistas, la mayoría de estas cosas las han hecho por nosotros, y directamente nos las hemos merendado, sin pestañear. Si alguien piensa que el poder está en manos del pueblo, es que sigue creyendo en los Reyes Magos.
Volviendo a mi España, el 2015 no ha podido ser peor, a pesar del tres coma dos por ciento de crecimiento, lo único que a lo mejor nos beneficia, es que estaremos meses sin gobierno que legisle, y eso que nos llevamos, pero a medio plazo, nos estamos quedando a la misma velocidad, sin clase media y sin centro político, y es una mezcla que nunca ha terminado bien en la historia que conozco, y esta vez no tiene que ser una excepción. Aquí tengo que alabar el “seny” de nuestras mujeres, que han decidido reproducirse lo menos posible.
De mi terruño, Catalunya, no voy a hablar, que cada vez que lo hago se me suben los colores, de la vergüenza que estoy pasando.
Así que enfrentaré 2016, con los ojos cerrados, como cuando sabes que te viene una bofetada, y con los brazos en posición defensiva, porque esto no se ha acabado, ni en España ni en el resto del mundo, sin atreverme a desear esas cosas que se desean este año, ya que últimamente parece que no le hacen caso a uno. Ni molestarme pues, ni mucho menos tentar a la suerte adversa.
Buenas noches, y buena suerte

2 comentarios sobre “Mi generación falló”

  1. Pues si! 2015 horrible! Yo como tú…con ojos cerrados y a cubierto!
    Por cierto…. gracias por compartir tu snpensamietos de 2015!!!!!!

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