Mi vecino el trepa

No me lo podía creer, al final me dí cuenta de que mi vecino es un trepa. Lleva dos meses en la urbanización y quiere ya ser presidente de la comunidad, aunque sea pasando, si es poco tiempo, por una vocalía menor.

No me lo podía creer, pero es así, y luego, preguntando preguntando, parece que la cosa viene de lejos, que ya cuando entró de meritorio (el pollo tiene sus añitos) en la oficina del Banco Central, aquel de don Escamez, ya andaba mal metiendo para liderar el grupo de meritorios que aspiraban a una conserjería remunerada en la sucursal de Valdeboñigos del Tocinar.

Los trepas me dicen que son así, y debe ser cierto, que en mi vida ya he visto demasiados de esos que los ingleses llaman “High flyers” pasar a velocidades de vértigo hacia el azul del cielo.

Claro que tras un ratito en el cielo (si quieres conocer a Pablito, dale un carguito) parece que a san dios y su equipo de gobierno, se les cae el sombrajo, ven sus poltronas amenazadas, y la patada en la parte central del culo que se lleva el “High flyer” es monumental.

Uno también los ve, a veces aterrizar, o estamparse contra el fondo de la cloaca, que viene a ser lo mismo.

Los actores siempre me han gustado, hasta los que no son demasiado buenos, y siempre recordaré a María Bayo, tras un Barbero de Sevilla inolvidable en el Real, cantado con Juan Diego Flores, acercándose a las candilejas, y pidiendo el aplauso al público, de una forma tan encantadora, que si el teatro ya se venía abajo, se incrementó aún más el ímpetu del público.

Y eso es lo que diferencia a María y a mi vecino, que ella primero nos dio algo sublime con su esfuerzo, y mi vecino quiere el aplauso y el honor sin haber hecho nada por el público, solo con las promesas de su buen hacer pretende el honor.

Son formas diferentes de afrontar la vida, sin duda, que mi vecino, el trepa, sabe que es maravilloso, que está en poder de una verdad y unos atributos que si no se le reconocen de forma inmediata, es simplemente por la tosquedad de quienes le rodean, y claro, se nos cabrea.

Y es que el hombre quería, para empezar,  cubrir la plaza vacante de controlador de la recogida de basuras en representación de la asociación de vecinos de la urbanización, que por querer, ya es querer, pero eso es cosa suya.

Lo malo de la cosa, es que en la urbanización hay un empleado municipal del servicio de barrendería y aclarado de veredas, que, creo yo, dijo para sí:

  • Hombre de esto entiendo.

Así que va y se presenta como opositor al puesto en la junta. Votamos, como siempre, y claro el empleado municipal nos pareció como más preparado para el asunto. ¡Jesús!, ¡en mala hora dejamos de reconocer el mérito de nuestro vecino, el trepa!.

Y es que se nos ha puesto de morros, vamos,  que no nos saluda, que el pobre ha desarrollado un nivel de cabreo y frustración por no haber salido elegido que le va a dar un parallá, y encima nos vamos a sentir culpables de no sé qué.

Y es que mi vecino el trepa, al verse “sorpassato” por un especialista en gestión de residuos urbanos, ha entrado en depresión, y ya lo siento, vamos que me han dicho que anda buscando acomodo en otra urbanización, que la cosa ha entrado en la consideración de que su honor, si no ha sido mancillado, poco le falta.

Pero es que los trepas son así, y en el fondo, hay que quererlos, y es que si no te pisan el callo, dan juego, y te ayudan a pasar el rato, que cuando se sienten frustrados y empiezan a defender lo que han perdido, en ocasiones la cosa llega a ser hasta cómica, todo muy propio.

Claro que, cuando mi vecino, un día empezó a decirme lo bonitas que eran las rosas de mi jardín, yo, que no tengo rosas, empecé a pensar que el pollo andaba en campaña, vamos lo del disputado voto del señor Cayo.

Que si qué coche más bonito tengo, que si a ver si pasa una tarde por mi jardín con su encantadora esposa y los cabestros de sus hijos, y nos tomamos unas cervecitas (nunca supe si debía llevarlas yo), y hablamos de la situación mejorable de la urbanización..ja, ja ,ja.

Y yo pensando, este tipo, que de suyo casi ni me saluda, está como la zorra, diciéndole al cuervo que tiene un queso en el pico, que su canto es maravilloso, y si grazna, pues queso al saco.

Uno no entiende la importancia que para mi vecino el trepa, tiene eso de la vocalía de residuos urbanos, será vocacional, digo yo, y aunque le veo venir de lejos desde que se me pone en campaña, le dejo hacer, que con las ilusiones no se juega, que ya lo sé, que cuando sale el número de la lotería y no es el tuyo, se te pone cara de acelga, pero la cantidad de Ferraris que  has soñado comprarte antes, eso no te lo quita ni el diablo, así que se le deja al hombre, que ya se vendrá abajo el sombrajo.

Realmente, al final lo importante es que seguramente tendremos las calles sin excrementos de perros, y se agradece, que el electo sabe de estas cosas, y a lo mejor, nunca es seguro, mi vecino el trepa, hubiera abandonado la gestión de residuos de la urbanización en pos de la presidencia de la comunidad de propietarios, que cuando se llevan ciertas cosas en la sangre, no se pueden evitar.

Y lo malo del trepa, es que nos va a retirar la palabra a todos, sin saber quién le votó y quién no, con lo que va a cometer na terrible injusticia con sus vecinos, y a mí eso me da un no sé qué, con lo que el hecho de que cambie de praderas, a lo mejor es hasta bueno para él.

Con s hiedra lo disfrute