Now is the Winter of our discontent.

Andaba yo dándole ayer a Ricardo III, y mira por donde me viene al coleto el principio de la obra de Shakespeare, que no por manida y usada deja de tener su grandeza, y sobre todo no deja de reflejar lo que significa el drama del mal gobierno.
Ahora es el invierno de nuestro descontento, cierto, así es, no se puede reflejar con más acierto donde se encuentra, no ya la sociedad española, sino la sociedad mundial, que con estas cosas de la aldea global, parece que todos seamos uno.
Acabamos el año con miedo a que nos pusieran bombas en medio mundo. Tuvieron, en Madrid que sobar a los que fueron a la Puerta del Sol, a celebrar, no sé si el Año Nuevo, o la definitiva desaparición de 2015, en Munich, se temían lo peor, en Nueva York, se llenó Times Square no solo de celebrantes, sino de tanta policía como fue posible….así por todo el mundo. Un desastre.
Al final no pasó nada, a Dios gracias, e ignoro la causa de que no sucediera, ya que se me vienen al menos tres al magín.
-Que los terroristas decidieran posponer el ataque, que había mucha “pasma”.
-Que las fuerzas de seguridad de los Estados hubieran desmantelado las células terroristas.
-Que no hubiera amenaza, y fuera todo un invento de las autoridades, para apechuscar al populacho, del que soy parte.
Seguro que hay más posibilidades, pero no quiero marear.
Nos desayunamos con la decapitación en Arabia Saudita de varias decenas de rivales religiosos, a los que se les pone la etiqueta de terroristas, y ya vale todo. La verdad es que parece un capítulo más de esa guerra secular que mantienen sunníes y chiíes, aunque huele a dinero del petróleo que apesta.
El regreso al mercado mundial del crudo iraní, no ha sido bienvenido por los Árabes, parece. Y así tenemos a Arabia Saudita, con broncas muy serias por el Norte, guerra abierta en el Sur, que me tienen a los yemeníes destrozados, y a los Emiratos, con división de opiniones.
Nos hemos desayunado también este año, con que el Emperador del Imperio se muestra impotente cuando quiere impedir que ex convictos, personas con discapacidades mentales agresivas, y similares, tengan acceso directo a la compra de armas, que la segunda enmienda es muy dura de pelar.
Por si fuera poco, también se encienden luces rojas en la economía del Imperio, cuando se detecta una reducción dramática de la clase media, cuando se constata, que el dinero en manos de las familias ha disminuido de forma importante, aunque los salarios hayan repuntado un pelín, pero de la mitad hacia arriba, que la plebe sigue rampando, como los reptiles.
Los extremismos aparecen consecuentemente con toda su fuerza, en muchos países. España es uno de ellos, pero Francia, USA, Austria, Grecia, Portugal, Bélgica, Holanda, no se quedan atrás, porque que el extremismo sea de derechas o de izquierdas, no es lo importante, que ni quiero a Hitler ni quiero a Stalin o a Pol Pot. Que a todos estos les da por acabar con los ciudadanos que no les gustan.
Seguimos viendo muertos en las playas griegas, hombres, mujeres, niños, ya no importa, ya no se repiten en “Caralibro”, ya no lo airean los del “trino”, ya no vende clicks, es como los desnutridos de África, es como lo de los parados españoles de más de cuarenta años, forman parte del paisaje, ya no impresionan. La historieta cotidiana.
Los suecos dicen que no quieren más de esa chusma que viene del sur, y los daneses, que bueno, que lo mismo, que la realidad es que para las gentes del desierto en su dulce paraíso de hielo, hace demasiado frío, y ya están vendidos todos los abonos de la ópera nacional, que no hay sitio para ellos, vaya.
Hasta la buena de Gaia anda cabreada, y lo peor es que no nos amenaza con el invierno, sino con “la caló”, y yo no sé si vender ya el apartamento de Benidorm y comprarme una parcelita en segunda línea en las costas de Groenlandia.
Finalmente, y siguiendo la línea de pensamiento que expresé en otra de estas entregas, el capitalismo ha vencido, de nuevo. El sueño de los intelectuales que ya en los albores del siglo XX, empezaron a considerar seriamente la posibilidad de enfrentar a la gran masa obrera del mundo con los tenedores de los elementos de producción, para así llegar a un cierto equilibrio, ha desaparecido “como lágrimas en la lluvia” (Gracias Mr. Dick).
Los vencedores de esta guerra de ciento y pico de años, no se han dado cuenta de que el depredador, si quiere sobrevivir necesita dos cosas básicas.
La primera es la necesidad de piezas de las que alimentarse, y la segunda que haya otros depredadores que le fuercen a entrenarse cada día para ser mejores, que gamusino que se duerme, se lo lleva la corriente.
Este sistema capitalista vencedor está corriendo el riesgo de quedarse sin piezas de caza. La riqueza que teóricamente aporta el capital ha derivado de forma tremendamente escandalosa hacia tan pocas manos que pronto se va a quedar sin masa crítica de presas a las que cazar. En ese momento, si llega, la riqueza, que no es más que un concepto relativo, ya que no se es rico o poderoso de forma absoluta, sino por comparación frente a ciertos parámetros, y frente al entorno, dejará de tener valor, o al menos el valor que hoy se le da. Y adiós capitalismo por autofagocitación.
En cuanto a la segunda necesidad, la de otros depredadores que enfrenten al capitalismo, él mismo se ha preocupado de que no existan, y lo han conseguido. No hay ideologías, ni sistemas de organización social que puedan hoy representar una opción a lo que el capital triunfante significa hoy, y ese es el otro riesgo de muerte al que se enfrenta hoy el sistema que gobierna el mundo.
Creo que la humanidad está en estos primeros años del siglo, entrando en el invierno del descontento, de la misma forma que lo hacía Ricardo III, quejándose amargamente de la situación social que le rodeaba.
Al menos el comienzo del invierno, no es más que una luz de esperanza, la esperanza del sol naciente, que en este mundo cíclico en el que vivimos, nada es eterno, que cayó Roma desplazando hacia Oriente su poder, cayó España, y cayó, o se desplazó hacia poniente el Imperio Británico.
Desgraciadamente, estos Imperios, se diluyeron en sí mismos, y fueron otras alternativas externas a ellos los que tomaron su nicho ecológico, no supieron evolucionar, dejaron como eterno el invierno del descontento que habían creado.
Y hoy, en el plano ideológico, el mundo es un erial, nadie es capaz de proponer alternativas humanísticas a la filosofía del poder de los medios de producción, alternativas que además conduzcan hacia una tendencia de mejora de los más desfavorecidos intelectualmente.
Las guerras que están creando las ramas más ultraortodoxas del Islam, no parecen mucho más que un problema policial, en el peor de los casos, y no ofrecen una alternativa intelectual suficiente a la necesidad de luz que demanda cada vez con más fuerza la aldea global en la que vivimos.
Creo definitivamente que nuestra sociedad global ha llegado al punto más alto de la curva, y que va a empezar su declive, si no lo ha hecho ya. Lo que más me preocupa, es la ausencia de ideologías, tras décadas de confundir al pueblo diciéndole que se le educaba, cuando la realidad ha sido que se le ha sometido a un adoctrinamiento en favor de una ideología que ha hecho desviar la riqueza hacia muy, pero que muy pocas manos.
Como no me adoctrinaron en la creencia de la reencarnación, nunca sabré si lo que pienso será la realidad a la vuelta de algunas décadas o de algunos siglos, porque obviamente no estaré aquí, así que a los que sigáis por estos andurriales os pediré unos ejercicios de espiritismo, para que me informéis. Ya sabéis, curiosidad científica.
Buenas noches, y buena suerte

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