Palmira y el poder del Imperio

 

En esas cosas del caralibro, ha aparecido en mi pantalla un comentario del historiador y escritor aragonés Don José Luis Corral, hablando de las destrucciones en Palmira llevadas a cabo por el autodenominado Estado Islámico en ese recinto arqueológico.

Hace referencia el escritor a una obra suya, La prisionera de Roma, que leí en su momento, y que recomiendo leer a todo aquel que quiera conocer aquella parte de la historia del mundo antiguo. La importancia que tuvo la iniciativa de la reina Zenobia, las intrigas a las que debió hacer frente en su momento, su enfrentamiento con el poder de Roma que creyó lejano y poco interesado en las expectativas de una pequeña parte de una provincia de Roma, que vivía del paso de las caravanas, que desde Oriente buscaban los puertos mediterráneos o la Anatolia para llegar al corazón del Imperio.

Comenta Don José luis, que estuvo por aquellas tierras allá por el 2007, y ¡vaya!, también aquel año, en octubre anduve por allí, que no tengo derecho ni intención de olvidar, porque parece que ya no existen.

Hay en el comentario del Señor Corral, una evocación al derrocamiento de Allende a bombazo limpio sobre el Palacio de la Moneda, por parte de los yanquis, usando a su esbirro local Augusto Pinochet, y la verdad es que a mí no se me vino lo mismo a la cabeza, cosa por otra parte normal, que no tengo yo la categoría intelectual de Don José Luis, y no se me espera por esos pagos, suscribiendo, obviamente, todo lo que magistralmente expone.

Lo primero que he hecho, ha sido desempolvar mi bitácora veneciana y recuperar las impresiones que de aquel viaje que no estaba diseñado en la clave del drama que se está viviendo hoy, sino que de lo que se trataba era de descubrir varias cosas.

Una era la influencia que el Imperio Romano tuvo en la zona, las actuales Siria y Jordania.

Los restos de las ciudades refugio de las caravanas comerciales, Palmira y Petra, como claves de aquel mundo.

La grandeza del Imperio Omeya, al que tanto debe la cultura hispano árabe.

Luego ver lo que significaron las Cruzadas y las huellas que allí quedaron.

Y por último casi con el libro en la mano, llegar a Acqaba como un Lawrence cualquiera, buscando los pilares de la sabiduría.

Nada que ver por tanto con los acontecimientos que hoy se están dando en la zona y que nos tienen encogido el corazón a todos.

Pero vamos a lo que ha llevado a sentarme delante del teclado, y es lo que me ha evocado el tema de la destrucción de los restos que de Palmira aún se levantaban en medio del desierto, camino del Eufrates.

La, al parecer bellísima Zenobia, se la lió parda al Imperio Romano, más por la amenaza, que por la realidad de los hechos. No gobernó más allá de cinco o seis años, pero extendió sus dominios hasta Egipto por el sur y hasta la mitad de la Anatolia por el norte. Hacia el este cruzó hasta algo más allá de Bagdad, sin entrar en muchas precisiones.

De hecho, lo que hizo, fue repetir un poco parte de la hazaña de Alejandro, al someter poblados con un ejército entrenado, con el fin de garantizar el control sobre las vías del comercio que las caravanas utilizaban desde tiempos inmemoriales.

La reacción del Imperio Romano, fue eliminar lo que consideraron en algún momento una amenaza. Fallaron en un primer intento, lo que les costó alguna que otra legión, pero finalmente los ejércitos de Aureliano, derrotaron a las tropas de Zenobia en la actual Homs, la apresaron intentando cruzar el Eufrates, y la llevaron prisionera a Roma para exhibirla como siempre hizo el Imperio con los derrotados por sus cónsules.

No sé si luego la decapitaron y la despeñaron desde la roca Tarpeya, o le pusieron una villa en el Tívoli, que queda mucho mejor para final de novela rosa, pero eso es irrelevante ahora.

Palmira fue destruida por el Imperio Romano, muerto el perro se acabó la rabia. El tiempo se encargó del resto, algunas de sus piedras se usaron en la construcción de los poblados surgidos en sus alrededores, aunque quedaron las tumbas sin ser demasiado profanadas, y que por cierto me maravillaron,

Los templos aún aguantaban,  unas filas de columnas siguiendo el cardo y el decumenum de la ciudad y un anfiteatro casi en uso.

Con todo la visión desde las colinas que dominaban la ciudad, al atardecer dejaron en mi retina una imagen inolvidable.

La historia está llena de la destrucción de los asentamientos que perdieron su guerra contra aquel que en su momento fue el más poderoso, y las guerras muchas veces se emprenden por el simple hecho de que alguien se siente amenazado.

Kissinger, creyó amenazado su poder en Sudamérica con la llegada de Allende al poder, y lo destruyó, no por Allende, sino por lo que podría significar un posible efecto dominó en la zona. No sembró de sal Santiago pero llenó el país de Jaras muertas.

Cartago fue sembrada de sal, y como Cartago, cientos, miles de ciudades, civilizaciones siguieron la misma suerte por los invasores, o por los que se sintieron de alguna forma amenazados. Es la historia de la humanidad.

La guerra en Siria, como ya está claro, es la continuación de las disputas armadas que desde la muerte del Profeta, se vienen sucediendo en el Islam. Lo Omeyas/hashemitas de Damasco, que salieron por piernas hacia Occidente cuando los abbasies le dieron cera, los sunníes, los chiíes. Todos contra todos, están en sus guerras de religión, como las que tuvimos en Europa hace seiscientos años. Lo mismo, con la misma brutalidad. Y si hay que arrasar una ciudad, una cultura, se arrasa, que para eso somos seres humanos. ¡Faltaría más!.

Se me ha escapado, ya salió Más. Y es lo que se me vino a la cabeza, no como al Señor Corral, que se le vino Allende.

El Señor Más, me temo que se está empezando a perfilar como una amenaza para muchos, y me temo también, que a base de falsear la historia en su beneficio, se le están olvidando algunos capítulos fundamentales de la historia de la Humanidad que acabaron las más de las veces de una forma nada saludable para sus impulsores.

Si la patraña que ha puesto en marcha en el noreste de España, sigue hacia adelante, pueden tomar alas ideas parecidas en Córcega, en los Países Bajos, en Escocia, en Lombardía, en Groenlandia….por lo menos. Lo de Kosovo, puede ser un ejemplo del aislamiento que pudiera tocar, pero hay demasiada pasta en juego comparada con esa pseudo república balcánica, para que se permita.

Ya hay poderes que están empezando a advertir en foros públicos, que no ven con buenos ojos el tal movimiento, que por otra parte se está llevando hacia delante de forma tramposa y torticera. Se ha advertido desde Alemania, desde el Reino Unido, con todas las letras, y esperemos que los yanquis se estén quietos, pero me consta que tienen un ojo puesto en el “process”, haciendo cálculos de lo que una tal amenaza puede costarles.

Los mercados financieros ya se están haciendo eco de que hay una amenaza, y que los doscientos y pico mil millones de euros que debe Cataluña a unos y a otros, pueden peligrar en un escenario independentista.

No creo que se arrase Barcelona, sembrando después con sal la Meridiana o el Fossar de las Moreras, no lo creo, pero hay muchas formas de arrasar hoy una tierra, sobre todo si ha de servir de ejemplo para que este tipo de conductas no se repita en otras latitudes.

El eco internacional que está despertando este movimiento de segadors del siglo XXI, es más que eco, sordina. Por el momento, no han llegado demasiado lejos, ya veremos, pero no hay cosa que más le apetezca a la comunidad internacional, que la aparición de conflictos que puedan derivar en armados en cualquier momento, así que por Dios no demos excusas.

No olvide el Señor Más, que la reina Zenobia perdió su imperio por enfrentarse a Roma, que Allende murió, y con él el sueño socialista de Chile, que desapareció. Que la historia nos ha dejado claro que las amenazas al Imperio, no se aceptan, te borran de un plumazo, que pierdes hasta la camisa, muchacho. Y ahora se están haciendo los cálculos de lo que el “process” significa para las arcas de los poderosos.

¡Ah!, y que no se me olvide, el Imperio, el poder, y los poderosos, no viven en la Castellana. El Señor Kissinger, sigue vivo.

Buenas noches, y buena suerte

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