¿Quién manda en el Pacífico?

Fue un sevillano, Don Francisco de Sande, allá por junio de 1576, quien le envió en una carta a Su Majestad el Rey Prudente, Felipe II, una seria y bien documentada propuesta de conquistar China.
Este señorito, es decir un hijo de algo venido a menos, cabestreó en sus relaciones con los chinos, de forma que ni él cayó bien a las delegaciones chinas, ni a él los chinos le hicieron le hicieron la más mínima gracia. Un desencuentro en toda la regla.
Los cuatro españoles que estaban en Manila, hay que reconocer que o los tenían como el caballo de Espartero, o eran unos locos ilusos.
Hacía diez años, que Urdaneta había conseguido establecer una ruta para el tornaviaje, con tal de llevar las mercancías desde China a Europa. Urdaneta siguió la corriente del Kuro Siwo en el paralelo 40, desde ahí dio en llegar a las costas californianas a la altura del cabo Mendocino, unos trescientos cincuenta kilómetros al norte de San Francisco. Luego bajar por las costas californianas hasta Acapulco, cruzar el continente hasta Puerto Vallarta, en una ruta llena hoy de estancias coloniales. Salían luego los galeones hacia Cuba, y de ahí hacia España.
Esta ruta, duro hasta 1815, cuando salió el último galeón desde Manila, y durante esos doscientos cincuenta años, el Pacífico fue un charco español, nadie nos molestó, en ese tiempo, nadie, ni holandeses, ni ingleses supusieron durante todo ese tiempo la más mínima oposición. Esa ruta no mejoró hasta la apertura del canal de Suez en 1869, que junto el vapor, la dejó en algo más de cuarenta días.
Lo que el sevillano pretendía, era, al fin y al cabo, controlar los puertos chinos, y obtener tributos de las poblaciones costeras, nada de invadir el continente, del que por otra parte no tenían ni idea. Menos mal que Felipe II estaba con lo de las guerras de religión, buscando reliquias, y aliviándose de su priapismo de la mejor forma posible, que si no hoy los chinos hablaban español, con acento de Shangai.
Los Estados Unidos de América, empezaron a considerar el Pacífico como una frontera que debía correrse hacia el oeste y en 1898, plantaron sus reales en Filipinas, y en la mitad del océano, en Hawai, lo que garantizaba el control del mar, no por temas comerciales de forma primordial, sino sobre todo por temas militares. Pearl Harbour, es uno de los centros de la marina americana más importantes.
Tras la segunda guerra mundial, el Pacífico, pasó a ser el charco de los yanquis, acrecentado con la adición del último estado a la Unión, Hawai. Desde mi punto de vista, el dominio del mayor océano de la tierra, conlleva el poder sobre el resto del mundo.
Hoy estamos asistiendo al nacimiento posible de un nuevo imperio, y hablo del imperio chino. A pesar de las grandes cifras que manejan, y de las alusiones que continuamente se hacen en la prensa internacional a sus políticas de expansión, están aún muy lejos de los americanos.
La renta per cápita de este país con casi 1400 millones de habitantes, no llega a los 7600 $, cuando los Estados Unidos andan por los 55.000$, (España está en los 30.000$ aproximadamente), así que el camino a recorrer es aún enorme al menos en esa magnitud.
Las soluciones que el gobierno chino está aplicando, son las de establecer nuevas líneas de comunicación terrestre y marítima sobre todo hacia occidente, y hacia América del Sur, (el cinturón económico de la ruta de la seda).
Pretenden gestionar, más o menos, con este proyecto “one belt, one road, (un cinturón, una ruta), el 55% del PIB mundial, el 70% de su población, y el 75% de las reservas energéticas. El horizonte es en 2049, ya mismo, como aquel que dice.
Las comunicaciones terrestres, son casi la reinvención de la ruta de la seda, pero esta vez utilizando las vías férreas. Ya hay un tren circulando lleno de mercancías entre Madrid y Pekín, se están concluyendo líneas ferroviarias hacia Xingian de alta velocidad, con la intención de llegar a Europa, así como la reducción del recorrido ferroviario entre Moscú y Pekin, que actualmente necesita más de seis días a poco menos de un día y medio.
Hacia el sur de Europa, a través de Pakistán y Afganistán, se estudian acuerdos para establecer rutas comerciales terrestres seguras. Al fin y a la postre, Europa es actualmente el mayor socio comercial de China.
Lo que realmente parece que le interesa a China, es el control de los puertos del sudeste asiático, para poder asegurar sus líneas comerciales con África. Entre otras cosas, y dejando aparte las enormes inversiones que a fuerza de talonario están realizando en la zona, lo que más les interesa es garantizar las inversiones que han realizado en África, y están buscando zonas para establecer puertos de aguas profundas que les permitan un tráfico fluido de materias primas desde esas tierras.
La otra ruta, el gaseoducto que les une con Rusia, actualmente su nuevo socio, que ha tenido que ponerse en manos chinas tras las actuaciones de Putin en Crimea y Ucrania, y el consecuente embargo que está asfixiando al oso ruso.
El otro gran proyecto chino, es el ferrocarril que uniría Perú con Brasil, las costas de los dos grandes océanos, a través del Altiplano y de la selva amazónica. Para las inversiones que los chinos están actualmente llevando en la región, es un proyecto de vital importancia, apoyado además por las abundantes comunidades chinas en Perú y Brasil. Solo tendrán que bregar con las agrupaciones de defensa de la naturaleza, por el posible deterioro de la selva amazónica por actuaciones de ese calibre. Pero esa es la idea.
Los chinos desde la década de los ochenta del siglo pasado, han desarrollado una marina que posiblemente sea la segunda en el mundo tras la americana, y no solo con el fin de defender sus costas, que apenas son el doble de las españolas, sino con el objetivo de proteger su comercio, y realmente transformarse en una potencia marítima, como en su momento lo fue España, luego Inglaterra, y actualmente los Estados Unidos.
La implantación de bases en islotes deshabitados, o la intención de crear islas artificiales, más que un deseo de más territorio, es la necesidad de asentar su dominio en el Mar de China y del Océano Índico.
Las reacciones de Japón y la inquietud de los Estados Unidos, no auguran nada bueno, ya que lo más probable es que se cree una zona de tensión entre países armados de forma extremadamente sofisticada, discutiendo la supremacía en una zona muy concreta del mundo.
Quiero al final hacer notar que los progresos de China son espectaculares, pero siguen dejando el Pacífico norte, como la charca de los americanos, aunque vayan extendiendo poco apoco control sobre otros mares y otras rutas comerciales, que teniendo su importancia, distan aún mucho de ser las más importantes del mundo. Las relaciones de China estratégicamente se dirigen a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), con los que han creado un banco de desarrollo, fuera del Banco Mundial, donde tienen su participación muy limitada, e intentan tratados comerciales para soslayar los TPP (acuerdo transpacífico de cooperación económica) que engloba 11 países Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile) del que están excluidos, y el TTIP entre Europa y Estados Unidos, que obviamente también les deja de lado.
Las cartas se están repartiendo, y los Estados Unidos controlan los mares, especialmente las rutas marítimas del Pacífico, del Atlántico Norte y del Mediterráneo, a pesar del intento chino sobre la compra del puerto del Pireo, en el que han realizado ya inversiones muy importantes, y disfrutan de contratos de alquiler por el uso del mismo.
Aún queda mucho, pero la geopolítica de las grandes potencias, en las que por cierto Europa tiene poco que decir, está conduciendo a los actores a una batalla, que confío no se transforme en guerra por el arrebatar a Estados Unidos por parte de China la supremacía mundial.
Buenas noches, y buena suerte.
Nota: He sacado información de:
-Naves negras (Carlos Canales y Miguel del Rey) Editorial Edaf 2015.
-Revista de Política Exterior (Septiembre-Octubre 2015)

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