Rosa María

Me parece que lo mejor esta mañana es empezar escuchando unos boleritos, de esos que antes de bailaban “cheek to cheek”, o al menos eso es lo que veía en las pelis, que a mí eso del baile nunca me vino. Que uno es muy patas, y en la tesitura de aquellos bailes agarrados se me iba el santo al cielo, que ignoraba la música y me centraba en la chavala, con el consiguiente cabreo y abandono por parte de la pareja.

Así, que hoy será mejor que me centre en los boleritos esos que tengo almacenados en una SD card, y que a través de un teléfono inteligente puedo escuchar en uno de esos altavoces a los que gracias a un “diente azul” le llega la señal.

No está mal escuchar unos boleritos, y acordarse de cuando Lucho Gatica, nos cantaba “La Barca” para felicitar el cumpleaños de Doña Jacinta, con todo el cariño de sus nietos, en aquellos programas de “discos solicitados” de Radio Barcelona, EAJ 1.

Mientras entraba el disco, el locutor nos recordaba que debíamos comprar en “La casa de las mantas”, Jonqueras 5, junto a Urquinaona. “Del bé a la manta”, decía el hombre, y luego Lucho Gatica nos insistía en que la barca tenía que partir.

Ahora, con los líos que tengo en mi SD card, no sé quién coño insiste en que me acerque más, con un piano, un saxo, una batería y un contrabajo. Que nadie canta, y la verdad es que no me importa, que no escucho la música, que solo está ahí, que apenas la oigo.

EAJ 1 Radio Barcelona, la primera radio de España, (en Madrid se insistía que fue Radio España, aunque no se quedó con el uno en su indicativo), pero, ¿ a quién le importan esas cosas?.

Seguro que si dejamos a un lado a cuatro jubilatas, y seis frikis de la cosa, a nadie le importan esos asuntos, que la radio ya no te felicita salvo en los programas hechos a medida de la colonia sudamericana que vive entre nosotros.

Qué le vamos a hacer, los tiempos cambian tanto que nos han sobrepasado, aunque sigamos creyendo que tenemos cierto control sobre los nuevos desarrollos tecnológicos, y la verdad es que no, que no lo tenemos, al menos la mayoría de la población, pero de ilusión también se vive.

Y me acuerdo de todas estas cosas, por esa noticia que acaba de llegarme:

Doña Rosa María Mateo es la nueva presidenta de RTVE. Y es que Doña Rosa María, seguramente escuchó un bolerito en casa después del cole en la radio familiar, y quizás lo bailó amarradita con quien le apeteció, y cuando le apeteció, y seguro, además que ella, no como yo que no he dejado de ser un cabestro certificado, disfrutó de la música, disfrutó del baile.

Y hoy, es la nueva jefa de la tele pública, y mi generación descubre que hay aún proyectos a nuestro alcance, que deberían aprender los tipejos esos del departamento de personal, cuando piden a alguien con experiencia y reciben una oferta de alguien con treinta años en el tajo, a no asustarse.

Que Doña Rosa María, lo primero que he oído que ha dicho es que estaba encantada, pero que miraba con vértigo el reto, y eso me suena a mi generación, al tipo de respuestas reposadas que sabemos dar quienes aprendimos a escuchar la radio en casa, quienes reconocemos a Lucho Gatica, quienes siempre lo hemos preferido a Armando Manzanero.

Así que confío que Doña Rosa María digna representante de lo que un emérito puede dar, tenga una estancia en esa que confío nunca ha dejado de ser su casa a pesar de que algún político, al que no le ha sentado nada bien su nombramiento, haya salido diciendo que “esa señora no ha gestionado nada en su vida”.

País de miserables y de envidiosos, que seguro que Doña Rosa María tiene lo suyo, como todos, pero eso hoy no importa, que lo que se necesita es templanza, es prudencia, es sabiduría, que las decisiones las llenan de tecnicismos los equipos asesores y de sentido común las personas cargadas de experiencia.

Y por supuesto, pienso que Doña Rosa María no tiene nada que ganar con ese reto, lo que hace que su decisión sea aún más admirable, que entiendo su vértigo, pero quizás lo sea más por las voces que a buen seguro levantarán los imbéciles y los envidiosos.

Y es que aún no se ha implantado el gen por el que sueñan los trans-humanistas, rama ciborg, esos que andan en busca de la perfección del ser humano mejorándolo con las últimas tecnologías, el gen que impida que los imbéciles interactúen contigo.

Todo mi ánimo pues para usted, Doña Rosa María, todo mi agradecimiento, y por supuesto mis mejores deseos.

Que por lo demás, en cien años, todos calvos

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