Sucre, Potosí, capital señorita, y tierra obrera.

Don Evo andaba hoy de celebraciones, de alguna manera la localmente famosa batalla de los Altos de la Alianza concluía hoy después de 135 años de haberse producido.

Vamos al contexto. Esta batalla fue la última en la que participó Bolivia aliada con Perú, contra la invasión chilena durante la llamada guerra del Pacífico.

La consecuencia para Bolivia fue nefasta. Perdieron el corredor que les daba salida al mar, y se quedaron con una Armada en un río y en el Titicaca.

El evento de hoy, ha servido al aymara presidente reivindicar lo que se perdió hace 135 años, y la señora Bachelet, como si llovería en Lima que diría uno del Athletic.

Ocurrió hace unos años, 6 o 7 creo, que se encontraron momificados los cuerpos de tres participantes en dicha batalla, un peruano y dos bolivianos, del regimiento de Sucre, que por aquel entonces aún era la capital de Bolivia, estaban con sus enseres, su uniforme amarillo chillón, los bolsillos vacíos, menos las hojas de coca que llevaban por lo del soroche, y los disparos que los mataron claramente expuestos en los cuerpos.

Al parecer, como estaban en territorio peruano, se llevaron los cuerpos a Lima para su estudio, y finalmente tras arduas negociaciones diplomáticas, don Evo ha traído a su oficial y a su soldado a casa.

Ha habido cortejo fúnebre desde el aeropuerto, llegada con los regimientos vestidos de época al museo del ejército, condecoraciones, y finalmente inhumación honorífica en el museo.

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Todo esto en la plaza de Sucre de lo más colorida, discursos de los políticos, angelitos al cielo, y chocolate a la barriga.

Sucre es una ciudad preciosa, tirada a cuerda según las ordenanzas de Carlos V, llena de antiguos conventos, mayormente franciscanos, que fueron los que se frotaron las manos en Sudamérica con la desgracia jesuítica, y que particularmente diré que sin haber estado en ella, ya la conocía, es una repetición de los cascos antiguos de muchas de las ciudades del subcontinente, como por ejemplo Quito, la vieja Lima, Cuzco, Antigua en Guatemala, Santo Domingo….hasta la vieja Habana o Santiago, en Chile, o en Cuba, la vieja Santa Fe de Bogotá. Teníamos un sistema, se aplicó, y ha funcionado por siglos, incluso con la aceptación y el reconocimiento calvinista, que ha hecho a muchas de ellas patrimonio de la humanidad.

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Hoy, como ayer en Santa Cruz, pues fiesta, y todos a la calle. La ciudad llena de uniformes de escolares adolescentes, confluyendo en los bancos de la plaza principal para charlar un ratito, y pasar el tiempo.

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No es que no quiera escribir, es que es un “ya visto”. La ciudad respira tranquilidad, es limpia, la gente encantadora y amable, menos cuando se suben a los coches, que se mutan en cafres como en muchas partes del mundo.

Ahora bien, la municipalidad ha decidido poner “cebras en los pasos”, en los pasos de cebra, quiero decir. Chicos vestidos de cebra que de alguna forma recuerdan al conductor que las rayitas blancas están para algo. Me parece una medida de lo más original, didáctica, y me temo que además práctica. No estaría de más que se considerase una solución parecida en muchas de nuestras ciudades.

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Solo mencionar, que aunque la estructura de la ciudad se ha mantenido, tal y como la soñó Carlos I, sufrió un importante terremoto en 1945, que destruyó muchos de los monumentos coloniales, y su reconstrucción se realizó en lo que ahora se viene en llamar estilo republicano, y así marcar distancias con lo que hoy es el Estado plurinacional boliviano de don Evo.

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Eso sí, son edificios afrancesados, en un neoclásico post napoleónico, que dan a la ciudad un aire señorial, a fe mía.

La, digamos rival de Sucre, es Potosí, la ciudad que se levantó a los pies del Cerro Rico, y que su explotación y descubrimiento por parte de los españoles allá por 1545, supuso unos de los mayores trasiegos de plata desde América a Europa.

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No solo esa fuente de plata significó un ingente capital con el que la Corona Española alimentó sus guerras de religión, sino que supuso la creación de un sistema monetario que culminó con la creación del dólar americano siglos más tarde.

La instalación de una Ceca en Potosí, donde entre otras acuñaciones se encontraba el real de a ocho, fue realmente un sistema monetario eficaz, internacional, y con una referencia clara que era el peso de plata que llevaba la moneda.

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La Ceca de Potosí, junto con las de México y Lima, fueron las únicas que funcionaron en América, y cada una de ellas llevaba impresa en una de las caras el símbolo que identificaba la Ceca, y la firma del responsable de las aleaciones.

La ciudad, actualmente se siente abandonada por Don Evo. Como consecuencia de ello ha sido declarado su estatus de patrimonio de la humanidad en riesgo de ser revocado, y con razón me temo.

El Cerro Rico, que domina la ciudad, es donde se encuentran las explotaciones no solo de plata, sino de otros minerales como estaño, cobre, y no sé cuántas cosas más que se extraen aún en condiciones realmente penosas, no solo desde el punto de vista de la tecnología de minas, sino de las condiciones de vida de los miembros de las diversas cooperativas que actúan sobre el Cerro Rico.

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Apechusga, como diría Elena en el país de los horrores. Las condiciones de trabajo exigen que se trabaje a cuatrocientos metros de profundidad a temperaturas por encima de los cuarenta grados, con unas medidas de seguridad mínimas, por no decir inexistentes, y a destajo, sin tonterías, sin filtros, jornadas de más de doce horas…

Todo esto, claro, a cuatro mil doscientos metros de altitud como poco, lo que representa un esfuerzo extraordinario.

Claro, el que pilla una silicosis, se muere, como siempre a los treinta escupiendo sangre, pero sin hospitales especializados, sin ningún tipo de seguro, nada, a pecho descubierto, y la familia ojalá tenga hijos en edad de bajar a los pozos, para seguir comiendo, y muriendo a los treinta.

Menos mal que el sistema no lo idearon los colonizadores españoles, porque vamos, teníamos leyenda negra para otros quinientos años.

Con todo el aspecto que te ofrece la ciudad, es festivo, la gente sonríe, es encantadora, como tantas veces he dicho de tantos y tantos países en los que entras en contacto con la gente de la calle.

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Me llevo un recuerdo agridulce de estas ciudades, y me alegro de haber venido. Para mí es tocar una parte importante de la historia que me concierne, y que debo conocer de primera mano, aunque hayan pasado muchos siglos. Mi conclusión, es que los españoles no fuimos unos angelitos, nadie lo es, y la vida ha sido dura siempre, pero en estas tierras, hemos dejado un idioma común que cohesiona todo un continente, sin destruir las culturas locales. Hemos dejado una estructura jurídica, que se sigue aplicando en su filosofía hoy en día, unos sistemas administrativos para la organización tanto del estado como de las ciudades, arte, urbanismo, y hasta unas creencias religiosas, que siguen vigentes. En definitiva, una forma de vida con raíces milenarias que pueden usar, adaptar, y que plenas de actualidad aún son válidas.

Seguiré aprendiendo en este maravilloso subcontinente.

Buenas noches y buena suerte