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Caniculares globales

Hace calor en esta España, hace mucho calor, como siempre por estas fechas en las que nos vamos acercando a ese diez de agosto en el que creo se celebra el día de San Lorenzo, el que acabó asado en una parrilla dice, no sé si la leyenda o la historia.
Y sí, aquí el calor tiene sus especializaciones, que si te pilla la calima en Canarias, esa que lleva toda la arena del desierto, y se une a la dulce humedad del océano, tu final puede dejar al del tal Lorenzo en una broma.
Claro que si te pilla un día tonto en Córdoba, no te lo cuento, o unos buenos cuarenta en Alcudia, o…
Y como decía el otro día un podcast de Santiago Camacho, con el que me despepitaba, hace tres años tuvimos un año record de calor, hace dos, otro, y este, seguramente, lo será también.
Nos pasará, decía, como a la rana que murió hervida porque el agua en la que nadaba iba subiendo de forma muy lenta su temperatura, y el animal iba adaptándose poco a poco…hasta que se le desnaturalizaron las proteínas, cosas del calor.
Y apuntaba el bueno de Don Santiago, que a lo mejor a nosotros nos acababa pasando lo mismo, que se nos está calentando el agua de la piscina y no nos estamos dando cuenta, y cuando queramos hacer algo, resulta que tendremos los huevos pasados por agua.
Y a lo mejor la cosa está relacionada con la precisión de los sistemas de medida, que en estas cosas y en otras muchas a veces soy como Doña Euduvigis, o como Don Agapito, que no les hago mucho caso, que no me doy cuenta, que lo que me pasa es que leyendo a Delibes y viendo lo que me dice del campesino castellano que vive de su secano, cuando mira su luminoso y azul cielo que solo le trae moscas y sequedad a su grano, es cuando lo entiendo todo.
Que la Naturaleza es muy suya, y le importa un pimiento que se nos seque el trigo, o que la especie humana siga o no siga, que siempre quedará ADN en bacterias extremófilas, y poquito a poco, evolucionando ya veremos hasta donde vuelve a llegar la cosa.
Parece que sí, que nosotros los humanos, (a partir de ahora “la peña”), algo le estamos haciendo al planeta, mejor dicho, al ecosistema que nos sustenta, que el planeta sigue siendo redondo, da sus vueltecitas alrededor del sol, y sigue en su sitio, que para algo se colocó ahí, o lo colocaron, que ¡vaya usted a saber!.
Cuando me pongo en plan de que otra extinción me importa un carajo, no me aguanto ni yo mismo, pero es cierto, que al parecer no echamos de menos a los grandes dinosaurios esos que dicen andaban por aquí hace sesenta millones de años, y a nosotros, los Ciborg que se alimenten de polvo marciano, y transmitan el ADN envuelto en algoritmos interpretables al órgano, tampoco nos echarán de menos.
Y como buen epicúreo que me siento, diré aquello de que lo que me apetece es pasar el calor lo mejor posible, si en zonas fresquitas…sea, que debajo del aire acondicionado…sea, que conectado al barril de Mahou en vena, pues sea también, que no vamos a ponernos histéricos por unos grados de más, y si reventamos, que al menos sea con una sonrisa.
Porque si la cosa sigue así, reventamos, como la rana a la que le va subiendo paulatinamente la temperatura del agua de la charca, pero la cosa tiene también sus ventajas, que si yo reviento por eso de calentamiento global, delante o detrás vienen todos los que me llevan dando la lata con sus monsergas, sus manías, sus sígueme, sus ¡me gusta!.
Que nos vamos todos al carajo, pues muy bien, que espero no encontrarme en el lado etéreo donde solo viven los espíritus, al Tito Trump, al indepe de turno, al Marianico robapobres, y a todos y cada uno de esos tocapelotas con los que, a la que nos descuidamos, nos amargan los huevos fritos del desayuno, esos que ya no te dan en ningún sitio con puntillita, ni con su gotita de aceto balsámico, como recomendaban los gourmands de los setenta del pasado siglo.
Y si nosotros los humanos tenemos la culpa de esto, ¿qué le vamos a hacer?, en el pecado llevaremos la penitencia, y si no, si es cosa del planeta, que le ha dado un pronto, pues pagaremos los platos rotos, pero por lo menos dejaremos de ver las fotos de la osa blanca con sus oseznos haciendo equilibrios en un trocito pequeño de hielo ártico.
Que los que nos vamos seremos nosotros, sea, pero al parecer, desde que hace más calor de ese, global, por las porquerías que echan los chinos y los yanquies a la atmósfera, la población de osos polares no deja de crecer, y la seres humanos también. Será que el calorcito nos viene bien.
Me dicen aquellos que tienen un concepto antropocentrista de la Naturaleza, que a los calvinistas que comen mantequilla por las latitudes aún fresquitas del Norte, se les va a venir la hembra del Anopheles a picarle en el culo, como si fueran un niño del ecuador terráqueo, y eso es terrible….para ellos que el Anopheles y el parásito asociado, amplían mercado.
De mal aria han muerto emperadores romanos mientras paseaban por el Foro, y todos tan guapos, y ahora el Bacillus cereus, de una variedad puñetera anda limpiando la selva centroafricana de chimpancés. Ya lo siento por ellos, pero es el juego de la vida, que el chimpancé es muy majo, pero el Bacillus cereus hace unas colonias preciosas si lo hacemos crecer en un medio de cultivo específico, de esos que se venden en la compañía en la que anduve unas décadas.
Y si alguien me dice que hay formas de vida mejores que otras, acabaré cerrando el pico, pero lo que mi estupidez ve, es que por aquí de lo único que se trata es de mantener cadenas de ácido desoxirribonucleico en funcionamiento, y si las secuencias no dan un humanita, no importa, dará otra forma de mantener ese secreto que es la vida, y lo que menos debe importar es la forma en que se manifieste.
Así que si la cosa sigue calentándose, haya yo cerveza fría, o buen champagne frío también hasta que se me coagulen los entresijos, que daré un abrazo de bienvenida a los termófilos, y a los extremófilos, que ¡coño!, también tienen derecho a transmitir su ADN.
Con su pan se lo coman