Viaje a Rumanía o lo que quedó de la utopía socialista

P1000586Mayo 2013

Reflexiones sobre un viaje a Rumanía, por tierras de Vlad el Empalador

 

Nunca había estado en ese país, lo que a mis ojos de perro baqueteado por mil trenes, aviones, y hoteles, le daba un cierto aire de ¿exotismo?, no sé.

El caso es que me subí a un cacharro desvencijado de la TAROM, donde recibí el primer choque sociológico de lo que iba a encontrarme en tierras Cárpatas.

El avión, sin llegar a los excesos de Air Maybe (líneas aéreas de Tanzania)* tenía un ambiente encantador de tren playero de los cincuenta, y a no ser porque las ventanas no se podían bajar, los animales no estaban permitidos, y había que cruzar antes de embarcar los crudos controles de Barajas, seguro alguien habría puesto un botijo en la ventana, alguna gallina habría depositado un huevo, o un vecino de butaca hubiese sacado su fiambrera de gulash, para ofrecer a todos.

Hubiéramos fumado nuestros liados de caldo**, y no nos hubiéramos intoxicado ya que alguna ventana abierta para refrescar el botijo, nos habría salvado…..

Sobrevolando los alrededores del aeropuerto de Bucarest, me llamó la atención la disposición de los pueblos que se alargaban pegados a las carreteras. Tuve un flash de la Cañada Real***…no sé por qué,  aunque luego no se confirmó ese flash.

El aterrizaje dentro de normas, me brindó el primer paisaje con los pies en el suelo, un aeropuerto con aviones de una sola compañía, TAROM, cuatro aviones de hélice de uso interno y santas Pascuas.

Emulando al Don Juan diría aquello de ¡ Bucarest rico vergel de amor y placer emporio!..pues no..La ciudad tiene ese corte que el socialismo soviético intentó dar a las capitales de sus satélites llenándolas de parques inmensos, avenidas amplísimas, y construcciones públicas mazacotorras a loor y gloria del régimen.

Sin embargo, todo eso está construido sobre la capital de segunda clase que fue de la tierra Transilvana, parte del imperio austro-húngaro.

De esa ciudad quedan edificios públicos del último tercio del siglo diecinueve, no carentes de cierto interés arquitectónico, y hablo del Banco Nacional, el Tribunal Supremo (que quiere ser La Conciergerie parisina cuando crezca), la Universidad, o el Palacio Real, el Casino, o el Gran Hotel.

Los monumentos religiosos tienen desde el punto de vista arquitectónico un interés limitado, aunque no están exentos de un halo romántico, que los hace entrañables.

Digamos que el centro histórico decimonónico, nos muestra una ciudad que quería crecer como un pequeño Paris del este….quiero pero no puedo.

Desgraciadamente la dictadura de Nicolas Ceaucescu, y antes, el desastre de la segunda guerra mundial cercenaron esas aspiraciones.

Hoy ese centro histórico, está lleno de casas en ruina, por pleitos interminables con la administración pública, fruto de las expropiaciones forzosas del último dictador.

Incluso las casas que jalonan el “Champs Elyseès” local, preciosos palacetes decimonónicos, están los más de ellos en un estado lamentable.

La ciudad es como un ejército derrotado, edificios en ruina, casas de pisos muy humildes y mal mantenidas, un tufillo en fin a ese sueño del dictador megalómano que fracasa en todo menos en destruir  lo que toca.

Hoy Rumanía es parte de la CEE, pero no se la ha permitido acceder a algunos de los sistemas clave que permiten a los ciudadanos más hacia occidente una vida más desahogada, así, no es parte del euro, no disfrutan sus ciudadanos de la posibilidad de trabajar libremente en el ámbito europeo, ni forman parte del espacio Schengen. Es lo del Reino Unido, o Dinamarca pero a la fuerza, y en versión pobre.

Sin cruzar las fronteras de Bucarest, la consecuencia es, bajos salarios, falta de trabajo (25% de la población ha emigrado), un comercio que recuerda al de Papiol en los sesenta, por decir algo.

No sé si el hecho de que aparentemente la población sea muy joven, es o no una ventaja para el país, posiblemente sí, pero vi mucha gente de edades por encima de los cuarenta, que se educaron bajo el régimen anterior, con una tristeza en la mirada que asusta.

Ese centro histórico del que hablo, se llena a la atardecida de gente que llena y rellena los bares, baretos, puses, restaurantes, restaurantines, comederos para guiris (una foto please).

El ambiente es muy agradable, y al participar te conviertes también en parte del espectáculo, que das a quienes no pueden sentarse a tu lado…La primera sorpresa es el precio que te piden por ese ocio, y por la restauración en general. No hay forma de gastarse 10€, en copas sin salir totalmente borracho.

El comercio en general es pobre y poco atractivo para nosotros, fuera de algunas tiendas internacionales que no traen lo mejor que tienen, hay muy poca cosa. Por cierto el concepto de Grandes Almacenes  tipo Macy’s no existe o no supe verlo.

Visitando los supermercados vi muy poco alimento de alta gama, los productos locales con precios muy ajustados, y los de multinacionales, a su precio lo que imagino deben excluirlo del común de los ciudadanos.

Una cosa curiosa que me llamó la atención los días que estuve   en esa tierra, fue el calor que sufrimos. Estábamos 6/7 grados por encima de los países de alrededor, en una suerte de microclima, que para ser sinceros ni los locales entendían.

Estaba dudando si mencionar o no el Parlamento y al final, lo haré. Es al final un aborto de locura que avergüenza a los rumanos, según pude entender claramente. No están orgullosos de es período de su historia en absoluto, y es encomiable su deseo de salir definitivamente de ese círculo.

El actual presidente dentro de lo que significa ser político, apareció el sábado por la noche en un restaurante con su santa (hubo por parte del guía local comentarios de lo más maliciosos).

Bailó, no molestó a nadie, cenó tranquilamente y se marchó, o me marché yo antes, no me acuerdo. Pero desde luego dio una sensación de sencillez encomiable, y tuvo contacto con la gente sin mayor problema.

Sigamos un poco con estos aspectos económico/sociológicos que soportan mis impresiones de este viaje, y comencemos por un aspecto básico de una economía occidental, el transporte.

Las carreteras directamente aterrorizan, tanto como aterrorizaba nuestra red Redia. No sé cuanta gente se mata al día/mes/año, pero me temo, que, por lo que vi, son cifras difícilmente asumibles.

Para solucionarlo, la inversión que se requiere es monstruosa, así que me temo que tardarán en resolverlo, ya que ni siquiera hay dinero hoy en día para un correcto mantenimiento de lo existente.

Los trenes no le andan a la zaga. Diremos que tienen un cierto aire romántico y así me ahorro decir que son un castigo para el pueblo rumano y sus invitados.

Salvo una fábrica de automóviles que soportó la transición no he visto nada que impresione, los campos, no diré que baldíos, pero no me transmitieron ninguna sensación de riqueza o de explotaciones rentables. Supongo, ya que no lo constaté, que el mismo problema que se creó con la propiedad urbana, al ser expropiada por el anterior régimen, se extendió a la vida rural, con el consiguiente aparente abandono de los campos.

Y siempre el desastre de las explotaciones industriales que el sistema socialista creó. Hoy totalmente abandonadas, tras haber causado desastres no solo en el entorno natural sino lo que es peor en la salud de la gente.

Tampoco creo que un clima continental posiblemente extremo ayude mucho a una agricultura y una ganadería boyantes.   Como podría decir cualquier Harvardcito, hay muchas áreas manifiestamente mejorables.

El país está rodeado por multitud de países casi todos o bien procedentes del desmembramiento del telón de acero o de su peor consecuencia, la guerra de los Balcanes. En cualquier caso, de lo más  pobre e inestable de Europa.

Su salida al mar no es para tirar cohetes, ya que como gran cosa disponen de un puerto en el Mar Negro, de dudosa eficacia.

Lo que tampoco creo que hayan podido quitar de encima es la burocracia extrema y sin sentido, característica de aquella época,.

Ignoro como es el sistema educativo, y mucho menos como es la Universidad, pero parece que en lo que se refiere a grandes científicos, o literatos la cosa anda justa. Apenas un Eugène Ionescu, que se lo apropiaron los franceses, (claro que escribió en gabachois), y nada destacable en el ámbito de la música, pintura o literatura.

Tierra de paso, un poco el jamón y el queso del bocadillo entre otomanos y austro-húngaros. Así que tortas por los dos lados, ausencia de poder real, militar o económico.

Mi historia algunos casos que recordar no quiero..,Así, que aparte de algún rey caudillo, más o menos sanguinario, (el tal Vlad Tepes por ejemplo), lo que encontré fueron ciudades de artesanos organizadas siguiendo el más estricto orden gremial europeo, con implicaciones en la defensa de sus ciudades.

Supongo en esas épocas tremendas dificultades de comercio, por la ausencia de poder militar suficiente para garantizar transacciones y transportes.

En favor del desarrollo de la sociedad rumana debió estar el ser camino de paso del gran comercio Oriente / Occidente, lo que supuso incluso que algunas artesanías orientales encontraran acomodo en su territorio.

Sin embargo, también hay una cierta tendencia al nomadismo, y se llama gitanería. Es curioso que tampoco aquí sean bienvenidos, se reniega de ellos como elementos indeseables de la sociedad, inadaptados, con normas de vida propia, que no casan con los requerimientos de una sociedad moderna. Pero son parte del pueblo rumano, y tendrán que seguir toreando con ellos.

La religión es, como no podía ser de otra manera por su situación geográfica Ortodoxa, y durante estos días tocó la celebración de la Semana Santa y Pascua adjunta, con sus huevos decorados, sus conejitos de chocolate, sus ritos relativos a la muerte de Cristo, sus misas interminables, y sus cantos con sochantre y todo.

Los dos monasterios que tuve ocasión de visitar no difieren demasiado del concepto de la Iglesia Romana sobre el mismo tema.

Hasta representación callejera de la Pasión me fue concedido ver,  por cierto no exenta de una violencia que espero no fuera más que juego de actores.

Los Cárpatos, son otra leyenda que en mi incultura esperaba más cafres. Nada de nada, Guadarrama y Maestrazgo, no mucho más, alturas máximas de 2500 metros, y dado que no hay mucho que enseñar en el país, te llevan a ver sus estaciones de esquí, vamos un St. Moritz cualquiera, del Este….

Por último no puedo pasar por alto la leyenda romántica que se le viene a la pluma al bueno de Bram Stoker, en su cuento del no muerto, su diablo, “Dracul” en vernácula, y que este pueblo lleno de ilusión ha fomentado en su favor como atractivo turístico. El castillo que sobre un picacho te enseñan es, la verdad, muy bonito, y lo han desarrollado como un parque temático, en medio de as broncas entre el estado y la familia noble que hoy ostenta la propiedad. Está bien.

Aunque los verdaderos vampiros de nuestros días fueron seguramente los Hohenzoller, y los Ceaucescu, cada uno dejando su huella arquitectónica como símbolo de su poder….y el que venga detrás que arree.

Así vi Rumanía, y así lo escribo, pero antes de cerrar el capítulo, quiero destacar que mis compañeros de viaje, hicieron realidad una experiencia enriquecedora en lo lúdico y en lo personal, así que vaya a ellas mi agradecimiento.

*Ver Memorias de África de Javier Reverte

**Tabaco para liar Made in Spain, (marca Ideales) muy utilizado en la posguerra española o sea hasta casi los setenta del siglo pasado

***Famoso barrio  residencial de las afueras de Madrid ocupado en su mayoría por etnias gitanas, y lo que caiga

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