“What kind of society have we created that sacrifices People in their prime”

 Ciertamente llevo muchas lunas sin asomarme a mi bitácora, ¿qué le vamos a hacer?, que como diría mi amiga la iconoclasta, ando unos meses que no tengo el chichi para bailar sevillanas.

La vida es así. Y debo reconocer, que dejando a un lado la situación político social de nuestra querida España, y de ese pedazo inseparable que es mi muy querida Catalunya, las cosas que suceden a mi alrededor cada día me gustan menos.

A lo mejor sucede que estoy viviendo las consecuencias milenaristas de la llegada de la era de Acuario, y eso está acercándonos a ese real final del mundo de los humanos, quizás sin necesidad de Armagedón final.

He leído estos días un curioso libro con unas buenas dosis proféticas, “El Desembarco”, en donde se dibuja la invasión del tercer mundo a nuestras impolutas sociedades, de forma pacífica, y sin adoptar nuestras formas de vida teóricamente evolucionadas.

Jean Raspail, el autor, escribe hacia 1973 esta novela, que sin tanto eco como el famoso 1984, o el mundo feliz de Huxley, tiene el halo de haber sido de los pocos postulados proféticos del siglo pasado que acertaron con el futuro.

Lo que darían los intermediarios de bolsa por tener esa visión de futuro, y además creérsela.

No sé lo que se está gestando en este puñetero mundo en el que vivimos, pero hay cosas, signos que hacen que uno forzosamente relacione los movimientos políticos que a lo largo y ancho del planeta con lo que ocurrió en nuestra Europa a consecuencia del maldito tratado de Versalles por el que se humilló a Alemania sumiendo a su población en una situación de desesperación por pérdida de estatus.

Quizás fuera parte de la pintura, pero a esos finales de los años veinte se viene abajo el sistema económico americano, y ahí me da por volver a leer “Las uvas de la ira” de aquel Steinbeck que retrató como nadie la pérdida de estatus de buena parte de la sociedad americana.

En ambos casos esa pérdida de estatus condujo a una serie de acontecimientos que me parecen muy actuales. Una de las formas más utilizadas por el Tercer Reich para conseguir las voluntades de las masas, fue la modificación del lenguaje de forma que se empobreciese y vulgarizase para que llegase de la forma más simple al corazón de las masas.

Los discursos oficiales se transformaron en gritos guturales repetitivos, y a base de repetir la misma mentira, se consiguió que fuese creída por la mayoría, por los que mueven al final los acontecimientos históricos.

No quiero recordar que aparecieron regímenes totalitarios en las zonas más desarrolladas del planeta, que eran Alemania, Italia, Japón, …y posteriormente incluso en nuestra pobre España, que ya había probado con Miguel Primo de Rivera las mieles de la famosa dictablanda.

Los americanos y los ingleses se salvaron por los pelos. Se eliminaron los grandes reinos de Rusia y China más tarde, sustituyéndolos por los regímenes más sanguinarios que nos podamos imaginar, de la mano de Stalin o de Mao.

La forma que tuvo el mundo de salir de la pobreza que acarreó aquella situación fruto de la Gran Guerra, y del afán desmesurado de enriquecerse a través de la especulación económica, fue armarse hasta los dientes, y destrozar el mundo que se conocía con esa guerra que comenzó en 1936 en España, siguió hasta el 45 en Europa y Asia, continuó con la de Corea, con la masacre de Mao, siguió en Vietnam y Camboya, y sigue, que llevamos ya desde el Yom Kipur del 73, hasta hoy peleando contra el Islam, en cualquiera de sus manifestaciones.

Y hoy, las nuevas tecnologías nos están llevando a lo mismo en unos momentos de zozobra social en Occidente, cuando al parecer estamos deseando que las clases medias con ciertas dosis de poder, consecuencia de aquel new deal (nuevo acuerdo) de Franklin D. Roosvelt, pierdan del todo su forma de vida, su poder, y lo que es peor, las esperanzas.

De pronto te das cuenta de que la palabra guerra suena demasiado en nuestro día a día. Bien que lleva el sufijo “comercial”, que nadie sabe lo que quiere decir, ni lo cruenta que puede llegar a ser sin llegar al burdo sacrificio sangriento, las consecuencias pueden ser terribles, y de hecho, lo están siendo, que los pobres de este mundo, cada vez son más, y que no me vengan con estadísticas manipuladas, que no hay más que ver las obscenidades que aparecen en la revista “Fortune”, por ejemplo, cuando te dicen lo que poseen las fortunas mayores del mundo.

Demasiada gente sin esperanza, esa del libro de Raspail, para quienes la vida o la muerte no significan nada, demasiada gente perdiendo lo que creían que podía asegurarles más o menos un nivel de subsistencia digno y que ahora lo están perdiendo.

Lo he dicho muchas veces en esta bitácora, “El sistema que hemos creado lo que primero sacrifica es al ser humano”, y hoy el ser humano se está subiendo a su vieja camioneta Ford, dispuesta a cruzar los Estados Unidos para buscar una vida mejor, que por cierto no existe.

Y me doy cuenta, que como en aquellos orígenes de los movimientos totalitarios modernos, el lenguaje se está simplificando, vulgarizando, con el objetivo de impedir a través del mensaje cualquier forma de reflexión, haciendo que quede en la mente solo tres o cuatro palabras, sin análisis, solo el mantra.

Y si eso se hiciese en pequeños grupos privados, pensaríamos en condenarlos por crear sectas. Que como euroblancos que somos no tenemos conciencia de lo que significan cosas como “Madrit ens roba”, “Perro islamista”, “Fascista”, “America first”, “Brexit”, “Un país dos sistemas”….es decir lo que del mensaje oculta la frase simple, y las consecuencias que acarrean a los individuos.

Ad nauseam los ejemplos, que esconden, creo, una clara intención del manejo de las sociedades, a través de esos “twitters” que mandan mantras a todo el mundo, para que acabemos creyendo de forma ciega al líder que nos haya llegado al corazón. ¿Y quién discute al líder?.

Los modos intervencionistas que están surgiendo ahora desde la sede del Imperio, son muy parecidos a los de Roosvelt, de la misma forma que el resurgimiento de los nacionalismos, del volver a encerrarse en si mismos los países, que creen así preservar su riqueza, aunque el reparto de la misma ya sea harina de otro costal.

Creo que seguiremos hablando de estas cosas, aunque sea dolorosamente aburrido hacerlo, que no me salen los mantras para convencer a nadie de nada, aunque bien sabe Dios lo que daría porque el ser humano en su mayoría pudiera defenderse de ese ataque terrible.

Carpe diem