Y sin embargo se mueve

Al final parece que no pasa nada, parece que todo sigue igual, que como mucho algunas cosas se ajustan un poco, no demasiado que la inercia del mundo es tremenda, y cambiar lo fundamental no se puede hacer, algo hay siempre que lo impide.
Y es lo del príncipe Salinas, “hay que hacer que todo cambie, para que todo siga igual”, y me parece que es lo que estamos viviendo…iba a decir estos días, no, no solo estos días, es la historia de nuestra civilización, de nuestra cultura.
Yo me reconozco, sin falsa modestia, que soy un deshecho intelectual, que eso de estudiar demasiado, los academicismos, las rutas trazadas de la cultura, me importan entre poco y nada, que hay en el fondo de mi alma una especie de cenetista intelectual, y desde esa perspectiva, imprecisa, provocadora a medias, que pretende ser burlona sin demasiada gracia, veo lo bien asentadas que están las estructuras de la sociedad occidental, que más o menos es la que conozco.
Supongo que en otras civilizaciones, en otras culturas las cosas pasarán de forma similar, pero ya tengo bastante con intentar percibir superficialmente lo que me rodea, y en la mía no oigo más que ruidos, y nueces, lo que se dice nueces, las pocas que caen del árbol tienen dueño antes de tocar tierra.
Por la mañana te despiertas con que parece que hemos decidido en media España celebrar el día del Corpus, que los balcones, de pronto se nos llenan de banderas, todas rojas y gualdas, desde luego, aunque unas tengan más bandas que otras, ¡qué le vamos a hacer!.
Pero cuando te fijas un poco más, las hay asociadas a un club de fútbol, que puede ser el Barça, que sigue ganando, como casi siempre, o del Atlético de Madrid, que sigue perdiendo como casi siempre.
Las hay que quieren ser la bandera cubana, las hay en mástil, atrapadas en las persianas, y las más clásicas, descoloridas. Pero aparte de esa nota de color, las cosas están donde siempre.
Que había atascos en las vías de circunvalación de Barcelona, de Madrid, de Sevilla, de Valencia, de Bilbao…. Que en la mayoría de las gentes, estaba anclado el sentimiento de rutina, el sentimiento de que algo hay que hacer para la supervivencia diaria. Como siempre.
Europa, me dicen que le pone multas a Google, bueno, no está mal, pero los yanquies ponen aranceles a las alitas de los aviones que vende Bombardier y se fabrican en el Ulster. Empate a uno, que si tú bajas los impuestos, yo los bajo también, que si tú no los cobras yo tampoco, empate a dos.
La diferencia es que ahora no tenemos a Lerroux en la presidencia del Gobierno, y casi me alegro, aunque populistas andan dando la lata por aquí y por allí, y Batet, no está para tirar cañonazos al Palau de la Generalitat.
Aunque me consta que a más de uno le apetecería, pero queda feo. Lo que veremos en su momento es a los consellers, uno o varios, escapar por algún tipo de cloaca, como el de la Gobernación de Companys.
Y los Rolling yendo a su cita estándar con Barcelona, como no podía ser de otra manera, a satisfacer a su público, ese que pagaba con el subsidio del paro la entrada hace cuarenta años, y ahora lo hace con la pensión de jubilación. Pero todos son el mismo, todos son los mismos, las canciones las mismas, aunque quizás el ímpetu sexual de fans y de artistas, haya decaído algo, o no, que a veces la última bala tiene también su gracia, si no lo estropea la artritis.
Llevo bastante tiempo pensando que estamos en uno de esos tiempos en los que, como siempre nada se mueve, que La Vanguardia, antes española, ahora es solo La Vanguardia, que lo de la Vanguardia catalana, le produce risa hasta al mismísimo Señor Conde de Godó, que bastante tiene con disfrutar de sus dieciocho hoyitos en el Golf de La Cerdanya, aquel que fundó con el otro Señor Conde, el de Güell. Y es que siendo Conde es difícil ser republicano, o no tener ganas de sacudirle en los morros a cualquier Noi del Sucre que le aparezca por el Raval, aunque ahora sea noia, murciana, y venga del Bagés.
Que en El Confidencial te advierten que si no nos ponemos las pilas en este país, seremos en tecnología informática como Somalia, a la vuelta de unos años. Nada nuevo, que hace más de treinta años, algún anglosajón me soltó cuando andaba yo con ganas de implantar un sistema informático, que España era un desierto informático.
Pues sí, como ahora, pero en el desierto tenemos al sol calentándonos el culo, y los anglosajones vienen encantados a por su dosis de cáncer de piel correspondiente, nada nuevo, seguimos siendo los camareros de Europa.
Y eso que nos amenazan con camareros de esos robotizados y con Inteligencia Artificial, a los que no hay que pagarles la seguridad social, que se pagan con amortización de activos fijos en el balance de la compañía, y que no se ponen enfermos, no, que simplemente se estropean, y en vez de llevarlos al hospital hay que llamar al “périto”.
Pero al final hay que pagar el servicio, y encima no saben discutir ni de fútbol ni de política. Así que todo más o menos igual.
No pasa nada, nada, y si pasa se le saluda, aunque lo más probable es que sea un espejismo, un reflejo, porque la realidad está anclada, puñeteramente anclada, como dijo el viejo cabrón del Valle de los Caídos, “atado y bien atado”.
Y es que en todas partes es lo mismo, que me salen los de Uganda, alteradísimos, que su señorito, el que les mangonea hace treinta años, quiere que se estire la ¿Constitución? Un poquito más para otro mandato….como en todas partes que se pueda hacer, desde Rusia a Venezuela, desde La Habana a Kenia, que ya que estoy y lo tengo controlado pues seguimos un poquito más, que no me gusta que me mangonee nadie.
Y la gente a veces parece que se cabrea, pero no es cierto, los que se cabrean son los que quieren el sitio, que a la gente al final se le da una higa, que saben que nada va a cambiar, que van a seguir como siempre, en su sitio de miseria, hasta la próxima reencarnación, que con suerte, sales hormiga obrera y te garantizan la jubilación.
Así que dicen que te representan, que ellos son tus líderes, que van a pelear por ti y no sé cuántas cosas más, y yo, con mi espíritu cenetista no me creo nada, y sigo creyendo que lo mejor es tomarse una buena copa de vino, sea en Côte d’or o un Savin de buen año, en buena compañía. ¡Qué cojones!