Todo por la pasta

Esta mañana me he levantado, como siempre, mucho después de haberme despertado,  sin un maldito bitcoin en el bolsillo, y no me ha entrado la depre, que estoy ya muy mayor para esos farolillos.

Y es que de pronto me he dado cuenta que lo de estas cosas es como lo de aquella estafa que el amigo de Ansar nos hizo con el globo terráqueo, que todo el mundo vendió a ciento cincuenta y compró a catorce, con permiso del amigo, claro.

Y es que estas cosas de las especulaciones son siempre lo mismo, vaya como en las partidas de póker, o en las de billar de garito, que hay que calentar al primo para que se deje los higadillos en la mesa, que de eso vive el tahúr, que también tiene hijitos.

Y por las singladuras que esta bitácora ha navegado, más de una vez se han hecho reflexiones sobre esos pecadillos, que la Iglesia llama capitales, y lo que hacen es eso exactamente, inflar los capitales de otros.

Y escucho que en estas cosas del dinero sin control, quienes parece que se ponen nerviosos son los que controlan el dinero, aunque estoy seguro que con la otra mano se benefician del asunto.

Que oyes a los Bancos Centrales con ese reconcome de preparar sus propias criptomonedas, aunque como lo hagan dejaran de ser cripto, claro, que aquí la gracia en que la cosa se hace debajo de la camilla. También altos ejecutivos de la gran banca mundial andan con la cosa, que un pollo de J.P. Morgan, anda diciendo que como uno de sus ejecutivos negocie criptomonedas lo cuelga de los pulgares, y desde luego me lo creo, claro, siempre que no obtenga unos beneficios para el banco que considere sustanciosos, o que le dejen a un lado a la hora de cobrar sus compensaciones por el movimiento de la acción de su entidad.

Y con la otra mano, parece que hasta esa cuna del liberalismo económico que siempre ha sido Chicago, anda estudiando en su mercado de valores una forma de diseñar estructurados teniendo como subyacente una o varias de estas criptomonedas. Quiere decir la cosa, que podremos apostar todo nuestro dinero a las subidas o a las bajadas del tal bitcoin o de quién se trate, dejando entonces un papel secundario a la criptomoneda en esa operación que lo que importará será el valor de la papeleta que compraré o venderé a crédito.

Telita de la buena, que quien no perderá será quien cobre las comisiones de gestión sobre el estructurado, y lo que pase luego, a mí Prim diecisiete batallón de infantería.

Claro, antes con eso de que el Banco de España pagaba al portador la cantidad de cien pesetas en oro, de ese que se guardaba junto al arroyo Abroñigal, no había quién pudiera montar estos numeritos, que la cosa empezó cuando alguien dijo aquello de ¡Yo soy más valioso que el oro!, y la peña dijo ¡vale, si tú lo dices!, y a partir de ahí en vez de usar pepitas de metal para comprar el pan empezamos a usar papelitos de colores, que son mucho más monos.

Claro que el poder que da el diseño de las monedas a quienes las manejan es extraordinario, y nos han vendido que las regulaciones a que están sometidos esos papelitos que no están sustentados por ningún subyacente que no sea la confianza en ¡políticos!, para que nosotros, que no somos más que pardillos entregados a lo que nos echen, nos lo merendemos con patatas, incluso en el caso de que todo ese sistema monetario permita que perdamos la libertad de que nadie se entere en qué coño nos gastamos lo que tenemos.

Y estos bitcoins y compañía, tienen ese aire de libertad, que no están sujetos a regulaciones, a garantías, a decisiones de banqueros centrales que le dan o no a la maquinita de hacer billetes a su capricho, y da a la cosa un aire nuevo, refrescante, diría yo, pero por el momento el dueño del quiosco me ha dicho, que por no aceptar no acepta ni a Santa Visa, que además no tiene cambio de más de cinco euros, y que no ande jodiéndole con modernidades.

Un sin vivir, que me he enterado que hay alrededor de trescientos mil millones de dólares sueltos por el mundo en criptomonedas, lo que ni es mucho ni es poco, sino todo lo contrario, mucho para mi bolsillo, poco para que en caso de desastre o reventón de la supuesta burbuja, cause un estrago en el sistema económico mundial.

Ahora que con la iniciativa de los chicos de Chicago, las posibilidades de compra y venta no solo ya de las criptomonedas, sino de los estructurados que puedan hacerse sobre ellas, van a hacer que en menos que canta un gallo esos trescientos mil millones que representan a precio de mercado, se multiplique por un no sé cuánto, y a lo mejor sí que la cosa puede dar para un tembleque mundial.

No tengo ninguna duda de que hay miles de personas trabajando de forma muy activa en este nuevo mundo de las monedas no sujetas a países, no sujetas a bancos centrales, no sujetas a ningún tipo de regulación, lo que las hace idóneas, si se las cree la masa, para ser el nuevo sistema mundial de intercambio comercial, que estas cosas no hay forma de pararlas.

Como he dicho ya, estoy muy mayor, y no sé si nuestro Señor Montoro, estará preparado para pagarme la pensión en bitcoins o en algo parecido, y es que al final a él se le da una higa, que desde que nos pulimos el oro del Abroñigal, todo son papelitos de colores, y el camino hacia el apunte contable electrónico es muy corto.

Así que ya veremos lo que hago, que mi asesor financiero no hace más que decir que compre bitcoins con la extra de Navidad, esa que le ha costado a mi gobierno, el tener que pedir un crédito para pagarla, y yo no sé qué hacer, que en el fondo siempre me gustó llevar los doblones en el canut colgado al cinto, que no necesitaba software, ni mirar las cotizaciones internacionales si tenía que comprar una carga de trigo.

Así que, con su pan se lo coman

 

2 comentarios sobre “Todo por la pasta”

    1. Moneda si, pero poco cripto, que la soportan con «oro, diamanantes, y reservas de petróleo». Es decir lo mismo que soporta a la moneda actual en n país en bancarrota. Deberá cotizarse como el bolívar, y seguir sus pasos. Suena a payasada desesperada

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