La Congregación para la Doctrina de la Fe

Las estancias prolongadas en establecimientos hoteleros lejanos a tu lugar de residencia habitual, tienen algo común con la política, y es que crean extraños compañeros de viaje.
Y este es el caso, que yo nunca he sido habitual del diario conocido como La Razón, que en su momento creo que fundó uno de los Ansones, no recuerdo ni me importa cual de ambos, me encuentro que en la recepción sólo dispones de este medio, y antes muerto, que no leer algo.
Y esta mañana en un editorial de Don Enrique López, de su columna que lleva como nota identificativa, El ambigú, me encuentro con que hoy es una efeméride interesante, que un treinta y uno de julio de 1826, un tal Cayetano Ripoll, fue víctima del último auto de fe que se llevó a cabo en España, concretamente en la Plaza del Mercado de Valencia.
Como indica el articulista, aunque fue condenado a la horca y a su posterior quema pública, la sentencia indicaba que la cosa fuese pelín menos cruenta, y que el cadáver se introdujese en un cubo con llamas simuladas, y posteriormente se arrojase al río. (Supongo que quedaría a la vista mucho tiempo que el Turia en esas fechas caniculares, me da que poca agua debía llevar).
Un tiempo más tarde, dice Don Enrique, el quince de julio de mil ochocientos treinta y cuatro, un decreto abolió el Tribunal de la Inquisición, creado en mil cuatrocientos setenta y ocho por los Reyes Católicos.
Nótese, que lo que se abolió fue el Tribunal, que como bien dice el columnista, la Inquisición, aunque no sea Santa, sigue viva, muy viva, y colea más de los que nos gustaría a los que pensamos que esas cosas de la libertad, de la igualdad y la fraternidad, deberían tener más peso en nuestra sociedad.
Pero parece que no, que hasta la Iglesia la mantiene, bien que con nombre falso, que ahora me la llaman Congregación para la doctrina de la fe. Y ya no les dejan quemar físicamente a los desviados, a gentuza como Giordano Bruno, o Galileo Galilei, ahora, los métodos siguen intactos, y además tras tantos siglos de ejercicio, han filtrado su influencia a todos, o a casi todos los estamentos de la sociedad.
Y es que las condenas hoy por no ser madurista, o del Barça, o no creer que Doña Belén Esteban es esto o lo otro, o mucho peor, el hecho de no tener un pensamiento, y digo bien un pensamiento acorde a la mayoría de tu entorno, puede llevarte a ser juzgado sin juicio, a ser tenido como alguien peligroso de quien nadie debe fiarse, con la consecuencia de acabar condenado a la hoguera del ostracismo.
En tiempos de Pedro J. Ramírez, cuando su visión del tema catalán no era el adecuado, te podías ganar un buen golpe leyendo El Mundo en ciertos ámbitos de mi tierra, vamos como decir que eras del Español. Que corría peligro hasta tu vida profesional, y todo eso, desde luego, sin siquiera un buen juicio amañado por un Tribunal más o menos oficial.
Así, que cuando me pongo liberal del todo, y entiendo por eso simplemente ejercer el derecho que creo tener a pensar como Dios me dé a entender, aunque esté en contra de tal o cual doctrina, veo con una gran tristeza, que no es posible expresar un pensamiento sin ser inmediatamente atacado por algún miembro de la nueva Inquisición de turno, que puede estar hasta en el salón de tu casa ese día que ha venido tu cuñado a ver el partido.
No descubro nada cuando afirmo, con la rotundidad ajustada a la prudencia, que hagas lo que hagas, digas lo que digas, a la que haya más de uno que se den por enterados, tienes a la mitad condenándote a la hoguera, y a la otra mitad haciendo proselitismo para que el caballo que te lleva camino de Damasco, haga un quiebro y te tire al suelo. (Si te rompe una pierna, mejor que mejor).
Y es que a cada momento, y seguro que es cosa del calentamiento global, que nos tiene desquiciados, la piel de la gente se va tornando más fina, cada vez hay más cosas que no son adecuadas, que no son, como se dice ahora políticamente correctas. ¡Vamos!, como si hubiese un decálogo de lo políticamente correcto, que lo correcto va por barrios, luego por escaleras, más adelante por habitaciones de la misma casa, y si además tienes un síndrome esquizofrénico en la familia, tienes a uno cabreado consigo mismo cada vez que piense algo.
Creo, con toda honestidad, que deberíamos empezar a gritar contra todas esas Inquisiciones que estamos creando, que no quiero que cada vez que digo algo, que cada vez que pienso algo, que cada vez que hago algo, salgan detractores furibundos, o defensores a ultranza, que mis cosas son mías, que las expongo donde me da la gana, y no son para que le gusten a Juan y le disgusten a Pedro, que ni uno ni otro estaban en mis consideraciones en el momento de crear el pensamiento, y mucho menos en el momento de expresarlo.
Y es que al final, es el débil quien necesita ese tipo de defensa, que no nos hemos dado cuenta todavía del hecho que cuando seguimos una causa, sea la que sea, religiosa, intelectual, deportiva, política….nunca, nunca, el beneficio es nuestro, lo nuestro es soltar la mosca, que hay que ver al futbolista de turno, pues se dejan cien churritos en taquilla, que debemos orar a tal o cual Dios, en forma de la creencia religiosa que sea, nos costará dinero, siempre nos costará dinero, el que alguien nos diga que nuestros pecados están perdonados, o que sufra aquí con resignación que el Nirvana me espera, que te lo digo yo.
Por no hablar de los que siguen a un partido político, que a no ser que directamente la tal organización le dé un curro medio bien remunerado, todo lo que conseguirán es enriquecer a otros a cambio de humo.
Así, que hay que mantener todos esos Santos Oficios, todas esas Congregaciones para la Doctrina de la Fe, todos esos juicios contra el famosillo que no mea por derecho, o contra el que ve formas diferentes de organizar la sociedad, llámese país, o comunidad de vecinos, que si no esto se torna ingobernable, o lo que es peor puede progresar por derroteros que no entiendo.
Me encantaría vivir en un entorno en el que lo políticamente incorrecto fuera divertido, en el que la cultura de la gente diera de sí lo suficiente para entender que sí, ¡coño!, que sí, que la Tierra se mueve.

Con su pan se lo coman

Los «canalones»* dominicales

Domingo, es domingo, así que toca meterse entre pecho y espalda, unos canelones…
¡Coño!, si no es Sant Esteve, y no hay que aprovechar los restos de la escudella de Navidad, cierto, pero es lo mismo, ya, esas cosas son detalles que a nadie importan, que lo de las fechas anda cada día más desmadrado, que no hay ley, y la poca que queda, cuatro desalmados quieren cambiarla por la suya, que esto es Catalunya, que esto es Venezuela, que en los Estados Unidos de América, no puede el tito Trump, que ya le gustaría.
Claro que en otras partes de la piel de toro, te reivindican el arros dominguero, y hasta el marmitako, ¡oye!, que estamos en temporada, pero por estos lares, a la que te descuidas la tradición te sacude con unos caneloni, como Dios manda, que para qué vamos a andarnos con tonterías a estas alturas de la película.
Y servidor, que es de natural tocapelotas, se pide para regar la tradición un rosadito de Reims, ¡vaya!, de la Catalunya nord que diría el tito Jonqueras, que puestos a pedir, y viendo como va la industria del cava, lo mejor es pedirse el pinot noir y el chardonnais con burbujas, que como todo el mundo sabe, lo inventó un amic de Wilfred el Pilos, que lo de Dom Perignon y los ingleses, no deja de ser parte de la campaña de desprestigi, a la que nos somete Madrit…(ens roba).
Pero uno es muy tradicional, que me pasa como a mi hermano Antonio, cuando habla de Don Guido, que eso de repintar los blasones y hablar de las tradiciones, siempre ha tenido un caché como el que siempre quiso tener Victoria Beckam, por ejemplo, y nunca tendrá. Y es que la mujer, con todos mis respetos, no es del Maresme, que tampoco es tan fácil jugar en Vallromana, ¡qué carajo!.
Pero volviendo a los canelones, me temo que no van a tener para retacar un buen tortell de nata, com Deu mana, pero es que estoy en tierras cátaras, y aquí, dentro de la bonhomía, siempre ha habido una pizca de rebeldía, que eso de seguir las leyes, que no sean de la naturaleza, claro, les puso y pone de los nervios.
Y a lo mejor en ese sentido mi ínclito molt honorable de flequillo innoble, tenía algo de cátaro, pero me temo que su catadura lo excluye, aunque es solo una opinión, exenta de cualquier atisbo de mala leche.
Y, es que se pretende que en esta tierra nos igualemos con gentes que cuando llega el sacrosanto domingo, no pongan canelones en la mesa, que se conformen con otras cosas, y es que no nos entienden.
Y no hablamos de montar la nata, o de abrir la “ampolla de Rondel semi-sec”, que no nos entienden, que som una nasió, que no hay forma de encajar en el mundo paella…(bueno, si hablamos de la gran Catalunya, metemos paella de anec de L’albufera, llagostins de San Carles de la Rápita, caldereta de llagosta balear, y si te pones muy, pero que muy nacionalista, aceptamos boullabaise, y ratatouille, siempre mejor que el pisto manchego, puaaff), y claro, cava de la Catalunya nord de la parte de Reims.
Aquí en la Cerdanya, que andamos a medio camino entre Toulouse y Barcelona, ponen una vela a Dios y otra a mí mismo, ¡coño!, a Lucifer, que nunca se sabe, y el flan te lo dan con nata montada, tortell de nata no les viene, y la estrella es el tatin de manzana normanda o bretona, que se me dá una higa, después de que mi sentimiento nacionalista se me haya exaltado con los canelones.
Que uno tiene el alma partía, y voy a terminar emigrando a Nosesistán, o a Porsistán, como me sigan mareando con tanta insistencia, que a uno se le andan esclerotizando las neuronas y no está para fintas y flexibilidades.
Porque la guerra al final se centra en que si Neymar se queda en el Barça, o decide buscarse un apartamento brasileiro en L’Ille Cité, que otra cosa en este tránsito de julio hacia agosto es lo único que interesa.
Que lo demás se arregla con pagar horas extras a sus señorías del Constitucional, y a los picoletos de a seiscientos euros mes que no dan abasto. Y es que desde que estos últimos arrinconaron los “naranjeros”, se les ha perdido mucho el respeto, que hasta el molt honorable me los denuncia, porque huelen a cuartel.
Pero, al final, algo hemos ganado, ¿ganado?, be, aixó m’agrada, que nos ponemos intelectuales y no tenemos nivel en la Generalitat para discusiones, que aquí, se han dado cuenta que las discusiones no son más que pérdidas de tiempo, que cuando la mitad más una pizca creen que han de ir por un camino, lo mejor es ser prácticos y tirar a toda leche, no sea que salga alguien con pelas a tocar los huevos y nos mande esta traca de “festa major” a compatir con la Patum, y la tenemos ya muy mayor para confrontaciones.
Así, que uno en su afán eterno de evitar molestar al prójimo, lo mejor que puede hacer es ir a dormir una buena siesta, con cierto desencanto, que por ponerse nacionalista, va y pide un “Don Miguel”, de Mascaró, y me ofrecen un Carlos I, que hay cosas en la piel de toro, que no tienen remedio.
Sopas se hacían por estos pagos Lacan, Freud, y cualquier argentino que se precie. Que los niveles de soc pero no soc, y veremos cómo va la cosa, pero que a mí no me pregunten, que diga lo que diga me van a sacudir en las orejas por “botifler”, y yo estoy por a ver cómo saco la batalla de las secas amb butifarra de todos los días, y los caneloni, con cava y tortell de los domingos.
Un sin vivir, y una incongruencia tras otra, pero estamos en verano, y si quieres incongruencias échale un ojo a Juego de Tronos, y me explicas lo del enano y la Kaleesi, que cada día se me parece más a lo del partido comunista chino, infiltrado por podemitas.
Y mientras tanto, espero que mis amigos venezolanos salgan con bien y pocos muertos del lío en el que les han metido los salvadores de la patria, que podían dedicarse a la masturbación subvencionada, en vez de joder a la peña.
Con su pan se lo coman
* bien es sabido que en Italia son caneloni, y por estos pagos, según sea bruto el parlante, que tanto vale canalones, como canelones..e tutti tre avvevano ragioni

El bodorrio del sábado

Uno viene a estar tranquilo unos días, en uno de esos sitios que se llaman Relais du silence, que le viene bien a la progenitora, y cómo no afirmarlo, también al que suscribe.
Y las cosas andan más o menos como uno se lo había imaginado, el campo de golf a cincuenta pasos, bien, con poca gente, bien, pocos huéspedes en el tal Relais, bien también, y por ende poco ruidosos.
El paraíso piensa uno, que estamos a final de julio, que esto es la Cerdanya, que por el resto del país se están asando en las aceras hasta los de comunión diaria, rosario por la tarde, y novena los primeros viernes de mes.
Y aunque lo disfrute en silence, no deja este autor recordar la cantidad de turistas que hay dando vueltas por España, la cantidad de puestos de trabajo que me dicen los de la cosa política que el turismo está creando, que todo son puestos de trabajo, miserables, cierto, pero puestos de trabajo.
Será así, pero en esta primera semana, ha habido atasco un día, que llegaron como treinta ciclistas suizos, alemanes o austríacos, que hicieron ruido, porque ya se sabe, unos cardan la lana y otros llevan la fama, y no hay panda más ruidosa que la tedesca, que diría mi amigo italiano.
Todo tranquilo, a la española, claro, que los albañiles tenían que hacer un agujerito, porque no sé qué puñetas de la conducción de no sé qué, y esto es, ya se sabe como las bromas de pueblo de Miguel Gila, ¡que me habéis matao al hijo, pero lo que me he reído!.
Esta mi España, aunque no se lo crean por aquí, que no saben si son catalanes, españoles, franceses, o todo a la vez, cuando la realidad es que son bons homes, los hijos de los que no quemaron en Monsegur, pero eso es otra historia.
Ya cree uno que la cosa se ha tranquilizado, que los manobras no trabajan el fin de semana, ¡loado sea el Señor!, pero ¡cómo no me dí cuenta!, el fin de semana llegó, y con él el torneo de golf, con tropecientos inscritos, así que de jugar, nada de nada.
Bien está, que hay que descansar y no ser un avaricioso y jugar todos los días, que no vas a quitarles la salida mañanera a por los dieciocho hoyitos, a los que curran para que te paguen la pensión. Hay que transigir, sobre todo en las cosas pequeñas, que te dan un aire de generosidad, y bonhomía impagable.
Pero lo que uno, en su estulticia, o en su relajo, o en ambas, que todo puede ser, no imaginó, que le iban a invadir el Relais du silence, con una boda. ¡Madre del amor hermoso!, y es que no hay temor de Dios.
Adiós relais, adiós silence, que de pronto una tropa de niños gritones, de papás pijos con lo ¡venga campeón! con sus cochecitos diésel, que a ver cómo los venden ahora, de sorteos para que todos se lleven el recuerdo de tan memorable día, de discusiones de cuñados, de comentarios como je, je, ¡son carne de divorcio!.
Y yo que me creía que ese tipo de sacrificios humanos estaban en franca decadencia, que lo de la señora granadina que afirma proteger a sus hijos del sátrapa de su padre, y el padre pidiendo que le encarcelen a la bruja de su ex, eran los últimos coletazos de la institución.
Pero no, que aunque el esperma occidental, dicen que ya no es el que era, y que los japoneses en donde nos debemos mirar para conocer el futuro, ya están renunciando al sexo, y de las relaciones con ellas, o ellos, según del lado que se está, ya ni se habla.
Que parece que está mal visto, que es vulgar, que es cosa de los ancestros, que ya ves la que le lió el tal Pinkerton, a la quincena de Nagasaki. Pero aquí no, aquí, con tal de joder la marrana, y de hacer ruido en un Relais du silence, van y te montan las de Canaan.
En fin, no me voy a poner pesado, que es casi domingo, aunque a mí, si no fuera por estas invasiones bárbaras de los que dicen que curran entre semana, el día de la semana que sea me importa un carajo, per omnia saecula saeculorum, amén.
Tendré que pedir una botellita de Champagne esta noche para cenar, e intentaré que la camarera se la cuele a la cuenta de esponsales, que siempre sale más barato que llevar la cosa a tribunales, y con la farfolla, a no ser que vengan con forfait, seguro que no se koscan.
Y es que así son las cosas en esta parte del Pirineu que huele a S’Agaró que apesta, que el dinero viejo de mi tierra se ha escondido mayormente por estos y aquellos pagos, que hemos sido siempre muy mirados, y lo de repartir, que “tothom te dret a la vida” , se nos ha dado muy bien, no como a los cortesanos, que se pasaban los tres meses en San Sebastian, o en Comillas, según el aire que le diera a Alfonso XIII.
Aquí no, de los tres meses de veraneo, uno y medio en la paya, y uno y medio en la montaña, como tiene que ser.
Y digo esto, porque el entorno en el que me está martirizando, el tal bodorrio, habla del conde de Güell, del Conde de Godó, en fin de estos que son capaces de ser indepes y españolistas a la vez, que de lo que se trata es de que la pela esté controlada y no se desmadren demasiado los ímpetus de unos y de otros, que ya se sabe, esto de las revoluciones está muy bien, que hay que cambiarlo todo de vez en cuando, ¿verdad príncipe de Salinas?, que lo importante es que después todo siga igual.
Pero no me voy a poner sangriento con los contrayentes, que para eso, seguro que ellos solitos se bastan y sobran, y queda feo que ande yo echando leña al fuego, que a mí me han incomodado un fin de semana, pero a ellos les queda una vida de lucha….por el mando de la tele.
Así, que sean muy felices, y que con su pan se lo coman.

España va bien

Andaban hoy en la radio de turno, haciendo cábalas acerca de lo que ha conseguido nuestro ínclito gobierno, ese que anda cabreado con el Nor-Este de la Península, que con tanto rollo indepe, y a ver quién es más astut, les van a reventar la visita anual al palacio de Ayete….¡uy, perdón!, ¿en qué andaría yo pensando?.
Y es que parece que la tal EPA, nos dice que aquí curra un montón de gente, pero siempre menos que antes, pero siempre ganando menos que antes, y con las facturas golfas que aún hay que pagar, no sé a dónde vamos a llegar. ¡Y encima con el gobierno cabreado!.
Porque ahora los brillantes voceros de esta tierra nuestra salen a todas las palestras, que es que nos marean, ¡coño!, a decir que al proletario hay que subirle el sueldo.
¡Vaya panda!, pero claro, es que se empiezan a dar cuenta, que eso de robar directamente el salario del proletario, produce ciertos efectos indeseados, a saber:
– La peña no tiene un duro, y si lo tiene se lo da solamente a Primark, y así no hay quien pague la gasolina del yate.
– El I.R.P.F. está escuchimizado, y claro, a ver como se pagan esas cosas que suben un pico, como los sesenta mil millones para cubrir los robos de las Cajas, Caixas, bancos, y de sus gestores políticos asociados, o como esas puñeteras autopistas que se van a llevar otros cinco o seis mil millones. Que da gusto invertir teniendo asegurado que si el negocio revienta, los imbéciles de los contribuyentes, ese proletariado miserable adicto a Telecinco, lo van a pagar de sus impuestos, sin rechistar.
– Que tienes que escuchar al ministro de recaudación (me niego a llamarle de hacienda), decir que no tiene margen para bajar los impuestos proletarios, y encima se ríe como el perro pulgoso de los dibujos animados.
– Y que las pensiones las va a cobrar el lucero del alba, que aquí con lo que se recauda no hay forma de soportar la pasta que cuesta el pagar las pensiones de los despedidos de la banca, que no vamos a pedirle al Santander, sin ir más lejos, que afloje los treinta y tres días por año que debiera, que mejor pague sus desmanes el currito telecinquero, que no se entera, que ya hemos hecho todo lo posible por aprobarle el bachillerato sin estudiar, que lo importante es el título, no la formación, que luego preguntan y ¡a ver que les dices!.
Cuando además estás viendo, y oyendo que los sindicatos salen gritando por un mísero aumento de un dos por ciento, y se callaron cuando se devaluó el salario patrio casi como las casas, un treinta o un cuarenta por ciento.
Pero en el fondo, creo que nos va la marcha, porque, ¿quién se ha enterado que la subida de empleo de la EPA es para servir sangría y arroz del paellador a la escoria europea?.
¿Quién se ha enterado que cuando los representantes sindicales hablan de las negociaciones de convenios, apenas hablan de tres o cuatro por ciento de la población laboral?
Que no es ahí donde hay que pelear, que donde hay que pelear es en la consecución de un salario mínimo interprofesional comparable a los países de nuestro entorno, a saber:
Francia 1480€
Alemania 1498€
Reino Unido 1396€
Irlanda 1563€
Bélgica 1531€
Holanda 1551€
España 825€
Italia 1642€
Nuestros ochocientos y pico, hace que lo que se toma en función de los ingresos, sea inadecuado para el mantenimiento de las necesidades del país, que nadie se engañe.
Y encima, los diferentes tipos de contratos laborales apoyados desde la administración, hacen que incluso llegar a esa cifra sea en demasiados casos, quimérico.
Lo nuestro claramente es servir sangrías a borrachuzos europeos a bajo coste…laboral, se entiende.
Porque ya me dirán ustedes como se come que una habitación de un hotel cutre de cuatro estrellas que cobra alrededor de doscientos euros la noche, pague a las limpiadoras dos euros por habitación, y se permita.
Así, que por favor, que alguien denuncie en tribunales los contratos de las autopistas radiales, y a los miembros de las administraciones públicas que los impulsaron, los defendieron frente a toda la gente que en su momento argumentó que era económicamente inviable, y que no sea el ciudadano, de nuevo quién pague el enriquecimiento de todos los que participaron en esa gran burla.
Y ahí deberán aparecer políticos, empresas de construcción, interventores del Estado, banqueros, tasadores de expropiaciones que expliquen por qué se presupuestaron cuatrocientos millones para esa partida, cuando hubo que pagar dos mil.
No hay margen para bajar el I.R.P.F, dice ese Montoro asalta bolsillos, que de hacienda no entiende, y si entiende no actúa, que ha tenido tiempo suficiente para emprender una reforma de nuestras cuentas que pueda dar respuesta a las necesidades del país, pero otros menesteres parece que le ocupan aunque haya salido del despachito profesional.
Como he comentado demasiadas veces, alguien decidió que España iba a dedicarse a servir sangría y paellas al resto de Europa, y a fe que el objetivo se ha conseguido, además lo hacemos a bajo precio, a tiempo parcial, destrozando nuestro paisaje, jodiendo a los vecinos de las ciudades turísticas, que no pueden dormir, que no pueden pagar los alquileres de sus casas, que se rompen la crisma pisando vómitos ajenos.
Muchas veces pienso que al final, las guerras en Oriente Medio, los ataques en Egipto, en Túnez, el desaliño de las costas populares italianas, las broncas en Turquía, corresponden a una campaña organizada por nuestros servicios secretos, al mando de Mortadelo y Filemón, porque el día que la gente pueda volver al Mar Rojo, a las playas de Cartago, a Esmirna, a tostarse al sol, aquí nos van a dar por todas partes, que no sabremos qué hacer con los chiringos de playa de Altea, sin ir más lejos, y Torrevieja va a parecer Montes Blancos como poco.
Pero al final no va a ser malo todo, que los de las plataformas matataxis se están haciendo de oro con las huelgas del gremio, tanto que te hacen el cincuenta por ciento de descuento en la tarifa al aeropuerto, para que pierdas el avión de forma más económica en El Prat, que hasta los seguratas se cabrean.
¡Valet!

Mastuerzo

Hay una planta herbácea anual, hortense, de la familia de las crucíferas, con tallo de 30 a 60 centímetros de altura, hojas inferiores recortadas, y lineales las superiores, con flores blancas y fruto seco capsular con dos semillas. Vive en España, América del Norte y América Central, es comestible y tiene usos en medicina tradicional.
Nada que ver aparentemente con los personajes y personajillos que pueblan este verano, el otoño que viene, y posiblemente el invierno, nuestro solar patrio y otros solares bien en este continente, o en otros, que lo mismo me da, aunque comparten el nombre, “MASTUERZOS”.
Y como al mastuerzo también se le llama berro, me quedaré con las acepciones hortícolas que da el RAE, e ignoraré la última acepción con que el diccionario nos ilustra, que es la de majadero, es decir hombre necio y porfiado.
Porque normalmente los veranos llenaban las páginas del papel couché, el bikini nuevo de las famosas, el nuevo amor, este definitivo, claro, del cantante de moda, las tabletas abdominales del jugador de fútbol, y lo mona que quedaba la burguesía catalana en el festival de Perelada, viendo, como este año la Madame Butterfly, contaba su historia desde el Nagasaki de la bomba.
También nos llenaban las páginas culturetas con los montajes de Mérida, en donde no hay burguesía catalana, aunque las mejores localidades, como es sabido, se destinan a las castas hortícolas que administran la región, más amiguetes. Pero eso es harina de otro costal.
Y es que la alcaldesa capitalina, hortícola ella, se ha olvidado de lo que nos gustaban los veranos de la villa cuando venía Begnini con sus monólogos (como si aquí no tuviésemos monologuistas cojonudos, como mi amigo Miguel, sin ir más lejos), o nos largaban una Revoltosa como Dios manda en Sabatini, pero ahora con eso de la corrección política no sé si ni siquiera se traen a Diana Krall, con lo que siempre me ha gustado.
Pero este año, en el que como siempre esperaba fielmente la noticia del avistamiento de Nessy, que por cierto ha sido publicada, pero de forma triste, que si es cierta lo que ha encontrado el batiscafo del Loch Ness, es un esqueleto de a saber qué. Son cosas de las modernidades, pero ahí están, como el bikini de la Obregón, cantos al tesón, cantos a ¡qué cojones ponemos hoy en noticias de sociedad!
Y es que a Iker Jiménez se le da una higa el bueno de Nessy, y claro me lo tiene devaluado, y desde que Peñafiel, no es ¡Hola Peñafiel!, el bikini de Anita, no sé yo.
Sin embargo, aparecen, con eso de que las ciencias avanzan que es una barbaridad, nuevos especímenes hortícolas, a caballo de barbas canas, a caballo de flequillos mal peinados, a caballo de “astuts”, de ositos mal encarados, y como siempre piensa la tal planta, el país se para en agosto….precios más bajos en el Corte Inglés.
Y hemos tenido a nuestro querido amigo de la familia de las crucíferas, diciendo que él, de esas cosas de cinturones alemanes, nada de nada, que siempre los ha comprado de buen cuero salmantino, faltaría más y por ende, con la miseria que le ha pagado siempre el PPartido, no podía soñar siquiera con otra cosa.
Pues muy bien, que todos los que hemos sido presidentes de algo, sabemos que eso de los dineros de la cosa no nos concierne, ¡qué vulgaridad, eso de contar reales de a ocho!, ¡Válgame el cielo!. Y su señoría togada, encantada de haberse conocido, y ayudándose en el próximo paso de su carrera, que te pones tonto y acabas como la otra crucífera garçonnière.
En mi tierra, el berro ha crecido siempre bien, y en verano parece que tiene una explosión de crecimiento para acabar en la cazuela del otoño, del cumple del tal Paco Paredes, (no el flamencólogo, ¡coño!, si no el señor bajito del Ferrol que dio por culo cuarenta años!), y ves a todos estos hortícolas, diciendo aquello de que ¡ya tenim las urnas…je, je!, y cosas por el estilo, para que los de las crucíferas del otro lado del Ebro, tengan al Constitucional a mata caballo, y sin vacaciones de agosto. Un sin vivir, que hasta Sorayita, anda que no sabe con qué abuelos dejar al retoño, que a ella no le da el jefe vacaciones.
Y no sabemos qué va a pasar por Sanxenxo, ni por Moaña, que a lo mejor los berros este año no aparecen, y ¡a ver cómo hacemos los caldiños para adelgazar!.
Nos trae loco el huerto, y es que la actividad de los mastuerzos sube y sube, que a ver cómo se paga el geriátrico el tito Trump, como le quiebre el grupo de empresas y se cargue el Obama care, o a ver qué hacemos como no nos compren el petróleo de Maracaibo, y se nos quede el berro maduro y si cortar.
Así que andamos en estos caniculares períodos, mirando al huerto, que nos crecen los mastuerzos con un ímpetu, con una dedicación solo comparable a la inmensidad de los océanos, y uno ya no dá para tanto, que me andan diciendo que por las ciudades hace calor, y los mastuerzos estos son de chaqueta y corbata, así que deben oler a pollo de ese de Kentucky fried.
Quisiera desde estas líneas, pedir amablemente a todos estos de la familia de las crucíferas, que dejen de darnos la lata con las mastuerzadas que nos presentan a la que nos descuidamos, que todas estas bobadas se arreglan con un par de pescozones, ¡zascas!, les llaman ahora, y además salen muy baratitos, mucho más que llevar al Rey a Barcelona, cada vez que va a salir el sol, que nos importa una higa el que en el 92, nos montaran un cristo en Barcelona y otro en Sevilla, al que por cierto parece que no se le va a celebrar el aniversario, o sí, que está el berro sevillano muy preocupado con las crucíferas de Ferraz.
En el hotel, me han ofrecido para cenar sopa de berros, y les he dicho que no, que muchas gracias, que con un salmorejo y cualquier otra cosa, aguanto hasta los huevos fritos de las nueve de la mañana, que a lo mejor me encuentro un pelo de flequillo, o de barba entrecana, o del pechito descamisado del osito de la república de la izquierda.
Así, que veremos en qué acaba el culebrón del niño Neymar, de la rabieta de Cristianito, o del drive más largo de Jon Rahm, que a mí todos me dan lo mismo, que ninguno me alimenta, y es que nunca me han gustado ni los berros, ni los mastuerzos, siempre en el sentido hortícola, claro.
Con su pan se lo coman

In memoriam de Don Antonio

Puestos a fastidiar, voy y leo en no sé dónde, un comentario, entre real y con mala leche, pero que realmente me ha gustado.
Y me ha gustado, porque trata sobre una de mis aficiones, a las que quizás debería llamar de otra forma, y se trata de la lectura.
Os puedo jurar que he leído mucho en mi vida, lo que evidentemente es poco, ya que me hubiese gustado leer diez o quince veces más, pero como ya comentaba el otro día, soy un niño disperso, que le gusta el vuelo de las moscas, y ver pasar por la calle, mientras me tomo mi cervecita, a las chicas de pollera corta, a los ganapanes encorbatados, o incluso a los seres anodinos, sea dicho y hecho todo en su orden, que estas cosas deben ser así, que con que se muevan ya tienen mi atención.
Y comentaba el pollo de mi lectura matutina cuales eran sus preferencias de estilo, y además el muy puñetero daba sus razones, con mala leche, pero las daba, que es cosa que, últimamente con eso de los ciento cuarenta caracteres, la peña suelta la parida, y te quedas “in albis” acerca de las motivaciones del aserto.
Vamos que el hombre mantenía que su pasión eran las obras cortas, esas en las que el escritor se esmeraba tanto, hacía todo con tanta delicadeza, que el solo hecho de imaginar que un lector se había saltado un párrafo, podría conducirle al suicidio, o a la febril corrección de todo el texto, ya que para el autor sería inconcebible que alguien no dejara de pasar sus ojos por ese trozo de su obra que le llevó días componer, y eran sólo tres o cuatro frases.
Yo recuerdo, en mi loca adolescencia, que pasé por el ejercicio más duro que un chaval puede pasar, y fue tragarme sin despeinarme aquella obra de Mijail Sholojov, “El Don apacible”, con sus cuatro tomos de cuatrocientas páginas, uno de los cuales se dedicaba a la descripción detallada de un batallón del ejército ruso que luchó en una de las guerras en Polonia.
O haberme tragado sin pestañear, la visión de Flaubert sobre el vestido de la señora Bovary, con la lógica consecuencia de la pérdida de algún empaste, que todo tiene sus consecuencias. Don Gustavo era así.
Y ahí sale la mala leche del comentarista de esta mañana, que este tipo de escritores lo hacen al peso, que si le compras “Los Campesinos” a Lazlo Raymond, estas pagando la descripción detallada de los campos de cereales polacos en otoño, o en verano, que a todos, menos al tal don Ladislao y a su editor se nos da una higa. Y si te lo saltas, te aguantas, que lo has comprado, te lo han vendido, han cobrado, y tú te llevas el detalle de las casacas del húsar invadiendo Polonia, los encajes del vestido de la Bovary, o el centeno polaco.
¡Haber escogido la muerte!, que diría mi hija.
Y lleva razón este muchacho, que parece que los éxitos de ventas, se cotizan al peso, que con menos de mil páginas te arrinconan en las editoriales, y no te digo en las estanterías, que los expertos en mercadotecnia, rápidamente te comentan que no se ven, que no son atractivos para el consumidor, que aunque nunca se lean quedan muy aparentes en “mueble” del salón.
Además sé de buena tinta, que para que te den el premio Nobel, salvo honrosas excepciones, o llevas en tu curriculum tochos en donde se describe con todo lujo de detalles y precisión lingüística el escroto del protagonista, en sesenta o setenta páginas como poco, o no te dan ni el Nadal, por decir algo.
Así que le daré la razón al comentarista que me ha dado luz en este asunto, mientras me quitaba la legaña, con paciencia, a la espera del desayuno y mi forzada presencia en el tee del uno.
La tiene, que el secreto de la literatura a lo mejor está en esa novela corta, en ese cuento largo, o en ese cuento exiguo, en, como decía Mozart, no falta ni sobra ninguna nota, majestad.
Así, que a pasear mi tiempo de lectura por esos partos de Juan Rulfo, extenuantes para el escritor, o por esos cuentos de Poe, de Bradbury, de Borges, o de Paz, que me es lo mismo.
Que en esas historias no puedes saltarte una letra, porque la necesitas para tu placer, que Chejov te lo recuerda, y hasta Cervantes te compone su gran obra como suma de cuentos, de aventuras independientes.
Y como las cosas son así, a veces, tendré que pensar en releer esas cartas desde mi molino, que nos dejó Daudet, o repasar los Cuentos de Canterbury, o el mismísimo Decamerón, evitando, siempre caer en las garras de Alessandro Manzoni, que lo de “Promessi Spossi”, parece que se escribió para que los estudiantes de seconda liceo, aprendiesen a sufrir.
En estos últimos meses, alguien que se cree que soy un erudito, me pidió consejo para iniciarse en la literatura, y mi decisión ha sido encaminar a la persona a la novela corta, al cuento, a que se lea el diablo en los infiernos, que se esconde en el Decamerón, que busque cuentos de Las Mil y una Noches, que descubra a Chejov, que sienta lo que hay detrás de esas piezas perfectas de Gogol, que se enamore de la leyendas de Bécquer, o que incluso navegue en esa pieza casi de ensueño que es “Toutes les matins du monde”.
Porque ahí, estoy seguro que descubrirá lo que significa el esfuerzo creador del escritor que quiere transmitir un mensaje a través de una obra de arte, no del pollo “llena páginas” que espera el Nobel, o el Nadal.
Y lo que digo, vale también para la poesía, ese arte que debe transmitir la música de la palabra junto al sentimiento que forzosamente ha de despertar en el lector, y ahí tengo que reconocer en los japoneses con sus Haikos son capaces de llegar a límites de sensibilidad increíbles, pero ¡cómo no!, y para reventar el artículo, diré que el poema que más me ha emocionado, ha sido el de un premio Nobel, que escribió la novela corta más bella que haya jamás leído, Platero y yo, más incluso que Le petit prince, que ya es decir.
Así que acabaremos con esa, para mí joya de la expresión poética, que el calificativo no es importante.
“No le toques más, que así es la rosa”
Brillante sumario de la oda de Horacio
Persicos odi, puer, apparatus,
displicent nexae philyra coronae;
mitte sectari, rosa quo locorum
sera moretur.

simplici myrto nihil allabores
sedulus, curo: neque te ministrum
dedecet myrtus neque me sub arta
uite bibentem.
Y vaya todo esto como homenaje a un gran hombre que nos dejó las más bellas estrofas escritas en el siglo XX, en el ciento veinticinco aniversario del nacimiento de Don Antonio Machado.
Por él.

Los esclavos de Singapore

A la que me descuido, encuentro una noticia que me habla de esclavitud, y en paralelo de una sociedad opulenta.
Y hoy, revisando El Confidencial, me aparece una noticia sobre el servicio doméstico en esa sociedad, que si no nos paramos a analizarla detalladamente, nos parece que estamos, poco menos que en la famosa Tierra Prometida.
Dice el artículo, que el salario medio de un habitante de esa isla, viene a ser de unos 6500 euros al mes, ¡quién los pillara!, aunque parece que tener un apartamento en alquiler se lleva también un buen pico.
Pero a nadie le importa, que tienen un barrio chino de lujo, hoteles que para sí quisieran las ciudades más desarrolladas del mundo, un nudo de comunicaciones marítimas que acarrea un tráfico de contenedores que hace palidecer cualquier cifra a la que se pretenda comparar.
Limpia como pocas, que no puedes mascar chicle, es decir, ni siquiera puedes importarlo, que si escupes en la calle o se te cae la ceniza al suelo del cigarrillo que te estás fumando, te montan un cristo de mil demonios.
He paseado varias veces por esa ciudad, y a fe que es espectacular. Los centros comerciales de Orchard road, son un alarde del lujo más increíble que a disposición pueda estar de alguien en el planeta. Todo limpio, todo lujo, todo en su sitio, todos circulando por la izquierda, sin molestarse los unos a los otros, pero todo claro, con sus cloacas.
Y por las cloacas, el artículo del Confidencial, nos habla de algo que creemos que ya no existe, y es la esclavitud del servicio doméstico.
http://www.elconfidencial.com/mundo/2017-07-24/singapur-abusos-empleadas-domesticas-olvidadas-sistema-perfecto_1418871/
Bueno, no estoy tan seguro de que nos creamos que no existe, ya que ciertamente los salarios que perciben estas profesionales, junto a las condiciones laborales que deben soportar las hacen estar en la proximidad de lo que por esclavitud se entiende.
En Singapur, según el cronista además se une el maltrato físico, el desprecio a la persona, y la exigencia de realizar tareas humillantes o peligrosas, lo que junto a la falta de comida, conduce a algunas de estas mujeres al suicido.
Todo un panorama, que en ese mundo de opulencia, con leyes laborales de lo más avanzadas, el mundo del servicio doméstico, ha sido olvidado de forma consciente por el estado, más preocupado por el chicle mancha calles, que por la dignidad de personas que residen en su tierra.
Y, sí, es cierto también que esas personas que provienen de las zonas más deprimidas de Asia en sus zonas de origen, Camboya, Filipinas, recibirían salarios del orden del 10% de los que reciben en Singapur, y además deben enviar dinero constantemente a sus familias. Pero hablamos de 400 o 500 euros por jornadas de catorce o quince horas, con la comida restringida, y además malos tratos, que no sé si generalizados, en una tierra donde el salario medio es de 6.500 euros, repito.
Es lo que hay, como lo que en su momento se denunció a consecuencia de las obras en Qatar para el malhadado mundial de fútbol, que aparentemente ha llenado de forma obscena los bolsillos de dirigentes corruptos de un juego que en su élite huele podrido cada vez que alguien se acerca a él.
Y la consecuencia es el incremento de suicidios, de muerte por no respetarse los más mínimos derechos de las personas, que al final son esclavos, y a nadie le importa lo que sea de sus vidas.
Miento, le importa a sus familias, a esas que están esperando los dólares de Singapur, y que son la razón de que puedan malvivir en sus tierras de origen.
Porque también hay que recordar que estas gentes, como las que nos llegan a Europa, no han sido raptadas, han sido empujados por la miseria de sus lugares de origen, por los desmanes de los sátrapas que en general rapiñan sus países hasta que no queda nada que robar.
Desgraciadamente, estas gentes que sufren la explotación cercana a la esclavitud, están consideradas en sus lugares de origen como triunfadores, porque de vez en cuando ven una foto con el escaparate de Louis Vuitton tras ellas y no pueden explicar la sangre que les cuesta el envío de esos trescientos o cuatrocientos euros, dólares singapurianos, o la mierda de divisa de país rico de la que se trate.
Y encima de toda esta porquería, se encuentran con que cada vez que hacen una remesa a su país se encuentran con esas comisiones brutales que los pollos de Western Union y similares les cargan. Es aprovechar más y más a la gente más pobre y sufrida del planeta.
Cada vez que se me plantan delante estas historias, debo reconocer que las tripas se me revuelven de mala manera, ya que nuestras sociedades occidentales, tan acostumbradas ellas a las leyes del mercado, no son capaces de entender que tras un salario de esclavo hay una persona que se está dejando la vida, y el argumento es que hay demanda para salarios de 400 euros, doce horas de trabajo, abuso físico y moral, se casa con la oferta, y el periodista tiene su artículo, y yo lleno mi página de hoy.
Creo sinceramente que desde algún sitio se deberían revisar ciertos comportamientos desde el punto de vista de una moral que considere siempre al ser humano como tal, y que impida la aplicación de ciertas leyes de mercado a las personas, especialmente cuando han tenido que dejar sus lugares de origen por la desidia o el interés doloso de ciegos morales.
En cualquier caso, y quien quiera oírlo, lo haga, en nuestras sociedades occidentales los perros no se atan con longanizas, y la tentación de obtener beneficio de los más débiles es algo que parece anclado en nuestro genoma, así que seguiremos viendo este tipo de noticias, que seguramente vendrán de España, de California, de Alemania, de Australia, de Singapore, de Canadá, ¿qué importa?.
Nos quejaremos, nosotros seres inmaculados del trato que nos dan en nuestro trabajo pagado a la occidental, y no sabremos, o no querremos ver que con la otra mano estamos esclavizando a alguien por razón de etnia, sexo, origen social, o cualquier otra cosa de la que no tiene culpa, pero que nos viene muy bien, que luego no hay quien pague la paella del chiringuito.
¡Ah!, y yo el primero, que no estoy libre de pecado, ni mucho menos.
Con su mopa se lo limpien.

Vamos a jugar

En casa siempre me han dicho que tengo mucho cuento, y ya se sabe, a uno en casa creen que le conocen, y con esa creencia te sueltan cualquier cosa y se quedan tan anchos.
Mis amigos, los antiguos, que son muy, pero que muy pocos, desgraciadamente para mí, comparten la opinión de la familia, con lo que la cosa empieza a tener cierta consistencia, los nuevos, los que han aparecido en los últimos tres o cuatro años, los tengo aún en fase de deslumbramiento, porque tengo mucho cuento, y aún no se han dado cuenta.
Lo que más me divierte de todas estas cosas, que además son de lo más refrescantes en verano, es que me permiten jugar, con unos y con otros, lo que no está nada mal, que el juego para mí es el aprendizaje de los niños, y en el fondo, aunque el carnet de identidad se empeñe en su grosería, es lo que quiero ser cuando me muera, un niño de un montón de años, con las ganas de aprender intactas, con la vaguería que caracteriza a quienes, como los niños, es casi imposible centrarlos en una sola cosa, que la dispersión es el más excitante de los juegos.
Y en esa dispersión es donde entra lo más divertido del asunto, porque los niños cuando llevamos mucho tiempo en la puñetera tierra, hemos tenido la oportunidad de jugar a muchos juegos diferentes, cosa que a los que siguen la recomendada senda de niñez/adolescencia/juventud/madurez/vejez/sabiduría, no acostumbra a tocarles que al final son capaces de ser los mejores en algo, cosa por cierto que admiro, y me siento absolutamente incapaz de conseguir, que se ha movido una mosca en la esquina de la habitación y dejo de leer a Hegel, por ejemplo, que además, quién me mandaría meterme en esos berenjenales.
Estando en estas cosas cualquiera de los que no me conocen aún del todo, a la que me descuido, los pillo con gesto de admiración, porque les hablo en titulares de muchas cosas, pero a partir de la segunda capa, empiezo a tirar del arte de la discusión si se me pone en plan especialista, y me pongo a disertar sobre Paul Hogan, por ejemplo, y su influencia sobre el desarrollo del wrestling en el sur de California, con lo que me acaban tomando por un Leonardo, como poco.
Esta terrible confesión que estoy haciendo, es para aclarar a la peña que está llegando en los últimos trimestres a mi círculo, que no, que no soy Leonardo, ni mucho menos, que lo mío es mucho más Mr. Chance, aunque no tenga la cara de Peter Sellers.
Y es lo que tenemos los niños sesentones, que no nos gusta hacer daño, que no nos gusta engañar, aunque si es jugando no nos importe que en cualquier momento los mayores se queden despistados, y digan aquello de que “es cosa de niños”, que es lo que dicen los adultos cuando no entienden el juego que les propone un niño.
Y, por favor, que nadie ande jodiendo con eso del síndrome de Peter Pan, que lo de Barrie es otra cosa, que lleva ese filtro calvinista y cabroncete del clasismo británico, al que le encanta por cierto meterse con las castas indias….pero eso es harina de otro costal.
Sí, queridos, como me dijo una vez un británico cuando iba a empezar la cuarta década de mi vida, “chaval”, bueno, de hecho dijo Mr. Rodríguez, que el hombre para eso era muy considerado, “no olvides nunca que el trabajo es un juego, así que juega, y disfruta”.
Ya lo sabía, que es lo que tenemos los niños, incluso al final de la veintena, que no solo el trabajo, la vida es un juego, y debe serlo hasta el final, aunque un día te pongas la levita y otro día el calzón corto.
Y digo esto, digo todo esto, porque a través de estas páginas también juego, juego con vosotros, los que me leéis, los que me usan para vender sus productos en Taiwan y se han equivocado de página, con los que piensan que detrás de este juego hay un erudito, o que la gran desgracia de las letras españolas es que no me haya dedicado a escribir de una puñetera vez el Quijote, pero esta vez bien escrito, que a una sola mano solo se escriben chapuzas, y con Lope de Vega llenando teatros, encima te pones nervioso y pasa lo que pasa.
Y no, estáis leyendo a un niño talludito, que diría mi abuela, que intenta provocaros a cada momento para que el juego continúe, que en caso contrario el niño se amuerma, o le sale la parte sádica, y se dedica a poner petardos en las colas de los perros, y eso, todos sabemos que no está nada bien.
Pero ni en la técnica de la provocación soy un experto, que no quiero serlo en nada, que luego viene alguien y empieza con esa cosa de los protocolos, de la profundización en la técnica de la provocación, y acaba criticándole a uno, y a los niños no se les puede criticar, porque no entendemos ese palabro, como mucho, a los niños de mi generación se les daba un pescozón o se ganaban una bronca monumental seguida de un castigo que iba desde dejarte sin postre, a no llevarte el miércoles al cine de barrio a ver “Horizontes lejanos” y “Cuando ruje la marabunta”, en bonito programa doble de cine de barrio, de esos que se alfombraban con cáscaras de pipas de girasol.
Y como niño disperso, vaya desde aquí mi admiración hacia los que han sido capaces de seguir la escondida senda por donde han ido- los pocos sabios que en el mundo han sido, que todas las opciones son admirables, sobre todo si se realizan con ese convencimiento que va dando el cúmulo de pasos realizado.
Y sigo aprendiendo de otros niños que voy conociendo, de distintas edades claro, que eso de la niñez no es cosa exclusiva de los impúberes como me gustaría haber demostrado hoy, porque el aprendizaje, aunque sea en titulares, como Mr. Chance, es chuli que te cagas, sobre todo si en cualquier momento puedes dispersarte porque el vuelo de una mosca te ha hecho ver la refracción de un rayo de sol en un vaso de agua, y de pronto al ver ese mini arco iris te crees el gran físico del año.
¿Jugamos?

Primero de octubre

No se lo pueden creer, es como si el espíritu de los despojos que reposan en el Valle de los Caídos hubiese hecho el milagro. Los tardofranquistas no se lo pueden creer, y no echan las campanas al vuelo, porque desde la Carrera de San Jerónimo, parece que quieran aguarles la fiesta.
Los tardofranquistas, una a una fueron perdiendo las estatuas ecuestres que poblaban plazas y parques de nuestra piel de toro, por no decir que también perdieron las paredes que le dieron aquel apodo al ferrolano, ¡si hombre!, Paco Paredes, perdieron el nombre de los grandes hospitales de Barcelona y de Madrid, y ahora, de pronto, todo renace, y renace por donde uno menos se podía imaginar, por mi Catalunya.
Que sí, que te lo digo yo, que ese señor con pinta innoble, solo con pinta, que por otra parte es molt honorable, decide celebrar de nuevo, y seguro que con fiesta en el cole, como cuando yo iba al instituto, el cumpleaños del ferrolano.
Todos a la calle, a la gran fiesta de la (iba a decir democracia, pero me da la risa), lo dejamos, a la gran fiesta del pueblo de Catalunya, celebrando el primero de octubre.
Bien que con esto de las modernidades, ahora resulta que se pone eso de 1-O, que queda muy “trendy”, y ahorra caracteres en las mensajerías, los diazibaos electrónicos, y todas esas mandangas, pero el espíritu del ferrolano es lo que realmente se celebra.
Y pensándolo un poco, no demasiado, que detrás del molt honorable flequillo, parece haber un vacío infinito, resulta que aunque parezca que los perros son distintos, los collares es lo único que los diferencia, a saber:
– 1-O parece que es fiesta, que nos cae en domingo, así que habrá roscón de nata en los postres domésticos, vamos bien
– Si la cosa sigue hacia adelante, de nuevo se habrá conseguido dividir a la sociedad en favor de unos intereses que nada tienen que ver con ningún ciudadano de los de a pié.
– Al parecer, se quieren controlar los órganos policiales, los medios de comunicación, y hacerlo con el ejército no les importaría, pero no hay forma, que no se dejan.
– Quieren ese día del cumpleaños del ferrolano que se abran las puertas a “Una, Grande y Libre”, Catalunya, claro.
– Si hay que ignorar desde las instituciones públicas las leyes democráticas que nos hemos dado todos los que vivimos entre el Bidasoa y Algeciras y desde Creus a Finisterre, se ignoran, lo que equivale a dar un golpe al Estado, no sé si un golpe de Estado, pero desde el “al” al “de”, la diferencia es mínima.
– Otra vez, desde la periferia nos aparecen los viejos monstruos, antes a lomos de los caballos de la Guardia Mora, hoy, como en 1640 con los “ramaders” desbocados de barras y estrella, (la cosa no da para estrellas que aquí se ahorra hasta en los símbolos).
– Desde luego, parece que lo que de verdad quieren es salvarnos, no sé bien de qué, pero salvarnos, que es el papel de estas gentes que van de cumpleaños, aunque parece que lo que quieren es demostrar esa superioridad de la raza autóctona, (no dicen aria), sobre la indolencia andaluza, el catetismo murciano, la bruma gallega, la tristeza castellana, la lejanía canaria…y Madrit (ens roba)
– Otra vez la defensa del Estado parece que se concentrará en la Carrera de San Jerónimo, que no son partidarios los que por allí se sientan de este posible golpe al Estado que desde mi tierra se está fraguando.
Si por estos pollos, que van a celebrar el cumpleaños del viejo ferrolano, fuera ya estaban comprando escopetas a los rusos, o a los alemanes, que lo mismo les da, y si lo tuvieran ya andaban enviando a Moscú el oro de las Caixas Rurales, que para más no da la cosa. Pero parece que no, que en cuanto se gastan fuera de presupuestos cinco o seis mil eurillos no contemplados, se los bloquean, y las familias esas que controlan Barcelona, no están para hacer donaciones en forma de urnas, a la tal celebración.
Y es que se te cabrea el Estado y no vuelves a ganar un concurso de suministros públicos en varias generaciones, y se necesita ese dinerillo, que el Golf de Vallromana no hace más que subir tarifas.
Así que andamos como siempre, mareando la perdiz tontuna de la frustración de siglos producida por creerse superiores incluso a la pata de Judá, y así todo lo que se consigue, es que las estructuras sociales y económicas no avancen. Es el triunfo del “botiguer” de la esquina, del mal taxista, del que no quiere enfrentarse al mundo abierto de la producción industrial, y mucho menos al mundo de las ideas.
Pero todo eso no importa, si hay que hacer una pira en la Plaza de la Universidad con Quijotes, Buscones, y la historia de Menéndez Pelayo, se hace, que piras más grandes se han hecho en países modelo ¡qué diantres!, y es que lo que aquí se está buscando es la creación del ministerio de la Historia orwelliano, que no vamos a enseñar a las tiernas criaturas lo que pasó, no y no, lo que haremos será enseñarles la historia de lo que nos hubiese gustado que pasase, y si algún pasaje sórdido no puede ocultarse, no pasa nada, la culpa no es de la “dolça Catalunya”, sino de aquellos que destruyeron esta gran nación que nunca ha existido.
Menos mal que esta vez no hay al frente de la cosa un militar bien formado y con un ejército detrás, porque aquí acabaríamos teniendo sangre en las calles, y no de ciclistas únicamente, menos mal que parece que lo que tenemos es gente que a no ser que el fanatismo les ciegue, se tientan la ropa y se marcan líneas de no traspasar, ciertamente muy unidas al “patrimoni”, que con las “secas amb butifarra” no se juega, sobre todo si son las propias.
Así, que no sé qué hacer el próximo uno de octubre, aunque me da que no me va a apetecer andar por estos pagos, que me daría por sacar a pasear una rojigualda con gallina, yugo, flechas, y foto del tal Paco Paredes con crespón negro, que ante todo un respeto.
Con su pan se lo coman

Los diezmos bíblicos

Me dicen hoy, mientras aun me estoy quitando las legañas, que Warren Buffett, ese ultramillonario que invierte con ojo de lince en las más rentables opciones que dan los mercados, ha donado 170 millones de dólares a no sé cuántas obras benéficas.
Y me parece bien, que como el refranero nos recuerda, en el tomar no hay engaño, y 170 millones, son 170 millones, una pastizara que diría el castizo, y mejor andan por ahí dando de comer a no sé quién que aguantando la cotización de Acerías Pérez, por muy mal que le siente al señor Pérez.
Pero lo que tienen la cosas, que la Biblia dice, y me temo que el Corán también, que lo que hay que dar para ir al cielo, son los diezmos, entiendo que la décima parte de lo que se tiene, y según una de esas cifras que aparecen en Internet, el tal Warren tiene un colchoncito de setenta y seis mil millones de dólares.
Y las cuentas son las cuentas amiguito, que la factura debe ser de siete mil seiscientos, con lo que te falta un pico para llegar a la salvación bíblica, tú veras.
Y no me vengas con la mandanga de los impuestos, que eso no es donar, eso es pagar por los servicios que la comunidad te ofrece, y a través de los que tu fortuna se ha ido haciendo, es decir, van a balance en el pasivo. Nadie como tú para saberlo.
En fin, amigo Warren, que no voy a ponerte verde porque hayas largado esos ciento setenta millones de dólares, todo lo contrario, que seguro habrá gente que estará encantada con la donación, e incluso algún pobre de esos que no existen, seguro, que gracias a ti, y a otros como tú, hoy podrán beber un vaso de agua no demasiado sucia. Estupendo.
Y hago esta reflexión porque ayer en el despacho, saliendo justo del hoyo cuatro, o del diecisiete que no me acuerdo, me dió por hablar con mi colega del tema del Ébola, y de un reciente brote que se dio en República Democrática del Congo, y que al parecer no ha ido a más, ya que fue hace unos meses, y no he escuchado ruido de batas blancas a propósito del tema.
Mi colega de estas cosas sabe mucho, que ha sido de los grandes microbiólogos clínicos españoles, y aunque hoy venga conmigo al despacho, procura mantenerse al día de estos temas, y en concreto del Ébola.
Mi amigo comentaba los esfuerzos de los laboratorios internacionales por obtener una vacuna frente al tal miembro de la familia de los Filoviridae, y de los éxitos que se están consiguiendo, aunque como todos los esfuerzos que se dedican al tercer mundo, fallan, en buena medida por la falta de visión que tenemos de esas zonas en nuestro mundo desarrollado y aséptico.
Me consta que se ha hecho por parte de la industria farmacéutica el esfuerzo necesario, pero a la hora de valorar la eficacia hay que empezar a valorar las infraestructuras, los niveles culturales, las actitudes de los gobiernos locales, y como no la corrupción, que pone freno a la distribución correcta del avance científico.
Parece ser, que según nos hacen saber los epidemiólogos, el virus tiene como reservorio a murciélagos (desde hace decenas de millones de años), y a diversas especies de simios.
Es decir, la dieta que muy a su pesar deben consumir muchas de las poblaciones que posteriormente son arrasadas por el brote epidémico. (Puede matar a más del 95% de un grupo humano infectado).
Pero eso si hablamos del Ébola, que al final te mata en un plis, y que además al ser tan agresivo actúa él mismo contra su propia dispersión, pero otros virus de esos que ya estamos acostumbrados a encontrarnos cada día en la calle, como el de la inmunodeficiencia adquirida, (SIDA para la peña), y que para estas latitudes es cuestión de unos fármacos antirretrovirales, en esas zonas de África, donde se cuece el Ébola, no se pueden comprar, no hay dinero, y los infectados…..se mueren poco a poco, en casa, o tirados en cualquier guetto, que a nadie le importa.
Y eso que no hablo de cosas como el Malarone, que aquí lo subvenciona la Seguridad Social y pagamos 2,5€, pero que realmente vale más de 50€,
Así que esas poblaciones, en el caso de que estuviese disponible en el país simplemente no podrían comprarlo, que un rico es alguien con una renta mensual de 300€. Pero la malaria afecta solo a unos pocos occidentales que van por ahí sin tomar su profilaxis.
A lo mejor si don Warren, don Amancio, don Mark “caralibro”, don Carlos Slim soltasen de forma adecuada sus diezmos, cruzar Ghana, por poner un ejemplo, no sería la tortura que es hoy, quizás apretando un poquito a sus dirigentes se pudiera actuar en los temas básicos de salud, de educación, de infraestructuras de los que están tan necesitados.
Y que no se nos olvide, la mano de Europa está detrás de estos desastres humanitarios, que por esas zonas se habla inglés, francés y español, y la herencia que les hemos dejado es una puerta cerrada al primer mundo, sea desarrollando sus potenciales, sea migrando a las zonas que en su momento les ocuparon, o comerciaron con sus cuerpos durante los períodos de transporte de esclavos, y desde luego utilizaron la madera de sus bosques, su recursos minerales, su petróleo.
No voy a repetir el cabreo que desde estas líneas en otras ocasiones he manifestado, cuando he hablado de los movimientos migratorios, bien causados por las guerras que se mantienen contra el Islam, bien por la pobreza y ausencia de ninguna esperanza de progreso que se respira por esas latitudes, pero debemos seriamente considerar la actitud no solo de esos grandes millonarios, sino de todos y cada uno de nosotros, cuando nos enfrentamos a lo que significa vivir y sobrevivir en ese mundo globalizado, que lo que ha hecho ha sido más o menos, servirnos a base de cookies, solo la información que creen nos interesa, según nuestros hábitos de búsqueda y la miríada de parámetros que nos han robado, y desplazar la riqueza hacia las áreas más pudientes de la sociedad, que encima no consumen en el mismo porcentaje sobre ingresos que lo hace la mass media, empezando un círculo vicioso de reducción del comercio bastante curioso, que alguien debería estudiar.
Pero el mundo está montado sobre estructuras injustas per omnia saecula saeculorum, amén, y esto no lo cambia el Sursum Corda, lo tenemos levantado hacia el G.A.D.U.
Amén