Hazlo circular, si no te molesta….
Sin caminantes hay camino.
El centro de investigación Príncipe Felipe (Valencia) ha despedido a 108 trabajadores de los 258 empleados con los que contaba, 79 son científicos, los que se quedan tienen una reducción de salario. Se han cerrado 14 líneas de investigación, algunas eran sobre el cáncer, Parkinson o Alzheimer.
Pero han gastado 3 millones de € organizando un campeonato de golf de un fin de semana en Castellón. 15 millones de € en unas torres de Calatrava que al final no se van a construir.
Han comprado «por un precio simbólico» la empresa Valmor Sports, encargada de la organización de la fórmula 1, pero se hace cargo de 30 millones de € de deuda.
El viernes es el día mundial del Cáncer. Te agradecería que lo reenviaras.
El 93% no lo hará
Ah!!! La única petición es que mantengas esto circulando, aunque solo sea a una persona más. Por la memoria de alguien que conozcas que ha sido vencido por el cáncer o que aún vive con él.
Vicente Lahera
Catedrático de Fisiología
Departamento de Fisiología Humana
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid (UCM)
28040 Madrid
He recibido hoy en una de esas conversaciones múltiples de la aplicación para móviles Qué?, y no he podido por menos que darme cuenta de varias cosas, siendo la primera de ellas la antigüedad en años de los hechos que se comentan, ya que esos despidos se hicieron hace varios años.
La segunda cosa, es que al parecer, el Profesor Lahera nunca firmó un manifiesto de ese tipo, cosa que del análisis del texto casi se deduce, ya que los comentarios detallados a otros gastos del gobierno valenciano, huelen a pluma de politicastro cutre. ¿Qué queréis que os diga?.
Desgraciadamente, y por la posición profesional que en su momento tuve, conozco bastante el tema de la investigación científica en España, y cómo nos las gastamos, y desde luego, y estando muy de acuerdo con algunas de las consideraciones del antedicho panfleto, siento diferir en la ausencia de autocrítica que nuestros estamentos dedicados a la investigación padecen.
Tuve ocasión allá por 2010/2011, no recuerdo bien, visitar el centro con ocasión de unas jornadas que mi compañía organizó, para presentar equipos destinados a la investigación, y hablo de espectrógrafos de masa, de absorción atómica, de secuenciadores de DNA, de equipos para la técnica de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), de secuenciadores de RNA…y muchos equipos menos sofisticados, de reactivos adecuados a esas técnicas, y lo necesario para que un centro de alta investigación saque adelante su trabajo.
Pues bien, lo que me encontré una vez crucé las puertas del centro, como director para España de la multinacional para la que trabajaba, y tras haber visitado durante mi carrera profesional centenares de instituciones de ese tipo, fue que estaba dentro de un edificio muy bonito, luminoso, con una aqrquitectura adecuada, con una sala de conferencias cómoda y luminosa, y con medios básicos, sino deficientes para las presentaciones. Vaya, que lo primero que pensé, y juro que fue así, estuvo relacionado con los faraones, porque me habían enseñado los logros del circuito de F1, los nuevos campus universitarios, y un montón de nuevas obras con las que se había dotado la ciudad, incluyendo el teatro de ópera, que por dentro parece una cancha de baloncesto. Pero eso ya es harina de otro costal.
El caso es, que dada mi posición, el director del centro, me enseñó las instalaciones, con gran amabilidad, ya que intentaba que mi compañía aportase dinero para la institución.
Vamos a ver, me dije, y fui pasando por salas vacías, por salas con algún equipo muy sofisticado, de esos que valen seis dígitos, y que tenían el aspecto de no haber sido utilizados nunca. Ví equipos sin desembalar, y pensaba yo que cuando lo hicieran la tecnología del tal cacharro, ya estaría obsoleta, y por fin en un departamento un grupo de personas con bata blanca, charlando animadamente, y cierto aspecto de que en ese ámbito algo se hacía.
Sin la posterior charla en el despacho del director, ya me había dado cuenta de que estaba en una institución, cuanto menos ineficiente. La cosa se acabó de fastidiar cuando le pedí al director un proyecto formal de investigación perfectamente detallado, para comentarlo con los responsables de mi compañía, que lo auditarían y decidirían sobre la conveniencia o no de financiarlo. Nunca tuve la respuesta, y el asunto quedó así.
Desgraciadamente en aquel, como en demasiados centros de investigación en España, ocurren cosas parecidas, es decir, cuatro gatos trabajando en un rincón en proyectos de los de “tente mientras cobro”, aparatos sofisticados y muy caros infrautilizados, o simplemente si utilizar, y obras faraónicas, muchas obras faraónicas, de esas que dan muy bonito en el papel couché, que en la próxima campaña electoral hay que salir muy guapos.
Hago estas reflexiones, con la esperanza de que las cosas en el día de hoy hayan cambiado, pero la nota del encabezamiento tiene muchos años y en fue en aquellos años cuando yo he tenido la experiencia que acabo de narrar y otras que espero sean ilustrativas.
En mi compañía el fin de año era frenético en España, porque entre otras mandangas, los centros de investigación debían cerrar los gastos, y con ellos los presupuestos. Es decir, dinero que no hubieses utilizado para instrumentación, a fin de año se consideraba no gastado por la institución, se devolvía al ministerio, y el presupuesto del año siguiente se veía mermado. Así que por favor señores suministradores de equipos científicos, acepten el pedido de última hora de un equipo carísimo, que no sé si voy a poder utilizar en algún momento, pero antes muerto que me rebajen el presupuesto para el año que viene.
En esa época, era práctica común, y como consecuencia tenemos, perdón teníamos, aparatos no utilizados, o infrautilizados, departamentos enteros de nuestros centros de investigación sumidos en el ostracismo, bien por falta de personal adecuadamente cualificado, bien por carencia de directores de investigación que supieran planificar correctamente la labor investigadora, bien por la política de Recursos Humanos llevada a cabo por la administración, bien por…en fin, que entre todos lo mataron y el solito se murió.
Quiero por tanto destacar que aquellos que consideren la investigación científica como un gasto y no como una inversión a largo plazo, de las más rentables por cierto, están haciendo un daño irreparable a su sociedad, y si además esa consideración de gasto conlleva que en un momento dado se puedan realizar recortes de presupuestos de forma indiscriminada por atender otras necesidades, lo que consiguen es que todo, absolutamente todo el dinero invertido se pierda. Lo que permanece es la foto del edificio con los políticos en la puerta sonriendo.
Sin ganas de extenderme mucho más y volviendo a ese pestilente panfleto que anda por las redes, quisiera pedir a nuestra comunidad de investigadores en ciencias puras o aplicadas, que por favor hiciesen el esfuerzo de organizar su sector de forma que la producción investigadora fuese un argumento contra el que nadie pudiera discutir, que los infinitos reinos de taifas escondidos en cada uno de los centro de investigación, se transformaran en partes de un todo coordinado, con la suficiente fuerza en la sociedad para que ésta les apoyara sin fisuras, y sobre todo, sobre todo que no olviden que de ellos depende la salud, el bienestar y el progreso de su sociedad.
¡Ah!, pero que no olvide esta comunidad investigadora, que su competencia está en otros países, y que si esa solución para ese determinado tipo de cáncer (lo utilizo porque el panfleto lo ha hecho de forma miserable), no sale de aquí, lo hará de cualquier otro laboratorio del mundo, que las líneas de investigación son muchas veces paralelas.
Pero seguro que esto ha cambiado ya.
Con su pan se lo coman