En la playa de Barcino, junto al mar.

 

Allá, en esa playa del que fue archivo de cortesía, es donde nuestro último hidalgo se cae del caballo, es donde el Caballero de la Blanca Luna devuelve a la realidad, que no a la cordura al gran Don Quijote.

Archivo de cortesía que solamente pone en la escena el decorado, con, seguramente esa Catedral del Mar a las espaldas, esperando que algún menestral o algún aprendiz, o algún judío de la calle Moncada se asome al templo, pase de largo, o simplemente disfrute de la arquitectura, es lo mismo.

Que al final en la playa de Barcino, el Bachiller se enfrenta a la ilusión, la ley natural se enfrenta al sueño, derriba al sueño, y devuelve al Bachiller y al bueno de Alonso Quijano a esa realidad de la que quizás, sin saberlo, habían pretendido escapar.

Y es que el sueño de Don Quijote, no es más que religión y fanatismo, ya que todo se concentra en mantener que su bella Dulcinea es la más bella mujer del mundo, y en esa defensa pone su vida, su honra, sus anhelos. Es esa imagen idolatrada, (por favor dadle el peso correcto a la palabra idolatrada, y relacionadla con lo que de fanatismo encierra), quien le lanza a los caminos, quien le lleva a intentar deshacer entuertos, contrafueros, ayudar al débil, defender honras, y por supuesto a confundir la realidad, una vez construida la propia que no debe ser puesta en duda.

El Caballero de la Blanca Luna, no hace más que oponer a la sinrazón del caballero de la Triste Figura, otra supuesta sinrazón, y el enfrentamiento no tarda en dar la solución, solución que es solo aparente.

Y es que cuando leo esa parte de la historia de nuestro Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha, no puedo por menos que leer en ella el paralelismo de la situación que se da en esa mi tierra, en donde un Don Quijote tiene el seso sorbido por la obsesión religiosa de la defensa irracional de su dama, y como consecuencia define su vida, y la de muchas de las personas.

El Bachiller, lleno de racionalidad, es quien acaba provocando la caída de Don Quijote, pero lo hace por la fuerza, como el rayo divino o lo que fuera hizo a las puertas de Damasco caer a Saulo de Tarso.

Pero cuando la irracionalidad es religión, el Caballero de la Triste Figura ofrece su cuello a la lanza, que prefiere la muerte a renunciar a reconocer la realidad de que su dama no es más que una mujer más del pueblo, que el ideal, la fe es lo importante, lo demás es terrenal, es para el villano.

Y sí, parece que la condena que se impuso a la irracionalidad del Ingenioso Hidalgo, de volver por un año a su casa, a su pueblo, a la, digamos legalidad, para que de esa forma se volviese a la cordura, lo que conlleva es la muerte.

Y a lo mejor, el intento de llevar a la cordura a los independentistas, a lo que conduce es a la cordura lo que inevitablemente conlleva la muerte.

Darte cuenta que tu dama es una dama más, que a lo mejor ni siquiera es tu dama, que ella no se ha enterado de tu pretensión posiblemente, puede tener como consecuencia la pérdida total de motivación para seguir viviendo. Y eso es lo que yo estoy viendo en ese sueño imposible que ha sido compartido en mi tierra, aunque el caballero de la Blanca Luna aún no haya derribado al caballero y le haya puesto una lanza debajo de la celada.

Y es lo que esperamos le ocurra a nuestro Triste Caballero Independentista, que alguien lo derribe con el amor con el que el Bachiller Sansón Carrasco lo hace, y que en el suelo, donde se despiertan los humanos de sus sueños, se le pida la promesa de reconocer la penitencia que se le impusiere, siempre sabiendo que en lo más recóndito de su ser eran gigantes y no molinos, que los galeotes eran gente honrada, y que quedan muchas ínsulas que gobernar.

Pero la literatura es lo que es, y la penitencia impuesta ha sido menor de un año, y no es suficiente, hay que hacer que nuestro Don Quijote reflexione, con ayuda, de lo que significa el transitar por caminos de ensoñación y arrastrar a la gente que te quiere. No sé si será posible, no lo parece, que la luz o el caballero que te desmonta como a Don Quijote, como a Saulo de Tarso, solo se le reconoce eficacia en las páginas de los libros.

Y parece que tendremos una segunda parte, que escucharemos el rebuzno de Sancho, que veremos pasar ese cortejo de sabios en procesión estrafalaria, que escucharemos los lamentos por los encantamientos que justificarán los errores que en los choques de realidad y locura acontecen.

Y recordaremos que el Bachiller necesitó dos batallas para devolver a Alonso Quijano el Bueno a la tierra de la cordura, que cuando fue Caballero de los Espejos, salió por las ancas de su montura al recibir el lanzazo de Don Quijote.

Y en las playas de Barcino, junto al mar, es donde se acabarán un día las batallas de esa ilusión quimérica que hace que se muevan las montañas…en los sueños, que en la realidad, para moverlas se necesita maquinaria pesada, dinamita, dinero.

Así que na vez vencido el Caballero de los Espejos, solo habrá que esperar que llegue el caballero de la Blanca Luna, y quedan aún muchos capítulos, muchas aventuras, muchas sinrazones, muchos esperpentos, muchos encantamientos, que veremos ir pasando poco a poco, mientras la economía de nuestro aseado Hidalgo merma a pesar de los buenos oficios de sus vecinos, mientras la belleza de la sin par Dulcinea del Toboso, va poco a poco trocando en Aldonza Lorenzo, con su bigote, con sus caderas anchas listas a parir lo necesario para llevar las tierras.

Dejar Barcino a pié, volver a sentir el contacto con lo cotidiano es lo que deberemos esperar en su momento, y habrá que echar las culpas a los magos que ejercen sus maleficios contra los sueños de nuestro Don Quijote, de nuestros inedepes.

Vale.

Urgencias

Para cabrear a mis amigos médicos siempre les suelto aquello de:

-Chicos, creo firmemente que solo hay dos tipos de enfermedades, las que se curan solas, y las que no se curan.

Y bueenoo, nos echamos unas risas, si hay suerte les saco una cañita, y a otra cosa.

Y desde luego sé que exagero, que es por meterle los dedos en los ojos a mis amigos, que ellos también tienen sus técnicas, y en una cosa que pretende ser pública como esta, no voy a liarla parda, que tal y como están las cosas me monta el colegio de médicos un cristo de mucho cuidado, y todo esto es entre amigos y en tono menor.

Y viene esto porque estoy escuchando de forma repetitiva en la radio, que la tele me aburre cada día más y las presentadoras del telediario empiezan a ser pelín rancias, que en La Paz se les están montando unos pollos considerables en los servicios de urgencias, que La Paz es un hospital entre muy bueno y excelente.

Esa es su desgracia, que la peña a la que tiene un moquito más allá de lo razonable se apuntan corriendo a sus servicios de urgencia que, dicho sea de paso gozan de una calidad y un prestigio envidiables, con el consiguiente efecto de que la cosa se colapsa en un abrir y cerrar de ojos.

Y los sindicatos ponen el grito en el cielo, con toda la razón, argumentando que los profesionales que atienden el servicio son escasos para la atención que deben dar a los pacientes, que algún facultativo tiene un ataque de ansiedad, y ya que está en el servicio hay que atenderle, (no se de forma inmediata o haciendo la cola correspondiente como un ciudadano más).

Claro, y bromas aparte, por mucho pico gripal que haya, y es que la gente no se vacuna ni a tiros, la peña no se ha enterado que esa es una de las enfermedades que se curan solas, si no se previenen.

Tampoco se han enterado que tienen una cosa que se llama médico de cabecera, vamos el generalista, que desde luego te atenderá cuando la gripe se haya curado sola, y entonces sientes que el derecho que tienes a la sanidad cuando te atiende el de cabecera, es como si fuera low cost.

Así que a La Paz, que quizás debería resolver el problema que como punta de iceberg asoma en la guerra de sus urgencias y seguro tiene raíces más hondas. Pero a lo mejor es que el presupuesto no llega, que la capacidad de maniobra de la gerencia no permite resolver el asunto.

Quizás la política de la Comunidad de Madrid quiera tocarnos el tema de la sanidad y quieran demostrar que los números que ofrece el último hospital privado son muchísimo mejores que los de La Paz, y hay que resolver los problemas de productividad, y lo que te dé la gana.

Siempre he pensado que los servicios de urgencias están sufriendo el abuso que procede de la mala utilización por parte de los ciudadanos, y la mala defensa que de esa inadecuada utilización hacen los hospitales.

Entiendo que un servicio de urgencias se colapse en caso de un accidente con múltiples afectados, pero el resfriado debe tratarse en el ambulatorio, en las urgencias del centro de salud, cuando te toque en tu médico de familia, o mejor, como se ha hecho siempre, que esta es de las que se curan solas, así que al catarro con el jarro.

Las noticias que me llegan, indican que ha sido La Paz, el hospital que se ha colapsado, que otra cosa sería que todos los hospitales de Madrid estuvieran en la misma situación, cosa de la que no nos han informado.

La derivación de pacientes debería ser normal, y alrededor de La Paz, hay bastantes hospitales, un ambulatorio grandón, y cruzar Madrid en ambulancia para ir a cualquiera de los centros que conforman la red hospitalaria de la ciudad tampoco es para tanto.

Así que me quedo con la canción de que hay más cosas detrás de la noticia, y como siempre, quieren manipularnos, y hacernos creer que hay un problema determinado donde a lo mejor no hay más que una mala gestión organizativa, y un cabreo sindical.

No tengo muchas ganas de ahondar el asunto, que me tienen aburrido con tanta manipulación y tanta mandanga, y todo eso en el famosos día de reflexión catalán que me pilla con el mazapán en la mano y sin cava en la fresquera.

Y la que nos viene ahora con la manipulación que se nos viene encima en cuanto se cuenten los indepes de mi pueblo, va a dejar al tema de la Paz en chiste de patio de colegio.

Y aunque tenga uno sus amigos en La Paz, quiero asegurar, que a no ser que me encuentre seriamente perjudicado, con un problema traumatológico, o un proceso agudo grave, seguiré tranquilo en butaca o cama, con el jarro bien dispuesto, que es lo que cumple.

Y por lo demás, estoy decidido a enfrentar con cierta gallardía los días que se avecinan, que no va a ser la cosa ni moco de pavo, ni grano de anís, y por mucha experiencia que ya va teniendo uno en estas cosas, siempre acaba uno arrastrado al charco navideño.

Así que por favor, si se rompen ustedes la crisma, si les dá el infarto, incluso con síntomas de ictus, o casa parecidas, salgan sus gracias zumbando a ponerse en manos de los profesionales de urgencias de su hospital, pero si lo único que tienen es necesidad de mimitos, apúntense a una página de contactos, y si se les caen los mocos, pues ya saben, denle al cava corregido con unas generosas gotitas de Mascaró, que hasta su señora abuela le alabaría el gusto, y podrían tratar a quien de verdad necesita al hospital.

Y si hay un problema laboral, no vengan ustedes con gaitas, dando informaciones sesgadas, que 3stamos ya muy mayores para tanto y tanto desnucasapos suelto.

Con su pan se lo coman

 

Días de cumpleaños

Mi madre siempre ha mantenido que eso de cumplir años es una grosería, que solo se acuerdan de la tal cosa los que tienen alma de carreros, cosas de modistillas ineducadas, de mucamas sin desbravar, de esas que aún tienen en el cogote la pelusilla de la dehesa.

Siempre es mejor, creo yo, inventarse un día que le cuadre a uno, ya que mirando bien la cosa, hasta ahora no conozco a nadie que haya decidido cuando nacer, y pocos, muy pocos que consideren que el hecho de encontrarse entre los que ¿disfrutamos? de la existencia en este mundo, sea algo digno de celebraciones.

Otra incongruencia del alma humana, es que nadie quiere, o casi nadie, que aquí hay para todos los gustos, dejar de contarse entre la comunidad de los vivos, pero eso es otra historia.

Hemos perdido la batalla definitivamente con la llegada de la globalización, la estandarización de las campañas de márketing, y la gestión inteligente de las bases de datos.

Como todo el mundo te pregunta “fecha de nacimiento”, digo yo que será para que no entres en las páginas guarrillas, que el padre Pío luego se cabrea, todo el mundo sabe cuando hay que enviarte la felicitación de cumpleaños, y además de recordarte que estás cada día más decrépito, aprovechan para demostrarte la cercanía de “Productos tocameloshuevos, S.A.U” a sus queridos clientes.

Lo dicho, uno no puede escaparse, que ni siquiera esa intimidad te dejan, es como si la puerta del trono de cagar fuera de cristal, pero son las cosas que los humanos nos inventamos cada día, para hacer de nuestra vida algo mejor, y sobre todo más pública.

¡Vaya historia!, que es que si tirásemos de santoral, y asumiendo que existiese un solo San Luis, por ejemplo, la cosa valdría para los cristianos, que hay miles de millones de descreídos que por el santo no les viene nada, pero sí por la fecha de nacimiento, y por ahí nos tienen pillados. Pero uno no sabe si el San Luis Gonzaga, San Luis de los franceses….y así con todos.

Que eso de la onomástica, es para mí, mal menor, que tampoco escogí mi nombre, que me fue colocado de oficio, uno por cada abuelo, otro por mi padrino, y el último por el cura que me bautizó, que “In illo tempore”, si no bautizabas al crío acababas en la Modelo, como poco.

Así que no me importaría reivindicar mi día, ese que no esté ligado ni con San Apapucio, ni con Santa Amedrentación, y hacer como los de la ONU, día internacional de….y a renglón seguido mi número de carnet de identidad, o de pasaporte. Y si te dan derecho a recibir el tronco de la viuda* lleno de los duros de las cuestaciones internacionales, hacemos el año, que ni Montoro se entera.

Que ventajas se me vienen demasiadas, y es que sin ir más lejos, tanto a mi hija pequeña como a mí se nos viene el cumple demasiado pegado a las Saturnales, y con sueldos a la española, la cosa a la hora de los regalos acaba siempre mal, por aquello de los salarios de miseria que nos han adjudicado.

Así, que yo, sin ir más lejos dejaría a un lado, a los santos, a las fechas de nacimiento, y buscaría fechas muy interesantes para mi provecho y el de los demás, por ejemplo:

-Buscar el día del D.N.I. 72345546C, cerca de primeros de mes, por ejemplo el 1 de diciembre, que queda cerquita del viernes negro, la paga extra temblando aún en el bolsillo, y los ruidos prenavideños apretando a los amigos y a los familiares a ser pelín generosos, no es mala cosa, así como el 1 de julio, donde se dan terribles paralelismos con el otro solsticio.

– Buscar fines de semana, que al fin y al cabo son festivos, y pillas más a la gente, siempre que no coincida con un puente de esos tan españoles, y te quedes más solo que la una, sorbiéndote los mocos.

– Luego están las preferencias estacionales, y siempre parece que la primavera, o el inicio del verano, es época propicia por aquello de las horas de sol a que la gente sea más expansiva, y siempre se puede pillar algo de cacho extra, cosa nada desdeñable.

– Desde luego siempre te pueden caer unas elecciones el día de tu DNI, pero minimizas la cosa marcando un sábado, que es día interesante, que si la fiesta se prolonga, uno tiene siempre el domingo para descansar.

La fórmula esa que utilizan los del Imperio de “primer sábado después de último lunes de mayo”, y a hacer puñetas, siempre me ha parecido estupenda, que no hay estructura de base de datos que lo resista, y es que te colmatan el correo con tanta coña marinera de ¡feliz cumple!.

Y todo esto viene, al final, por el triunfo de la zafiedad, que a mí me enseñaron que a las señoras no se les pregunta la edad, ni se les recuerda cada año que el tiempo pasa inexorable, y a los señores, bueno, en aras de la igualdad perseguida de los sexos, pues deberíamos aplicarles un cuento parecido.

Y es que los del márketing global, al final me temo que no son damas, que no son “gentlemens”, gentilhombres, que eso de caballero me empieza a tocar los cojones, que cada vez que me lo llaman me veo a lomos de un mal rocín, con armadura y casco con celada, empuñando una Tizona o una Durendal, y me viene la risa.

No les han enseñado educación a estos que andan todo el día a lomos de algoritmos que permiten enviar el mensaje publicitario subliminal con la excusa de que naciste hace no sé cuánto en no sé dónde, que tu ficha debe ser lo más completa posible, y para eso están los cookies.

No sé si la inteligencia artificial que viene si estará bien educada, aunque me temo que no, que está su estructuración en manos sospechosas, y las gestiones humanas de las fechas señaladas seguro se expresan en sucesiones de cero y unos, con lo que no te libras de que un día al año te hagan papilla el correo y encima se te pierda en mensaje de Chuchita o de Borja Mari, que al final han decidido tomarse un chocolate con nata contigo en La Pallaresa, que es cosa muy honesta y llena de sugerencias.

Habrá pues que luchar contra toda esta caterva de gestores de algoritmos, de marketinianos pobremente educados, de zafios, de interesados, de puñeteros tocacojones, y diversa fauna que nos rodea, que empezaré a ser feliz el día que de la oficina del D.N.I. o del pasaporte, me pongan un mensaje de felicitación, que esos saben cuando es, no me van a vender nada, y la posesión de esos datos personales, al menos se ajusta a derecho, pero es que son gente muy fría y sujeta a procedimiento, y si no hay presupuesto para esa coña, que cada perro se lama su cipote.

A los demás, bueno, a los demás que me felicitan, si no quieren venderme nada, les daré a cambio la mejor de mis sonrisas y un fuerte abrazo. Eso sí, el año que viene, el día de mi D.N.I. será el primer sábado después del último lunes de mayo.

Abrazos a todos

*Tronco de la Viuda en masonería es el saco donde se depositan los óbolos al final de cada tenida(ceremonia) para las obras de beneficencia de la Logia.

La carta a los Reyes Magos.

 

No teman sus gracias, que esta vez no voy a ponerme estupendo haciendo una glosa del significado simbológico y esotérico de los famosos Reyes Magos, ni siquiera es mi intención ir por los caminos que transitan Don Iker Jiménez, y otras gentes de su gremio hablando de la posibilidad de que sean extraterrestres montados en platillos con forma de camello.

No, no teman ustedes, que estoy muy mayor para meterme en ciertos charcos. OVNIS parece que sensu estricto si lo son, que nadie sabe muy bien qué diablos son esos tres pollos en camello que parecen sacados de una fiesta de Drag Queens, con todos sus abalorios y sus sedas, cruzando los cielos de Oriente a Occidente, como si fuera un paquete o varios, de Alibaba.

Mis amigos y yo, deberíamos celebrar estos días nuestro homenaje al sol invictus, que se nos viene encima la solsticial de invierno, que parece que el tal Sol no se nos va, que es como un yo-yo, arriba, abajo, arriba, abajo, y seguro que lo haremos, que esas cosas se nos dan estupendamente, y beberemos unos vinazos, comeremos un corderito, y a otra cosa.

Y a lo mejor lo que estamos celebrando son las cosechas esas que nos deberán dar de comer en su momento ya entrado el año que se anuncia, así que habrá que honrar a Saturno, ese dios que sirve entre otras cosas para la protección de la agricultura, y liarnos con las saturnales que parece empiezan con eso del viernes negro, y acaban con la Beffana o con los Reyes Magos.

Mi amigo David, insiste que de lo que se trata es de celebrar el período del Hanukkah, la fiesta de las luces, de las luminarias, en las que se celebra la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos, con la consiguiente purificación del templo “infectado” por la presencia de dioses extraños.

Parece que la fiesta de la luz deriva del milagro de haber podido mantener encendido el candelabro de nueve brazos (Hanukka) durante ocho días consecutivos, con una cantidad exigua de aceite, suficiente apenas para un día.

Al final la simbología es a mi parecer la misma siempre, la luz que triunfa, y no diré el triunfo de Lucifer, para no darme ni pisto, ni autobombo, pero la luz siempre triunfa…por el momento. Quien quiera saber más de esto, que lea el Talmud (Gemara, Shabbat 21), que yo no soy profesor de nada, y esto me lo he currado de la tal Wilkipedia.

Pero viendo estas cosas que se nos vienen encima estos días vemos que la celebración es múltiple, pero siempre la misma, sea cual sea la tradición a la que nos acerquemos, y es la entrega, o el robo del fuego, de la luz divina por Prometeo, por Lucifer, por quien quieran ustedes, para dar el calor necesario a la agricultura, iluminar las mentes de los humanos.

Pero volvamos a la tradición del Imperio Romano, en que durante estas fiestas saturnales, además de cierta tendencia al desmán, la gente se intercambiaba regalos, asistía al banquete que se ofrecía a todo el mundo, teniendo incluso los esclavos cierto relajo en el cumplimiento de sus obligaciones. (Quizás los más curiosos de entre vosotros se atrevan a emprenderla con la obra de Macrobio, Las saturnales), allá cada uno con su responsabilidad.

Así, que sin mirar hacia Akenatón, que ya tengo tortícolis solo de pensar lo atrás que debo llevar la cabeza, nos encontramos en que las religiones y los solsticios siempre se han llevado bien, como bien se han llevado con los ciclos agrícolas, o con cualquier cosa que permitiese un cierto protagonismo en los períodos de relajo de los seres humanos una vez acabadas las tareas a las que obliga la supervivencia.

Así, que tendré que aprovechar eso del viernes negro, la Hannukah, las Saturnales, Los reyes Magos, o la Befana, que entre Saturnales y Epifanía, nos jugamos las fiestas del consumo de este mundo occidental de hoy.

Que nosotros con el lío que tenemos montado, al añadir la presencia muy alabada del licio Nicolás a las tradiciones, si la cosa se nos pone rácana, este San Nicolás de Bari, o Santa Claus, nos traerá el regalo anticipadamente.

No quisiera ser irreverente pero el tal Nicolás de Bari tenía na gran predilección sobre el mundo de los niños, cosa que hoy sería altamente sospechosa, y su milagro fue curar a niños acuchillados por algún desalmado, o poner bolsas de oro en los calcetines de doncellas que no tenían posibles para llevar dotes aceptables a sus matrimonios.

Pediremos a Papá Noel que deje algo en la chimenea donde dejaremos los calcetines a secar, y mientras que me vaya explicando los detalles del contrato con Coca-Cola, que hicieron cambiar su color tradicional, verde, al rojo.

Ya lo que me queda, y como estamos en pleno ciento cincuenta y cinco, pediremos que el Tió, ese tronco hueco que desde la cocina en el día veinticinco, es apaleado por los niños para que cague los regalos al son de la cancioncilla “ Caga Tió, no caguis arengadas que son saladas, caga torrons que son més bons” .

Si no. Y esto es ya un lío foral, me quedan los iratxoak (duendecillos) vizcaínos, o el Olentzero, (carbonero) navarro. (nótese que la Befana trae carbón también, y los Reyes Magos si el niño es demasiado travieso), o el Apalpador gallego que trae castañas y carbón para asarlas.

Con todo esto, hare mi carta, que gracias al lugar donde nací, y a otras circunstancias que no vienen al caso, dulces tengo, y no creo que mi médico sea muy feliz si como demasiados, las castañas en Callao, a la señora de siempre, figuritas de barro como las que se regalaban los romanos en las saturnales, o las que hay en nuestros belenes, si no son vienen con inteligencia artificial de serie, pues ¿qué queréis que os diga?, aunque ese caganer que está abonando la tierra una vez acabada la tarea de la siembra de invierno, quizás sea el símbolo que más me gusta por lo que conlleva de esperanza en el fruto que la tierra está incubando, y será nuestro alimento futuro.

Los detalles de mi carta, los daré en otra entrega…o no.

Con su pan se lo coman

 

Bucle

Llega un momento en el que uno se colmata, vamos, que ya no le caben más estupideces en el cuerpo, y a partir de ahí, como en las buenas soluciones que nos explicaban en física de segundo, el nuevo aporte de solvente dejaba de ser aceptado por el disolvente saturando la solución.

Pues así me temo que estoy yo, saturado, que en ese maravilloso lenguaje de la calle, quiere decir hasta los mismísimos cojones. Y lo malo, es que siguen echando toneladas de solvente.

Que se despierta uno por la mañana, comete el error de poner cualquier emisora de esas que sueltan noticias, (ese es mi pecado), y empieza la descarga de los elementos que me tienen colmatado.

Estoy de los israelitas y de los palestinos hasta arriba, la cosa está claramente en bucle, intifada si, intifada no, intifada niña que la bailo yo, que si Tel Aviv, que si Jerusalén, que si el lobbi judeo-americano, que si los de Hamas. Cierto que el verdadero drama está en la gente que anda por allí en su día a día, pero eso no importa, que se les mata, que se les ignora, que se les saca todo el dinero que se pueda, y a otra cosa.

Y a nosotros, como si en ello nos fuese la vida nos dan desde explicaciones falsas, a los más sesudos análisis, intentan que seamos o pro unos o pro otros, y así durante décadas.

Pero como se nos calienta el planeta nos volvemos a reunir en Paris, y ya sabemos que al Imperio no le viene, que a los del carbón asturiano tampoco, que a los chinos la forma o el fondo, que nunca se sabe. Al final la culpa es de las vacas, que son las que no tienen derecho a voto, pero más carga a mi solución colmatada.

El bucle está ahí, que unos me dicen que los osos polares se mueren de hambre, y otros me dicen que cada día hay más osos, y todos acercando la boca a la teta de la subvención, del donativo, y procurando, con razón o sin ella que la cosa siga viva, bien viva.

Y Bankia la vendemos un veinte por ciento más baratita de cuando la compramos, y digo bien el plural, que de mis dineros salieron las ayudas y no me dieron acciones a cambio, que ya sabemos que de eso no entiendo, que es mucho mejor que lo lleve el gobierno, que por aquí somos imbéciles y eso de los mercados no lo entendemos. Y unos dicen que si, otros que no, y a mí ya no me cabe más porquería de ese otro bucle eterno.

Que parece que es el mismo bucle de la corrupción que nos sacude desde el lado de la política, y es que la buena de Espe y sus acólitos dicen que metieron la mano, el brazo, y cualquier otro apéndice disponible, y de nuevo los sesudos analistas a llenar ese vaso que tengo a rebosar, que la cosa no se arregla ni en el golf de Vallehermosos, que si costó una pasta hacerlo a mi pobre y mísero bolsillo, más costará ahora derruirlo y rehacer el espacio con nuevas instalaciones de otra guisa para el vecindario. No cabe más solvente, que a nadie de todos estos que la liaron parda les van a detraer de sus patrimonios, siquiera lo que por las operaciones fraudulentas llevaron a sus bolsillos aquellos que lo hicieran.

Puestos a buscar más de esos elementos que tienden a que se llene mi vaso, cuentan por ahí que las cosas esas de la salida británica del club europeo se siguen retroalimentando, que hasta mi amigo el analista de estas cosas escribe y escribe todo lo que puede para demostrarnos que lo más seguro es que quién sabe, que si se quedan un poquito, no pasa nada, que al fin y al cabo no han dejado nunca de circular por la izquierda, y que con eso de que la pizza es ahora Patrimonio de la Humanidad, están ellos con el run-run de que hagan lo mismo con el “five o’clock tea” del Ritz de Picadilly.

Y que a los irlandeses ya veremos por donde les dan, que eso es lo de menos, que el individuo de Belfast o de Londonderry no es un actor de este juego.

Y que me dejes el arancel, o que lo quites, que cierren el Canal de la Mancha, o que lo dejen abierto, pero por favor dejad ya de echar más solvente a la solución, que esto va para años, que estamos dentro de un bucle, que les saldrán canas a mis nietos, y seguirá el bucle creciendo. Siempre y cuando, claro, llene los bolsillos de alguien.

Y el bucle de los nacionalismos en cualquiera de sus versiones, ese bucle que de vez en cuando revienta y mata a mucha gente, o arruina a otros tantos. Está ese componente de la solución saturada de la que hablamos continuamente y que arruinó a Quebec, que mató a millares en Yugoeslavia, que impide que progresemos adecuadamente en Córcega, en Cataluña, en Bélgica.

Pero no importa, es un bucle que se retroalimenta con facilidad, y seguirá de forma machacona encima de nosotros per omnia saecula saeculorum.

Y ese otro maldito bucle de la gente del sur que busca en norte, y se encuentran que el norte les ha preparado un sur en los suburbios de las ciudades de las que estamos tan orgullosos. Y hoy te violo, mañana te vendo como esclavo, hoy te contrato como esclavo en lo peor de mi sociedad inmaculada, mañana te tiro a la basura como el deshecho humano que eres.

A nadie le importa, yo compro viendo el anuncio del nuevo cochecito como se hunde tu patera, como pierdes a tu mujer, y como estoy colmatado, me parece que lo que me están enseñando es un anuncio de pateras.

Y el bucle lo alimentamos dejando que cualquier cafre gobierne por el sur, que al final lo que roben acabará en los bolsillos del fabricante de barcos de recreo, de don Ferrari, de don Porsche.

Estoy colmatado, hasta los cojones que diría el castizo, estoy cansado de chapotear la misma mierda ayer, hoy y posiblemente mañana, así que deberé de cargarme de paciencia o verter el vaso, llenarlo de un nuevo disolvente, y esperar pacientemente a que se vuelva a colmatar.

Con su pan se lo coman

 

Alabanzas en vida

Mâitre corbeau, sur un arbre perché, tenait en son bec un fromage.

Mâitre Renard pour l’odeur alleché lui tint à peu près de ce langage…..

Anda, no me seáis vagos, y leeros el poemita, que no tiene desperdicio, como cualquier cuento de esos que llamamos infantiles, o cualquier fábula moralizante, que lo que se reaprende con estas cosas, no tienen precio.

Y es que anda todo el mundo con la misma cantinela, hay que alabar al que tiene, o parece que tiene algo, para que abra la bocaza, el pico, la mano, el bolsillo, el alma, o incluso las piernas que para todo hay, y de esa guisa, mientras el susodicho se mira el brillo del pelaje, o intenta demostrar la belleza de su noveno do de pecho cantando aquello de “A mes amis…”suelte lo que nos interesa, y a otra cosa.

Así, que cuando empiezan las alabanzas a uno le entran los temblores, y empieza a aferrar honra, cartera, sueños, en fin todo lo que no tenga a mano, que a la que te pongas a ver lo bello que eres delante del espejo, ya sabes le levantan las faldas a la novia, a ti la cartera, y hasta el apartamento de Benidorm si te descuidas.

Son las cosas esas de la vida, y lo mejor es echar a volar como debió hacer el cuervo, con su queso bien apretado en el pico, y si te he visto, no me acuerdo.

Pero qué difícil es luchar contra la vanidad, que si pudiésemos, haríamos el fantástico negocio ese que dicen que se hace si uno tiene un argentino a mano, ya sabes, lo compras por lo que vale, y lo vendes por lo que dice él que vale. Y esa vanidad es la que nos pierde, que la cosa de alcanzar honores, relumbrón, poder incluso, es lo que por lo visto pone a la gente, que ser tenido como el mejor de la tribu, o la reina del hormiguero, a lo mejor te facilita la puñetera tarea esa de transmitir el DNA que se nos ha confiado.

Y eso nos sale carísimo, sobre todo, aquellos que se enfrentan estos días a “el qué hacer con la paguita extra”, antes de que se la lleve el banco, o el teléfono, en cualquiera de sus ajustes tarifarios.

Que te sale por la lámina tonta el pollo que te dice, si compras lo míiiooo, no eres tonto, si compras lo míiiiooo eres el puro canon de la belleza, si crees que necesitas apoyo, yo te opero las tetas, o el rabo, que no importa, o te vaporizo con mi desodorante, con mi colonia.

O te sugiero que bebas lo que te mereces ¡Campeón!, que si además te pones esos tejanos con el Death Valley a tus espaldas, eso, de espaldas vas a tener al sexo opuesto.

Y como les hagas caso a todos, vas a tener más parches que Frankenstein, habrás soltado tu queso demasiadas veces, y por supuesto ya no sabrás quién coño eres.

Nos atraen también las luces, todo aquello que brilla, lo que nos hace creer que lo que vemos en el anuncio de tejanos, en la lancha cruzando el “Gran Canal”, somos nosotros, y abrimos el pico, perdemos el queso.

Y hay imbéciles irredentos, como este imbécil ahora a las teclas, capaces de ponerse una chaqueta blanca de etiqueta, los zapatitos de charol y meterse en cualquier Rick’s café, para sentirse como Bogart en Casablanca, aunque Ingrid Bergman no vaya en el paquete, que tampoco la cosa es para tanto, y rubias las hay a patadas.

Y el tal Rick’s café, nunca existió aunque haya un montón de ellos por ahí, incluso en Casablanca, pero importa poco que se rodara en un estudio californiano..smoke get in you reyes, mientras Sam hace lo que puede al piano.

Tenía un conocido, cátedro él de disciplina científica, que mantenía, creo, que más de lo que era no quería ser, pero menos tampoco, y esa es la puñetera realidad, que por mucho que nos empeñemos, o nos digan, somos lo que somos, y es cuestión de las circunstancias la posición temporal que podamos ocupar en esta feria de la vida.

Así, que como decía antes, dejémonos de tonterías, que por mucho que nos pongamos la camiseta de Messi, no nos transformaremos en un petiso con patas de conejo y la cuenta corriente a rebosar, y aunque nos pongan unas gafas de realidad virtual, con su añadido de inteligencia artificial, no habremos ganado ni al tenis, ni posiblemente al golf a Rafa. Ahora si lo que sentimos no tiene parangón con lo que somos, entonces, ¡ay amigo!, nos hemos transformado en presa fácil de charlatanes de verbo huero chirle y hebén, y compraremos botellitas de cosechero de Bordeaux a precio de oro, para conquistar el corazón de Adina.

Pero tampoco hay que ponerse estupendos, que de vez en cuando hay que alimentar un poco al ego, sobre todo ahora que entramos en época de cuñados, y la cosa se puede poner peluda tras la tercera copa de cava, que ya se sabe, entre el que no te ha perdonado que te llevaras de casa a su hermana (a veces el rencor es mutuo, por haber permitido que te la llevaras), el que lo sabe todo de buena tinta, el leído, el indepe, el futbolero, el petimetre, a lo mejor aunque pierdas parte del queso vale la pena enseñar la última colonia arrasahembras, la tele más grande y curva, vamos, la que mea más lejos, ponerte la camiseta de CR7, soltar que sabes de buena tinta las tendencias sexuales del ministro número tres, garantizar que lo de Pooch-The-Mont, y el tal Oriol no es más que un problema de celos, que los dos están enamorados de Ada, que no de la de Nabokov, claro, que para eso hay que ser pelín leído.

Y así vamos pasando al siguiente momento, mi cognac es el mejor, mis zapatos son chulos, y venga a perder queso en cada envite que no pasa nada, que al final te acaban proponiendo para jefe de negociado, con el mismo sueldo, desde luego, pero con derecho a limpiar la sala de juntas donde el Señor Conejero Delegado re reúne con los accionistas. Pierdes el queso, desde luego, pero meas más lejos que nadie.

Con su pan se lo coman.

La cosecha del cincuenta

 

Que le digo yo a mi amigo, que en Rioja no fue de las mejores, la dieron “normal”, pero en otras cosas no estuvo mal la cosa, desde luego que no.

Y hoy mi amigo me ha hecho repensar la cosa, que no está nada mal eso de reconsiderar como se fue puliendo esa piedra bruta que somos todos y cada uno de nosotros.

Y es que le ha dado nostálgica al hombre, y mira que es leído, así que se ha puesto a pensar en cómo llegó hasta aquí, haciendo un repaso a sus lecturas de juventud. Y dice bien de juventud, que a estas alturas de la película no hay quien se meta ni con Balzac ni con Roa Bastos, que para pillar el nuevo matiz que se te escapó en su momento, casi prefieres cambiarlo por una buena siesta.

Dice mi amigo, y eso explica muchas cosas, que cuando Dany el rojo estaba por el “quartier latin” intentando desarrollar su carrera política mediocre e insulsa, el andaba a florete con Zola y su bestia humana.

Reconoce el shock que le produjo su lectura, y yo no puedo decir ni pío, que Zola nunca fue santo de mi devoción, pero si Stendal, o aquella Nôtre Dame de Paris, o los grandes rusos cuento a cuento o con un Guerra y paz o unos Karamazov para dejarte seco.

Y sí, nos llamó la atención y nos levantó la hormona aquellos Trópicos de Miller, o la buena de Anais Nin, sin olvidar que don Ernesto nos enseñó poesía con su viejo y el mar, o que como no había con qué para ir a San Fermín, nos creíamos que lo que nos contaba era más o menos la verdad.

Sí, los sueños del viejo suicida, nos enseñaron a soñar, como nos metió el viejo maño Sender en el mundo de Cagliostro, o de Roger de Flor, que lo de la guerra civil estaba muy cerca aún y las heridas todavía sangraban en casa.

El pensamiento elevado fuera del Ripalda nos lo ofreció Hesse, que Mann y su sanatorio antituberculoso, no me venía, que se me habían muerto un amigo y una amiga de esa cosa, y recuerdo ir a visitarlos a Torrebonica….pero eso es arena de otro costal.

No sé si mi amigo, ya se lo preguntaré, o no, que tampoco nos moriremos por ello, era de los que a la ciencia le llevaron Powells y Bergier, que a mí aquel Retorno de los brujos, o las historias de Lobsang Rampa, fuera o no un mecánico inglés, me animaron también por la senda del misterio, de lo oculto, de los símbolos, pero sin exagerar que uno siempre ha sido muy superficial, y tirando a frívolo.

Que si no hubiera tenido esa pizca en mi carácter hubiese acabado de catedrático de instituto, terror de los chicos brutos, y eso sí que no.

Pero a lo que iba, que a mi amigo parece que le enternecía eso de hacer una buena escudella en la chimenea, a fuego lento, con brasas de Zola, y mano de Biscuter, y a mí también, que siempre he respetado a las rabizas de Raval, que siempre han sido honestas y grandes pajilleras, oficio que tuvieron que desarrollar para calmar la marinería de la Quinta flota americana del Mediterráneo, pero es otra historia.

No recuerda mi amigo lo que significó para nosotros un poquito más mayores la llegada a los teatros de Sartre, con aquella Puta respetuosa o a puerta cerrada, o las luces de bohemia que Alonso nos llevó a las tablas.

Y es que fue también una forma de forjar nuestra personalidad, como lo fue aquel Novecento de Bertolucci, o en otro plano aquel tango en París que a los españolitos provincianos, y a mí nos dejaron con la boca abierta, y es  que el Ripalda habitaba aún en nuestros corazones.

Y dice mi amigo que lleva treinta años, desde que se separó de Gabo, de Borges, de Paz, de Asturias, de Roa Bastos, sin casi una oportunidad de llevarse un buen nuevo libro a la boca, un libro que le cuente la historia de la humanidad, sea cual sea el punto de vista del autor, y lleva razón, o casi, que en estas épocas de populismo lo fácil es sentar cátedra, y es que sueltas una, nadie la contrasta, se repite por las redes sociales un millón de veces, y ya tenemos una nueva verdad.

Bueno, cierto que hay excepciones, pero pienso que a lo mejor también fueron excepciones esos grandes autores que forjaron a estos rebeldes que somos hoy, aburguesados, sí, pero rebeldes, ¡qué coño!, que nadie se acuerda ni del Caballero audaz, ni de Pérez y Pérez por poner un ejemplo, que lo de José Mallorquí, o Marcial Lafuente Estefanía, lo discutiremos otro día, cuando hagamos la crítica a Corín Tellado.

Y yo le decía:

-Mira, me preocupa lo de mis nietos, que están abducidos por los juegos de ordenador, por la tele, por las redes sociales. Que para que lean algo, no sé qué nueva versión de Moby Dick voy a encontrar para ellos, que a los niños hoy no les atrae Huckleberry Find, que no les apetece cazar lagartijas, y si se manchan de barro les da la alergia a no sé qué.

En ello estamos, que el nuevo Pepe Carvalho es hoy el Inspector Mascarell, que Hercules Poirot no tiene nada que hacer frente al C.S.I. de turno, que Poe ya no inquieta, que Lowecraft no se entiende, no mola, no renta, que te diría un chaval de instituto.

Y como le he dicho a mi amigo, que debía estar cansado porque me ha dado la razón sin discutir, estamos creando, están creando la generación de humanos más manipulables de la historia.

¿Y qué?, ya saldrá un Mulo, como en la Fundación de Asimov (mi amigo no mencionó la ciencia ficción, aunque se lo disculpo) para destrozar en plan Sheldon.

Desde el pesimismo generacional, a lo mejor lo que intuimos los de la cosecha del cincuenta, es que como nuestros abuelos, no hemos sido capaces de descubrir como se va a pulir la piedra bruta a las generaciones hoy en formación, pero seguro que dentro de cincuenta o sesenta años, de alguna forma alguien exprese con cierta carga de nostalgia, que a las generaciones nuevas no es posible hacerles entender la simbología oculta en Star Wars, o en lo que significó el Caralibro, el Silbidito, o QuéApp, y no sabe como hacerles vibrar como sus abuelos vibraron leyendo a Conrad, a Stephen Wolf, o incluso a Umberto Eco.

Pero eso, si os empeñáis, lo discutiremos otro día.

¿Quién me compra el Elixir?

Mi amigo Abe está que se sale, que empezó el hombre con el asunto de los Abenomics, que se le están haciendo los japos más viejos de lo que él se podía imaginar, con lo que ello acarrea.

Y es que en cuanto cumplimos años, nos damos cuenta de que la tele que tenemos en el salón es de toda la vida, es de casa, que no la vamos a cambiar por una Mark 3 estratosférica, que para lo que se ve por la lámina tonta ya vale nuestra vieja amiga, y claro no hay demanda de teles, ni de coches, que por mucho que ahora digan que el viejo diésel contamina, nos hemos aprendido la lección, y el nuevo híbrido con retroalimentación crepuscular, pues va a ser de quien la mar no teme airada.

Encima, los chavales con tanto móvil, con tanta electrónica, andan todos enamoriscados de una imagen en tres D, suministrada hábilmente a través de sus maravillosas gafas de realidad virtual, y a Chuchita me la tienen abandonada.

Claro que Chuchita tampoco ayuda, que los japos desde lo de Manchuria tienen fama de rijosos, y eso no añade incentivos a la hembra local, que parece se nos queda con cualquier héroe del manga que le gusta lo mismo y no le mancha la entrepierna.

Así que no hay nuevos japonesitos suficientes para que los amigos de Sony coloquen teles nuevas en los hogares de los jóvenes llenos de esperanza en el futuro, y la inflación, pues nada, que lleva yendo hacia atrás demasiadas décadas, vaya desde que la bolsa llegó a los cuarenta mil y pico, y hoy por los veintipocos mil.

Don Abe ya no sabe que hacer, que las soluciones imaginativas no parece que le consigan cuadrar el balance. Es más, que se le va todo el humo en pensiones, que encima los viejecitos, con tanto comer algas, sushi y sashimi, resulta que no los matan ni a tiros, que no me los suben a lomos de hijo a las cumbres del Muruyama, para qe acaben sus días con la sonrisa del deber cumplido.

Y piensa el hombre, que a lo mejor la cosa es que con eso de la globalización se nos ha ido la mano a la hora de compensar el trabajo por cuenta ajena, y como un añadido más a la vejez, a la falta de interés en la reproducción de la juventud, se une el salario de miseria que dice el señor de Sony, o de Nissan, que me da lo mismo, hay que pagar para dar algún beneficio, y no nos metan por donde amargan los pepinos una OPA hostil, y se queda el señor Consejero Delegado sin pasta para el amarre del treinta metros en Osaka.

Por lo menos piensa el hombre como muchos dirigentes occidentales en eso de que se les ha ido la mano a la hora de permitir que tanto y tanto dinero y esfuerzo haya cambiado a zonas donde se trabaja en régimen de semiesclavitud, y desde luego lejos de las condiciones que los movimientos obreros han conseguido en Occidente.

Así que se ha conseguido quitar el dinero a los clientes, y nos empezamos a quejar de que no compran el último cacharro, el último coche, el último trapo, y es que han conseguido crear una clase de indigentes con trabajo, a la que se le ha venido en llamar de la forma que ustedes quieran, pero que en USA, en Alemania, en España, y pronto en Francia, por no hacer exhaustiva la lista, hay millones de personas, entre el veinte y el veinticinco por ciento de la población, estén en riesgo de pobreza, teniendo trabajo.

Con salarios de 8 euros hora, es muy difícil, siendo además el trabajo precario pagar en Alemania una habitación de cuatrocientos euros al mes, y el caso afecta a diecisiete millones de trabajadores, no lo olvide nadie, y las cifras son similares en todo Occidente.

Así que al bueno de Abe, que ve además como le vuelan los misiles norcoreanos, tiene que gastarse una pasta en el ejército que le desmanteló Eisenhower, y que empieza a necesitar, y el consumo no tira, sus multinacionales hacen más trampas de las que pueden soportar sin sonrojarse, más o menos como todas las multinacionales, que con tanta regulación para proteger al consumidor, no hay quien haga un duro de beneficio a fin de mes, y encima los chinos al lado copiándole hasta el color de los trenes.

Solo se le ocurre, pedir a sus grandes empresas que suban los salarios a sus empleados, por favor, a cambio, claro de una bajada en el impuesto de sociedades. Y es que a lo mejor el señor Abe, y no voy a discutirle demasiado, que de estas cosas no entiendo, persigue dos objetivos para que compren sus conciudadanos el nuevo televisor curvo de Sony, con función masturbatoria incluida.

El primero podría ser el devolver parte de los impuestos a la sociedad laboral, y mira que curran estos japos, que se mosquean con ellos mismos cuando se van de vacaciones, ya que consideran que sus compañeros harán su trabajo y les parece injusto. Bueno, pero es una forma de reconocer por parte del estado que el nivel de depredación fiscal ha llegado al punto de que no es útil para nadie, que la gente se adapta al entorno más rápido que las instituciones, y las cuentas no salen a la hora de montar los escudos antimisiles que quiere venderle Tito Trump.

Y la segunda, quizás esté relacionada con el hecho de que en los paraísos fiscales se vive muy bien, y con impuestos bajos, a lo mejor montan un país “low cost”, y se le montan las multinacionales en Kioto o en Osaka, que siempre acaban dejando unas perrillas, y no te digo si nos hacemos opacos del todo, y empezamos a recoger el dinerito de los tráficos legales, de los sobornos, de las mordidas, y de todas esas cosas tan productivas y tan lejanas al currito de ocho euros la hora, menos de cuarenta horas a la semana, y con menos de un mes de duración de contrato.

Él verá, pero que se ande con cuidado, que anda el comisario europeo Moscovici, alardeando de que va a preparar una lista negra de países a considerar como paraísos fiscales, no sea que lo incluyan, y entonces no sé yo.

Claro, que me he enterado que en esa lista no está Luxemburgo, ni Suiza, ni El Vaticano, ni las Islas de Canal, con Jersey a la cabeza, así, que por favor dejen todos ustedes de tocar las pelotas, que no está ya muy mayor para estos farolillos.

Con su pan se lo coman, (menos el 40% de I.R.P.F., claro)

Pasear por Barcelona

Pasear por Barcelona , y de pronto darte cuenta que aquello que es inmanente a la ciudad surge a la que las capas más molestas son alejadas por cualquier viento, sea Grègal, sea Xaloc, sea Garbí.

Y los acontecimientos que se le han venido encima a mi ciudad en los últimos meses, me han parecido como una de esas ventoleras que levantan la contaminación de golpe, y te permiten, de nuevo salir a la calle con el seiscientos trucado por los de Alpine, que lo hacían muy bien.

Hubo sangre, que nos mataron de malas formas en Las Ramblas esos asesinos religiosos que creen que somos menos que nada, y además nos comparan con perros, que a más de uno de nosotros no nos importaría tener una pequeña porción de la nobleza de esos animales.

Fue como quitar el tapón que mantenía, a duras penas la explosión de odio en estado de latencia, de forma inconexa, desde luego, pero creo que lo hizo, y a partir de ese tremendo día de sangre, de muertos, de solidaridad, de amor, de miedo sobrellevado con gallardía, apareció lo más innoble de todos nosotros, que no fue más que abrir por fin las puertas de tantos corazones llenos de odio.

Y de nuevo pasear por Barcelona fue recuperar aquella Barcelona que paseaba con mi abuelo, casi la Barcelona del inspector Mascarell, la de Pepe Carvalho, la que aún olía al dolor de una guerra que hacía más de veinte años había abandonado las trincheras, pero que claramente no había terminado.

Y pasear por Barcelona, ahora, una vez que de nuevo había soplado el aire de una batalla, de la que como siempre, los próceres se habían alejado, me llevaba a recordar la calle Aragón abierta al humo de las Mikado que arrastraban hacia Sants o hacia la estación de Francia el expreso de Madrid.

Parece como si en esa mi Barcelona mágica, más secreta que el Turín de las brujas y el diablo, el viento se hubiese llevado a esos visitantes cutres que cambiaban Lloret por mis Ramblas, o por mi Barceloneta, trayendo sudor de alcohol barato a mis calles.

Parece como si en los secretos de mi Barcelona, esa que se cerraba a las diez de la noche, de pronto, todos nos hubiésemos dado cuenta de que las cosas “es fan i es parlan a casa”, que fuera, una vez acabado el paseo por las Ramblas, no quedan más que los proxenetas que alquilan chicas a los marineros de la 5ª Flota de los Estados Unidos de América en el Mediterráneo.

Parece que si el sábado hay algún borrachuzo por la calle, es como ha debido ser siempre, el hijo de C’an Tunis, de La Mina, de la Torrasa, que ha bajado a mis Ramblas a gastarse la semanada con una pajillera de la esquina de Rovadors con San Pau, como siempre ha sido, como siempre se ha hecho.

Y la Teresa de Marsé, seguirá sus aventuras con el noi del Carmel, que es gitano de los que aún no han montado una tienda en Sants, o el niño pijo de la Bonanova, andará a la caza de la inmigrante más exótica para que sus amigos vean lo abierto que es, y la esposa que le pusieron en casa, que era buena para el negocio, pueda dormir tranquila con las piernas cerradas, que ya le dio los hijos que se marcaban en los contratos matrimoniales.

¡Uy, Doña Mercé!, que a la querida que mi marido tiene en Madrid, le hemos puesto un piso, mucho mejor que a la querida de ustedes. Y es que el negocio va muy bien desde que nos trasladamos fuera de Catalunya, que aquí las cosas no parece que estén muy tranquilas, ¿sabe?.

Y otra vez, paseando por Las Ramblas ves que solo estamos los de casa, las rabizas de siempre, sus proxenetas, los que salimos del Liceu, tan puestecitos, con nuestro libreto en la mano, con cara de Wagner, que se nos han muerto Tristán e Isolda, y parece que se nos ha muerto toda Catalunya.

Y al final esa historia de traición, con buenas intenciones, que el bueno de Tristán no quería, que fue un bebedizo que le colaron por meterse donde no le llamaban, es quizás lo que también le han dado a mi Barcelona, y se lo ha bebido hasta las heces.

Escucharemos otra vez la muerte de mi Barcelona, que estoy seguro no será más que una hibernación a la espera de un nuevo ciclo, una nueva apertura renovada de alguna forma, unas nuevas olimpiadas, un lavado de cara a Gaudí, una nueva faceta que saldrá del esoterismo que desde siempre nos ha gobernado. La música de Wagner ha sido siempre la reina de mi Liceu, de mis Ramblas, romántica, épica y triste.

Los nuevos gobernantes son los que ahora se sientan en los palcos del primer piso, pero nadie mira hacia arriba, ya se sabe, ahí es donde está el poder verdadero, detrás de trajes oscuros de corbatas oscuras, de cabellos azul canoso, de esos que solo tienen los poderosos, con alguien de la farándula cerca, (ahora se le llama mundo cultural, pero es lo mismo), y a nadie le importa de dónde han salido, que todos sabemos que son de San Gervasi.

Lo siento por tantos que creyeron en esa nueva religión que es el Independentismo, y que ven como el sonido del flautista le lleva inexorablemente a un barranco, a esconderse de nuevo en las Catacumbas, que a lo mejor están a los piés de Santa Eulalia, por donde ahora anda el museo Marés, o a los fosos de Montjüich en cualquiera de sus versiones modernas.

Ni Valdés tenía cola, que la cola está en Doña Manolita, como todo el mundo debería saber, y todos deberíamos saber que el gordo este año caerá en Las Ramblas, que hay que compensar, como se hizo en la Valencia del 57, o en las riadas del Vallés.

No me gusta nada ver las tiendas vacías, los bares con mesas libres, a mis amigos pasándolo mal, pero esta es mi Barcelona, y el ciclo, el Dios del Mediterráneo que dejó sin visitantes una a una las grandes ciudades como Estambul, Alejandría, Trípoli, Orán, Cartago, Tel Aviv, Beirut, Niza…y ahora mi Barcelona es quien se suma a esa maldita lista de la que no es fácil salir.

Pero el sol saldrá de nuevo, quizás mañana quizás dentro de cinco o seis décadas, que es lo que se necesita para renovarse.

Con su pan se lo coman

 

 

 

Todo por la pasta

Esta mañana me he levantado, como siempre, mucho después de haberme despertado,  sin un maldito bitcoin en el bolsillo, y no me ha entrado la depre, que estoy ya muy mayor para esos farolillos.

Y es que de pronto me he dado cuenta que lo de estas cosas es como lo de aquella estafa que el amigo de Ansar nos hizo con el globo terráqueo, que todo el mundo vendió a ciento cincuenta y compró a catorce, con permiso del amigo, claro.

Y es que estas cosas de las especulaciones son siempre lo mismo, vaya como en las partidas de póker, o en las de billar de garito, que hay que calentar al primo para que se deje los higadillos en la mesa, que de eso vive el tahúr, que también tiene hijitos.

Y por las singladuras que esta bitácora ha navegado, más de una vez se han hecho reflexiones sobre esos pecadillos, que la Iglesia llama capitales, y lo que hacen es eso exactamente, inflar los capitales de otros.

Y escucho que en estas cosas del dinero sin control, quienes parece que se ponen nerviosos son los que controlan el dinero, aunque estoy seguro que con la otra mano se benefician del asunto.

Que oyes a los Bancos Centrales con ese reconcome de preparar sus propias criptomonedas, aunque como lo hagan dejaran de ser cripto, claro, que aquí la gracia en que la cosa se hace debajo de la camilla. También altos ejecutivos de la gran banca mundial andan con la cosa, que un pollo de J.P. Morgan, anda diciendo que como uno de sus ejecutivos negocie criptomonedas lo cuelga de los pulgares, y desde luego me lo creo, claro, siempre que no obtenga unos beneficios para el banco que considere sustanciosos, o que le dejen a un lado a la hora de cobrar sus compensaciones por el movimiento de la acción de su entidad.

Y con la otra mano, parece que hasta esa cuna del liberalismo económico que siempre ha sido Chicago, anda estudiando en su mercado de valores una forma de diseñar estructurados teniendo como subyacente una o varias de estas criptomonedas. Quiere decir la cosa, que podremos apostar todo nuestro dinero a las subidas o a las bajadas del tal bitcoin o de quién se trate, dejando entonces un papel secundario a la criptomoneda en esa operación que lo que importará será el valor de la papeleta que compraré o venderé a crédito.

Telita de la buena, que quien no perderá será quien cobre las comisiones de gestión sobre el estructurado, y lo que pase luego, a mí Prim diecisiete batallón de infantería.

Claro, antes con eso de que el Banco de España pagaba al portador la cantidad de cien pesetas en oro, de ese que se guardaba junto al arroyo Abroñigal, no había quién pudiera montar estos numeritos, que la cosa empezó cuando alguien dijo aquello de ¡Yo soy más valioso que el oro!, y la peña dijo ¡vale, si tú lo dices!, y a partir de ahí en vez de usar pepitas de metal para comprar el pan empezamos a usar papelitos de colores, que son mucho más monos.

Claro que el poder que da el diseño de las monedas a quienes las manejan es extraordinario, y nos han vendido que las regulaciones a que están sometidos esos papelitos que no están sustentados por ningún subyacente que no sea la confianza en ¡políticos!, para que nosotros, que no somos más que pardillos entregados a lo que nos echen, nos lo merendemos con patatas, incluso en el caso de que todo ese sistema monetario permita que perdamos la libertad de que nadie se entere en qué coño nos gastamos lo que tenemos.

Y estos bitcoins y compañía, tienen ese aire de libertad, que no están sujetos a regulaciones, a garantías, a decisiones de banqueros centrales que le dan o no a la maquinita de hacer billetes a su capricho, y da a la cosa un aire nuevo, refrescante, diría yo, pero por el momento el dueño del quiosco me ha dicho, que por no aceptar no acepta ni a Santa Visa, que además no tiene cambio de más de cinco euros, y que no ande jodiéndole con modernidades.

Un sin vivir, que me he enterado que hay alrededor de trescientos mil millones de dólares sueltos por el mundo en criptomonedas, lo que ni es mucho ni es poco, sino todo lo contrario, mucho para mi bolsillo, poco para que en caso de desastre o reventón de la supuesta burbuja, cause un estrago en el sistema económico mundial.

Ahora que con la iniciativa de los chicos de Chicago, las posibilidades de compra y venta no solo ya de las criptomonedas, sino de los estructurados que puedan hacerse sobre ellas, van a hacer que en menos que canta un gallo esos trescientos mil millones que representan a precio de mercado, se multiplique por un no sé cuánto, y a lo mejor sí que la cosa puede dar para un tembleque mundial.

No tengo ninguna duda de que hay miles de personas trabajando de forma muy activa en este nuevo mundo de las monedas no sujetas a países, no sujetas a bancos centrales, no sujetas a ningún tipo de regulación, lo que las hace idóneas, si se las cree la masa, para ser el nuevo sistema mundial de intercambio comercial, que estas cosas no hay forma de pararlas.

Como he dicho ya, estoy muy mayor, y no sé si nuestro Señor Montoro, estará preparado para pagarme la pensión en bitcoins o en algo parecido, y es que al final a él se le da una higa, que desde que nos pulimos el oro del Abroñigal, todo son papelitos de colores, y el camino hacia el apunte contable electrónico es muy corto.

Así que ya veremos lo que hago, que mi asesor financiero no hace más que decir que compre bitcoins con la extra de Navidad, esa que le ha costado a mi gobierno, el tener que pedir un crédito para pagarla, y yo no sé qué hacer, que en el fondo siempre me gustó llevar los doblones en el canut colgado al cinto, que no necesitaba software, ni mirar las cotizaciones internacionales si tenía que comprar una carga de trigo.

Así que, con su pan se lo coman